Más abajo, se reproduce la traducción de parte del artículo que el 15 de junio de 2018 apareció en el Wall Street Journal sobre el escritor y pensador canadiense Jordan Peterson. El título de ese artículo es “Jordan Peterson and Conservatism’s Rebirth” (Jordan Peterson y el resurgimiento del pensamiento conservador).
El autor de este artículo es el israelí Yoram Hazony. Hazony es filósofo, estudioso de la Biblia y de ciencias políticas. Se formó en la Universidad de Princeton (Nueva Jersey, EE.UU.). Es fundador de una facultad de humanidades en Jerusalén: Shalem College.
Jordan Peterson, fue profesor de psicología en la Universidad de Harvard y ahora lo es en la de Toronto. Simultáneamente practica psicología clínica en Toronto.
Además de sus dos libros, Peterson ha publicado más de un centenar de artículos profesionales, de los que Harvard ha contabilizado más de 9.000 referencias de otros autores (siendo así que el 80% de los artículos de humanidades no obtienen ni una sola referencia académica ajena).
Peterson en las redes sociales
Por otro lado, Peterson se ha introducido a fondo en las redes sociales como forma de llegar a los jóvenes, encontrándose allí con una inesperada acogida favorable por parte de –literalmente- millones de ellos.
En Twitter cuenta con unos 200.000 seguidores y su canal de vídeos en YouTube, donde ha colgado centenares de sus clases universitarias, ha recibido un total de 30 millones de visitas, y cada mes se producen un millón más. Algo sorprendente para alquien que sostiene un pensamiento conservador.
En el siguiente enlace puede verse una interesante e intensa entrevista a Peterson por una de las presentadoras del Canal 4 de la TV canadiense, entrevista que ha adquirido mucha notoriedad: https://www.youtube.com/watch?v=aMcjxSThD54 .
Incluso en el diario muy de izquierdas The New York Times, David Crooks opinó que “ella (la entrevistadora) hizo lo que muchas personas hacen hoy en día al discutir. En lugar de escuchar a Peterson, ella tan sólo intentaba distorsionar sus argumentos, simplificar sus puntos de vista para hacerlos aparecer ofensivos y ridículos”. A Peterson parece no costarle sacar de quicio a sus innumerables críticos, desde una actitud de lejanía, humor y rigor.
La reciente obra de Jordan Peterson “12 reglas para la vida. Un antídoto del caos”, publicada por primera vez en enero de 2018, no es un libro de auto-ayuda, aunque intenten encasillarlo así para desprestigiarlo, sus muchos antagonistas.
Éxito editorial
A finales de abril 2018 se habían vendido unos 700.000 ejemplares en EE.UU. (en tres meses, según Wikipedia) y ha ocupado también altas posiciones en las listas de libros más vendidos en Canadá, Reino Unido, Australia, Francia y Alemania. Están en marcha traducciones al alemán y al mandarín, que yo sepa. El pensamiento conservador vive un cierto renacer.
La traducción y sus posibles errores, son míos, así como la colocación de “negritas”, todos los títulos de los apartados y algunas notas aclaratorias para el lector español (convenientemente indicadas).
· TRADUCCIÓN ·
Jordan Peterson no parece considerarse a sí mismo un conservador. No obstante, ahí está situado en el espacio que en su día ocuparon pensadores conservadores tales como G.K. Chesterton [Escritor y periodista británico de inicios del siglo XX. NdelT], C.S. Lewis [Prolífico autor irlandés de comienzos del s. XX, considerado uno de los más influyentes apologistas cristianos –no católico- de su época. NdelT], Russell Kirk [Filósofo político, historiador y crítico social estadounidense, importante para el renacimiento del pensamiento conservador del siglo XX, en EE.UU. NdelT], William F. Buckley Jr. [Pensador estadounidense de mediados del siglo XX, influyó en la orientación conservadora de los años 80 -Ronald Reagan-. NdelT] e Irving Kristol [Periodista estadounidense, promotor del pensamiento neoconservador de 2ª mitad s. XX. NdelT].
Incapaces de hablar de otro tema más allá de la libertad
Dirigiéndose, como es el caso, a un público que parece incapaz de tratar otra cuestión que no sea la libertad, Peterson se muestra inequívocamente como un proponente filosófico del orden.
Su más famosa obra, “12 reglas para la vida. Un antídoto del caos” (12 Rules for Life: An Antidote to Chaos), da sentido a ideas como “la jerarquía del territorio, la posición y la autoridad”, así como la adscripción básica de las personas a “la tribu [en los tiempos modernos, la familia. NdelT], la religión, el hogar y el país” y a “la bandera de la nación”.
Proponente filosófico del orden
El inesperado éxito de su argumentación sobre la importancia del orden, le ha convertido en el más relevante pensador conservador aparecido en el mundo de habla inglesa en una generación.
Peterson, de 56 años de edad, es profesor de psicología de la Universidad de Toronto (Canadá) y especialista en psicología clínica. En estos dos pasados años se ha propulsado a la fama, particularmente en el mundo online y por sus polémicas entrevistas en televisión. Para sus detractores, podría ser como Donald Trump.
Ha sido criticado por la supuesta banalidad de sus teorías, su retórica divagatoria y provocativa, y por su supuesta relación con unos servicios de auto-ayuda online.
Ha sufrido, también, las habituales acusaciones de discriminación sexual y racismo. Por lo que yo conozco, estas inculpaciones carecen de fundamento. Pero aunque Peterson fuese imperfecto, eso no habría de distraernos del importante discurso que ha propuesto o de sus implicaciones para el posible resurgimiento del pensamiento conservador.
El lugar para comenzar, como su editor estará contento de escuchar, es su “12 reglas para la vida”, que supone una meritoria y loable introducción a su filosofía.
La estructura jerárquica de la sociedad es innata
Apartándose de las doctrinas marxista y progresista predominantes, Peterson sostiene incansablemente que la estructura jerárquica de la sociedad es innata a la naturaleza humana y, por consiguiente, inevitable.
“La jerarquía de dominio, por muy social o cultural que parezca, procede de unos quinientos millones de años [esto es, de la era Paleozoica, cuando los organismos vivos comenzaron a colonizar la tierra firme. NdelT]. Es permanente”.
Es más, los hombres y mujeres jóvenes (pero especialmente los hombres) tienden a sentirse sanos y productivos únicamente cuando han encontrado su lugar ascendiendo los escalones de una jerarquía que ellos respeten.
Cuando no lo consiguen, se encuentran desnortados y enfermizos, sintiéndose inútiles para las personas que le rodean, y a veces violentos de un modo carente de sentido.
Al considerar las jerarquías políticas y sociales como inevitables, podría parecer que Peterson secunda a todo aquel que ostente el poder. Pero en realidad no hace nada semejante. Impugna la proposición marxista de que las jerarquías tradicionales responden exclusivamente a la búsqueda egoísta del poder.
Peterson reconoce que a los humanos les gusta ejercer el poder, pero su búsqueda les hace desarrollar también el tipo de aptitudes que sus sociedades requieren. En sociedades bien organizadas, quienes ocupan una alta posición a menudo han sido compensados de esta manera por hacer lo que se necesita y hacerlo bien: defender el estado, producir mercancías que las personas necesitan, o ampliar la esfera del conocimiento. Jordan Peterson no niega la denuncia marxista de que la sociedad oprime a los individuos.
El caracter opresivo de la cultura es universal
“La cultura es una estructura opresiva”, escribe Peterson. “Siempre ha sido así. Es una realidad existencial y universal”.
Pero Peterson se aparta del pensamiento dominante al argüir que el sufrimiento que comporta adaptarse a la tradición, vale la pena.
Cuando un padre educa a su hijo, interfiere con su libertad, forzándole a aceptar las pautas de comportamiento y de conciencia. “Pero si el padre no actuara de dicha manera, argumenta Peterson, estaría permitiendo que su hijo siguiera siendo Peter Pan, el eterno Niño, el Rey de los Niños Perdidos, el cabecilla del inexistente Mundo de Nunca Jamás”.
Jordan Peterson también insiste en que “es necesario y deseable que las religiones comprendan un elemento dogmático”. [Según la Real Academia la voz dogmático significa lo siguiente: Conjunto de dogmas o principios de una doctrina] Esto proporciona a los jóvenes una visión del mundo estable que les convierte en “personas adecuadamente disciplinadas” y “herramientas bien forjadas”.
Esto, para Peterson, no constituye la aspiración humana última. Es, simplemente, un primer paso necesario del camino que conduce a la madurez, hacia una cada vez mayor singularidad e individualidad. La individualidad a la que se refiere brota a lo largo de décadas desde la inicial personalidad, gracias a una dolorosa disciplina.
Los eternos peter panes
La alternativa, escribe, es permanecer “un adulto de cuatro años de edad” que se viene abajo ante la menor adversidad y para quien “la blandura y lo meramente inofensivo resultan las únicas virtudes conscientemente aceptables”.
Como otros pensadores conservadores antes que él, el interés de Jordan Peterson por la tradición se deriva de su consideración de la debilidad de los individuos para el razonamiento. Todos pensamos que entendemos muchas cosas, dice al lector, pero esto es una ilusión.
Lo que realmente percibimos es una “inconsciente y funcional simplificación del mundo, que nos resulta prácticamente imposible de diferenciarlo del mundo en sí mismo”. Peterson nos propone comenzar por ideas simples y bien probadas: “resulta lógico hacer lo que otras personas vienen haciendo, a menos que tengamos una buena razón para no hacerlo”.
Madurez es redescubrir los valores de nuestra cultura
La madurez reclama que nos propongamos “redescubrir los valores de nuestra cultura –velados de nosotros por nuestra ignorancia, escondidos en los tesoros polvorientos del pasado-, rescatarlos e integrarlos en nuestras vidas”.
La Biblia es el documento fundacional de Occidente
En los países occidentales, dicho esfuerzo de redescubrimiento conduce a un lugar. “La Biblia”, escribe Peterson, “es, para bien o para mal, el escrito fundacional de la civilización occidental”. Es nuestra fuente última de comprensión de lo bueno y lo malo.
Su aparición destruyó la antigua idea de que los poderosos tenían el derecho de apropiarse de los débiles, cambio que constituyó “nada menos que un milagro”.
La Biblia cuestionó, y finalmente derrotó, el mundo en el que asesinar a seres humanos por entretenimiento, cometer infanticidio, someter a esclavitud y prostitución era el modo como las cosas debían ser.
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La muerte de Dios llevó la sociedad a los infiernos del s. XX
Para Jordan Peterson la (llamada) muerte de Dios (durante el s. XX) condujo, inevitablemente, a un descenso a los infiernos. Durante “el terrible siglo veinte”, como Peterson lo califica, “descubrimos algo peor, mucho peor, que la aristocracia y las creencias religiosas corruptas que el comunismo y el fascismo se proponían muy racionalmente suplantar”.
El Holocauto y el gulag, aduce, son suficientes para nosotros para definir el mal y “lo bueno es cualquier cosa que pueda impedir la repetición de semejantes sucesos”. Lo dicho se corresponde con el estilo de razonamiento del Antiguo Testamento.
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De todos modos, lo que Jordan Peterson ha logrado es impresionante. En sus escritos e intervenciones públicas ha construido una sólida tesis de que el orden –no sólo la libertad- es una necesidad humana fundamental, que ahora está siendo estúpidamente dejada de lado.
El orden puede ser reintroducido en la sociedad deconstruida
Propugna de modo muy convincente que el orden del que la actual sociedad deconstruida carece puede ser reintroducido, incluso en la actualidad, a través de un nuevo compromiso con la Biblia y la tradición religiosa heredada.
Antes de Jordan Peterson no había ninguna sólida evidencia de que un amplio público podía volver a interesarse por un discurso en favor del orden político. Durante más de una generación, el discurso político en Occidente ha estado dividido en dos campos.
Los marxistas son bien conscientes de las jerarquías que constituyen la sociedad, pero están ideológicamente comprometidos con derrocarlas.
La izquierda (tanto la más progresista como su versión clásica) tiende a ignorar del todo el carácter jerárquico de la vida política. Saben que deben alabar la “sociedad civil”, pero los conceptos de la Ilustración que utilizan para referirse al individuo y al estado les impide reconocer las estructuras básicas del orden político, a qué propósitos sirven y cómo han de ser preservadas.
En resumen, es digno de atención que el discurso político moderno presenta un vacío donde deberían situarse los conservadores: instituciones y figuras públicas con algo importante que enseñar sobre el orden político y cómo construirlo para beneficio de todos. A este espacio vacante se ha aventurado Jordan Peterson.
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