David Malpass
El Presidente Trump hizo público el 6 de febrero el nombre de la persona que propone para presidir el Banco Mundial; se trata de David Malpass, de 62 años. Desde hace un par de años es el Subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro (ministerio de economía), habiendo marcado la postura de EE.UU. en relación a los bancos internacionales de desarrollo, incluido el Banco Mundial. Desde hace mucho tiempo Malpass ha criticado el funcionamiento de esta institución. Por consiguiente, Trump se propone reformar el Banco Mundial, lo que es muy conveniente, recortando -entre otros- los cambios apoyados por Barack Obama.
Desde que se conoció esta propuesta, los medios y personalidades de izquierda han salido en tromba a descalificarlo. “No está preparado para este importante cargo”, dicen. Pero Malpass ya fue el alto funcionario del Tesoro encargado de supervisar al Banco Mundial en una de las Administraciones de Ronald Reagan, en los años 80s. Después, ha seguido en contacto desde el sector privado con las cuestiones de la economía del desarrollo.
Además, fue Secretario del Estado Adjunto, encargado de Hispano América, bajo el Presidente George Bush padre, a comienzos de los 90s.
En la Administración Trump también ha participado en las intensas negociaciones comerciales entre EE.UU. y China, proporcionándole un profundo conocimiento de esta economía, que es uno de los temas importantes para el Banco Mundial.
¡Menos mal que David Malpass no está preparado para este cargo!
Sin embargo, Jim Yong Kim, el desdichado presidente a quien propuso Barack Obama en 2012 y que dimitió el mes pasado, fue recibido con los brazos abiertos -aunque con una ligera extrañeza-, a pesar de que en toda su vida no había dirigido ninguna organización internacional, ni ninguna agencia federal, grande ni pequeña. Ser catedrático, de izquierda y contar con experiencia en ayuda sanitaria internacional, le fue suficiente.
Las comisarias políticas de género
En mi artículo del pasado 20 de enero (al que se accede desde el enlace anterior) se me olvidó mencionar una de las ocurrencias de Jim Yong Kim. En los últimos años, los empleados del Banco encargados de las cuestiones de género (por ejemplo, el impacto de los trabajadores de una gran infraestructura en la demanda local de prostitutas), recibieron derecho de veto sobre la totalidad de los proyectos que el Banco Mundial se proponga ayudar de algún modo.
No puede aprobarse una ayuda para construir el puente de una carretera, ni un pequeño embalse sin que la correspondiente comisaria de género -porque suelen ser mujeres- dé su consentimiento. A esto se ha llegado, así como se está empezando a hacer en los otros Bancos de Desarrollo regionales, el africano, asiático … y extendiéndolo a todos los demás sujetos de la ayuda al desarrollo.
Algo muy distinto sería que dichos empleados emitieran su informe, en los proyectos en que proceda -no en todos- y que se tuviera en cuenta, como otros muchos informes. El derecho de veto sobra y su finalidad básicamente ideológica resulta evidente, lo que es justo lo contrario a lo que proclamó Jim Yong Kim al ser elegido de que el Banco Mundial debe priorizar “soluciones basadas en el conocimiento práctico, en lugar de soluciones ideológicas”. ¡Caray!
El Banco Mundial no se creó para difundir las ideologías de la izquierda y lo políticamente correcto por todo el mundo, amenazando a los países pobres con retirarles las ayudas si no aceptan el paquete ideológico que se les añade.
Y que no vengan con manipulaciones: la ideología de género no es un derecho humano, ni mucho menos, y por tanto sus preceptos no han de serles exigidos a los estados prestatarios o receptores de las ayudas sin devolución. Salvo en casos extremos, ¿qué es eso de bloquear la ayuda a un país cada vez que su gobierno tome alguna medida que no guste al lobby internacional LGTB, quienes son tan exigentes con los demás, como permisivos para ofender ellos a quienes piensen de otra manera?
Bienvenida sea la persona propuesta por Donald Trump.
Las opiniones críticas de David Malpass
Antes de nada, hay que recordar que la gran mayoría de la burocracia del Banco Mundial va a ejercer una inusitada resistencia a cualquier intento de reforma de quien será su próximo presidente. Según ellos, el Banco solo puede evolucionar en una única dirección, en la suya, como si fuese de su propiedad. Pero el mayor accionista es EE.UU. (con cerca del 16%) y su actual presidente ha propuesto una persona para reformarlo, no para tragar con los objetivos de Barack Obama, quien ahora es un simple ciudadano.
La principal finalidad para crear el Banco Mundial fue proporcionar financiación a los países que no puedan acceder a los mercados financieros privados o para los que sus condiciones (tipo de interés, etc.) resulten fuera de su alcance. Por ello, a David Malpass no le parece admisible que el estado chino esté recibiendo financiación concesional en elevadas cifras, ya que literalmente dispone de un océano de recursos financieros propios, obtenidos de sus exportaciones. Cada ayuda que recibe China, es una ayuda que no puede concederse a otro país que realmente lo necesita para su desarrollo y para ir reduciendo la extrema pobreza.
Por ejemplo, en la primavera de 2018 el Banco Mundial tenía préstamos vivos a China por un importe total de 60.500 millones de dólares, correspondiente a 400 proyectos. Al mismo tiempo, las reservas exteriores de la República Popular eran de 3.073.000 M$, esto es, 3,07 billones (continentales, de 12 ceros) de dólares.
Además, de lo anterior -y de otros motivos- se deriva que Malpass no ve necesarias nuevas ampliaciones del capital del Banco Mundial, reclamando una reorientación de su actividad financiadora para elevar su eficacia, no su volumen.
A pesar de lo anterior, en su actual puesto en el Tesoro estadounidense, el Sr. Malpass sacó adelante en 2017 una ampliación de capital del Banco de 13.000 millones de dólares, 1.200 M$ de los cuales procedieron de EE.UU. Seguro que no repetirá esta operación.
Por otro lado, como dice el consejo editorial del Wall Street Journal, David Malpass “es un partidario de las políticas favorables al desarrollo económico [de los países pobres], incluida una baja imposición, el control del gasto público, estabilidad de la moneda [control de la inflación] y el imperio de la ley [defensa de la propiedad privada … ]. Y esas posturas son discutidas en diversas áreas del Banco Mundial, donde miden el éxito de su actuación no en términos del desarrollo que se produce sino en cuanto dinero mueven”. (Nota: sólo se accede al WSJ mediante suscripción)
¿Se acuerdan Vds. de cuando trascendió que el presidente del gobierno Rodríguez Zapatero buscaba ante todo elevar el porcentaje del PIB español que su gobierno dedicaba a ayuda al desarrollo -para poder airear dicha cifra dentro y fuera de nuestro país-, aunque para ello se financiera cualquier tipo de iniciativa, hasta las más inútiles y despilfarradoras?
David Malpass es partidario de reforzar los mecanismos interiores al Banco de rendición de cuentas (accountability) del uso hecho de sus recursos, para mejorar su rendimiento en términos del desarrollo inducido y de reducción de la pobreza.
El proceso de nombramiento
A mediados del mes de abril tendrá lugar, como cada año, la asamblea de primavera del Banco Mundial y para entonces el Directorio Ejecutivo tendrá que haber nombrado al nuevo presidente.
Es muy probable que otros países cuestionen el acuerdo no escrito existente desde 1945, de que ha de ser un ciudadano de EE.UU. quien dirija el Banco Mundial y un europeo el Fondo Monetario Internacional (FMI). Habrá otros candidatos pero, muy probablemente, será David Malpass quien ocupará la presidencia.
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