Tan solo 10 días después de su salida de la Casa Blanca, Obama ha roto el silencio institucional que debía guardar durante años, como los anteriores presidentes vienen haciendo. Su política exterior y su admisión de refugiados sirios durante años muestran lo que realmente ha hecho Obama ante la tragedia siria. Las cifras del Departamento de Estado (ver al final) son concluyentes.
Secretario de Prensa de la Casa Blanca. 2015
La orden ejecutiva de Trump sobre los refugiados
Un portavoz de Barack Obama ha comunicado la satisfacción del ex-mandatario por las movilizaciones ciudadanas producidas en los aeropuertos del país en contra de la muy reciente orden ejecutiva de Trump paralizando sine die la acogida de refugiados sirios y la suspensión durante varios meses de la entrada en EE.UU. de nacionales de siete países de Medio Oriente y África con estados fallidos (Libia, Somalia y Yemen), graves fenómenos terroristas (Siria e Irak), o estados que apoyan el terrorismo internacional (Irán y Sudán).
A lo largo de los próximos meses se revisarán los requisitos para restablecer la entrada de dichos nacionales y la forma en que verificar más a fondo los antecedentes de esas personas; casi todos los terroristas del 11 de septiembre habían entrado en el país en los meses anteriores a los atentados. Los controles en frontera, reforzados desde aquella fecha, junto a otras medidas han impedido la repetición de algo parecido al 11-S durante estos quince años, lo que supone un gran logro que no hay que dar por descontado. Hay que reconocer que un gran atentado no puede planearse ni llevarse a cabo sin el concurso de los dirigentes y militantes experimentados de organizaciones terroristas internacionales, procedentes de otras regiones. Los llamados lobos solitarios, ciudadanos de EE.UU. residentes en el país, únicamente tienen capacidad para realizar atentados aislados, de efectos limitados.
El contenido de esta orden ejecutiva de Trump, que a las 24 h. tuvo que ser enmendada para excluir a los ciudadanos de aquellos siete países con “tarjeta verde” (permiso de residencia permanente en EE.UU.), ha levantado incluso la crítica de algunos congresistas del Partido Republicano, como el presidente del Comité de Relaciones Exteriores del Senado, Bob Corker. La forma totalmente unilateral e improvisada de aprobar esta orden (una auténtica chapuza), sin tener en cuenta las posiciones y la experiencia de los departamentos ministeriales obligados a ponerla en práctica, ha motivado el primer enfrentamiento en el seno del gabinete que aún está siendo investigado por el Senado. Oficiosamente ha trascendido el gran enfado del nuevo Secretario de Seguridad Interior, el general retirado John Kelly, con la Casa Blanca. El propósito de “esto no puede repetirse” ha corrido de despacho en despacho de los centros de poder de Washington.
Obama añadió – a través de su portavoz- que esta protesta ciudadana es lo que él “esperaba, cuando los valores de EE.UU. están en cuestión”.
¿Le han preocupado a Obama los refugiados sirios?
Bonitas palabras, como acostumbra prodigar el anterior presidente, pero ¿qué hizo realmente él por esos “valores” en relación a los refugiados sirios?
La guerra civil en Siria se incubó y se ha desarrollado enteramente mientras Obama ocupaba la Casa Blanca. El verano de 2011 comenzaron los enfrentamientos armados, que a comienzos de 2012 constituían ya una guerra civil en toda regla. En esos meses iniciales, la cúpula militar nombrada por el propio Obama le proponía insistentemente la intervención en favor de unas fuerzas débiles de voluntarios sirios, formadas por “carpinteros, médicos y estudiantes”, como se decía entonces, al calor de la primavera árabe. La Secretaria de Estado, Hillary Clinton, apoyaba también este enfoque, para detener en sus comienzos la acción represiva del régimen sirio y evitar el deterioro de los enfrentamientos.
El prestigioso periodista Jeffrey Goldberg ha contado in extenso cómo evolucionó en el interior de la Administración Obama la postura en torno a la que se ha convertido en la peor crisis humana y política del mundo en dos décadas, desde el genocidio en Ruanda (1994). Las víctimas mortales en Siria han superado el medio millón (según NN.UU.), la mitad de toda la población siria se ha visto desplazada de sus hogares, buscando varios millones refugio fuera de sus fronteras. Jeffrey Goldberg publicó su relato en el número de abril de 2016 de la revista The Atlantic, en su ya famoso artículo “La doctrina (exterior) de Obama”.
“En 2014, cuando ella ya había salido del gabinete, Hillary Clinton me contó que “a falta de una ayuda (de EE.UU.) para formar una fuerza militar creíble con las personas que habían emprendido (en 2011 y 2012) las protestas contra Assad … se produjo un gran vacío, que los jihadistas ahora han llenado””.
El primer ministro socialista francés Manuel Valls, refiriéndose a esta primera fase de la guerra civil siria, contó años después a Jeffrey Goldberg: “No interviniendo al comienzo (de la guerra), hemos creado un monstruo”.
El 21 de agosto de 2013 el régimen de Assad asesinó a más de 1.000 personas civiles con gas sarin en el barrio Ghouta, de Damasco, constituyendo el más mortífero ataque químico en el mundo desde el de Saddam Hussein contra su población kurda en 1988.
Barack Obama, dejando en papel mojado su anterior amenaza contra el régimen sirio si empleaba armas químicas contra la población civil -su tristemente famosa “línea roja”-, volvió a abandonar a los sirios a su malhadada suerte, durante todos los años que ha permanecido luego en la Casa Blanca.
Por consiguiente, puede afirmarse que -dejando de lado al régimen sirio, al iraní que le sostiene y a los grupos terroristas- el principal responsable (de Occidente) en el agravamiento y prolongación de la tragedia siria, es el ex–Presidente Barack Obama. En su mano estuvo evitarlo en 2011 y 2012, pero le preocupaba mucho más el legado pacifista con el que quería pasar a la historia. Los millones de refugiados sirios que han llegado a producirse y de los que le advirtieron sus consejeros, figuraban muy abajo en su lista de prioridades.
Finalmente, lo que nadie puede discutir que ha estado directa y totalmente bajo la responsabilidad de la Administración Obama, es la aplicación para Siria de la política estadounidense de refugiados. Abajo se reproducen las cifras oficiales del periodo 2011 a 2016, que hablan por sí solas de cuanto ha seguido Obama los “valores de EE.UU.” que ahora tanto reclama del Presidente Trump. Y, en este caso, nadie puede dar ninguna referencia de que Obama no hizo otra cosa porque los republicanos se lo impidieron, la fácil excusa con que el progresismo pretende exculparle de los graves errores que ha cometido en sus ocho años de presidencia.
2011: 29 refugiados sirios.
2012: 31
2013: 36
2014: 105
2015: 1.682
Para 2016, Obama fijó el objetivo de 13.000 refugiados sirios, pero aún no se ha publicado la cifra real de acogidos.
Los ciudadanos de Estados Unidos siguen sin aceptar el cinismo en sus dirigentes, ni se dejan embaucar fácilmente por hueca palabrería, por muy bien que la use un presidente. Da la sensación de que los ciudadanos europeos y, muy especialmente los españoles, invierten esas prioridades y suelen errar su valoración de ciertos personajes estadounidenses.
Pero el cinismo no se limita a los dirigentes de la izquierda. Ante cifras de refugiados sirios acogidos en EE.UU. tan elocuentes como los mostrados arriba, ¿cómo es que los cientos de organizaciones activistas progres –que ahora no dejan pasar un solo día sin mostrar en público su supuesta indignación- no desplegaron una movilización y denuncia análogas, año a año, de 2012 a 2016? ¿Por qué se olvidaron todos esos años de defender los “valores de America” por los que Obama, ahora, llama a echarse a la calle, sin que se le despeine el tupé?
La respuesta, la conocemos muy bien por el comportamiento de la izquierda española, en circunstancias parecidas. A las –crecientes- bases activistas progres de EE.UU., en realidad no les interesan los problemas de los refugiados sirios, sino exclusivamente la manipulación partidista que pueden hacer de ese u otros problemas en ciertos momentos, como ha sido el arranque de la presidencia de Trump.
Nadie debería aceptar las lecciones de supuesta superioridad moral que la izquierda dispensa a diestra y siniestra en ocasiones como las actuales, ni mucho menos convertirse en compañeros de viaje de sus manipulaciones, a quienes los comunistas siempre denominamos –sin tapujos- tontos útiles. Como sentencia la tradición católica española, con acierto: el camino del infierno está empedrado de buenas intenciones.
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