Las desapariciones de unos pocos vuelos internacionales en los últimos años (sobre el Atlántico sur, vuelo desde Malasia y otro sobre Ucrania oriental) ha puesto en evidencia las deficiencias del actual sistema de rastreo de vuelos. El 70% de los recorridos internacionales tienen lugar fuera de cualquier sistema de control. Varios proyectos buscan cubrir estas lagunas.
Desaparición ayer de un vuelo sobre el Mediterráneo
Acontecimientos como la desaparición ayer, día 18 de mayo 2016, sobre el Mediterráneo de un avión de pasajeros de Air Egypt en vuelo de Paris a El Cairo, saltó a la atención de la comunidad de la aviación aeronáutica internacional en 2009, al desaparecer un vuelo de Air France sobre el Atlántico sur, en ruta entre Brasil y Paris.
Desde entonces organizaciones como la ICAO (Organización de Aviación Civil Internacional) pusieron en marcha diversas iniciativas para cubrir la falta de seguimiento de los vuelos en el 70% del recorrido de las rutas internacionales, que corresponde sobre todo a las áreas oceánicas, pero también a las grandes cordilleras de montañas (Himalaya, Karakórum, los Andes, …) y a zonas escasamente habitadas como los grandes desiertos (Sahara -9 millones km2-, Arabia -2,3 mill. km2-, el Gobi -1,3 mill. km2-, Australia central -1,4 mill. km2- …) y las regiones del Ártico (13,7 mill. km2).
La principal limitación es que el actual sistema de rastreo (ADS-B, Automatic Dependent Surveillance-Broadcast) opera exclusivamente desde estaciones sobre el terreno firme (o sobre plataformas de prospección petrolíferas, no lejos de las costas), propiedad y gestionadas por los respectivos proveedores nacionales de servicios de navegación aérea (ANSPs (Air Navigation Service Providers), tales como AENA (Ministerio de Fomento) en España.
En segundo lugar, el sistema prácticamente deja de funcionar en los espacios aéreos (terrestres y marítimos) de Estados fallidos, como Libia, Somalia, Siria, Yemen y el este de Ucrania.
Por otro lado, no es posible utilizar con este fin la constelación de satélites GPS, al encontrarse a una excesiva altitud: 20.000 km.
El proyecto Aireon es una colaboración pública-privada
Con independencia de las propuestas de los organismos internacionales, que han avanzado con lentitud, el proyecto que ha tomado la delantera es una colaboración pública-privada dirigida por la compañía privada estadounidense Iridium y la empresa mixta Aireon, que cuenta con participación de Iridium pero también de la sociedad semipública, sin ánimo de lucro, NAV CANADA que es la responsable del control del tráfico aéreo de Canadá.
Canadá cuenta con la segunda mayor superficie del mundo y por sus aguas atlánticas pasan gran parte de las rutas entre Europa y Norteamérica. Este corredor es el de tráfico comercial más intenso de todo el mundo: 400.000 vuelos al año. Además, dentro de pocos años será NAV CANADA la que asumirá el control de Aireon, aunque con toda seguridad iridium seguirá ostentando la titularidad de una importante parte de las acciones. Son también accionistas de Aireon las compañías públicas de control aéreo de Italia (ENAV), Irlanda (IAA) y Dinamarca (Naviair).
Iridium (con sede en el estado de Virginia) es una gran compañía de servicios por satélites que ya cuenta con su propia constelación de satélites (en número de 66) para comunicaciones internacionales telefónicas y de otros tipos, que es una de las muy pocas redes que cubren toda la superficie terrestre, de polo a polo.
Aireon es la sociedad que está montando y dirigirá el sistema global de rastreo de vuelos (Global Flights Tracking System), para lo que ya ha sellado DSAs (Data Service contracts) con los proveedores de servicios de navegación aérea (ANSPs) de varios importantes países, por su ubicación: Canadá, Reino Unido, Irlanda, Dinamarca, Italia, Singapur y África del Sur. Estas entidades pasan a constituirse, en la práctica (aunque no de iure), en socios del proyecto.
Aireon ha firmado acuerdos con varios países
Además, Aireon ha suscrito ya memorándums de acuerdo (MOA, Memorandum of Agreement) con las ANSPs de otros varios países: Estados Unidos (la Federal Aviation Administration), Islandia, Portugal, Australia, Nueva Zelanda, India y Madagascar. Se está negociando un MOA con Rusia, que cubriría grandes extensiones oceánicas, pero se están presentando dificultades para su conclusión.
Ambos tipos de acuerdos cubren ya la mayoría de los territorios oceánicos por los que transcurren las rutas internacionales, excepto las aguas que rodean todo Sur y Centro América y Méjico.
Puede decirse que este consorcio Aireon y el propio proyecto, están impulsados por EE.UU., Canadá, Italia, Irlanda y Dinamarca, con un firme respaldo del R.U. y Portugal.
Aireon será el único suministrador mundial de servicios de rastreo (automático) de vuelos con base en el espacio, que es la novedad que aporta. Con este fin, utilizará una nueva constelación de satélites (77[1] unidades) –que serán propiedad de Iridium-, situados a una altitud aproximada de 800 km, asistida por 6 aeronaves de enlace que estarán en permanente vuelo. Seis de los satélites y algunos de los aviones estarán de reserva, en caso de fallos de los principales.
Esa constelación de satélites cubrirá la totalidad de la superficie del planeta y tendrá localizada cada 10 segundos a todas las aeronaves cuyas compañías hayan contratado el servicio y hayan efectuado una sencilla adaptación de sus actuales equipos de cabina. Esta última circunstancia, que no sea imprescindible dotar de equipos nuevos a toda la flota (gracias al uso de data links a 1090 MHz ES), es una de las ventajas de este proyecto.
El diseño y fabricación de los satélites está corriendo a cargo de Thales Alenia Space, que es una empresa franco – italiana.
En la primera fase se centrará en las zonas oceánicas
En esta primera fase, el nuevo sistema se centrará en cubrir las zonas oceánicas, pero más adelante se extenderá al espacio sobre terreno firme.
El nuevo sistema operará como el primario sobre los océanos, pero necesitará coordinarse con los proveedores nacionales de servicios de navegación aérea en las aguas costeras y sobre tierra firma, que emplean estaciones sobre tierra; de ahí los acuerdos de Aireon con estos organismos.
Con el tiempo, algunas de las estaciones en tierra podrían ser desmontadas, pero como es lógico los Estados no querrán verse sometidos a una total dependencia de una empresa semiprivada extranjera, Aireon, en una cuestión tan crítica y seguramente mantendrán intactas casi todas sus infraestructuras en tierra, especialmente pensando en las necesidades de sus fuerzas aéreas en circunstancias bélicas o de emergencias nacionales.
Para el verano de 2006 está previsto el lanzamiento de los primeros satélites y, tras otros siete lanzamientos, toda la constelación de satélites deberá entrar en operación en otoño de 2018.
No obstante, las aeronaves de EE.UU. y Europa tendrán hasta enero de 2020 para adaptar sus transpondedores, conforme a sendas normativas que están próximas a ser publicadas a ambos lados del Atlántico.
Aireon está negociando cuestiones reglamentarias con la ITU (International Telecommunications Union), ICAO SASP (Separation and Airspace Safety Panel) y EASA (European Aviation Safety Agency).
Los directivos de Aireon confían en que las normas que acaben fijando se convertirán de facto en estándares internacionales.
- 77 es el número atómico del elemento químico iridio. Pero puede que Aireon acabe colocando sólo 72 satélites.
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