Prácticamente todo el grupo de los países del Este europeo (seis países, con Polonia a la cabeza) viene resistiéndose a las costosísimas políticas climáticas promovidas por los países occidentales y por los escandinavos, que están perdiendo casi toda su industria.
Separación en dos grupos
Tras un largo y a menudo tenso proceso de discusión entre los 27 países de la Unión Europea, ayer jueves la UE ha notificado oficialmente a la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático su objetivo para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en 2020, que es de 20% respecto al nivel de 1990. Pero, al mismo tiempo, se ha comunicado también una oferta condicional de reducción de 30%, en el caso que otros Estados realizasen un esfuerzo equiparable al europeo, dejándose así la puerta medio abierta.
La UE ha realizado su comunicación a tiempo. Conforme al acuerdo de mínimos alcanzado en Copenhague a mediados de diciembre la UE, como el conjunto de los 37 países desarrollados (enumerados en el Anexo I del Protocolo de Kioto), tienen de plazo hasta pasado mañana, 31 de enero, para notificar a NNUU su objetivo nacional de reducción de GEI.
Pero el proceso interno de discusión en la Unión Europea ha durado casi dos semanas, desde que se iniciara el día 16 en Sevilla durante la reunión informal de ministros de Medio Ambiente, donde ya surgieron serias diferencias. La semana pasada, el miércoles 20, el COREPER (Comité de Embajadores de los 27 ante la UE) tardó seis horas en alcanzar la posición de compromiso sobre este tema antes indicada -algo muy inusual- y la decisión definitiva no se ha cerrado en realidad hasta ayer.
Según informa Reuters, por un lado se han situado Polonia e Italia -respaldados por Chipre, Malta y varios Estados del Este europeo (Hungría, Chequia, Eslovaquia, Rumanía y Bulgaria)- en un intento de retirar de la notificación a NNUU el compromiso condicional de 30%, de manera que ya no pudiera ser considerado en el futuro por la UE, en ninguna circunstancia. El elevado coste para la industria europea, es el principal motivo de su postura.
Por el contrario, el Reino Unido, Francia y Holanda presionaron para que se asumiera directamente y se notificara el objetivo de una reducción de 30%.
Estos Estados consideran que la UE debe seguir ejerciendo “su liderazgo” en las negociaciones climáticas internacionales y -una vez más- “dar ejemplo de ambición” al resto del mundo. Por el contrario, los países opuestos opinan que dicha ambición y estrategia son las que han hecho agua en Copenhague, produciendo el aislamiento de la UE y obstinarse en ellas no puede ya ofrecer resultados favorables.
Esta alineación enfrentada entre los Estados puede considerarse asentada y se viene repitiendo desde, por lo menos, el Consejo Europeo de finales de octubre 2009. Esta vez, no obstante, según informa la agencia de noticias “Europe”, el grupo opuesto al 30% se ha visto muy reforzado por el apoyo de la Comisión Europea que, hasta ahora, siempre se había situado junto al otro grupo, lo que parece indicar que ha sabido extraer algunas conclusiones del fiasco de Copenhague.
Prácticamente todo el grupo de los países del Este europeo –seis- (de vez en cuando con el apoyo de Chipre y Malta) viene resistiéndose a las costosísimas políticas climáticas promovidas por los países occidentales (Reino Unido, Francia, Alemania, Holanda …) y los escandinavos (Dinamarca, Suecia y Finlandia), que están perdiendo casi toda su industria.
Esta divergencia en torno al modo de afrontar las negociaciones climáticas volverá al primer plano en el Consejo Europeo, de carácter informal, que el próximo 11 de febrero 2010 reunirá en Bruselas a los Jefes de Estado y de Gobierno de los 27 países.
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