¿Busca Trump una guerra contra Irán?
La escalada de tensión en Oriente Medio es evidente desde que anteayer, día 3 de enero, el Presidente Donald Trump tomó la decisión de ejecutar valiéndose de un dron al comandante de las fuerzas de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, el general Qasem Soleimani.
El futuro, incluso el inmediato, es incierto. Por ahora, hay que esperar a ver exactamente el tipo de represalias que el régimen iraní va a llevar a cabo contra EE.UU. Habrá que analizar si la represalia denota o no un propósito de llegar a una guerra o si, más bien, intenta evitar dicho desenlace. (Mi artículo del 10 de enero valora la primera represalia que Irán realmente llevó a cabo)
En todo caso, hay sectores del pueblo iraní que no se conformarían con menos de un baño de sangre estadounidense o de sus aliados.
No obstante, la amplitud real de estos sectores iraníes parece ser mucho menor que la que el régimen quiere dar a entender, ya que también las protestas de los propios iraníes en el pasado fueron duramente reprimidas por las fuerzas de Soleimani.
Pero todo indica que la República Islámica está suficientemente débil (económica y militarmente) y dividida (socialmente) como para emprender una guerra total con la primera potencia mundial. Lo más probable es que su venganza sea tal que no obligue a Estados Unidos a una guerra en toda regla.
La excesiva prudencia de Donald Trump
Por el otro lado, el estadounidense, toda la actuación de Donald Trump desde que llegó a la Casa Blanca –hace prácticamente 3 años- se ha orientado en la dirección opuesta a embarcar al país en una guerra.
Incluso el editorial del diario español de izquierda extrema El País, al día siguiente a la muerte del general Soleimani, tuvo que reconocer que “Hasta ahora [Trump] se había mostrado alérgico a las intervenciones militares y dubitativo a la hora de ejecutar sus amenazas”.
Es más, aquella actitud la ha llevado Trump hasta un punto excesivo y claramente criticable. Muchos de los congresistas republicanos, de sus colegas de gobierno y de los altos mandos militares estadounidenses han considerado que estaba dejando sin una respuesta militar apropiada las constantes provocaciones –parciales, calculadas- de Irán.
Provocaciones que empezaron desde que en mayo de 2018 Trump se retiró del Acuerdo Nuclear y reactivó duras sanciones comerciales (contra la venta de su crudo) y financieras contra la República Islámica.
(Nota: Al final del artículo aparece una cronología de lo sucedido)
Ejemplos de dicha cautela en demasía
Dos ejemplos de esa errónea indecisión ante el enemigo.
1) El 20 de junio de 2019 el Pentágono (lo que incluye al Secretario de Defensa) había preparado una acción militar de castigo contra Irán, tras una serie de atentados contra varios petroleros muy cerca del estrecho de Ormuz. En el último momento, Trump abortó la operación militar y la sustituyó por una respuesta, blanda, que abordé en un artículo: el primer ciberataque de EE.UU. contra una potencia extranjera, en concreto contra el sistema informático de un centro de mando de misiles de Irak.
2) Dos grandes instalaciones petrolíferas de Arabia Saudí son destruidas con misiles el 14 de septiembre de 2019. Todo indicaba que Irán era el responsable de este ataque a uno de los principales aliados de EE.UU. en Oriente Medio. El Presidente Trump volvió a impedir una respuesta adecuada, lo que desde luego era una invitación a que Irán continuara con su cadena de provocaciones limitadas, así así ocurrió.
Muy probablemente no se producirá ninguna guerra
Es de sobra sabido que cuando se inicia una cadena de represalias militares (aunque sean limitadas) y contra represalias (también pretendidamente controladas), el proceso puede escapar al control de sus protagonistas. Por consiguiente, no puede descartarse totalmente que el actual conflicto desemboque en un enfrentamiento armado general.
No obstante, cuando los dos actores principales no tienen voluntad ni interés en llegar a semejante resultado, cuando no hay agentes externos poderosos (ni Rusia, ni China, por ejemplo) que estén intentando provocar ese desenlace y el conjunto de las potencias mundiales sigan pidiendo contención, las probabilidades de una guerra son francamente muy reducidas.
De todos modos, vale la pena resaltar que, como afirma el historiador y columnista británico del The Telegraph Mark Almond: “Si los aliados de EE.UU. quieren evitar una guerra con Irán, la mejor manera es colocarse [ahora] del lado de Estados Unidos”. Desarrollar esto alargaría este artículo. En todo caso, la cuestión central es que no se consigue la paz por pedirla mucho, así, sin más –mediante puro pacifismo-, sino poniéndose del lado de la potencia que tiene razón e incluso estando dispuesto a acompañarle a una guerra, si fuera necesario, declarándolo públicamente. El Reino Unido ha sabido hacerlo muchas veces, Francia bastante menos, como en 2003 bajo el nada presentable Presidente Jacques Chirac.
La prudencia de los medios
Quizá por esa casi certeza de que se evite una conflagración, incluso los diarios de izquierda que –como el español El País- se volcaran en 2003 a desarrollar la nefasta campaña del “No a la Guerra”, actualmente han reaccionado con bastante prudencia.
El cálculo parece sencillo: en cuatro o cinco meses seguramente habrá concluido la fase más crítica de las respectivas acciones militares –limitadas- entre Irán y EE.UU.
Para comienzos del verano, lo más seguro es que esté muy claro que una guerra no formará parte del escenario, lo que les dejaría desprestigiados a quienes enarbolen hoy el No a la Guerra. Una cosa distinta es que la tensión entre estas dos potencias habrá subido –de forma permanente- varios escalones con respecto a diciembre. Y las escaramuzas bilaterales continuarán, pero a bajo nivel de intensidad.
¿Ha hecho esto Trump para ganar las elecciones de noviembre?
Todavía casi nadie ha tenido la insolencia de acusar a Trump de que su principal propósito con la ejecución del dirigente terrorista Soleimani –tras el asalto casi consumado a la Embajada de EE.UU. en Bagdad- es ayudarle a ganar las elecciones de noviembre. Pero la cadena de centro-izquierda CNBC ya lo ha evocado, indirectamente: “Hace años [en noviembre de 2011] … Trump advirtió que Obama emprendería una guerra con Irán para ser reelegido”. Finalmente, no hubo guerra alguna. La denuncia de Trump fue infundada y errónea.
Nadie puede sorprenderse de que cualquier comandante en jefe de EE.UU. sopese las más graves decisiones militares también desde un punto de vista político y esto incluye los probables efectos electorales, sobre todo cuando haya comicios en un plazo no muy lejano. En este caso, las presidenciales serán dentro de 10 meses: el 3 de noviembre próximo.
Pero esto, únicamente supone un problema si el presidente, debido exclusivamente a consideraciones electorales, opta por una actuación –o por abstenerse de ella- que sea estrictamente desaconsejada por los mandos militares y por los Secretarios de Defensa y de Estado (relaciones exteriores) y que la opción elegida suponga graves consecuencias.
Unidad de criterio entre el Gobierno, los congresistas republicanos y el Pentágono
En el caso actual, ni el Pentágono ni los Secretarios Mark Esper (Defensa) y Mike Pompeo (Estado) han dado muestra alguna de desacuerdo con la ejecución del terrorista-en-jefe, sino todo lo contrario.
Naturalmente es lícito (y aconsejable) plantearse si resulta correcta una cierta acción militar, incluso si existe un sustancial acuerdo entre el Gobierno y los mandos militares, pero la posible equivocación no constituiría un oportunismo político (de cara a las elecciones), sino un error político.
En la actualidad, Mike Pompeo había advertido públicamente a comienzos de diciembre que si en la cadena de misiles lanzados desde octubre a bases en Irak se produjera alguna víctima mortal estadounidense, EE.UU. respondería en consecuencia. Y eso es lo que ha ocurrido.
Además, el mismo día en que Soleimani fue ajusticiado, el Secretario de Estado Pompeo colgó en su cuenta de Twitter un vídeo mostrando a iraquíes –con su bandera- celebrando en las calles su alegría. Esto no parece una crítica a la orden dada por el Presidente Trump, y eso que las complicaciones políticas que –desde luego- acarreará esta acción caerán plenamente en el regazo de Mike Pompeo.
No hay que olvidar que los numerosos senadores y congresistas republicanos que se han pronunciado estos días sobre la ejecución de Soleimani, todos ellos lo han hecho en apoyo de la decisión de Trump.
¿Quién era el General Qasem Soleimani?
Tanto EE.UU. como la mayoría de los países occidentales han calificado oficialmente, desde hace muchos años, a Irán como principal estado instigador y financiador del terrorismo internacional.
Pues bien, la persona directamente responsable de llevar a cabo dicha labor criminal en la región, ha sido el general Soleimani, en su calidad de comandante de las fuerzas especiales de la Guardia Revolucionaria Islámica; esta última cuenta con 125.000 efectivos, totalmente fieles al régimen.
Esas fuerzas especiales han sido las encargadas de apoyar, armar, financiar y dirigir a fuerzas locales en casi todo Oriente Medio, formadas por chiíes, que en la mayoría de los casos practicaban el terrorismo y la mayor crueldad en sus acciones militares hacia las poblaciones locales no chiíes. Casi todas esas organizaciones están mandadas por oficiales iraníes de la Guardia Revolucionaria.
Ya durante la ocupación militar de Irak por Estados Unidos a partir de marzo 2003, Soleimani organizó la fabricación continua en aquel país, por milicias chiíes locales, de dispositivos explosivos improvisados (IED, siglas en inglés).
El diario de centro-izquierda The Washington Post, cita estos días un reciente informe del Pentágono según el cual “después de que la invasión de Irak, dirigida por EE.UU., echara del poder a Sadam Husein las [fuerzas de élite de la Guardia Revolucionaria iraní, esto es, Soleimani] empezaron a ayudar a las milicias chiitas iraquíes a luchar contra las tropas estadounidenses. De una reciente estimación del Pentágono se desprendía que las fuerzas locales aliadas a Irán, mataron en Irak por lo menos a 608 soldados de EE.UU. entre 2003 y 2011”.
No solo en Irak se ha celebrado la muerte de Soliemani
Ese mismo diario de centro-izquierda, The Washington Post, titula otro de sus artículos del siguiente modo: “Qasem Soleimani contribuyó a dar forma a la brutalidad de la guerra en Siria”.
Y el artículo comienza de este modo: “En las calles de la ciudad [siria] sitiada de Idlib –una de las últimas zonas bajo los rebeldes en Siria– un hombre distribuía dulces este viernes para celebrar el ataque de EE.UU. [ese mismo día] que había matado al comandante que estuvo en el centro de la guerra civil siria desde sus comienzos: Qasem Soleimani“.
Los relatos de las atrocidades cometidas por este jefe máximo del terrorismo internacional, también en Líbano (a través de la organización terrorista Hezbolá), la franja de Gaza (por medio de la organización terrorista Hamas y la Yihad Islámica Palestina), Yemen (el movimiento islamista de los Houthi, Afganistán (Liwa al-Fatemiyoun, constituida por afganos residentes en Irán, que luchan en Siria, bajo mando de la Guardia Revolucionaria) y otros muchos lugares, formaría un libro entero. En Siria cuenta con la Fuerza 313, Liwa Al-Baqir, las fuerzas Locales de Defensa y otras.
A esto habría que añadir la despiadada represión, por parte de las fuerzas dirigidas por Soleimani, de las protestas populares que han tenido lugar en varios momentos de 2018 y 2019 –y mucho antes- dentro de Irán.
La estrategia que intentó Obama cosechó un fracaso
Mediante el Acuerdo Nuclear con Irán (cuyo nombre oficial es JCPOA), suscrito en julio de 2015, el Presidente Obama intentó una clara estrategia de apaciguamiento de la República Islámica, política que fracasó totalmente.
El propósito era atraer a este régimen totalitario a la “comunidad de naciones libres”, levantando las duras sanciones comerciales y financieras que estaban aplicando casi todas las potencias occidentales e incluso China e India, reclamando a cambio la detención del programa de Irán para conseguir la bomba atómica.
Con el levantamiento de las sanciones, en 2015 y 2016 quedaron desbloqueados miles de millones de dólares que la república teocrática tenía inutilizados en los bancos occidentales.
Y ¿qué hizo el régimen iraní con semejante suma de dinero? ¿Mejorar las condiciones de vida de sus ciudadanos? ¿Desarrollar su economía para que sus empresas pudieran competir en la arena internacional?
Nada de eso. Destinó casi todo aquel dinero a fortalecer la amplia red de organizaciones terroristas y partidos extremistas de la que dispone en toda la amplia región de Oriente Medio, para interferir en todas partes y reforzar su alianza anti-occidental.
Por eso no es de extrañar que en diciembre de 2017 se pusiera en marcha en Irán un movimiento popular de protesta contra el régimen, reclamando mejoras en el suministro de agua, más alimentos y otras análogas, hasta mediados de 2018.
Pero, lo cierto, es que los ciudadanos iraníes sabían adonde se estaban destinando las elevadas sumas de dinero obtenidas a raíz del Acuerdo Nuclear. Por eso, a las demandas de mejores condiciones de vida se añadió explícitamente la reclamación de que el régimen dejara de gastar el dinero en sus aventuras en el exterior: Siria, Irak, Yemen, etc.
En noviembre de 2019 se reprodujeron las protestas en varias ciudades de Irán y, según la agencia británica Reuters, la represión provocó en dos semanas unas 1.500 muertes.
Cronología básica de este conflicto
Mayo de 2018. El Presidente Trump (tal como había anunciado en su campaña de 2016) abandonó el Acuerdo Nuclear con Irán que Barack Obama (y otras cinco potencias mundiales) había prácticamente regalado al régimen iraní en 2015, por un mero retraso de su programa de armas nucleares. Las sanciones comerciales y financieras de EE.UU. contra la República Islámica, fueron restablecidas, dañando seriamente su economía.
Desde hace años, la República Islámica de Irán ha venido expresando reiterada y públicamente que en caso de sentirse amenazada haría intransitable el estrecho de Ormuz, al sur de su país, que es la principal vía marítima para la exportación de crudo del Golfo Pérsico a todo el mundo. Dicho estrecho tiene tan sólo 35 km de ancho en su punto menos amplio, de los que sólo unos 7 km. pueden emplearse para el tráfico de los petroleros.
12 de mayo de 2019. Cuatro petroleros de Arabia y Noruega sufrieron pequeñas explosiones, por causas desconocidas, cerca del puerto Fujairah de los Emiratos Árabes, camino del estrecho de Ormuz.
14 de junio de 2019. Dos petroleros fueron atacados camino del estrecho de Ormuz -a unos 30 km de la costa iraní-, al parecer mediante minas colocadas en sus cascos, provocando grandes incendios.
20 de junio de 2019. EE.UU. efectúa el primer ciberataque –reconocido- contra un centro de mando de misiles de Irán, en represalia a los anteriores ataques contra petroleros cerca del estrecho de Ormuz. El Pentágono tenía organizada una represalia militar convencional contra Irán, que Trump anuló, eligiendo el ciberataque.
Gran atentado contra instalaciones petrolíferas de Arabia
14 de septiembre de 2019. Un atentado con misiles destruye gran parte de las principales instalaciones petrolíferas de Arabia Saudí, reduciendo al 50% durante varias semanas la extracción saudí de crudo. Ninguna organización se atribuyó el atentado. EE.UU. culpó a Irán, que se encuentra al otro lado del Golfo Pérsico.
16 de septiembre de 2019. El Presidente Trump no quiso responder militarmente contra Irán por este grave atentado a uno de sus principales aliados en la región, causando malestar entre varios congresistas republicanos y en la jerarquía militar.
25 de diciembre 2019. Muere un contratista privado estadounidense y tres soldados de ese país salen heridos en un ataque con cohetes a una base al norte de Bagdad. El atacante fue una milicia iraquí shiíta, aliada de Irán. Este fue el 10º ataque con cohetes, en dos meses y pico, contra bases en Irak donde estaban destinados soldados de EE.UU.
27 de diciembre de 2019. En represalia, la aviación estadounidense bombardea en Irak el cuartel general de una de las milicias shiies, aliada a Irán, matando a un par de docenas de militares.
31 de diciembre de 2019. Milicias iraquíes shiítas, aliadas de Irán, intentan asaltar la Embajada de EE.UU. en Bagdad. Logran tomar la parte más externa de las instalaciones y la mantienen un par de días. El vicecomandante de las Fuerzas de Movilización Popular de Irak, que es la organización paraguas del conjunto de las milicias chiíes, Abu Mehdi al Muhandis, ha sido el hombre de Teherán en Irak. Este dirigente miliciano fue visto dando órdenes en las afueras de la embajada y el 4 de enero fue abatido –casualmente- al estar junto a Soleimani. Dos por el precio de uno.
Soleimani finalmente ajusticiado
3 de enero de 2020. Un dron estadounidense mata al comandante de las fuerzas de élite de la Guardia Revolucionaria de Irán, el general Qasem Soleimani, junto al aeropuerto de Bagdad, a su llegada a Irak. Su misión muy especial durante dos décadas, ha sido armar, coordinar y orientar a diversas organizaciones islamistas –y varias de ellas terroristas- en Irak, Siria, Líbano, Yemen, la franja de Gaza, etc.
3 de enero de 2020. El Líder Supremo del régimen teocrático iraní, el ayatolá Alí Jamenei, anuncia una dura venganza contra EE.UU. por la muerte de su mano derecha y exportador de la revolución islámica, el general Soleimani.
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