Christopher Steele (Dossier) James Comey (Exdirector del FBI). El FBI mintió
El día 9 de mayo, el diario digital de centro izquierda The Hill desveló las notas manuscritas (obtenidas legalmente) de una alta funcionaria del Departamento de Estado (bajo Barack Obama), un mes antes de las elecciones del 8 de noviembre de 2016, sobre su reunión con el exespía británico Christopher Steele, quien había solicitado el encuentro.
El dossier Steele ha sido la base principal (casi única) de toda la campaña de la izquierda contra Trump y su supuesta confabulación con las autoridades de Rusia. Pero el informe del fiscal especial Mueller -hecho público en abril- no ha encontrado ninguna prueba de esa complicidad (collusion).
Si dicho dossier Steele se confirmara falso (porque pruebas ya las había), toda esta campaña se vendría abajo, mostrando que fue -desde su comienzo en verano 2016- un complot anticonstitucional de la izquierda y una intolerable instrumentalización de altas instituciones del Estado federal. El Presidente Barack Obama, por su parte, no habría podido estar al margen de algo así.
Siento tener que advertirlo, pero quien -llevado por el comprensible cansancio y la complejidad de este embrollo- renuncie al esfuerzo para más o menos seguir sus avatares, difícilmente podrá entender la vida política en EE.UU. hasta las elecciones del 3 de noviembre de 2020. Yo haré lo posible por mantenerles informados, con un menor esfuerzo por su parte.
El cazador, ahora está siendo el cazado y no le gusta
El Partido Demócrata y el conjunto de la izquierda estadounidense (CNN, New York Times …) saben de sobra todo lo que ahora está en juego -incluido qué partido ocupará la Casa Blanca tras las elecciones de 2020- y responden conforme al principio estratégico de La mejor defensa es un buen ataque.
De ahí las gesticulaciones y todo el ruido sobre la importancia de obtener una copia de las declaraciones fiscales de Donald Trump, exigir el informe completo (sin tachaduras) de Robert Mueller. Saben sobradamente que lo que exigen es legalmente imposible, es contrario a la ley sobre el gran jurado y otras leyes-, pero amenazan con demandar judicialmente al Secretario de Justicia.
No hay que dejarse engañar por las apariencias: todo esta nueva campaña (que se extenderá durante muchos meses o un año y medio) no es una impecable ofensiva política de la izquierda, sino una improvisada maniobra para intentar salvar el pellejo.
Porque lo cierto es que están cerca de poder perder hasta la camisa: las presidenciales de 2020, su actual mayoría en la Cámara Baja en esos mismos comicios, sumirse en una grave crisis del partido y su desprestigio ante los ciudadanos y que algunos de sus altos servidores (empezando por el exdirector del FBI, James Comey) acaben entre rejas o inhabilitados para muchos años y totalmente desacreditados.
En fin, se vislumbra una posible gran derrota de la izquierda, y se revuelven con su habitual soberbia.
Nueva revelación de que el FBI mintió y vulneró sus protocolos de actuación
Las notas manuscritas pertenecen a la Sra. Kathleen Kavalec, Subsecretaria Adjunta del Departamento de Estado (Asuntos Exteriores) en otoño de 2016, bajo la presidencia de Obama. En realidad, además de sus notas esta alta funcionaria también redactó un informe mecanografiado. Las notas y ese informe dan cuenta de una reunión que el 11 de octubre de 2016 (un mes antes de las elecciones) mantuvo con el británico Christopher Steele -a petición de éste-.
Tras casi 2,5 años ocultas, aquellas notas (y el informe) las han desenterrado ahora el grupo conservador Citizens United, reclamándolas al Departamento de Estado en base a la Freedom of Information Act (FOIA), que es el equivalente a la española Ley de Transparencia para el Acceso a la Información Pública y Buen Gobierno. Pero el informe mecanografiado hecho público, contiene varias tachaduras, aunque no hay proceso judicial, ni gran jurado de por medio.
Para el periodista de investigación John Solomon, del diario digital de centro-izquierda The Hill, “una alta funcionaria de la Administración”, la Sra. Kavalec, tras una única reunión con el exespía británico Steele, llegó a la conclusión de que “parte de la basura sobre Trump que Steele estaba trasladando al FBI … era errónea” y que, además, “la estaba transmitiendo a la prensa”, lo que no se debe hacer cuando la finalidad de una investigación es aclarar a fondo algún asunto (inteligencia), a diferencia de la utilización partidista de lo investigado.
En sus notas, la Sra. Kavalec recogía algunas de las falsedades que Steele le había relatado y que ella daba directamente por inválidas: por ejemplo, que en Miami no hay ningún consulado de Rusia, que -supuestamente para Steele- estaba dirigiendo parte de la injerencia rusa en las elecciones de 2016, a través de hackers locales.
Una alta funcionaria de Exteriores captó las falsedades del dossier Steele
Vale la pena señalar que la Sra. Kavalec no redactó sus notas de esta manera para ayudar a Trump, porque durante estos dos y medio años ella no ha desvelado el contenido de sus notas, lo que habría sido muy útil al presidente. Simplemente, ella no estaba al tanto de la conspiración Steele – Partido Demócrata y dijo lo que opinó sobre Steele.
El periodista John Solomon continúa explicando que “la Subsecretaria de Estado (un escalón por encima de Kavalec) Victoria Nuland dio instrucciones a su personal de que enviasen al FBI inmediatamente la información que habían obtenido sobre Steele y que cesaran todo contacto con él porque ¨esto se trata de cuestiones [puramente] políticas y que no tienen relación con los asuntos del Departamento de Estado¨”.
Por otro lado, la Subsecretaria Adjunta Kavalec hacía constar en sus notas que Steele quería que sus informaciones sobre la supuesta colaboración de Trump con Rusia se hicieran públicas antes del 8 de noviembre, día de las elecciones de 2016. Por consiguiente, dio a entender que sus actuaciones perseguían influir en las elecciones: una finalidad estrictamente política, no de inteligencia.
El Departamento de Exteriores desconfió del dossier Steele
En resumen, lo que el Departamento de Estado informó al FBI constituía una valoración de desconfianza hacia las informaciones de Steele.
Y esto sucedió 10 días antes de que el FBI -desechando esa opinión con explicaciones concretas (que aquí ahorraremos al lector)- presentara (el 21 de octubre) al tribunal especial FISA, sobre asuntos de contraespionaje, una petición para intervenir las comunicaciones de un ayudante del equipo de campaña de Trump: Page Carter. La única base para esta petición eran las acusaciones contenidas en el dossier Steele y el FBI “juró” al tribunal que esas informaciones estaban “corroboradas”, que el FBI había determinado su “fiabilidad” y que al FBI “no le constaba ninguna circunstancia dudosa” sobre la fuente: Christopher Steele.
A fin de cuentas, el FBI no solo ignoró la inteligente aportación de duda del Departamento de Estado. Al engañar intencionadamente al tribunal especial el FBI estaba incumpliendo gran parte de sus protocolos de actuación, en cuya integridad se basa la confianza de los ciudadanos en la principal fuerza policial de EE.UU. Dichos protocolos son la respuesta a la sempiterna duda: ¿quién vigila a los vigilantes?
Dejando al margen muchos otros detalles reveladores de las notas y del informe de la Sra. Kavalec (a pesar de las tachaduras), concluyamos con un interrogante: si a dicha alta funcionaria le había sido suficiente una única reunión con Steele para percatarse de su catadura, ¿cómo es que los varios agentes del FBI que se relacionaron con Steele -y el propio director James Comey- tenían una confianza total en esta fuente?
La respuesta es muy sencilla: Porque sin Steele y su dossier no habría podido lanzarse la campaña para hundir al nuevo presidente, que ha llegado a nuestros días. No había más “evidencia” que las acusaciones de Steele.
¿Se ha dejado utilizar -inadvertidamente- el Partido Demócrata por los servicios de inteligencia de Rusia, a través de Christopher Steele?
Lo siento, lector, pero estos asuntos suelen ser así de intrincados.
Se ha estado acusando al Presidente Trump de connivencia delictiva con Rusia, pero varios dirigentes y congresistas del Partido Republicano están ahora vislumbrando la posibilidad de que haya sido el Partido Demócrata el que haya sido intoxicado por la inteligencia de Rusia, quizá sin haberse percatado de ello, aunque aún no se sabe con certeza.
Y ello porque toda su campaña contra Trump se ha basado en los 17 breves informes que forman el dossier Steele, y es por todos conocido que la mayoría de las fuentes de las que bebió Steele fueron rusas. No sería nada de extraño que los servicios secretos rusos aprovecharan esta oportunidad para transmitir a Steele informaciones deformadas -a través de intermediarios-; podría haber ocurrido que los demócratas asumieron esos embustes como dogma de fe, para envenenar el ambiente político en EE.UU. durante años, como viene sucediendo de hecho desde el otoño de 2016.
Ayer, día 10 de mayo, los presidentes republicanos de tres comités del Senado se han dirigido por escrito a los Departamentos de Justicia y Estado (Asuntos Exteriores); les reclaman información sobre la posible colaboración de altos funcionarios con el intrigante Christopher Steele en otoño de 2016. No se extrañen, la intervención de la Sra. Kavalec fue sólo una de las que se produjeron, pero abordarlas aquí complicaría aún más la comprensión de lo sucedido.
Quien, ya ahora, desee profundizar en este giro de la contrainvestigación puede hacerlo accediendo al diario conservador Washington Times o al servicio informativo de la principal cadena televisiva conservadora: Fox News.
El actual director del FBI también obstaculiza las pesquisas sobre que el FBI mintió
Para mayor asombro sobre las graves incoherencias que aparecen en este tipo de situaciones, ya cabe hablar con certitud sobre la desleal actuación del actual director del FBI, Christopher Wray (nombrado por Trump), hace tan solo una o dos semanas, poniendo obstáculos a la incipiente investigación sobre los conspiradores de 2016. Ello, quizá, para avenirse con algunos de los altos directivos del FBI que no querrán ver sus nombres manchados por sus posibles actuaciones de dudosa legalidad en aquella negra época … o vaya Vd. a saber por qué.
El presente director Wray, acaba de tener la ocurrencia de declarar documento clasificado (hasta el año 2041) la versión completa -sin tachaduras- de las notas y del informe de la Sra. Kavalec, con efectos retroactivos, al tener ya 2,5 años de antigüedad. (Pueden leer la segunda parte del artículo indicado un poco más arriba)
¡Sras. y Sres., más difícil todavía!
No se extrañen si surge algún día una bronca entre el Presidente Trump y su director del FBI Christopher Wray; habría motivos para ello.
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