En 1973 la sentencia del Tribunal Supremo denominada Roe vs Wade estableció el derecho al aborto de las mujeres. En el periodo 2011-2016, como reacción a la Presidencia de Obama, numerosos Estados aprobaron un total de 350 limitaciones al ejercicio de aquel llamado derecho. La mencionada sentencia podría ser revocada por el Supremo en los próximos años. La Administración Trump apoya esta vía y el programa provida.
Durante los pasados seis años (2011 – 2016), como luego se verá en detalle, la legislación provida por parte de numerosos estados de la Unión se ha multiplicado considerablemente. Pero en el plano federal apenas se han producido cambios. El Tribunal Supremo, ha venido reafirmando de vez en cuando en lo básico la sentencia de 1973 (llamada Roe vs Wade) y, por su parte, el Congreso no ha adoptado ninguna legislación en esta materia.
La historia aborto en EEUU
Durante los años 60 no había ninguna legislación federal relativa al aborto y los parlamentos de 30 de los Estados habían establecido su total prohibición, excepto cuando el parto suponía un grave peligro para la vida o la salud de la madre. Por el contrario, los Estados históricamente progresistas, tales como California y Nueva York, atendieron las demandas de las organizaciones feministas, legalizando el aborto de manera muy amplia, aduciendo el peligro de los abortos efectuados por personal no médico o autoinducidos.
Organizaciones feministas recurrieron la ley del Estado de Tejas que prohibía el aborto, a través de una tejana que adoptó el nombre ficticio de Jane Roe. Por ello, el caso judicial se denominó Roe vs Wade (siendo Wade el fiscal del distrito).
Este recurso fue ascendiendo por las instancias judiciales hasta que en enero de 1973 el Tribunal Supremo decidió –por amplia mayoría, 7 – 2- reconocer el «derecho al aborto» de las mujeres.
Hoy resulta sumamente llamativo que una holgada mayoría (6 – 3) de los integrantes del Supremo que adoptó dicha trascendental decisión en 1973 habían sido propuestos por presidentes republicanos. En aquella época, los jueces contemplaban este asunto desde la perspectiva (en general, conservadora) de poner coto a la intervención de los poderes públicos en el ejercicio de los derechos fundamentales de las personas, entre los que se incluían los relativos a la vida familiar y a la procreación. De todos modos, varios de aquellos 6 jueces empezaban entonces a evolucionar hacia el progresismo, como el entonces presidente del Tribunal Supremo,Warren Burger.
No obstante, aquel reconocimiento del nuevo derecho no era absoluto sino limitado al periodo hasta que el feto adquiriera «viabilidad» propia, periodo que quedó fijado –arbitrariamente- en unas 24 semanas.
Más allá de ese plazo de gestación se permitió a los Estados legislar las condiciones de ejercicio de ese derecho, ya fuese con un sentido limitativo -siempre que sus restricciones no supusieran una “carga excesiva”-, o en una dirección permisiva (como había hecho California, por ejemplo). Ahora bien, pervivió para este periodo la autorización federal de abortar por causa de peligro a la salud o a la vida de la madre, a lo que se añadió poco después los supuestos de violación e incesto.
Tal como ha sucedido en otros países, el contenido de la primera de aquellas excepciones (el peligro para la madre) se extendió enormemente, dando lugar en la práctica a una elevada posibilidad de abortar en las fases de mayor desarrollo del feto, siempre que se encontrara al médico apropiado para extender el oportuno certificado, por razones físicas, emocionales, psicológicas, familiares, etc.; como decimos en España, la primera de las excepciones se convirtió en un cierto coladero.
Dicho sea de paso, 1973 pasó a constituir un punto de inflexión ascendente para el movimiento feminista estadounidense.
En un plano estrictamente personal, es chocante que un par de décadas después de la sentencia del Supremo la mujer en cuyo nombre se había emprendido el recurso –en realidad llamada Norma McCorvey (no Jane Roe)- experimentó una conversión al catolicismo y poco después dedicó sus últimos veinte años como activista provida hasta que murió a comienzos de 2017.
2011 – 2016. Un periodo importante
Barack Obama accedió a la Casa Blanca a finales de enero 2009 y comenzó a llevar a cabo su programa radical de transformación de la sociedad. A pesar de constituir el primer presidente negro del país, con el efecto tranquilizador que estos sucesos suelen producir, al año siguiente se puso en pie un variopinto y pujante movimiento conservador de rechazo a las políticas de Obama, en diversos ámbitos.
En las elecciones a mitad de mandato (midterm) de noviembre de 2010 los republicanos arrebataron la Cámara Baja a los demócratas, accediendo al Capitolio una nueva corriente conservadora denominada Tea Party, que nunca llegó a constituirse en partido político y se movía preferentemente en el seno del Partido Republicano, pero también allende sus límites. Con los años aquellas jóvenes figuras –porque casi siempre lo eran- tomaron distintos caminos, con más o menos aciertos. En la actualidad solo restan débiles e inconexos vestigios del Tea Party.
En lo que ahora nos interesa, este movimiento de renovación conservadora también alcanzó a las instituciones de los Estados: el respectivo Gobernador y su gobierno y los Capitolios estatales. En las elecciones de 2010 los republicanos tomaron el control de la mayoría de las cámaras de los Estados.
Es en este nivel estatal en el que se han producido importantes transformaciones en lo relativo al aborto entre 2010 y las elecciones de finales de 2016, entrándose en una nueva fase de la historia aborto en EEUU.
A lo largo de aquellos seis años los Capitolios estatales han aprobado un total de 350 limitaciones al llamado derecho al aborto, aunque varias de ellas han sido declaradas ilegales por los tribunales o se encuentran bloqueadas a espera de sentencia.
En abril de 2017, 17 estados tenían prohibido el aborto. Esta prohibición, naturalmente, se refiere a las gestaciones de más de 24 semanas, ya que en las primeras 24 está autorizado por la sentencia del Supremo. Comprende estados del centro, sur y sudoeste del país, tales como Alabama, Arkansas, Georgia, Carolina del Norte, Tejas, Kentucky, Oklahoma, Dakota del Norte, Misuri, Luisiana, etc. En aquella misma fecha, otros 4 estados lo tenían prohibido a partir de las 24 semanas (Florida, Nevada, Pennsylvania y Rhode Island). Finalmente, otra veintena de estados prohíben el aborto una vez que el feto es médicamente viable, esto es, entre las 23 y las 30 semanas, según lo legislado por cada estado.
Restricciones menos severas de la práctica abortiva –adoptadas en numerosos estados- son, por ejemplo, las siguientes: necesidad de recibir información escrita sobre los abortos (sobre el dolor sufrido por el feto, etc.), periodo de reflexión desde haber recibido aquella información, consentimiento o notificación a los padres, observación de una imagen de ultrasonido del feto, obligatoriedad de ser efectuado por un médico o en un hospital …
Al mismo tiempo, 45 estados reconocen el derecho de profesionales a objetar su intervención personal en una práctica abortiva; 42 Estados también admiten a organizaciones (religiosas o privadas) no llevar a cabo abortos.
Según el Guttmacher Institute (que mantiene una postura proabortista) a comienzos de 2017 el 57% de la población femenina estadounidenses (entre los 15 y los 44 años) vive en estados a los que considera ligera o acusadamente hostiles al derecho al aborto.
¿Qué sucedería si la sentencia Roe vs Wade fuese revocada?
Más de la mitad de los estadounidenses considera inmoral abortar un feto de cierto desarrollo. Sin embargo, el 57% de ellos estima apropiada la presente legislación federal, basada en la sentencia Roe vs Wade.
Esta discrepancia se debe, principalmente a la muy extendida creencia –equivocada- de que si la sentencia de 1973 fuese revocada como demandan la mayoría de las organizaciones provida, el aborto quedaría inmediatamente prohibido en todo el país y en todos los supuestos.
La realidad es que si Roe vs Wade fuese revocada por el Supremo, por ejemplo, durante la presidencia de Donald Trump, la potestad legislativa en este tema se trasladaría a cada uno de los Estados, a menos que el Congreso federal se pusiera de acuerdo en una legislación nacional, lo que parece sumamente improbable que se lograra. Ya se ha examinado la gran variedad de posturas existentes lo que facilitaría que, por ejemplo, California y Nueva York conservaran una legislación muy permisiva, mientras que Arkansas, Misuri, Luisiana y Tejas adoptarían normas muy restrictivas. De hecho, en estos momentos hay 4 estados que ya han incorporado a su legislación la inmediata ilegalización del aborto si la sentencia Roe fuese revocada: Luisiana, Misisipi y las dos Dakotas.
Como en otros varios temas de política, también respecto al aborto los conservadores son en general favorables al llamado federalismo, esto es, a que cada Estado legisle en favor del sentimiento imperante entre su población, en lugar de confeccionar un mismo traje para un país tan extenso y diverso, como les gusta hacer con frecuencia a los demócratas.
Sería muy probable que Estados inclinados hacia la derecha recortaran mucho el plazo para poder abortar, por ejemplo, a 12 o 15 semanas.
Varios de los Estados más inclinados a la izquierda podrían, no sólo permitir el aborto sin limitaciones, sino proporcionarlo también a las residentes en otros Estados de la Unión, tal como hacía Nueva York antes de 1973.
Situación actual en el Tribunal Supremo
Hoy en día cuatro de los magistrados del Supremo son favorables al mantenimiento de la sentencia Roe vs Wade y otros cuatro son contrarios. El noveno magistrado, Anthony Kennedy, fue nombrado por Reagan pero ha votado siempre con el primero de los grupos, en esta materia.
Anthony Kennedy tiene 80 años y otros dos magistrados favorables al derecho al aborto 83 y 78, por cuanto es muy probable que renuncien a su puesto por la edad durante la presidencia de Trump. En este caso, el actual presidente se ha comprometido a proponer un magistrado manifiestamente provida. La sentencia Roe muy probablemente sería revocada y se produciría la situación a las que nos referimos más arriba.
Como esta cuestión pone bien en evidencia, una característica muy destacada de la derecha social y política en EE.UU., a diferencia de lo que acontece en otras latitudes, es que prácticamente nunca da una batalla por perdida … aunque le pueda llevar más de 45 años revertir una situación adversa. Si eso llega a suceder, el éxito del movimiento antiaborto en Estados Unidos marcaría un hito histórico, de igual calado que la victoria del feminismo en 1973, que ayudaría a cuestionar el conjunto de la mutación y degradación social que el progresismo estadounidense viene forzando desde hace décadas.
Evolución histórica de la tasa y número de abortos
Según las estadísticas de la agencia federal Centers for Disease Control and Prevention (CDC) la tasa de abortos en 2013 (último año disponible) era de 12,5 por mil mujeres en edad fértil, la mitad que la existente en el pico (en 1980) que fue de 25,0. Hay indicios de que esta tasa ha continuado disminuyendo hasta 2015 o 2016.
En términos numéricos, la cifra de abortos legales en 2013 fue de 664.435, frente a 1.429.247 en 1990, que ha sido el máximo histórico. Estas cifras enmarcan la historia aborto en EEUU.
Estas estadísticas públicas son las más fiables, pero a partir de 1998 la administración sanitaria de California se ha negado a proporcionar su información a dicha agencia federal, produciendo una discontinuidad en dicho año (observándose en el gráfico una aguda caída). California es el Estado más poblado de la Unión (39,3 millones en 2016).
Como se observa en el gráfico superior, la tasa de abortos en 2013 era ya inferior a la correspondiente al año -1973- en que el Tribunal Supremo adoptó la sentencia Roe vs Wade.
Esta intensa caída en la tasa de abortos legales se atribuye a dos motivos. Los grupos provida lo achacan principalmente a la concienciación ciudadana y a la correspondiente introducción de medidas restrictivas en los Estados. Parece probable que esto haya sido así en el escalón que se observa desde 2010.
Las asociaciones favorables al derecho al aborto (como el Guttmacher Institute, que estuvo ligado a Planned Parenthood) acentúan la relevancia de la reducción de embarazos no deseados, gracias a la generalización de los métodos anticonceptivos duraderos, tales como el dispositivo intrauterino (DIU) que, probablemente, esté detrás de la fuerte caída de los años 90, ya que en aquella década los Estados adoptaron escasas medidas restrictivas.
Diferencia con el aborto en Europa
La primera mitad del año 2017 ha presenciado un auge de los partidos y movimientos más o menos populistas de derechas en Europa pero, a pesar de ello, el tema del aborto ha seguido básicamente ausente del debate público y de los programas electorales nacionales.
Tres razones explican esta disparidad entre ambas costas del Atlántico en esta materia.
1) La legislación sobre el aborto en los países de la UE-28 es, por lo general, más restrictiva que en EE.UU., lo que suaviza el rechazo. Frente al plazo de 24 semanas que el Supremo estableció en 1973 para ejercer libremente el aborto, la mayoría de los países europeos (17) han fijado un plazo de 10 o 12 semanas: Dinamarca, Francia, Alemania, Bélgica, Portugal, Luxemburgo, Austria, Hungría, Chequia, Eslovaquia, Lituania, Letonia, Estonia, Eslovenia, Bulgaria, Grecia y Croacia. En España el plazo es de 14 semanas. En Polonia, Irlanda, Irlanda del Norte y Malta el aborto está prácticamente prohibido. En Alemania, Holanda y Bélgica debe pasarse previamente por una sesión de información y consejo, y respetar un periodo de reflexión de varios días. En general, debe llevarse a cabo en hospitales o centros privados certificados. Ahora bien, al margen de la literalidad de las normas en bastantes de estos países se cuestiona –al igual que en EE.UU.- la interpretación extensiva de los peligros para la madre.
2) Posiblemente se haya llegado a dicho resultado debido a que en Europa la legislación sobre el aborto ha sido elaborada y aprobada por el poder legislativo, con el correspondiente proceso de debate público y negociación entre las diversas posiciones representadas.
En Estados Unidos, por el contrario, la decisión federal fue adoptada por el Tribunal Supremo, esto es, con una discusión y transacción mucho más limitada, favoreciendo una división más profunda en la sociedad.
3) La actitud general de los ciudadanos hacia el aborto es bastante dispar en ambas zonas geográficas. Europa occidental ha llegado a ser la región del mundo en que la secularización se ha extendido más, mientras que en EE.UU. el sentimiento religioso es mucho más profundo y amplio. No obstante, debe señalarse que los países de Europa central y oriental presentan una situación intermedia o, más bien, próxima a la estadounidense.
En torno al 40 y pico por ciento de los ciudadanos de EE.UU. opinan que una mujer debe poder abortar cuando lo estime oportuno, mientras que los británicos y franceses que mantienen la misma postura ascienden a las dos terceras partes del total (encuesta BuzzFeed News / Ipsos, de 2015). La mitad de los estadounidenses creen que abortar es inmoral, pero solo el 19% de los alemanes y el 14% de los franceses mantienen el mismo convencimiento (estudio del Pew Research Center, de 2013).
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