Normalidad en los Departamentos ministeriales y confusión en la Casa Blanca. Nombramiento de un excelente magistrado para el Tribunal Supremo. Mayor crecimiento económico. Fortalecimiento del sector energético. Derrota del Califato Islámico. Fracaso de la reforma sanitaria. Caos en los aeropuertos. Etc. El balance Trump al año es, en conjunto, mucho más positivo de lo esperado.
Ayer, 8 de noviembre, se cumplió el primer aniversario de las elecciones presidenciales de 2016. No obstante, fue a partir de la toma de posesión de Trump el 20 de enero de 2017 cuando comenzó a tomar forma su Gabinete, que puede decirse que lleva funcionando 9 meses.
1) Normalidad en los Departamento ministeriales. Inestabilidad en la Casa Blanca
El gabinete está constituido por los Secretarios de los 15 Departamentos, varios de los consejeros de la Casa Blanca, el embajador ante Naciones Unidas y algunos de los jefes de agencias federales. Por otro lado, los directores de muchas docenas de grandes agencias federales ejercen una gran autoridad, desde fuera del Gabinete.
Del equipo ministerial de Trump, formado por 15 Secretarios tan sólo uno de ellos ha tenido que dimitir, en septiembre; se trata de Tom Price quien encabezaba el Departamento de Sanidad y Servicios Sociales. Su dimisión vino forzada por Trump, debido a un excesivo gasto en sus desplazamientos por avión.
De las numerosas y potentes agencias federales existentes la única destitución de una manera algo anómala ha sido la de James Comey como director del FBI, en mayo.
Puede concluirse que el equipo ministerial viene funcionando con normalidad, frente a la imagen de desorden generalizado que transmite la prensa de izquierda y alguna de derecha.
Es en el equipo presidencial, en la administración de la Casa Blanca, donde se ha vivido una descoordinación sistemática y frecuentes entradas y salidas. Desde la incorporación del general retirado John Kelly como Jefe del Gabinete en agosto, ha disminuido claramente el desorden y la ineficacia en la Casa Blanca.
Entre quienes han salido durante 2017, pueden citarse los siguientes: Michael Flynn, Reince Priebus, Sean Spicer, Steven Bannon, Anthony Scaramucci, etc.
2) Nombramiento de un miembro del Tribunal Supremo. Renovación de los escalones inferiores
La incorporación del juez Neil Gorsuch al Tribunal Supremo, a propuesta del Presidente Trump, cumple una de sus promesas electorales. Permanecerá varias décadas (dada su relativa juventud) y devuelve un cierto predominio conservador al Alto Tribunal. Este nombramientoconstituirá uno de los principales elementos del legado de Trump.
El segundo nivel del sistema judicial en EE.UU. son los Tribunales (federales) de Apelación, parecidos a los Tribunales Superiores Autonómicos en España. Hasta el día de hoy, en 9 meses, Trump ha conseguido que el Senado confirme a 8 magistrados que él propuso, mientras que Barack Obama obtuvo 3 en todo su primer año.
3) Aceleración de la actividad económica nacional. Subidas record de las Bolsas
En el 2º y 3º trimestres de este año la economía ha crecido en torno al 3%. La media anual del crecimiento económico bajo Obama, desde que se salió de la recesión en junio de 2009, fue de 2,1%, lo que originó una gran insatisfacción popular y explica en buena medida el giro en las elecciones presidenciales. La tasa de desempleo ha bajado hasta el 4,1% en octubre de 2017 (el más bajo en 17 años). La insuficiencia de trabajadores especializados está comenzando a elevar sus salarios. El porcentaje de personas que vive por debajo del umbral de pobreza en EE.UU. ha recuperado los niveles anteriores a la crisis, en 2007: 12,6%.
Los empresarios, grandes y pequeños, saben que la nueva Administración está impulsando una amplia desregulación de la economía, lo que mejora sus resultados financieros y flexibiliza muchos sectores económicos, empezando por los de la energía de hidrocarburos: petróleo, gas y carbón.
Las Bolsas estadounidenses no han dejado de crecer desde el día posterior a las elecciones de hace un año. El capital dio la bienvenida a la elección de Trump y ha mejorado su confianza en el futuro económico del país. Desde enero de 2017 las Bolsas se han revalorizado un 28%. Sus índices se encuentran en los valores más altos de toda la historia.
4) Intensa recuperación del sector de los hidrocarburos
En la campaña Trump prometió reiteradamente respaldar el crecimiento de la extracción de petróleo y gas natural, tanto mediante fracking como de manera convencional. EE.UU. cuenta con enormes reservas de esos dos recursos minerales.
Desde el arranque de la Administración Trump, ésta está eliminando o dulcificando un considerable número de obstáculos y normas introducidas por Obama –especialmente a través de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA)-, que dificultaban y encarecían grandemente la minería de aquellos dos productos. Además, a partir del próximo año probablemente se abrirá a la extracción comercial de hidrocarburos una parte de las tierras de titularidad federal (unos 2 millones km², cuatro veces la superficie de España), que Barack Obama cerró a cualquier actividad comercial.
Durante este año, 2017, EE.UU. está consiguiendo la completa autosuficiencia nacional en el suministro de gas, gracias principalmente al aumento de producción mediante el fracking.
La extracción mensual de petróleo en EE.UU. comenzó a crecer desde octubre de 2016, a pesar de la debilidad de los precios internacionales, alcanzando 285.000 barriles en agosto 2017 (último dato disponible de la EIA federal): un incremento del 11% respecto a septiembre 2016.
En este sector económico, el balance Trump al año es particularmente favorable.
5) EE.UU. ahorra cantidades astronómicas al abandonar el Acuerdo de Paris sobre el clima
El 1 de junio de este año, Trump anunció que EE.UU. saldría del Acuerdo de Paris y que dejaba de inmediato de atenerse a sus políticas de encarecer el precio de la energía (“descarbonizar la economía”) al priorizar las renovables, que siguen siendo mucho más caras que los hidrocarburos y la electricidad de origen nuclear.
Conforme a un estudio realizado en abril 2017 por la National Economic Research Associates (NERA), de haber continuado en el Acuerdo de Paris el empleo total en EE.UU. en 2025 podría haberse reducido hasta en 2,7 millones. Este logro debe ser abonado al balance Trump al año.
El coste para EE.UU. de impulsar la descarbonización de su economía conforme al Acuerdo de Paris, sería de varios cientos de miles de millones de US$, cada año.
El ahorro anual de semejantes cifras de fondos públicos, incrementará sensiblemente el ritmo de crecimiento de la economía estadounidense en los próximos años.
6) Aniquilación del Califato Islámico
A principios de este año, la nueva Administración modificó las reglas de enfrentamiento de los 7.000 efectivos estadounidenses que ya había en Irak y los 500 en Siria, así como las reglas para las misiones aéreas. Los aviones recibieron instrucciones que les han permitido descargar su armamento con mucha más frecuencia que bajo la anterior presidencia. Las tropas de tierra han podido acercarse mucho más al frente, interviniendo eventualmente en los combates y, sobre todo, pudiendo aconsejar más eficazmente a los mandos de las tropas iraquíes y a los de las fuerzas no-yihadistas de la oposición siria.
El resultado ha sido la expulsión del Estado Islámico de la ciudad de Mosul, al norte de Irak (que es la segunda más poblada del país), así como en toda esa área de Irak. A mediados de octubre, las Fuerzas Sirias Democráticas, aliadas de EE.UU. y dirigidas por los contingentes sirio-kurdos (asesoradas por las fuerzas estadounidenses, derrotaron al Estado Islámico en la ciudad de Raqqa, que ha sido de hecho la capital del Califato.
El Estado Islámico ha pasado a controlar apenas el 20% del territorio iraquí y sirio que tenía bajo su poder a mediados de 2015. En unos pocos meses habrá perdido también aquel menguado territorio, viéndose obligada toda su diezmada fuerza a actuar exclusivamente de forma encubierta, como hacía Al-Qaida. Su nueva condición de insurgencia clásica provocará atentados durante años, pero desde una posición de fuerza muy inferior a la de antes.
Dicho esto, no puede ser olvidado que la Administración Trump carece aún de una estrategia global y coherente para conseguir devolver una cierta estabilidad y orden a Oriente Medio.
7) Reconstrucción de las Fuerzas Armadas
Durante los dos mandatos del Presidente Obama, el presupuesto total de la defensa descendió un 20%, dando lugar a un número insuficiente de aviones y barcos militares, a un envejecimiento de los existentes y una deficiente preparación de las tropas para el combate. Solo un pequeño número de las divisiones están listas para el combate en cada momento.
En su programa electoral Trump se comprometía a elevar el gasto total de defensa a lo largo de su mandato, para recuperar una clara superioridad sobre Rusia y China.
De momento, el Senado y la Cámara Baja (controladas ambas por los republicanos) han aprobado sus respectivos presupuestos de defensa para 2018, ascendiendo ambos a unas cifras cercanas a los 700 miles de millones de dólares.
El último presupuesto federal de defensa de Barack Obama, el de 2017, ascendió a 619 miles de millones de dólares. Por consiguiente, el Congreso está considerando actualmente un aumento del 13% para 2018. El Pentágono recuperaría en un solo año de Trump las 2/3 de las pérdidas presupuestarias producidas durante los dos mandatos de Obama.
8) Fracaso de la reforma sanitaria
Esta fue la primera gran iniciativa legislativa que emprendió la Administración Trump, junto con ambas cámaras del Congreso, en las que el Partido Republicano cuenta con una corta mayoría. A ella dedicaron sus mayores esfuerzos Trump y los congresistas republicanos durante más de medio año: desde comienzos de marzo hasta la última semana de septiembre. Las divisiones internas de los senadores y congresistas republicanos impidieron ninguna de las varias propuestas que fueron presentando a las cámaras. La intervención de Trump en este proceso, a menudo sembró confusión y restó vigor a la iniciativa. El resultado, es un gran fracaso político para el presidente y los republicanos.
9) Accidentado intento de reducir la entrada de inmigrantes ilegales y de refugiados
Donald Trump puso este propósito en un lugar destacado entre los compromisos que asumió repetidamente ante los votantes. Por tanto, estaba perfectamente legitimado a llevarlo a cabo cuando accedió a la presidencia del país, le guste a uno más o menos.
No obstante, su primer intento, a finales de enero 2017, ante la ausencia de los correspondientes Secretarios que aún no habían obtenido la confirmación del Senado para ocupar sus cargos, fue protagonizado por varios de los colaboradores populistas de Trump que ya estaban en la Casa Blanca (por no necesitar el refrendo del Senado). La orden ejecutiva que firmó Trump al acabar enero estaba plagada de incoherencias, errores y posiblemente disposiciones ilegales. Además, sus consejeros establecieron que entrara en vigor al día siguiente de su firma, ocasionando una gran confusión en los principales aeropuertos del país durante bastantes días. Además, a los pocos días dicha orden fue suspendida por un juez federal.
Otro gran fiasco político, que resta del balance Trump al año
A las pocas semanas, ya en febrero, la Casa Blanca invalidó la primera orden ejecutiva siendo sustituida por una segunda, que ya había pasado por el filtro del Departamento de Seguridad Interior y de otras Secretarías, cuyas disposiciones seguramente sean todas acordes con la Constitución y, finalmente, queden aprobadas. Pero jueces de izquierda ya no quisieron “soltar la presa”, volvieron a suspender su aplicación y hasta que el asunto no sea considerado por el Tribunal Supremo, no habrá certeza para su aplicación. De todos modos, el Tribunal Supremo autorizó el 26 de junio de 2017 la puesta en práctica de muchas de las disposiciones de la segunda orden ejecutiva, pero sin pronunciarse sobre los principales contenciosos de fondo, que quedaron pendientes de decidir para más adelante.
Aunque se hubiese hecho bien desde el principio, la naturaleza de estas medidas hubiese hecho que acabaran, con seguridad, en el Tribunal Supremo. Su mala gestión inicial, lo empeoró todo, dando lugar a un intenso y prolongado enfrentamiento social y político.
10) Probable gran rebaja de impuestos
Justo en estos momentos ha comenzado en el Congreso la tramitación de un proyecto de ley que reformaría el conjunto del sistema fiscal de Estados Unidos. Constituiría la mayor reforma fiscal desde la que introdujo Ronald Reagan en 1986.
No hay garantías de que este intento reformista llegue a buen puerto, pero esta vez es seguro que tanto los congresistas como Trump harán el mayor esfuerzo para, finalmente, conseguir una baza política: una gran reforma legislativa. Constituiría uno de los mayores logros en el balance Trump al año.
El tipo del impuesto de sociedades experimentaría una gran bajada, pasando del 35% al 20%. Además, las empresas podrían efectuar amortizaciones fiscales inmediatas de sus inversiones en maquinaria y en equipos, durante 5 ejercicios. También bajarían los tipos para las empresas pequeñas y algunas de las medianas, cuyo máximo caería del 39,6% actual al 25%.
Los tipos que pagarían la mayoría de los contribuyentes de ingresos medios y bajos en sus declaraciones de la renta, se reducirían entre 1 y 8 puntos porcentuales. Además, varias deducciones que favorecen a los sectores menos prósperos, como la deducción general y la de por hijos y dependientes, serían aumentadas, hasta casi duplicarlas.
Facilitar las condiciones de vida a las clases medias y bajas, que en estos años se han sentido abandonadas, era otro de los compromisos asumidos por Trump durante la campaña electoral y esta amplia reforma fiscal sería una forma efectiva de cumplir con aquel compromiso.
La suerte de esta reforma se conocerá en los próximos dos o tres meses: justo antes o después de fin de año.
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