Durante siete años Barack Obama ha dado un giro a la política de EE.UU. en Oriente Medio, prácticamente abandonando la región a su suerte. Actualmente hay cuatro guerras civiles simultáneas. El legado Obama Oriente Medio. Cualquiera que sea el nuevo presidente de EE.UU., deberá abandonar la política exterior de Obama.
Durante siete años Barack Obama ha dado un giro a la política de EE.UU. en Oriente Medio, prácticamente abandonando la región a su suerte. Actualmente hay cuatro guerras civiles simultáneas. Desde las invasiones de los mongoles en el siglo XIII no se conocía semejante caos en la región. Cualquiera que sea el nuevo presidente de EE.UU., deberá abandonar la política exterior de Obama y restablecer el liderazgo de EE.UU., poniendo fin al sufrimiento de decenas de millones de personas, hoy abandonadas y restableciendo un cierto equilibrio regional.
En la actualidad, cuando el Presidente Barack Obama está agotando su segundo mandato, Estados Unidos hace balance de la nueva política exterior seguida en Oriente Medio y Afganistán durante los pasados siete años, 2009-2016. El saldo que está aflorando es desolador y el nuevo presidente que sea elegido en noviembre, sea del partido que sea, se verá obligado a cambiar el rumbo.
Barack Obama consiguió llegar a la Casa Blanca gracias, en gran medida, a su bien aireado propósito de poner fin cuanto antes a las dos guerras (Afganistán e Irak) que desde siete y cinco años antes -2001 y 2003- venían consumiendo cuantiosos recursos económicos, dando lugar a un considerable número de bajas humanas y dividiendo al país. El Presidente Bush las había desencadenado en respuesta a los atentados del 11 de septiembre de 2001, que fue el mayor ataque al territorio continental de Estados Unidos desde hacía 200 años (el ataque de Inglaterra en 1812).
Adelantando la conclusión a la que vamos a llegar, puede afirmarse que el Presidente Bush pecó de un excesivo activismo militar en la región, mientras que Obama ha llevado el péndulo al otro extremo, inhibiéndose de las responsabilidades de la única gran potencia mundial.
Las decisiones más trascendentales adoptadas por Obama, han sido las siguientes:
– En marzo 2011 los países integrantes de la OTAN iniciaron una intervención aérea en Libia en apoyo de una incipiente revuelta civil en contra del régimen de Gadafi, en el marco de la llamada Primavera Árabe. Estados Unidos proporcionó un considerable respaldo logístico y de inteligencia, efectuando un cierto número de bombardeos, cediendo la iniciativa a las fuerzas aéreas británicas y francesas, lo que tenía bastante lógica. En estas circunstancias, la Administración Obama acuño el concepto de “dirigir desde atrás” (leading from behind). Al mismo tiempo, Obama rechazó cualquier presencia militar de EE.UU. sobre el terreno, tras la caída del dictador en septiembre 2011. El previsible vacío de poder que se produjo facilitó el desarrollo de una terrible guerra civil, que ya dura más de cinco años, que ha ocasionado el hundimiento de las estructuras estatales.
– En diciembre 2011 Obama retiró de Irak las últimas unidades militares, al oponerse a dejar un cierto contingente de cinco a ocho mil militares y su equipo pesado como le urgía a hacer su cúpula militar, para actuar de contrapeso de las pugnas internas latentes y ejercer de fuerza de intermediación, evitando el resquebrajamiento de las instituciones del Estado. A partir de aquel momento, el Presidente iraquí Maliki, chiita, con el respaldo creciente de la República Islámica de Irán, puso en marcha la marginación política, la persecución policial y el asesinato de los políticos y fuerzas suníes. La enorme frustración y desesperación generada entre los suníes (que superan el 40% de la población) les llevó a abrir al Estado Islámico las puertas del norte y oeste de Irak en julio de 2014, creando la actual partición fáctica del territorio, lo que se podía haber evitado.
– En agosto de 2013 el régimen de Bashar al Asad en Siria provocó la muerte de unos 1.400 civiles en un barrio al este de Damasco mediante el empleo de armas químicas (gas sarín). Durante los anteriores meses, Obama había declarado repetidamente que el uso por el régimen sirio de este tipo de armamento –prohibido por acuerdos internacionales tras la I Guerra Mundial- contra la población civil constituía una “línea roja” para EE.UU. que desencadenaría una contundente reacción en caso de ser franqueada. Enfrentada ante la evidencia de la vulneración de este límite, la Administración Obama vaciló ante la decisión de emprender una intervención aérea y establecer unas zonas de exclusión aérea al norte del país –como se había hecho en Irak tras la 1ª guerra del Golfo-, donde la población desplazada y las fuerzas opositoras moderadas pudiesen disfrutar de cierta seguridad. Según ha afirmado en enero 2016 Fred Hiatt, editorialista del Washington Post (diario de orientación de centro-izquierda, que habitualmente apoya al Presidente), “en 2012 los principales consejeros (de Obama) le propusieron una intervención (militar) limitada para prevenir una guerra civil que podría evolucionar fuera de todo control, desbordando las fronteras sirias y alimentando a los extremistas. El Presidente Obama rechazó su consejo y los resultados han sido más funestos de lo que nadie podía imaginar entonces. 250.000 muertos. La mitad de la población (unos diez millones) desplazada de sus hogares. Niños muriendo de hambre.” En 2013 el Presidente, nuevamente, desatendió las propuestas del Pentágono y del Departamento de Estado (John Kerry), suspendiendo sine die la intervención. La inacción de Obama dejó totalmente indefensa a la población siria, a merced de la crueldad del régimen –hasta nuestros días-; las fuerzas militares moderadas fueron abandonadas a su suerte, hasta que prácticamente desaparecieron y, en tercer lugar, se ofreció la oportunidad a Rusia –que había quedado marginada de Oriente Medio desde los años 80- de adquirir un gran protagonismo, que ahora lo dificulta todo. A fines de 2013 Rusia sacó adelante su plan de desarme químico del régimen de Bashar y desde septiembre de 2015, con el inicio de su campaña de bombardeos, su protagonismo en la región es máximo.
El resumen de la situación actual, en boca de Kenneth M. Pollack (Foreign Affairs, marzo 2016), es el siguiente: “El moderno Oriente Medio no ha sido muy tranquilo, pero nunca estuvo tan mal” (como en la actualidad). “No se conocía semejante caos en la región desde las invasiones de los mongoles en el siglo XIII”. “Es más, resulta improbable una mejora a corto plazo”.
Actualmente, arrasan la región cuatro guerras civiles, a las que no se vislumbra un final: las de Irak, Siria, Libia y Yemen. En los tres últimos países se da la situación de Estados fallidos, mientras que en Irak casi se llegó a esto en 2014. Cinco otras naciones regidas por suníes, Egipto, Jordania, Turquía, Túnez y Líbano están en serio peligro de ser arrastradas por las confrontaciones de sus vecinos y ya ha habido numerosos enfrentamientos internos.
A este resultado es al que ha conducido casi ocho años de la política exterior de Obama, esto es de su inacción. Oriente Medio está mucho peor que cuando Obama se instaló en la Casa Blanca a comienzos de 2009.
El Presidente Obama cumplió su promesa electoral de retirarse de Irak … con las desastrosas consecuencias mencionadas. Pero cuando abandone la Casa Blanca, sus generales no le habrán permitido repetir en Afganistán la misma actitud escapista –a pesar de haberlo intentado sin cesar-, porque de haberlo hecho se habría producido la derrota militar ante los terroristas y un semejante grave enfrentamiento interno que ahora presenciamos en Irak.
Bajo Obama, EE.UU. prácticamente se ha retirado de Oriente Medio estos años, cediendo la iniciativa a Irán, los terroristas y Rusia, provocando la alarma entre sus tradicionales y necesarios aliados: Israel, Arabia Saudí y los demás Estados del Golfo, que ahora se sienten inseguros y abandonados por el actual Presidente.
En palabras del corresponsal libanés en Washington, Hisham Melhem (The Atlantic): “La política exterior del Presidente Obama … se basa en la doctrina de que el mejor líder es el que menos dirige (actúa), y en su lugar observa y habla mucho”. “Obama es un gran orador …. Y en su visión del mundo las afiladas espadas pueden ser sustituidas por palabras incisivas”. Su famoso discurso en Cairo en abril 2009, a los cuatro meses de llegar a la Presidencia, levantó grandes expectativas que, con su inacción posterior, han quedado frustradas y hoy sus propuestas de 2009 se perciben como palabrería hueca.
Durante la campaña electoral de 2008, que llevó al inexperto senador Obama a la Presidencia, la nación estaba cansada de grandes y prolongadas guerras contra las fuerzas islamistas. La idea de que “América (como ellos llaman a su país) no puede solucionar todos los conflictos del mundo” centraba los debates. La izquierda de EE.UU. y la europea insistían en su juicio equivocado: la intervención norteamericana no era la solución, sino la causa de los conflictos en Oriente Medio. Pero estos casi ocho años de inacción de EE.UU. ha mostrado que “en ausencia de una intervención exterior, los dirigentes de la región adoptan sistemáticamente posiciones que exacerban los conflictos y los alimentan de forma permanente” (Kenneth M. Pollack).
El planteamiento que Obama definió para Libia y que pretendió aplicar en toda la región, esto es “dirigir desde atrás”, hoy se encuentra tan desprestigiado que la Casa Blanca ya no lo menciona nunca. Todo el mundo ha podido contemplar que equivalía realmente a no dirigir, a dejar que los conflictos se prolongaran (se pudrieran) sin fin, creando las mayores matanzas que Oriente Medio ha conocido desde hace varios siglos. Este es el verdadero legado de paz que Barack Obama deja en Oriente Medio a su sucesor y al mundo, en crudo contraste con su bonito discurso en Cairo hace ahora siete años.
El mencionado editorialista del Washington Post concluía su artículo de enero 2016 diciendo que “Es muy triste que Estados Unidos, que tras (el genocidio no detenido en) Ruanda se comprometió a “nunca jamás” permitir una semejante tragedia humana, se quede ahora de perfil mientras una nación (Siria) se va destruyendo.”
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