Trump y el Congreso acaban de autorizar la explotación petrolífera en una segunda zona de Alaska, que pasaría a aportar la mayor producción de crudo de EE.UU. El oleoducto existente daría salida a esa nueva producción. Tras 40 años en operación, no se han producido las mil catástrofes anunciadas por los ecologistas. Se derivarán grandes beneficios de la nueva explotación de petróleo en Alaska, como saben muy bien los habitantes de este estado.
40 años de exitosa experiencia
Introducción
Un par de días antes de Navidad, la Administración Trump y la mayoría republicana del Congreso han hecho ley la autorización para que se pueda perforar en busca de petróleo en gran parte de la zona costera (Coastal Plain o Área 1002) del Refugio Nacional de la Naturaleza del Ártico (ANWR, de las siglas en inglés). Dicha área, que se encuentra en la costa nordeste de Alaska, dentro del círculo polar ártico, abarca el 7,5% del total de la zona protegida ANWR. Esta decisión pone fin, de momento, a 40 años de debate sobre este asunto.
Los republicanos han introducido esta disposición en la ley de reforma fiscal, que quedó aprobada y sancionada por el Presidente Trump el 22 de diciembre.
La puesta en explotación de aquella zona costera constituiría el mayor yacimiento de EE.UU., con una producción de alrededor de un millón de barriles diarios, lo que incrementaría el 11% la producción total de crudo del país –con respecto a 2016-. (Cuando se hizo la estimación, en 2001, el aumento hubiera representado el 20% de la producción de entonces, muy inferior a la actual)
Este nuevo campo petrolífero aproximaría el momento en que EE.UU. alcance la plena autonomía en el suministro del crudo que necesita cada año. En 2017, el país se ha convertido ya en autosuficiente respecto al gas natural, exportando parte de su producción. La nueva explotación de petróleo Alaska resulta muy necesaria.
La agencia federal de estudios geológicos (U.S. Geological Survey, USGS) concluyó en 2001 que las reservas recuperables de petróleo bajo el área 1002 del Refugio Nacional Ártico de la Naturaleza ascendían a unos 10.400 millones de barriles, por cuanto este yacimiento podría estar en explotación unos 30 años.
Todos los habitantes del estado se beneficiarán
Desde 2001 las técnicas de explotación del crudo de petróleo han mejorado sustancialmente al haberse desarrollado y extendido la perforación horizontal por fracturación hidráulica, esto es, el fracking, lo que podría aumentar el volumen recuperable del yacimiento. En cuanto al precio del crudo, el del crudo Brent –que constituye el de referencia internacional- ha pasado de 24,5$ en 2001 a 43,6$ en 2016, lo que –en principio- opera también en pro de una más alta explotación.
No obstante, las muy adversas condiciones de explotación dentro del círculo polar ártico hacen siempre que los costes lleguen a ser hasta tres veces superiores que en la zona continental de Estados Unidos (Tejas, Dakota del Norte, Oklahoma, etc.).
Toda esta enorme cantidad de nueva riqueza y energía, no solo no necesita de ninguna subvención pública, sino que aportaría miles de millones de dólares a la Administración federal y al presupuesto del Estado de Alaska. Sin los ingresos tributarios del crudo, el estado de Alaska debería abandonar las dos terceras partes de todos sus programas sociales y del mantenimiento de sus carreteras y de otras infraestructuras básicas.
Todos los residentes en este Estado reciben cada año un cheque de la Administración estatal, procedente de los recursos financieros obtenidos de los hidrocarburos. Además, una considerable parte de aquellos ingresos estatales se incorporan anualmente al fondo soberano Alaska Permanent Fund, que será empleado en favor de las futuras generaciones.
Ya que el mar en aquella costa norte de Alaska está cerrado por hielo al movimiento de petroleros muchos meses al año, a mediados de los 70s se construyó un oleoducto que atraviesa toda Alaska –de 1.300 km de longitud-, desembocando en el puerto de Valdez –en la costa sur- que permanece abierto al tráfico prácticamente todo el año.
Varias décadas de viabilidad del nuevo yacimiento
La localidad y puerto de Valdez recibieron su nombre en 1790 del marino español Salvador Fidalgo y Lopegarcía, quien recorrió toda la costa sur de la actual Alaska, para tomar posesión de la misma frente a las incursiones comerciales de navegantes rusos.
Fidalgo dio a la incipiente localidad el nombre del gran marino, militar y gobernante Don Antonio Valdés y Fernández Bazán quien, entre otras destacadas obras, diseñó para la Marina la bandera rojigualda que más adelante pasaría a representar al Reino de España.
Aquel oleoducto (el Trans-Alaska, TAPS) sigue operativo y constituiría la salida del nuevo crudo que se extraiga en el área 1002, abaratando mucho su transporte. La zona explotable se sitúa en el extremo occidental de aquella franja, a unos 150 kilómetros de la cabecera del oleoducto (en la bahía Prudhoe), limitando el impacto medioambiental en superficie del ramal a construir.
Por otro lado, tras 40 años de explotación del yacimiento situado en la Prudhoe Bay –el de mayor tamaño en explotación en Alaska durante las pasadas décadas- su producción ha caído considerablemente, a la cuarta parte, poniendo en peligro la rentabilidad del oleoducto y su posible cierre en los próximos años. La incorporación al oleoducto existente del crudo proveniente del nuevo yacimiento (del área 1002) garantizaría su viabilidad durante varias décadas, evitando la infrautilización de esta gran infraestructura.
Obstáculos para la nueva explotación de petróleo Alaska
Todo el mundo sabe que la puesta en explotación de este nuevo campo petrolífero llevará muchos años y estará jalonada de continuas demandas judiciales que retrasarán el proceso. Pero la explotación de petróleo Alaska, seguirá extendiéndose.
Además, en la medida en que desde mediados de 2015 el precio internacional del petróleo ha caído fuertemente, hasta que no se establezca una sólida recuperación de su valor las compañías petrolíferas no emprenderán en firme las obras para la puesta en explotación del área 1002. Desde mediados de 2017 el precio del Brent se ha recuperado hasta los actuales 66 US$ por barril, pero habrá de consolidar estos valores y aún otros algo superiores para convencer definitivamente a las petroleras.
Los 40 años de experiencia del yacimiento y del oleoducto existentes
Continuamente, el movimiento ecologista efectúa toda una serie de pronósticos cada vez más catastrofistas sobre cualquier infraestructura relativa a los hidrocarburos, en su afán por poner fin a su explotación, renunciando a semejante riqueza para conseguir eso a lo que llaman “salvar el planeta” …
Los 40 años de experiencia en el funcionamiento tanto del campo petrolífero de Bahía Prudhoe (situada dentro del círculo polar ártico) como del Oleoducto Trans-Alaska, han refutado de manera clara los alarmistas temores del ecologismo estadounidense. Ha quedado demostrado que es posible el desarrollo de ambas infraestructuras (plataformas de extracción y oleoducto) de una manera respetuosa con el medioambiente –a lo largo de cuatro décadas-, sin tener que renunciar a la bonanza económica que generan.
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Terremoto de magnitud 7,0. El oleoducto de Alaska, intacto
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Muy escasa magnitud de los derrames producidos en la nueva explotación de petróleo Alaska
1) Los ecologistas anunciaban derrames de petróleo casi permanentes y de tal magnitud que acabarían con la vida salvaje en grandes áreas del recorrido. Nada de esto se ha producido en tierra, porque se adoptaron las medidas necesarias en el diseño y construcción del oleoducto y de las instalaciones de extracción, para las que existen exigentes normas federales y del Estado de Alaska.
Un gran desastre se produjo en 1989, con el derrame de grandes dimensiones por el embarrancamiento del petrolero Exxon Valdez a unos 40 kilómetros de la terminal del oleoducto, en la costa sur de Alaska.
Nada de esto tuvo que ver directamente con el oleoducto, pero como es natural está relacionado con el transporte internacional del crudo del norte de Alaska.
Este desastre marino en la explotación de petróleo Alaska fue el mayor producido en EE.UU. y sólo fue sobrepasado por el Deepwater Horizon, en el fondo del Golfo de Méjico en 2010.
A partir del derrame del Exxon Valdez se implantaron los petroleros de doble casco
A partir del accidente del Exxon Valdez los países occidentales, y luego todos los demás, decidieron la obligatoriedad de los cascos dobles en los grandes petroleros, que hubiese impedido el derrame del Exxon Valdez.
Conforme a la agencia federal National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA), en su informe a los 25 años del derrame del Exxon Valdez (2014): (pág. 9) ”los últimos informes federales y estatales sobre la recuperación (del ecosistema) del derrame del Exxon Valdez siguen indicando que, como estaba previsto, los impactos medibles han disminuido a lo largo de las dos pasadas décadas”,.
La NOAA añadía (pág. 10) que “los sistemas naturales se muestran capaces de adaptarse, hasta un grado que para nosotros resulta sorprendente al haber observado los efectos iniciales de grandes perturbaciones”.
Quienes visitamos las costas gallegas de España un año después del hundimiento del Prestige, obtuvimos una idea de la extraordinaria capacidad de acomodación de los sistemas marinos, en comparación a los sombríos augurios del ecologismo sobre una costa que estaría arruinada durante décadas.
Incluso contando con el derrame del Exxon Valdez, según la información que la empresa propietaria del oleoducto presenta a la Administración estatal, la media de crudo derramado por esta infraestructura en sus primeros 37 años de operación (hasta 2014) ha sido de 8.080 barriles por año.
Sin tener en cuenta el Exxon Valdez, la media sería de sólo 1.150 barriles. Como punto de comparación, la media del crudo transportado cada año ha sido de 475 millones de barriles.
Los seismos nunca han seccionado el tubo
2) Otra de las catástrofes anunciadas por los ecologistas fue el riesgo (para ellos, casi certeza) de que los terremotos que se producen en Alaska, abriría grandes grietas en varios puntos del oleoducto ocasionando grandes derrames de crudo simultáneos. Este riesgo se vivió el 3 de noviembre de 2002, cuando tuvo lugar un gran terremoto, de magnitud 7,9, a lo largo de la Falla Delani.
El oleoducto está diseñado para soportar movimientos sísmicos hasta de magnitud 8,5, sumamente infrecuentes en dicha zona. Hubo algunos pequeños desperfectos en los tramos alzados que se pudieron reparar con rapidez.
El trazado del oleoducto es en zig-zag para contrarrestar las tensiones que originaría un movimiento de tierra sobre un trazado rectilíneo.
Además, los tramos alzados cuentan con soportes absorbentes de los posibles temblores de tierra (como se observa en una de las fotografías).
Los tramos subterráneos, también incorporan mecanismos de amortiguación de los movimientos de tierra.
¿Acaso no se construyen desde hace décadas grandes puentes y rascacielos en zonas sísmicas –que son estructuras mucho menos estables que un oleoducto-, capaces de sobrevivir con facilidad a los efectos de las sacudidas sísmicas?
La explotación de petróleo Alaska puede desarrollarse sin problemas, siempre que se adopten las medidas necesarias.
(En diciembre de 2018 tuvo lugar en Alaska un gran terremoto, de magnitud 7,0 en la escala de Richter, que no rompió el oleoducto de Alaska ni se produjeron derrames de consideración. Analicé esta prueba real -no presagios agoreros- en un artículo del 1 diciembre 2018)
Los grandes mamíferos apenas han sido afectados
3) La amenaza de las plataformas de extracción y del oleoducto para el futuro de los grandes mamíferos de la zona, tales como caribús, alces, grandes ciervos y osos polares y, en general para los ecosistemas locales, era otro de los motivos aducidos por el ecologismo militante para tratar de impedir la construcción del oleoducto Trans-Alaska.
Brock Evans, representante del grupo ecologista radical californiano Sierra Club, se lamentaba en los 70s que si el oleoducto se hacía realidad “la vida salvaje quedaría quebrada para siempre”.
En 1971 la Wilderness Society estadounidense, emitió un comunicado advirtiendo que “la extracción de petróleo en el norte de Alaska, el oleoducto propuesto, la construcción de carreteras y otras obras amenazan con causar un inminente, grave e irreparable daño a la ecología, a los valores naturales … y al conjunto del medioambiente de Alaska”. 45 años después, ¿por qué no se dan una vuelta por la costa norte y el recorrido del oleoducto?
La Wilderness Society y los Amigos de la Tierra (Friends of the Earth), en una demanda judicial de 1970 declaraban: “Una importante característica de la vida salvaje en Alaska es la especial fragilidad de sus ecosistemas”. Desde entonces, para los ecologistas de cualquier rincón del mundo sus ecosistemas son siempre “especialmente frágiles”.
No obstante, los investigadores federales sobre el enorme derrame de crudo del Exxon Valdez llegaron a la conclusión contraria: “los sistemas marinos mostraron una sorprendente adaptabilidad” al gran vertido de petróleo.
El número de caribús se ha multiplicado por seis
Veamos qué ha sucedido realmente en estas pasadas décadas.
El hábitat del Rebaño de caribús del Ártico Central (CAH) comprende el área de extracción de petróleo en torno a la Bahía Prudhoe. En un exhaustivo informe del Departamento de Pesca y Caza del Estado de Alaska se cifró aquella población de caribús en 5.000 ejemplares en 1975 (pág. 315), cuando iba a arrancar la explotación de crudo y se estaba construyendo el oleoducto. En 1992 el censo fue de unos 23.000 ejemplares, y de 31.800 en 2002.
Esto es, en 27 años de actividad petrolera el rebaño de caribús en torno a la bahía Prudhoe aumentó su número en más de 6 veces. ¿Cómo es posible que tanta gente siga creyendo a los ecologistas?
Para no aburrir al lector, no seguiremos haciendo el repaso de la suerte corrida por los demás grandes mamíferos, los peces de rio y las aves.
Algunas otras características del área 1002 (Coastal Plain)
La autorización que acaba de ser aprobada para la explotación de petróleo Alaska en esta zona costera cubrirá cerca de la totalidad de su superficie (unos 6.000 kms), pero ha quedado fijado que, en realidad, las operaciones de extracción en superficie deben llevarse a cabo exclusivamente en una superficie de tan sólo 8 km2 (2.000 acres). Estos 8 km2 incluyen los aeródromos y puertos que hayan de construirse.
De qué manera lo que vaya a hacerse en 8 km2 puede afectar de modo “grave e irreversible” sobre los ecosistemas de los 6.000 km2 de toda la llanura costera (el área 1002), como aducen los ecologistas, nadie sabe explicarlo.
Al haberse desarrollado el fracking y la perforación horizontal en estos últimos 20 años, la perforación hoy de un solo pozo sustituye a la exploración que antaño requería de hasta seis pozos, reduciendo el impacto en superficie.
La llanura costera a la que nos estamos refiriendo nunca ha sido clasificada por la Administración federal como “zona protegida” (wilderness área), tal como figura en el mapa del comienzo, aunque forme parte del gran Refugio Ártico (ANWR).
Aunque lo siguiente no sea un elemento decisivo, no está de más informar que todo aquel Refugio Ártico (de 77.000 km2, como toda Castilla-La Mancha) recibe una media de 1.000 visitantes por año.
El National Petroleum Reserve (NPRA), situado en la costa noroeste de Alaska, fue creado en 1923 cuando la Marina estaba pasando de calderas alimentadas por carbón a las de gasóleo. Se han efectuado varias prospecciones, pero los pasados 8 años Obama no permitió ampliar su actividad a la explotación de crudo.
Zonas protegidas medioambientalmente en Alaska
El total de la superficie de Alaska que es propiedad de la Administración federal y que, por tanto, se encuentra protegida de una u otra forma es de 907.000 km2 (casi dos veces la superficie de España) y representa el 61,3% de la superficie del Estado.
A esto habría que añadir los parques estatales, naturales y otras formas de protección sub-federal.
Como puede verse, las singularidades paisajísticas y de naturaleza de Alaska se encuentran protegidas en una elevadísima proporción.
El oleoducto Trans-Alaska (TAPS). Explotación de petróleo Alaska
El Trans-Alaska Pipeline System lleva funcionando 40 años, desde 1977.
Transcurre desde la bahía Prudhoe (en el mar de Beaufort, dentro del círculo polar ártico) al puerto de Valdez, que casi siempre está libre de hielo, a diferencia de lo que sucede en el extremo norte del oleoducto.
En total tiene un recorrido de 1.300 km, atravesando todo Alaska de norte a sur, desde los yacimientos situados en la costa de la Bahía Prudhoe, dentro del círculo polar ártico. Fue construido entre 1975 y 1977.
Cada hora, circula por el oleoducto alrededor de un millón de dólares en crudo.
Más de la mitad del recorrido del oleoducto está elevado unos 2,5 metros del suelo para posibilitar las migraciones de animales, incluidos los grandes caribús y los alces de la zona.
Esta disposición de la tubería en elevación, busca también evitar el deshielo del permafrost, ya que el crudo sale caliente del subsuelo y debe mantenerse en esa condición para que pueda transitar fácilmente por la tubería.
Sistemas de absorción de temblores de tierra y de apoyo en el permafrost, para no derretirlo
Además, como se ve en la fotografía de arriba, el sistema de soporte del tubo permite resistir los terremotos que, en algún momento puedan producirse, absorbiendo los temblores sin que apenas afecte al tubo propiamente dicho.
Por otro lado, los postes para el apoyo de la tubería se diseñaron para evitar los efectos del posible deshielo de la capa activa del terreno con permafrost en algunos tramos del recorrido, lo que deformaría la superficie terrestre pero no alteraría apenas los puntos de apoyo de los postes.
La viabilidad del oleoducto requiere un alto caudal
El espacio total que ocupa todo el oleoducto es de únicamente 25 km2.
Equivale a una carretera nacional de un solo carril para cada dirección (y cunetas, road shoulders), a lo largo de los 1.300 km de su recorrido (incluyendo también la superficie de las 12 estaciones de bombeo y de ambas terminales).
El oleoducto cruza 34 ríos y unos 500 riachuelos, y atraviesa tres grandes cadenas montañosas, siempre por la superficie para poder acceder fácilmente al tubo, para su reparación y mantenimiento.
En el pico de la cantidad de crudo transportado (en 1988) fueron 2 los millones de barriles al día.
Desde entonces, la natural bajada de la presión en el yacimiento en torno a la Bahía Prudhoe y el progresivo agotamiento del mismo, ha bajado el volumen transportado a medio millón de barriles al día, desde 2015.
Explotación de petróleo Alaska (Millares de barriles por día)
Cuando baja el volumen transportado en un ambiente ártico, el crudo –que sale caliente del subsuelo- va enfriándose a lo largo de la tubería, haciéndose más espeso y pudiendo llegar a crearse cristales de hielo que dañarían las válvulas en las estaciones de bombeo.
Además, a bajas temperaturas, se forman acumulaciones de ceras del petróleo en las paredes de la tubería, corroyendo más rápidamente el metal.
En definitiva, un escaso volumen transportado por este oleoducto no sólo amenaza la viabilidad económica del proyecto sino que técnicamente dificulta su funcionamiento y aumenta las tareas de mantenimiento requeridas.
Todas estas dificultades se solucionarían con la puesta en explotación de petróleo Alaska en la llanura costera del norte del estado.
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