Bienvenida sea la decisión del Dr. Jim Yong Kim, quien el pasado día 7 de enero anunció que dimitirá en breve de su puesto de presidente del Banco Mundial, mucho antes del fin previsto para 2022. Según ha declarado el día 9 el centro de estudios londinense GWPF, “el Dr. Kim … quien fue propuesto por el (entonces) Presidente Barack Obama en 2012 … convirtió al Banco Mundial en [una especie de] centro de estudios ecologista [¡con un balance de más de 400.000 millones de dólares!], traicionando la principal misión del Banco [que es la] de ayudar a las poblaciones más desfavorecidas del mundo a salir de la pobreza” y estimular el crecimiento económico en dichos países. En su lugar, el Dr. Kim ha colocado en el primer lugar el más que dudoso objetivo de “Salvar el Planeta”. El Dr. Kim fue reelegido, sin problemas, en otoño de 2016, en los últimos meses de la presidencia Obama.
El Foro sobre la Política del Calentamiento Global (GWPF, del nombre en inglés), continúa exponiendo en su nota de prensa que “bajo el Dr. Kim el Banco Mundial impuso [en 2016] una casi total prohibición de financiar centrales térmicas de carbón, a pesar de constituir una de las más eficientes maneras de generar electricidad a bajo coste y de modo estable [eludiendo la discontinuidad intrínseca de las energías renovables]. Posteriormente [en 2017], la prohibición de financiar [aquel tipo de proyectos] se extendió al petróleo y al gas”.
Tras el anuncio de dimisión del presidente del Banco Mundial, enseguida trascendió -por ejemplo, la agencia de noticias británica Reuters– que el motivo de la dimisión [del Dr. Kim] ha sido “sus diferencias con la Administración Trump sobre el cambio climático y su petición de más recursos” financieros para el B.M.
————————————————————–
También puede leer:
Los ecologistas gran obstáculo para acabar de electrificar África 14 de noviembre de 2019
—————————————————————-
Es de agradecer que Donald Trump haya contribuido a la retirada de este personaje, quien procedía del mundo académico, no del sector público ni de las empresas privadas, ocasionando sorpresa cuando Obama le propuso.
El nombre oficial del Banco Mundial es el de Banco Internacional de Reconstrucción y Desarrollo (BIRD o, en inglés, IBRD). Puede accederse a su web en español por aquí.
Menor financiación para las necesidades más perentorias
Los 9 principales Objetivos del Desarrollo Sostenible de Naciones Unidas son los siguientes:
1) Fin de la pobreza.
2) Hambre cero.
3) Sanidad y bienestar.
4) Educación de calidad.
5) Igualdad de género.
6) Agua limpia y saneamiento [de las aguas residuales].
7) Energía asequible y no contaminante (sic).
8) Trabajo decente y crecimiento económico.
9) Industria, innovación e infraestructuras.
El economista danés y antiguo ecologista convencional Bjorn Lomborg, es el autor -entre otras- de las dos siguientes importantes obras: “El ecologista escéptico” (2001) y “En frío” (Cool it. The Skeptical Environmentalist’s Guide to Global Warming), de 2008.
En un reciente artículo de este mes, Bjorn Lomborg ha enunciado, una vez más, lo siguiente: “Las encuestas internacionales [entre los gobernantes de países en desarrollo] y [los documentos] de la escena internacional dejan muy claras las prioridades de los países menos desarrollados: mejoras en sanidad y educación, más y mejores empleos, menos corrupción pública y soluciones a los retos nutricionales”.
Y remataba su introducción de este modo: “Desafortunadamente, estas áreas no son necesariamente a las que los países ricos están dirigiendo su ayuda” al desarrollo.
Proseguía: “En 2017 se destinaron 146.000 millones de dólares a ayuda [global] al desarrollo. Incluso esta elevada cifra no constituye sino una fracción de la necesaria para cumplir la “Agenda 2030 sobre el Desarrollo Sostenible” de Naciones Unidas. Sin embargo, a pesar de haber recursos escasos, sorprendentemente hay muy poca discusión acerca de las prioridades de este gasto en desarrollo”.
“De hecho, de continuar las actuales tendencias, no se alcanzarán los objetivos en 2030 en las siguientes cuestiones [concretas]: mortalidad de la mujer en el parto, tuberculosis, acceso a planificación familiar, SIDA (HIV), mortalidad por enfermedades no infecciosas, acceso a enseñanza pre-primaria [guardería] y primaria … deficiencia nutricional, violencia contra las mujeres, registro de los nacimientos, acceso al agua potable …”.
“Pero en lugar de destinar la ayuda al desarrollo … a aquellas áreas … la OCDE estima que más del 20% de la ayuda [global] al desarrollo se adjudica a proyectos relacionados con el cambio climático”, desde mediados de esta década.
El Banco Mundial, por su parte, se enorgullece de semejante contraproducente evolución, por ejemplo en una nota de prensa del 19 de julio de 2018:
“Las principales instituciones de financiación [del Grupo], esto es el Banco Mundial y la Asociación Internacional de Fomento (IDA, siglas en inglés), casi han doblado el porcentaje de proyectos que aportan beneficios al clima, pasando del 37% en el año fiscal 2016 al 70% en 2018”.
Teniendo en cuenta el balance conjunto del Grupo Banco Mundial, “el 32,1% de la financiación tuvo efectos beneficiosos para el clima … ascendiendo a la cifra récord de 20.500 millones $ … en 2018”.
Respecto al futuro, se doblaría el disparate. El 3 de diciembre de 2018, el Banco Mundial anunció su intención de doblar su financiación anual para el cambio climático, a unos 40.000 millones $, desde 2021 a 2015: 200.000 M$ en cinco años.
Cualquier persona medianamente informada puede juzgar por si misma si es más efectivo para los 9 objeticos enunciados arriba o, por ejemplo, para acabar con el hambre, reducir el efecto de las enfermedades más letales y elevar la educación, invertir directamente en estos objetivos, o dar un inmenso y costosísimo rodeo a través del cambio del clima del planeta … si es que se consigue. Respecto a la vía directa, no hay dudas sobre su eficacia, incluso a corto plazo.
La ideologización ecologista del Banco Mundial y, desgraciadamente, de casi todas las demás instituciones financieras internacionales (IFIs) de desarrollo, están teniendo un innegable y enorme coste en términos de vidas humanas, menor reducción de las enfermedades, peor educación, etc., este año, el que viene y durante varias décadas, en que pretenden proseguir con la política climática como prioridad.
Tras el estrepitoso fracaso de la Conferencia Climática de Copenhague (en diciembre de 2009), los países industrializados prometieron a los menos desarrollados la astronómica cifra de 100.0000 millones $ anuales a partir de 2020, para ayudarles a evitar el cambio climático o adaptarse a él, con el propósito real de que no se alejaran -por hastío- del proceso de negociación internacional del clima. Dicho de modo más claro, les ofrecieron el oro y el moro para comprar su presencia en esas negociaciones y ganar credibilidad.
No hay que olvidar que, como dije entonces en un artículo, “en 2008 la ayuda mundial al desarrollo fue de 119.800 millones de dólares -en flujos netos y en términos reales-, lo que la convierte en la cifra más elevada de la historia”.
Ya a comienzos de 2010, el multimillonario y filántropo Bill Gates (principal propietario de Microsoft) insistía en que “me preocupa que una parte de aquellas sumas de dinero (contra el cambio climático) vaya a proceder de la reducción y desvío de otras categorías de la ayuda al desarrollo, especialmente las dirigidas a la salud humana”.
Es evidente, que eso es precisamente lo que está sucediendo en general en la ayuda al desarrollo y, en particular en el Banco Mundial, de la mano del funesto Dr. Kim.
Casi todo se está subordinando al objetivo estrella de intentar cambiar el clima en el mundo … aunque no se sabe en qué década, ni en qué siglo realmente podría producirse dicho cambio. Las previsiones de sus modelos econométricos no dejan de equivocarse, respecto a la intensidad de las supuestas catástrofes y al momento de su prevista incidencia.
El proceso de elección del próximo presidente del Banco Mundial
Desde su creación en 1944 (como parte de los Acuerdos de Bretton Woods), el presidente del Banco Mundial ha sido siempre un ciudadano estadounidense. Lo cierto es que EE.UU. es el país que dispone de una más alta aportación al capital del Banco: en la actualidad supone casi el 16% del total.
Es interesante recordar que de los 10 presidentes del Banco, todos estadounidenses, siete procedieron directamente del mundo empresarial de EE.UU. En ese país, esto es totalmente normal.
En el Fondo Monetario Internacional, son los países europeos quienes -de hecho- nombran a su Director Gerente, que siempre ha sido un ciudadano del viejo continente.
Hasta 2012 era el presidente de EE.UU. quien -en realidad- elegía al nuevo presidente del Banco Mundial, ratificándole el Directorio Ejecutivo. Desde hace años numerosos países comenzaron a cuestionar dicha prerrogativa. En 2012, por primera vez, EE.UU. aceptó una elección abierta a candidatos de otros países; en dicho año se presentaron sendos candidatos de Nigeria y de Colombia.
Ahora, el Directorio Ejecutivo del Banco Mundial en un artículo el día 10 de enero que podrían presentar candidatos cualquiera de los 189 países miembros, entre los días 7 de febrero y el 14 de marzo.
El nuevo presidente del Banco Mundial deberá estar elegido y encontrarse operativo para la asamblea de primavera de la institución, que se celebrará en el mes de abril de 2019.
Será el Secretario del Tesoro, Steven Mnuchin (quien lleva ahora dos años en el puesto), en su condición del Gobernador del Banco Mundial, quien coordinará el proceso de elección por parte del gobierno de su país. También intervendrá el Jefe de Gabinete en funciones de la Casa Blanca, Mick Mulvaney, que goza de la confianza del Presidente Trump. La hija de éste, Ivanka Trump, también intervendrá en este proceso, esperemos que con un papel reducido.
En esta ocasión, la elección del nuevo presidente presenta unas circunstancias inéditas. El Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, no ha ocultado su desconfianza hacia las organizaciones multilaterales y además ha colocado en primer plano su deseo de que se tengan muy en cuenta los intereses de su país, bajo el lema “Hagamos América Grande de Nuevo”. Resulta poco probable que prospere un candidato de otra nacionalidad, aunque la pugna va a ser muy reñida esta vez.
Por otro lado, sería bastante probable que el propuesto por Donald Trump tratase de atemperar la alocada carrera puesta en marcha por el Dr. Kim hacia una inversión obsesiva en proyectos climáticos, en detrimento del cometido nuclear del Banco.
Además, quizá priorice la facilitación del suministro de electricidad a los 1.300 millones de personas que aún carecen de ella, reemprendiendo la financiación de centrales térmicas de carbón que es el modo más barato y rápido de conseguir la electrificación de amplias zonas del planeta.
Una vez elevado el desarrollo y el nivel de vida en dichos países, llegará el momento de acometer la reducción de la contaminación del aire. ¿Quién puede citar un sólo país desarrollado que no haya pasado por esta secuencia?, quitando el caso muy excepcional de los países del Golfo Pérsico.
Nombres que se han barajado por ahora
En realidad, no importan mucho los nombres que se estén manejando en las primeras semanas del proceso de elección de un sustituto al Dr. Kim, porque normalmente no han sido los que han acabado prosperando.
De todos modos, según el New York Times (NYT), se han manejado los nombres de la Sra. Nikki Haley, que hasta hace pocas semanas fue -durante casi dos años- la Embajadora de EE.UU. ante Naciones Unidas, habiendo dimitido voluntariamente, sin haber padecido ningún escándalo. La Sra. Haley es hija de inmigrantes de la India.
El NYT también se ha referido a la hija del presidente, Ivanka Trump. Por fortuna, la Casa Blanca inmediatamente rechazó esa posibilidad. Lo cierto es que carece de cualquiera preparación para el cargo y, además, siempre ha mantenido los valores de los progresistas.
David Malpass también ha sido mencionado. Ahora es Subsecretario para Asuntos Internacionales del Departamento del Tesoro, supervisando por tanto la actuación de EE.UU. en el Banco Mundial y en las instituciones financieras internacionales.
El presente jefe de la Agencia de Desarrollo Internacional de EE.UU. (USAID), el Sr. Mark Green, con evidente experiencia en este campo, también ha sido citado como posible candidato al puesto del Banco Mundial.
En otros medios se ha citado a la Sra. Indra Nooyi, estadounidense de origen indio, quien fuera Consejera Delegada de la compañía PepsiCo.
Por último, el nombre del Sr. Ray Ashburne, cierra la lista de los que se han manejado de momento. Fue promotor inmobiliario en el estado de Tejas y actualmente (desde septiembre de 2017) es el director de la agencia federal Corporación para Inversiones Privadas en el Extranjero (OPIC, siglas en inglés); facilita financiación a medio y largo plazo a proyectos privados viables de inversión, en países en desarrollo. Es equivalente a la sociedad mercantil estatal de España COFIDES, S.A.
Otros artículos de mi blog relacionados con este tema
25 nocivas consecuencias de las políticas climáticas 18 de diciembre de 2019
Deja una respuesta