La mayor bajada de impuestos en 30 años está prevista que quede aprobada definitivamente unos días antes de Navidad. El Presidente y los congresistas republicanos esperan que la reforma fiscal acelere la actividad económica y que los salarios aumenten a mayor ritmo. Aprobada la reforma fiscal del Senado.

Mitch McConnell. Jefe del Senado (Majority Leader)
El sábado día 2 de diciembre, de madrugada, el pleno aprobó el proyecto de reforma fiscal del Senado. Como se recordará, el 16 de noviembre la Cámara de Representantes votó su propio proyecto de reforma fiscal.
Habiendo en estos momentos dos proyectos, con diferencias entre ellos, en los próximos diez o quince días se deberán reconciliar en un único texto que, justamente antes del día de Navidad tendría que ser votado nuevamente por ambas Cámaras, remitiendo el proyecto de ley final al Presidente Trump para su firma y promulgación.
Ya que la elaboración de la reforma fiscal del Senado ha requerido concesiones a varios senadores del GOP y que prácticamente no se puede romper ninguno de estos acuerdos ya que apenas tienen mayoría sobre los demócratas (51 – 49), la mayoría de los cambios deberán introducirse en la versión de la Cámara Baja.
Muchas de las disposiciones de la ley entrarían en vigor el día 1º de enero de 2018 y las personas físicas comenzarían a sentir los efectos en las retenciones mensuales.
Desde la primera propuesta presentada en el Senado por los senadores del GOP el día 9 de noviembre, se han introducido (y retirado) muchas disposiciones. Durante las 24 horas anteriores a la aprobación tuvo lugar una intensa e incesante negociación de los líderes republicanos del Senado con cinco de sus senadores que estaban reticentes a respaldar el proyecto. Todos los senadores dudosos, salvo Bob Corker (por el Estado deTennessee) quien se retira de la política a finales de 2018, consiguieron que los líderes del Senado asumieran sus propuestas de enmienda, aprobándose el proyecto por 51 contra 49, sin necesitar del voto de calidad del Vicepresidente Mike Pence.
En el Senado no se necesitaron los habituales 60 votos –sino sólo 51-, gracias a que esta reforma se tramitó como si constituyera parte de la aprobación anual de los presupuestos; una más de las múltiples cuestiones de procedimiento vigentes en el Capitolio.
En definitiva, todos los senadores republicanos –salvo Bob Corker- consiguieron ponerse de acuerdo, logrando sacar adelante su proyecto de reforma, lo que no estaba asegurado que sucediera.
El jefe del Senado, Mitch McConnell, y el Presidente Trump han salido reforzados de esta votación.
A pesar de las diferencias existentes entre los dos proyectos de ley (el del Senado y el de la Cámara Baja), parece bastante seguro que alcanzarán la conciliación de ambos y su aprobación por las dos Cámaras, aunque nada más fuese por el tremendo daño político que se infringirían a ellos mismos de no lograr sacar adelante la reforma fiscal. En realidad, hasta el último momento podría producirse un descarrilamiento.
Es un momento decisivo de la presidencia de Donald Trump, quien alcanzaría su primera gran reforma legislativa, haciéndose con la iniciativa en el Capitolio. Para el presidente, la reforma fiscal del Senado debe seguir avanzando.
Como se ha venido viendo, el proyecto ha ido avanzando gracias a los exclusivos votos de los congresistas de derecha y, seguramente, así seguirá ocurriendo. Que ningún congresista demócrata hubiera respaldado una gran bajada de impuestos para casi todas las empresas y la gran mayoría de las personas físicas, será algo que pesaría en su contra en las elecciones de noviembre de 2018.
Como se viene recordando, esta ley traería el mayor recorte tributario en tres décadas, desde la reforma de Ronald Reagan en 1986. No sólo beneficiaría a la gran mayoría de los contribuyentes en el corto plazo, al quedar en sus bolsillos una mayor parte del dinero que hayan ganado, sino que dinamizaría durante años la inversión empresarial y, con ello, se afianzará el mercado de trabajo, especialmente en cuanto a un mayor aumento de los salarios.
El Presidente Trump y el Partido Republicano habrían logrado cumplir una de sus principales promesas electorales.
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