El dossier Steele
James Comey. Director del FBI bajo Obama y primeros meses de Trump
El Partido Demócrata, justo después de las elecciones del 8 de noviembre de 2016, emprendió una amplísima campaña de cuestionamiento de la legitimidad de la victoria electoral de Donald Trump, que se viene prolongado hasta nuestros días. Para ello, extendió la acusación de que el equipo de campaña de Trump había colaborado directamente con las autoridades de Rusia en su injerencia en las elecciones de EE.UU. Esta investigación está inacabada, aunque de momento no hay serias evidencias inculpatorias. Pero han aparecido firmes indicios (como el dossier Steele) de que el FBI, bajo el director que Obama había nombrado (James Comey), cooperó con la campaña poselectoral del Partido Demócrata y manipuló un tribunal especial en contra del Presidente electo.
La cuestión de la injerencia de Rusia en las elecciones sigue su curso y es algo que casi nadie discute, salvo el propio Trump. Este artículo se centra en las acusaciones de connivencia del equipo electoral de Trump con las autoridades de Rusia para manipular las elecciones.
Poco más de un mes después de las elecciones, en diciembre de 2016 el FBI y agencias de inteligencia de EE.UU. entregaron al entonces Presidente Obama y al Presidente electo Trump, varias informaciones relativas a la intervención rusa en las elecciones y, además, supuestas pruebas sobre la colusión con Rusia de personas del equipo de campaña de Trump. Entre éstas últimas pruebas, figuraba el resumen de un cierto dossier (compuesto de 17 documentos).
Desde entonces, este dossier ha constituido el elemento de prueba decisivo sobre la supuesta colaboración del equipo de Trump con las autoridades de Rusia.
En los primeros meses de 2017 se fue sabiendo –poco a poco- que la compañía estadounidense de investigaciones políticas Fusion GPS –que ya había comenzado a recabar información por su cuenta- encargó la confección de un dossier a un ex-agente del servicio de inteligencia británico MI6 (el equivalente a la CIA), llamado Christopher Steele, en el periodo entre junio y noviembre de 2016. En adelante, se habló del dossier Steele, aunque también se le conoce a veces como el dossier Trump.
El diario de izquierda The New York Time, en enero de 2018 se refería a aquellos documentos como “el dossier explosivo (de Steele) que se proponía detallar la interferencia de Rusia (en las elecciones) y la complicidad del equipo electoral de Trump”.
En abril de 2017 el diario de centro-izquierda The Washington Post descubrió que el FBI, en octubre de 2016, había solicitado al tribunal especial FISA una orden judicial (warrant) para interceptar las comunicaciones de un colaborador del equipo de Trump: el estadounidense Carter Page.
El tribunal especial FISA (creado por la ley Foreign Intelligence Surveillance Act) es el responsable de autorizar determinaciones actuaciones en operaciones de contraespionaje, por tanto, dentro del territorio de EE.UU. Por esta misma razón, es el FBI –su división de contrainteligencia- quien más frecuentemente se dirige a este tribunal.
El tribunal especial accedió a la petición y el ciudadano Carter Page vio sus derechos civiles invadidos por el FBI durante varios meses, según supo con posterioridad, al ser informado en interrogatorios que sus conversaciones e emails habían sido intervenidos.
Como razonaba en abril de 2017 el grupo mediático de izquierda CNN, “para obtener autorización de ese tribunal especial para (intervenir las comunicaciones de) Carter Page, el FBI y el departamento de Justicia deben haber presentado una prueba suficiente de que él (Page) estaba actuando como agente para una potencia extranjera”, ya que sólo esos son los casos en que interviene dicho tribunal. Más adelante se comprobará que no se había procedido con tanta precaución.
En abril de 2017 se logró averiguar que la principal prueba que había presentado el FBI (y su director James Comey) en octubre de 2016 ante el tribunal FISA, había sido el dossier Steele. Por tanto, de la fiabilidad de este dossier depende que la solicitud formulada por el FBI sea apropiada o un abuso de autoridad.
Entre tanto, una web de EE.UU. (BuzzFeed) publicó los textos completos del dossier y los interesados empezaron a verificar la veracidad de su contenido.
En las audiencias de 2017 ante los comités investigadores del Congreso sobre la injerencia de Rusia, los directivos del FBI, al ser preguntados por la fiabilidad de las afirmaciones del dossier Steele, marcaron distancias. Al indagar los congresistas si el FBI había verificado por otra vía las principales afirmaciones del dossier, a menudo respondieron negativamente, para escándalo de los congresistas de derecha. Tampoco respondieron con suficiente claridad a la pregunta de si habían advertido a los jueces de aquel tribunal sobre las dudas en torno al dossier Steele, en base al cual se iban a intervenir las comunicaciones de un ciudadano estadounidense en su país: Carter Page.
En octubre de 2017, el diario de centro-izquierda The Washington Post, resumía del siguiente modo la valoración a la que se había llegado en torno a la validez del dossier Steele: “Su contenido ha sido parcialmente contrastado (de forma positiva), aunque sus alegaciones más escabrosas, no”. Los medios de derecha mostraron un rechazo más contundente al dossier.
Steele, prácticamente, no rebeló ninguna de sus fuentes, ni al FBI ni a ninguna otra de las instituciones federales que estaban investigando la trama rusa.
Estalla el escándalo
El 24 de octubre de 2017 el diario The Washinton Post efectuó una revelación impactante: quienes financiaron la elaboración del dossier por parte de Steele, fueron:
i) el equipo de campaña de la candidata demócrata Hillary Clinton, y
ii) el Comité Nacional Demócrata (DNC), la cúpula del partido.
Las graves consecuencias de este descubrimiento, son las siguientes:
A.- La principal fuerza policial de EE.UU., el FBI -en contra de su obligación- acabó reconociendo no haber comprobado por otras vías los principales argumentos de un informe decisivo elaborado por un particular (Christopher Steele) que, además, no es estadounidense ni reside en ese país, por cuanto permanece casi inmune a la acción judicial y policial en EE.UU. en caso de que resultara culpable de algún delito. ¿Sería ese el motivo por el que se le encargó el trabajo, no verse obligado posteriormente a declarar la verdad, a corto plazo (sin necesidad de extradición)? El FBI empleó aquel dossier como principal prueba para arrancar una orden judicial autorizando a intervenir las comunicaciones privadas de un estadounidense: Carter Page. Al parecer, no trasladó al tribunal las dudas en torno a la fiabilidad del dossier, manipulando por tanto al tribunal.
B.- El FBI debía conocer desde el verano de 2016 que los financiadores de este dossier eran los contrincantes políticos de uno de los candidatos a ocupar la Casa Blanca. Ello debía haber llevado a los directivos del FBI a no emplear en absoluto aquel dossier, a menos que pudieran contrastar suficientemente sus principales afirmaciones. Tampoco parece que informaran a los jueces de esta decisiva circunstancia, manipulándoles doblemente.
C.- La actuación de los directivos del FBI durante el 2º semestre de 2016, empezando por el director James Comey, parece indicar su colaboración con la campaña de uno de los candidatos, en contra del otro y, una vez celebradas las elecciones, su colusión con la campaña del Partido Demócrata para cuestionar la legitimidad de la elección de Donald Trump.
Finalmente, el estadounidense cuyas comunicaciones privadas fueron interceptadas por el FBI –gracias a la orden judicial del tribunal FISA y gracias al dossier Steele-, esto es Carter Page, ha quedado libre de todo cargo, pero sólidos indicios apuntan a que sus derechos fueron violados por el FBI con procedimientos fraudulentos. ¿Es este el tipo de FBI que Estados Unidos necesita y que merece el respeto de los estadounidenses? Aún no hay una respuesta definitiva.
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Cronología del asunto del dossier Steele
Junio de 2016.- La empresa Fusion GPS encarga al ex-agente británico Christopher Steele (residente en Reino Unido) la elaboración de unos informes sobre la intervención de Rusia en las elecciones del 8 de noviembre y también acerca de la supuesta colaboración de personas del equipo electoral de Donald Trump con las autoridades rusas.
Junio a noviembre 2016.- Steele prepara 17 documentos sobre los anteriores dos temas: el dossier.
Octubre 2016.- El FBI presenta el dossier Steele al tribunal especial FISA como principal prueba para intervenir las comunicaciones de Carter Page, un colaborador del equipo de Trump.
8 noviembre de 2016.- Elecciones presidenciales. Trump sale elegido.
Mediados de noviembre de 2016.- El Partido Demócrata pone en marcha su campaña sobre la colusión entre el equipo de campaña de Trump con las autoridades del Kremlin.
Diciembre 2016.- El FBI entrega a Obama y a Trump un resumen del dossier Steele.
Enero 2017.- Se cuelga en una web los textos completos de los 17 documentos del dossier Steele.
Siguientes meses, 2017.- Varias afirmaciones importantes del dossier Steele no pueden verificarse. Serias dudas sobre su fiabilidad.
Mayo 2017.- James Comey es destituido como director del FBI. Robert Mueller es nombrado para llevar a cabo una investigación especial sobre aquellos dos asuntos (injerencia de Rusia y connivencia del equipo Trump).
Julio 2017.- Steele, voluntariamente, es interrogado una vez por el FBI sobre el contenido de sus documentos. Al parecer, no rebela sus fuentes.
24 octubre 2017.- El Washington Post publica que el dossier Steele fue financiado por el equipo de campaña de Hillary Clinton y la dirección nacional del Partido Demócrata.
Enero 2018.- Congresistas republicanos que investigan el asunto ruso, piden al Departamento de Justicia que considere procesar a Christopher Steele por delitos cometidos al elaborar su dossier. Steele reside en el Reino Unido, casi fuera del alcance de la justicia estadounidense.
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