Ruta de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna. 1803 – 1806. Primera campaña sanitaria
En 1798 el doctor rural británico Edward Jenner obtuvo un primer reconocimiento institucional a su recién ideada (1796) vacuna contra la viruela (smallpox, en inglés); la Royal Society publicó -finalmente- su documentación, aunque la controversia científica y social se prolongó aun varios años más. Fue el nacimiento de la inmunología moderna y la primera de las vacunas.
Tan solo 5 años más tarde (en 1803) la Corona de España fletó ex profeso un buque con tres médicos, dos practicantes, cuatro enfermeras y veintidós niños (de entre 3 y 9 años). Durante casi 3 años (hasta 1806), vacunaron a muchos cientos de miles de personas, de dos continentes: América y el Lejano Oriente asiático.
Y, lo que tuvo más importancia, enseñaron a continuar haciéndolo a médicos locales, creando instituciones específicas (Juntas de Vacuna, que en varios casos devinieron finalmente en los institutos nacionales de vacunación). Vacunaron tanto a los colonos, como a los indígenas del lugar. La enfermedad no distinguía entre clases sociales o razas.
Aunque el viaje marítimo finalizó en España en septiembre de 1806, una parte del equipo médico original continuó el trabajo de vacunación y enseñanza en el territorio de la actual Bolivia y, después, del actual Chile hasta enero de 1812. Esto totaliza 8 años y 2 meses, de aquella campaña sanitaria: 1803 – 1812.
Opinión del descubridor de la vacuna Edward Jenner
El propio descubridor de la vacuna de la viruela, el británico Edward Jenner, escribió sobre esta expedición: ¨ No puedo imaginar que en los anales de la Historia se proporcione un ejemplo de filantropía más noble y más amplio que este¨.
Se la considera como la primera expedición sanitaria internacional de la historia.
Opinión de Alexander von Humboldt
lAlexander von Humboldt, el ilustre geógrafo y explorador prusiano, escribió en 1825: “Este viaje permanecerá como el más memorable en los anales de la historia”.
Los británicos desplegaron una campaña de vacunación en unas pocas de sus islas del Caribe a comienzos del s. XIX, pero ni su amplitud es lejanamente comparable a la expedición española, ni se crearon instituciones especializadas para dar continuidad al esfuerzo.
Conforme a la Revista de Historia Naval, de España, “después de aquella empresa médica, hubieron de pasar más de cien años para que, ya en el [comienzo del] siglo XX, la Sociedad de Naciones [1920 a 1946, antecesora de Naciones Unidas] pusiera en marcha nuevas campañas sanitarias globales similares a aquella”.
Su denominación oficial fue la de Real Expedición Filantrópica de la Vacuna, impulsada personalmente por el Rey Carlos IV.
Antes de ir más lejos, se le ocurre a uno pensar por qué no se cuenta ésta ni otras muchas proezas realizadas en el pasado por los españoles, en los colegios de nuestro país. Historias de menor importancia y significación son explicadas a todos los escolares de Francia y del Reino Unido, que es lo correcto a hacer por una nación que se precie a sí misma.
Origen y planteamiento de la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna
Su objetivo era que la vacuna de la viruela alcanzase todos los rincones del Imperio español, ya que la alta mortandad del virus estaba ocasionando la muerte de miles de niños.
En mi artículo del 25 de septiembre de 2018, traté sobre el grave impacto que las enfermedades infecciosas de Europa tuvieron en los indígenas de América.
Sólo en diciembre de 1800 la vacuna había llegado a España (Puigcerdá) por primera vez, desde Gran Bretaña. Tres años después se puso en marcha la Real Expedición, lo que fue un prodigio de rapidez.
“Se estima que esta enfermedad provocaba el óbito de quien la padecía en el 30 por 100 de los casos, mientras que el mismo porcentaje de quienes lograban superar el mal arrastraba importantes secuelas durante el resto de su vida”, normalmente parálisis de las piernas.
“Recientes estudios históricos han puesto de manifiesto que, a comienzos del siglo XVIII ―coincidiendo con unos años de inusuales bajas temperaturas que afectaron al Viejo Continente, periodo conocido históricamente como la «pequeña Edad de Hielo»―, en torno a 400.000 personas morían anualmente en Europa a causa de la viruela”.
El Rey de España impulsó y sufragó la campaña sanitaria
El rey Carlos IV apoyó y sufragó con fondos públicos al médico de la Corte, el doctor Francisco Javier Balmis, de Alicante, en su idea de una vacunación general de niños a lo largo del Imperio, ya que su propia hija, la infanta María Teresa, había sufrido la enfermedad y muerto al poco tiempo.
Junto al Dr. Balmis, también merece ser recordados el Dr. Salvany, quien acabó muriendo en Cochabamba (actual Bolivia) en 1810, mientras proseguía su labor de vacunación y enseñanza en 1810.
El médico militar Santiago Granado y el Dr. Grajales, prosiguieron la expedición por la costa del Pacífico, hasta Chile. El Dr. Grajales fue quien más prolongó su trabajo, hasta enero de 1812, en territorio chileno.
“La real cédula promulgada por el rey Carlos IV referente a la Expedición de la Vacuna llegó a Nueva España en agosto de 1803, dirigida al virrey de México … La real cédula disponía, entre otras muchas y detalladas indicaciones, que «la vacuna se transportaría por medio de niños, a quienes se inocularía sucesivamente durante el viaje hasta llegar a las Indias». Esta operación se denominaba «de brazo a brazo» y estaba considerada la más segura para conservar y hacer valer la eficacia de la vacuna en el momento de su aplicación”.
Los 22 niños españoles
De los 22 niños españoles que partieron de La Coruña, tan sólo uno moriría, en el transcurso del primer trayecto.
“En su ambicioso plan de vacunación, el previsor médico alicantino, Balmis, tuvo la feliz idea de llevar 500 ejemplares de Tratado histórico y práctico de la vacuna, los cuales fueron distribuidos por las principales de ciudades de América”.
“Uno de los principales gastos que hubo de afrontar la expedición fue el de la compra del botiquín. Este estaba compuesto de piezas de lienzo para las vacunaciones, 2.000 pares de vidrios para mantener el fluido vacuno, una máquina neumática, 4 barómetros y 4 termómetros”.
Una vez los expedicionarios llegasen a América y a otros territorios españoles, las autoridades locales españolas (que habían sido informadas directamente desde la Corte) tenían obligación de prestar servicio al equipo médico y a los demás integrantes de la expedición, incluidos los niños.
Como era de estar, algunas autoridades hicieron un mejor trabajo que otras.
Desarrollo de la campaña sanitaria internacional
La Expedición comenzó con la salida de los barcos de La Coruña, el 30 noviembre de 1803.
Se eligió el puerto de La Coruña, pues desde éste salían regularmente buques correo de la Armada con destino a La Habana, Buenos Aires y Montevideo.
El ámbito geográfico de la expedición cubrió gran parte del continente americano: el Caribe, Nueva España (actualmente Méjico), Centro América, Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú, Chile, Bolivia y la actual Argentina. Del actual EE.UU., parece únicamente operó al sur del actual estado de Nuevo Méjico.
En realidad, antes de dar el salto del Atlántico, la expedición comenzó su trabajo en las islas Canarias.
También se desplegó en varias de las islas de Filipinas, llegando a las ciudades de Macao y Cantón, en China. Finalmente, realizó su benéfica labor en una isla británica del Atlántico Sur.
San Juan de Puerto Rico fue el primer puerto del Caribe en el que fondearon y donde emprendieron su trabajo. De allí, se desplazaron a Caracas, “en cuyo territorio de influencia creó, el 23 de abril de 1804, la primera Junta de Vacunación del continente americano”.
La campaña sanitaria se desdobla en dos
Debido a la enormidad del territorio a cubrir, el Dr. Balmis decidió desdoblar la expedición en dos. De hecho, cada una de aquellas dos patas de la expedición volvieron a escindirse en otras menores para poder extender su labor. Labor que era particularmente ardua en las tierras del interior, donde las comunicaciones eran bastante deficientes.
“Una vez en La Guaira, el 8 de mayo de 1804, Balmis (director de la expedición) y Salvany (subdirector) se separaron. El primero continuó, junto a la mitad del equipo e Isabel Zendal, por América del Norte, a través de Cuba, Guatemala, Nicaragua, Costa Rica, y de allí, siguiendo la ruta del galeón de Manila, hasta Filipinas y China”.
“El Dr. Salvany, por su parte, prosiguió con la otra mitad de los sanitarios españoles que habían zarpado del puerto de La Coruña, para llevar la vacuna a los territorios de Panamá, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia y Chile”.
Aunque los viajes marítimos de la Expedición acabaron en la península Ibérica en septiembre de 1806, parte de ella (encabezada por el Dr. Salvany) se prolongó hasta la muerte de éste, en julio de 1810, en la ciudad de Cochabamba (en el altiplano de Bolivia).
Además, hasta enero de 1812 continuó por todo el actual Chile el grupo del Dr. Santiago Granado (militar) y del Dr. Grajales. “El grupo de Grajales vacuna, establece Juntas de vacuna y crea planes de vacunación por toda la Capitanía General de Chile” (pág. 165).
Recorrido de la expedición en Las Filipinas. 1805
También vacunaron en la británica isla de Saint Helena
En su viaje de regreso a España desde Filipinas, el barco atravesó el Océano Índico, rodeando el Cabo de Buena Esperanza, esto es, el extremo sur de África, entrando en el Atlántico meridional.
Al arribar el barco a la Isla de Saint Helena, situada a una considerable distancia de la costa de Angola, se encontraron que allí no era conocida la vacuna contra la viruela. A pesar de que esta isla estaba administrada por Gran Bretaña (y lo sigue estando), el Dr. Balmis no dudó en efectuar vacunaciones.
“De todos los implicados en la Real Expedición Filantrópica de la Viruela, tan solo su director, Francisco Javier Balmis, pudo regresar a España [en 1806] y ser recibido como el héroe que fue”. No es que los demás murieran todos pronto, pero -como sucedió con los niños- permanecieron en Méjico o en otras de las ciudades españolas.
Efectos a largo plazo de la Real Expedición
En el año 1980 -ciento setenta y cuatro años después de la «Real Expedición Filantrópica de la Vacuna»-, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró erradicada la viruela en el planeta.
Más específicamente, y según el doctor José Tuells, director de la Cátedra Balmis de Vacunología, de la Universidad de Alicante, ¨el hecho de que fuese precisamente América el continente en el que antes se erradicó la viruela[1971], la polio [1991] y el sarampión [2002] se debió en gran medida a la expedición Balmis y a las Juntas de Vacunación que el médico español impulsó en el continente …¨
Aquella primicia se refiere a los continentes en vías de desarrollo (incluido Centro y Sur América), ya que en Europa, EE.UU., Canadá, Japón y Australia se erradicaron antes aquellas enfermedades.
Bibliografía.-
La obra más completa disponible desde hace unos cuantos años, es el extenso estudio conjunto de los profesores universitarios José Tuells Hernández (Univ. Alicante) y Susana Ramírez Martín (UCM. Madrid), bajo el título “Balmis y Variola”, publicado en 2003 por la Consejería de Sanidad de La Generalidad Valenciana. Contiene una amplia bibliografía.
Estos dos autores, por separado, han publicado también artículos sobre este tema.
Es también interesante el artículo Balmis y la Real Expedición Filantrópica de la Vacuna (1803-1806), por el alférez de fragata-reservista Luis Negro Marco, publicado en la Revista de Historia Naval. 2018. Nº 140.
La novela A flor de piel, de Javier Moro, 2015, alude repetidamente a esta Real Expedición.
La reciente novela (2017) de María Solar Los niños de la viruela (Os nenos da varíola, en gallego), publicada por Edit. Anaya, trata sobre los 22 niños que partieron de España en 1803. Niños a quienes el Ayuntamiento de La Coruña dedicó un monumento en la ciudad, indicando sus nombres.
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