Amparado en la buena marcha de la economía, Trump realizó un discurso optimista, al tiempo que llamó a la cooperación entre ambos partidos en el Congreso, bastante alejado del discurso de investidura del 20 de enero de 2017. Los demócratas, que se encuentran a la defensiva desde su fracaso de hace una semana, no provocaron ningún escándalo, esta vez. El discurso estado Unión Trump también comprendió el programa legislativo para 2018.
Vicepresidente Mike Pence. Presidente Trump. Jefe de Cámara Baja, Paul Ryan
Anoche, día 30 de enero, tuvo lugar el primer discurso sobre el Estado de la Unión del Presidente Donald Trump. Tras doce meses de gran tensión política en el país, de extrema polarización de las posiciones políticas, de división de la sociedad estadounidense, de frecuentes salidas de tono de Donald Trump, de gran barullo en la Casa Blanca durante la primera mitad de 2017, el discurso de ayer supuso un acertado contrapunto.
El presidente Trump estuvo comedido, empleó en todo momento un tono sosegado, evitó una excesiva gesticulación, hizo gala de una actitud general conciliadora hacia la oposición demócrata, evitó totalmente las descalificaciones hacia sus críticos, llamó a la colaboración bipartidista en el Congreso y a la unidad de los ciudadanos estadounidenses con independencia de su color, religión e ideas políticas.
Para ver los principales momentos del discurso, pinche aquí.
En fin, una intervención casi totalmente diferente a su discurso de toma de posesión del 20 de enero de 2017. El autor de aquel discurso, el personaje muy escasamente presentable Steve Bannon, ya no ocupa ningún puesto en la Casa Blanca y Trump se ha alejado mucho de él.
Doce meses después de haber asumido la responsabilidad del Gobierno y de la Administración federal, con la economía en plena mejora (en lugar de venirse abajo, como predijeron los demócratas), Donald Trump se ha sentido validado para proclamar que “Este es un nuevo momento para América” (esto es, para EE.UU.).
El optimismo ha estado presente en todo momento y Donald Trump ha reiterado que los ciudadanos deben ser el centro del sistema político de EE.UU. “La Unión está fuerte porque su pueblo es fuerte”. Y, como Estados Unidos es tan diferente de Europa, Trump –como antes de él hicieron tantos otros presidentes- ha rematado diciendo que su modelo no estaría completo sin proclamar que “En Dios confiamos” (In God we trust).
Como sucede en casi todos los discursos del Estado de la Unión en Washington, y siendo este país tan desigual a España, cuando el presidente aludió al sacrificio de los militares, los veteranos y los policías, toda la sala –los congresistas de derecha y de izquierda- proporcionó a los homenajeados una ovación, puestos en pié.
El discurso ha sido un acierto y así opinan las ¾ partes de quienes vieron el acto por televisión. Una encuesta encargada por la cadena de televisión independiente CBS News ha mostrado que tres de cada cuatro estadounidenses estuvieron de acuerdo con el discurso. De quienes se definen como republicanos, el 97% suscribieron la alocución de Trump. Ocho de cada diez espectadores opinaron que el discurso buscaba más unir que dividir al país.
En agudo contraste con el discurso de hace 12 meses, Trump no formuló ninguna crítica al establishment del Partido Republicano, ni a la élite gobernante del país. Tampoco mencionó la expresión antisistema –omnipresente en su campaña electoral- de “desecar la ciénaga” (“drain the swamp”).
Los congresistas demócratas, quienes hace una semana salieron trasquilados de la paralización de la Administración federal durante un par de días al ser culpados del cierre por la opinión pública y tuvieron que ponerse a la defensiva, habían recibido instrucciones de no interrumpir el discurso del estado Unión Trump y así lo hicieron, permaneciendo casi siempre en silencio, lo que resulta un comportamiento apropiado.
La positiva actuación que tuvo ayer el Presidente Trump no hace que casi nadie tenga muchas ilusiones de que vaya a seguir por esta línea de moderación y normalidad. No obstante, su tono y su actitud general de ayer suponen un paso adelante.
La agenda parlamentaria para 2018
La alocución de Donald Trump fue escueta en cuanto a la definición detallada de sus propuestas que serán presentadas durante este año en el Capitolio, salvo en lo referente a inmigración.
Entre los principales asuntos mencionados figuran:
— Solución legislativa a los inmigrantes DACA (quienes entraron ilegalmente en el país con sus padres, siendo ellos menores de edad), a quienes se llama también “soñadores” (dreamers).
— Reforma a fondo de la legislación sobre inmigración.
— Búsqueda de fórmulas para bajar el alto precio de los medicamentos (en su compra libre, fuera de la seguridad social).
— Aumento del presupuesto de defensa (suprimiendo el mecanismo de secuestración del presupuesto de 201). Mantener y renovar el arsenal nuclear.
— Ayer mismo, Trump firmó una orden para mantener abierto el centro de internamiento de terroristas de Guantánamo (Cuba).
— Plan de construcción de infraestructuras (carreteras, puentes, puertos, etc.), por un valor total de 1,5 billones (continentales) de dólares. De entrada, no debería ser muy difícil alcanzar un entendimiento, aunque es en su forma de financiación donde más diferencias existes: pública y privada (PPPs) para los republicanos, frente a únicamente pública para la izquierda.
— Reformar el régimen de los funcionarios de la Administración federal, ampliando las gratificaciones y mejoras a quienes cumplan satisfactoriamente sus labores, al tiempo que se sancione a quienes tengan un rendimiento muy bajo, llegando a su expulsión, como ya se ha hecho en 2017 en la Administración para la asistencia a los veteranos de guerra.
— Ofrecer a los enfermos terminales la posibilidad de someterse a tratamientos aún en determinada fase de experimentación.
— Extender los programas para la integración laboral de ciertos presos, tras el cumplimiento de sus condenas.
En las cuestiones de inmigración que, en principio deberían ser resueltas en el corto plazo –antes del 5 de marzo-, Trump propuso a la izquierda un paquete conjunto de 4 puntos, mediante el que cada partido obtuviera algo de lo que desea, cediendo en puntos de interés para la otra bancada, aunque teniendo en cuenta que la mayoría parlamentaria la ostenta la derecha en ambas cámaras.
a) Ofrecer una vía para que los denominados inmigrantes “soñadores” (DACA, que entraron siendo menores) puedan acceder a la plena ciudadanía a lo largo de un proceso de doce años, que es lo que más quieren los demócratas en este momento. Trump, además, ofrece que puedan acogerse los 1,7 millones que existen y no sólo los 800.000 que se han inscrito en un determinado programa. El ala más conservadora del GOP rechaza esta oferta.
b) Fortalecer la seguridad en la frontera con Méjico (y también, secundariamente, con Canadá). Reforzar los medios de vigilancia electrónica en las fronteras, incrementar el número de agentes de seguridad de fronteras (de la agencia CBP), ampliar los policías de vigilancia dentro del territorio (agencia ICE), aumentar el número de jueces especiales y asignar fondos para ampliar los 1.000 km de murallas y muros que ya están construidos desde hace años.
c) Suprimir el sistema de lotería para la concesión anual de visados para residir permanentemente en EE.UU. (la Green card). Su sustitución por visados que se basen en los méritos y la capacidad profesional de los solicitantes.
d) Recortar el sistema de visados por reagrupación familiar, limitándolos al cónyuge y a los hijos menores de edad. Al sistema en vigor se le denomina vulgarmente como de inmigración en cadena (chain immigration) y favorece a muchos otros familiares de un primer inmigrante legal.
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