¿Ven Vds. mucha diferencia, una brecha salarial?
Las estadísticas laborales de EE.UU. (y las de casi todos los países occidentales) muestran que las mujeres tienen una preferencia sistemática a trabajar en sectores como los de servicios sanitarios y educativos, tanto públicos, como privados. Por el contrario, su participación es muchísimo más baja en los sectores de minería, construcción, conducción de camiones, empleos industriales y, además, en tecnologías, ingenierías y matemáticas (que en EE.UU. se denomina el sector STEM). En aquellos primeros dos sectores la retribución salarial es bastante menor que en los mencionados después, en los que predomina la presencia masculina.
Por otro lado, de media, las mujeres quieren trabajar menos horas que los hombres y, para ciertas ocupaciones, esto supone un problema para el empleador, por lo que retribuyen menos a las mujeres “por el mismo trabajo”.
Las preferencias laborales (libres) de las mujeres
La insistencia feminista de que las anteriores disparidades son producto, ante todo, de “discriminación de género”, hoy en día es insostenible en el Primer Mundo, salvo las excepciones de rigor, que siempre las hay. Aquellas opciones son el producto de decisiones libremente adoptadas por las mujeres, les guste o no a las muy radicales feministas, de la eterna subvención pública.
En inglés, brecha salarial de género se dice gender pay gap o gender wage gap.
Por qué los hombres ganan más
Van a tenerse en cuenta dos estudios oficiales de especial relevancia en esta cuestión:
A.- un estudio de la Casa Blanca, de marzo de 2011 (bajo Barack Obama) y,
B.- un estudio del Departamento de Trabajo, de enero de 2009.
Por otro lado, Steve Tobak es un consultor en estrategia de las empresas del área de Silicon Valley. Como le gusta hablar claro -y ser un poco provocador- publicó un artículo en el grupo mediático de centro izquierda CBS News (grupo bastante civilizado), que lleva por título “La brecha salarial de género es un completo mito”. Por su claridad y brevedad, aunque carezca de detalle, reproduciré a continuación buena parte del artículo de Toback, con añadidos propios.
Las ocupaciones más peligrosas desempeñadas por hombres
1) “Los hombres son quienes suelen elegir las profesiones más peligrosas, por lo que naturalmente son pagados más. Conforme a la Oficina de Estadísticas Laborales de EE.UU. (BLS), los 10 trabajos más peligrosos son los siguientes: pescador, leñador, piloto de avión, granjero y ganadero, trabajador de los tejados, trabajador de la siderurgia y metalurgia, plantas de selección y reciclado de residuos sólidos, instalación y reparación de maquinaria industrial, conductor de camión y trabajador de la construcción. En todos ellos la participación masculina es predominante”. Y se les ha pasado el trabajo en la minería, que no destaca por su placidez.
Además, ¿quiénes suelen trabajar en otros puestos de peligrosidad y violencia, como las fuerzas policiales? ¿Lo harían muchas mujeres o preferirían situarse en un ambiente infinitamente más agradable, como el de bibliotecaria? Y, ¿les atrae más ser vigilante de prisiones o educadoras de niños? También cuenta el riesgo económico: ¿mejor un puesto de funcionaria pública o vendedora a comisión?
Los trabajos mejor retribuidos elegidos por los hombres
2) “Los hombres suelen elegir trabajar en campos y ocupaciones donde existe un nivel retributivo más elevado. De acuerdo al informe de la Casa Blanca, “en 2009 solamente el 7% de las mujeres profesionales estaban empleadas en las áreas bien pagadas de la informática y la ingeniería, mientras que para los hombres suponía el 38% de su número de profesionales”. Las mujeres, por el contrario, suelen preferir “los sectores mal pagados de la educación y los servicios sanitarios””.
De las cifras de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) para 2017, se obtiene el siguiente cuadro.
Los hombres aceptan las localidades incómodas o aisladas
3) “Los hombres suelen estar más inclinados a trabajar en localidades más incómodas, aisladas y poco deseables, donde se paga más”. Añadamos: ¿cuántas mujeres se sentirían atraídas por un trabajo en el que, en palabras de su posible empleador: “casi nunca vas a tener oportunidad de hablar con otros en persona”? Y, ¿hacia donde se sienten más atraídas las mujeres, hacia llevar una contabilidad o a ocupaciones creativas varias?
Las jornadas más prolongadas aceptadas por los hombres
4) “Los hombres están dispuestos a trabajar más horas que las mujeres. Entre los empleados a tiempo completo (en EE.UU.), los hombres hacen por término medio 6 horas semanales más, lo que equivale a una jornada semanal un 15% más larga”. Hay que añadir que hay muchas más mujeres que desean trabajar a tiempo parcial que los hombres (conforme al estudio del Departamento de Trabajo), y estos empleos pagan menos que los de tiempo completo.
Preferentemente los hombres acceden a trabajar en fin de semana
5) “Los hombres están más prestos a aceptar puestos que requieren trabajar los fines de semana y que por consiguiente pagan más”. En general, ¿qué suele preferir una mujer, ser maestra o comercial que requiera frecuentes y largos desplazamientos? Por muchas medidas de conciliación trabajo-familia que se adopten, por lo general una mujer casada y con hijos ¿prefiere encauzar su carrera a ocupar puestos de dirección (con muy largas jornadas semanales, durante décadas), o como asesoras o consejeras con horarios menores y previsibles?
Las especialidades más estresantes aceptadas por los hombres
6) “Incluso en un mismo campo de actividad, es más probable que el hombre se incline por las especializaciones más estresantes, pero mejor pagadas. Por ejemplo, en la profesión médica, … los hombres optan más fácilmente por la cirugía (que está muy bien retribuida), mientras que las mujeres prefieren especialidades peor pagadas como pediatría o estomatología” (dentista).
Los hombres valoran más su nivel de retribución
7) “Las mujeres que dirigen su propio negocio suelen ingresar alrededor de la mitad que los hombres en análogos tipos de negocios y, como no tienen jefes, no puede achacarse dicha diferencia a la discriminación. La razón de esta diferencia, según un estudio de la Rochester Institute of Technology, es que el dinero es el principal propósito para el 76% de los hombres [estando dispuestos a trabajar más tiempo], frente al 29% para las mujeres. Las mujeres valoran más tener semanas laborales más cortas, proximidad a su vivienda, autonomía y seguridad”.
Opciones laborales diferentes de cada género
Hay una conclusión de amplia validez (aunque no para el 100% de los casos individuales) que se desprende del repaso anecdótico -pero significativo- que acabamos de efectuar: en general, los colectivos de mujeres y de hombres se mueven -de forma voluntaria- por objetivos laborales y profesionales sustancialmente diferentes.
Las mujeres, siempre que sus circunstancias se lo permitan, valoran mucho más que los hombres la disponibilidad de más tiempo para su vida personal y familiar y un ámbito de trabajo menos violento, aislado e incómodo que los hombres. Especialmente cuando las mujeres tienen personas dependientes: hijos, padres, hermanos enfermos …
Dicho de otro modo, simplificadamente, con mucha frecuencia las mujeres prefieren vivir mejor a alcanzar puestos más elevados y mejor retribuidos en su trabajo. Particularmente, cuando tienen personas a su cargo.
Si a las feministas radicales no les hace gracia las decisiones voluntarias que toman década tras década, decenas de millones de mujeres estadounidenses, ya saben lo que deben hacer … ajo y agua (que se joroben y que se aguanten)
Como dice el Dr. Warren Farrell en un libro, “si las mujeres casadas consiguen llevar una mejor vida gracias a que sus maridos están dispuestos a hacer la elección laboral opuesta a la suya, aquellas sólo podrían sentir agradecimiento” hacia sus cónyuges. No hay un ápice de broma en este comentario.
El Dr. Warren Farrell publicó en 2005 el libro “Por qué los hombres ganan más dinero” (Why Men Earn More). Este hombre no es muy de derecha, que digamos: en 2003 fue precandidato por el Partido Demócrata al puesto de gobernador de California. Quien quiera escuchar sus interesantes argumentos, puede acceder aquí a una entrevista en televisión.
Cómo se calcula la diferencia salarial de género
La demagogia de unos (las feministas radicales) y la ignorancia de otros (a menudo, los políticos de izquierda, y los de derecha que les hacen el juego), han creado una gran confusión entre la sociedad en general, tanto en EE.UU. como en Europa, sobre de qué trata la brecha salarial de género y qué es lo que miden las estadísticas que se publican.
Hay, básicamente, dos versiones diferentes entre el público.
I) Las estadísticas se refieren a la diferencia existente entre el salario medio que obtienen un hombre y una mujer por hacer “un mismo trabajo”, en un determinado país.
II) Las estadísticas miden la diferencia entre las retribuciones agregadas medias de los hombres y de las mujeres, en función de los salarios que realmente ganan en un cierto periodo de tiempo, por ejemplo, un año. En puridad, es la comparación entre la mediana (el valor más frecuente) de los salarios recibidos por el conjunto de las mujeres y de los hombres, en un país, en un cierto año. Esto es lo que recogen las estadísticas sobre la brecha salarial, no otras variables.
En Reino Unido, por ejemplo, el 64% de las personas adultas cree que la primera es la versión correcta, lo que no es cierto, aunque responda a la propaganda machacona que nos llega.
El ex-Presidente Barack Obama, que es un excelente orador y un empedernido embustero (no menos que Donald Trump), incidía frecuentemente en aquella primera versión: “Está claro, ¡una mujer debe ganar el mismo salario que un hombre por hacer el mismo trabajo!”. Pues no, hombre, no es eso lo que miden las estadísticas.
El mito sobre el mismo salario “por el mismo trabajo”
Según una de las últimas estimaciones para EE.UU., realizada (en noviembre de 2017) por la Administración Barack Obama, en 2014, la mediana del salario por un puesto a tiempo completo de una mujer fue el 83% del de un hombre, en el conjunto de toda la economía.
Todo esto es una cuestión compleja, desde luego. Pero si se tienen en cuenta las consideraciones que se hicieron más arriba sobre sectores, incluso en el caso extremo de que hombres y mujeres ganasen exactamente lo mismo en todos y cada uno de los mismos puestos de la economía, la mediana del salario del conjunto de las mujeres quedaría por debajo de la de los hombres si, digamos, todas ellas trabajasen en sectores de baja retribución (educación y sanidad) y la mayoría de los hombres hicieran lo contrario: trabajar en ingeniería, informática, conducción de camiones, etc.
A análogo resultado se llegaría si las mujeres trabajasen en general menos horas que los hombres: podría haber igualdad en cada puesto, pero la media (o, en realidad, la mediana) sería más baja para el conjunto femenino.
Las feministas no toman en cuenta la diferencia de la jornada media de hombres y mejeres
Un truco utilizado tanto por las feministas radicales, como por Barack Obama, para crear la impresión de una gran discriminación salarial contra las mujeres, es no tomar en cuenta la diferencia -muy real- en el tiempo medio trabajado por hombres y mujeres. Aquel cálculo del sueldo medio agregado de las mujeres, como el 83% del de los hombres, NO ajusta los salarios a las horas trabajadas.
Arriba se mencionó que ese 83% se refiere sólo a quienes trabajan a tiempo completo (nos informa la BLS). Pero también dice la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) que, de media, los hombres trabajan un 15% más de horas a la semana -siempre referido a contratos a tiempo completo-.
Teniéndose en cuenta esa importante realidad laboral (las horas trabajadas), casi desaparece la supuesta brecha salarial de género. Simplificando, las mujeres ganan un 17% menos, pero trabajan un 15% menos horas. ¿Dónde está la supuesta brecha?
Si, además, se midiese de algún modo la mayor peligrosidad, incomodidad, aislamiento, aburrimiento, necesidad de viajar … de los puestos ocupados mayoritariamente por los hombres, la brecha salarial se desvanecería.
De momento, nadie ha elaborado una metodología para realizar un cálculo de la brecha salarial AJUSTADA a las horas realmente trabajadas y a las diferentes condiciones de los trabajos, etc., para el conjunto de la economía nacional.
La artimaña feminista, por tanto, consiste en comparar «churras con merinas«, como decimos en España.
La Oficina (federal) de Estadísticas Laborales (BLS) no lo hace, posiblemente por su complejidad y -sobre todo- por falta de información de base sobre las características de miles de distintos tipos de trabajo.
La discriminación estructural de la sociedad
Los progresistas estadounidenses buscan en este concepto la forma de no perder semejante filón para sus campañas de agitación y para ganarse el voto de las mujeres.
Naturalmente, hay una parte de verdad en él (de otro modo no sería útil), pero no hasta el grado en que lo lleva la izquierda. Todos nosotros estamos influidos por la sociedad en la que vivimos, tanto mujeres como hombres.
Hace tiempo que las feministas no pueden seguir arguyendo que a las mujeres no se las deja, por las bravas, entrar en la mayoría de los puestos y sectores en los que se gana más dinero, ya que son ellas quienes toman libremente sus elecciones.
Bien, pues entonces se aduce que la jerarquía patriarcal de la sociedad -¡al estar tan sometidas las mujeres en las sociedades occidentales!- opera por mecanismos indirectos para condicionar (y en último extremo, forzar) las decisiones de las mujeres, bien incitándolas a estudiar sólo ciertas materias, definiendo en las empresas procesos de selección que les son adversos a ellas, haciendo lo propio con las pautas de negociación de los salarios, etc.
Condicionados, todos lo estamos, pero otro cantar sería verse obligadas -forzadas- por las convenciones sociales a evitar los sectores mejor remunerados y, por ahora, nadie ha logrado demostrar que esto es precisamente lo que sucede en las sociedades occidentales.
Un ejemplo: la programación informática
Veamos un ejemplo. En la programación informática la primacía del empleo masculino es incuestionable: las mujeres sólo suponen el 27,4% del total. La gran mayoría de estas actividades son realizadas en las grandes corporaciones tecnológicas de Silicon Valley y en otras comarcas. Todas estas corporaciones -cuya propiedad y dirección son hiperprogresistas– tienen en práctica programas para evitar la discriminación contra las mujeres (y contra los negros, los transexuales, inmigrantes, discapacitados, lesbianas, etc.), desde hace al menos 10 o 15 años. Sin embargo, la explicación feminista a esta diferencia ocupacional en la programación informática es que … “la sociedad -¡patriarcal!- fuerza a las mujeres a no tomar estas ocupaciones”, que son muy interesantes y están muy bien pagadas. ¿Quién puede creer semejante dislate?
Deja una respuesta