Laure Mandeville. ¿Cómo será el mundo de mañana?
La Sra. Laure Mandeville acaba de publicar (el 26 de marzo) un esclarecedor artículo en el principal diario de derecha de Francia, Le Figaro, cuya traducción (de algunos de sus pasajes) reproduzco más abajo.
La periodista y escritora Sra. Mandeville, que yo sepa, únicamente dispone de pasaporte francés, pero ha adquirido un profundo conocimiento de la sociedad y de la política en EE.UU. y conserva estrechos lazos con ese país.
En su juventud, estudió sobre Rusia y Europa central en la Universidad de Harvard. Tras iniciar hace bastante tiempo su participación profesional en Le Figaro, hace unos pocos años ocupó el puesto de corresponsal jefe de Le Figaro en Washington, D.C. durante 7 años (2009 a 2016). Ahora, continúa colaborando con algunos think tanks (centros de estudios), como el Atlantic Council, de la capital estadounidense.
Pinchando aquí puede escuchar y contemplar una breve entrevista a la Sra. Mandeville, de julio de 2019.
La referencia francesa
De un modo más amplio, puede añadirse que la cultura y la política de Francia siguen siendo un referente muy próximo y apropiado para nuestro país. Y ello, a pesar de que sólo EE.UU. es –desde la 2ª Guerra Mundial-, le guste o no a quien sea, el único líder del mundo libre. Quien no entienda lo que sucede en EE.UU. no puede comprender qué es lo que está pasando en el mundo. Si esto es cierto en todo momento, lo es mucho más en situaciones de crisis internacional, como la presente.
Y, justamente aquello (el desconocimiento de qué está sucediendo en EE.UU. desde 2016), es lo que les está ocurriendo a la mayoría de los medios de comunicación y periodistas españoles en quienes, además, se percibe un cierto provincianismo al tratar asuntos internacionales. El mundo académico de nuestro país, no sale mucho mejor parado, apreciándose su dificultad para dejar de contemplarse su muy académico ombligo y aprender qué es lo que está desplegándose ante nuestros ojos.
Por otro lado, a Francia no le faltan precisamente problemas. A vuela pluma, pueden señalarse dos graves problemas y un defecto social de inmovilismo.
Los votantes populistas en su gran mayoría no son fascistas ni nada parecido
Primer problema.- ¿Cómo puede seguir funcionando adecuadamente una democracia en la que alrededor del 28% de sus ciudadanos (resultados de la 1ª vuelta de las presidenciales de 2017) son permanentemente sometidos al ostracismo político, durante muchos años?
El tristemente famoso cordón sanitario aplicado por las fuerzas republicanas a los elegidos por los votantes pro Le Pen (del partido hoy en día llamado Reagrupamiento Nacional – RN), supone una gravísima anomalía democrática, por su duración en el tiempo. ¿Acaso alguien puede creerse que el 28% de los franceses de hoy son partidarios del fascismo y despropósitos semejantes?
Desconozco la solución a este dilema pero, de lo que no cabe la más mínima duda es que el cordón sanitario (que tanto gusta a personajes tan ejemplares como los españoles Pedro Sánchez y el podemita pro-comunista Pablo Iglesias) no está funcionando y la situación política francesa no deja de deteriorarse, alarmantemente.
¿Alguien no se ha enterado todavía –tampoco- de que de los dos partidos tradicionales de la política francesa, uno (de centro derecha – LR) está muy debilitado, mientras que el centro-izquierda (PSF) casi ha desaparecido, dejando un vacío político que ocupó Emmanuel Macron en 2017, reagrupando los restos de aquellas dos formaciones políticas?
En la 1ª vuelta de las elecciones presidenciales de 2017, el partido de centro derecha (Les Républicains – LR) obtuvo el 20% del escrutinio, quedándose fuera de la 2ª y decisiva vuelta, por primera vez en muchas décadas. Los socialistas (PSF) salieron mucho peor parados: el 6,4%.
El modelo económico francés sigue necesitando una urgente y profunda reforma
2º problema.- El que podría llamarse modelo económico francés, está ocasionando un prolongando estancamiento en la economía del país, con tasas de crecimiento anuales anémicas, de entre 1% y 2%, desde 2001, salvo en 5 año, a lo largo de casi dos décadas, siendo 2,8% la tasa más elevada del periodo. Un país apenas puede ejercer un liderazgo regional o internacional, mientras conserve semejantes pies de barro.
El inmovilismo de los ciudadanos constituye un lento suicidio nacional
Grave deficiencia social.- La sociedad francesa se ha convertido a la adoración de los intereses creados, impidiendo cualquier iniciativa política, ya sea del presidente conservador Sarkozy, del socialista Hollande o del centrista Macron de llevar a cabo reformas –imprescindibles- para el sobredimensionado sector público francés. Y dicha obstrucción al reformismo se lleva a cabo bajo la retrógrada bandera de “no tocar ninguna situación [privilegiada] establecida”, sobre todo en el sector público. Mientras grandes sectores sociales sigan obsesionados con el inmovilismo, el papel de Francia en Europa y en el mundo –que debería ser considerable- seguirá seriamente debilitado.
[Nota: Los posibles errores de traducción, las negritas y el contenido de lo escrito entre corchetes, son míos]
– TRADUCCIÓN DEL ARTÍCULO –
“Fronteras, proteccionismo, recuperación de las naciones … ¿a qué se parecerá el mundo de mañana?”
Le Figaro. Publicado el 26 de marzo de 2020.
Le Figaro: Laure Mandeville (LM), gran cronista del Figaro, reflexiona sobre las consecuencias de la pandemia para el sistema internacional del mañana. Según ella, va a haber una guerra entre los modelos de EE.UU. y China, sobre el fondo de una Europa [auto] marginada.
LM: Mientras que la constelación de analistas estadounidenses oscila entre acusaciones contra Trump [unos] y el cuestionamiento de China en el intento de comprender la crisis del coronavirus [otros], emerge una reflexión de más largo alcance sobre el fracaso estruendoso de la globalización [ahora] interrumpida, el retorno con fuerza de las naciones, la necesidad de relocalización de nuestras industrias [de vuelta a nuestros países] y el nuevo enfrentamiento –de magnitudes titánicas- que se perfila entre China y EEUU.
Este pasado viernes [día 20 de marzo], en Milán, durante una conferencia de prensa insólita, que permanecerá –posiblemente- en los anales de las relaciones internacionales, un médico chino trataba de explicar a los periodistas italianos que ese país no estaba sabiendo hacer frente al Covid 19.
Escuchar a este profesional, llegado en avión al frente italiano con 299 colegas [chinos], le hacía a uno desdoblarse entre el deseo de que se saque provecho de su evidente competencia, y el malestar de ver a nuestros aliados italianos forzados a apoyarse en el país responsable [del surgimiento] de la epidemia y del apagón [informativo de unas cuantas semanas] que facilitó su expansión, ante la clamorosa ausencia de ayuda de la Unión Europea y de Estados Unidos …
Rusia, también ha enviado al frente italiano una tropa de varios cientos de químicos y biólogos, en lo que constituye un acto de solidaridad al tiempo que supone introducir una cuña en la maquinaria de la OTAN.
Se ha puesto en marcha un gran vuelco de la situación internacional
Nadie lo duda: habrá un antes y un después del coronavirus, como lo hubo respecto al 11 de septiembre [de 2001, contra las Torres Gemelas y el Pentágono]. Pero, ¿a qué se parecerá el mundo de mañana y quien sabrá utilizarlo para ascender y [así] definir aquel futuro?
¿Tendrá razón el profesor de la Universidad de Harvard, Stephen Walt, de que vamos a asistir a un “vuelco del poder y de la influencia de Occidente hacia Asia” que, preconizando una mezcla de medidas draconianas y una utilización casi orwelliana de aplicaciones de inteligencia artificial para identificar los hogares infectados, afirmar haber triunfado sobre el coronavirus, presentándose como el nuevo modelo para la sanidad global?
David Goldman, editorialista del [diario de Hong-Kong, en inglés] Asia Times, ha comentado que “en febrero, comenzamos a hablar de un «momento Chernobyl» para China [esto es, de un gran traspiés, del que saldría malparada], concluyendo prematuramente que su ascensión [en la escena mundial] había concluido, pero esta crisis –por el contrario- podría marcar el fortalecimiento de China en detrimento de Occidente.
[El Sr. Goldman] Destaca la increíble actuación [de China] durante la lucha contra la pandemia, combinando controles muy extendidos y draconianos con el análisis de centenares de millones de smartphones para identificar a los portadores del virus y las zonas de riesgo. «Esta experiencia en inteligencia artificial, sin duda la más amplia y sofisticada jamás realizada, bien podría hacer de China la potencia mundial dominante en esta materia», advierte Goldman, quien hace un llamamiento a EE.UU. para lleve a cabo un gran salto tecnológico. …
El mundo del mañana supone una vuelta parcial al mundo de ayer
A lo largo y ancho de la constelación de think tanks [centros de estudio] las cuestiones del «mundo del mañana» diseñan una vuelta parcial al «mundo del ayer» [o sea, al de hace 30 años, 1990, antes de la globalización], con un vigor que ningún sueño trumpiano [ya que a Trump nunca le gustó la globalización e hizo su campaña de 2016 en contra de ella] habría podido imaginar.
[La anterior revisión comprenderá] La necesidad urgente de cuestionar la globalización “irresponsable” que ha privado a EE.UU. de su capacidad estratégica [de fabricar] medicamentos, mascarillas, tests, etc.), la saludable recuperación de los Estados-nación como murallas de defensa de los pueblos, la importancia crucial de las fronteras –cuyo redescubrimiento ha superado el “espacio Schengen” en menos de 24 h.– y la designación de China como el gran adversario al que combatir.
De este modo, Andrew Mitcha, presidente del Marshall Center, en la [estadounidense revista digital conservadora] The America Interest ha afirmado recientemente lo siguiente:
«Debido a la ideología de la globalización hemos echado a la basura nuestro sector industrial. Debemos hacer de la repatriación de nuestras capacidades de producción una prioridad absoluta …»
[Andrew Mitcha prosigue:] «Es vital disponer de un cierto grado de autarquía en cuanto concierne a nuestra seguridad estratégica. Deslocalizar [la producción industrial] a China, no sólo ha arrasado nuestras comunidades de trabajadores [industriales], sino que ha creado un grado sin precedente de vulnerabilidad a nuestra economía. [Dicha deslocalización] Ha favorecido a un adversario que está dispuesto a reemplazarnos como pulmón del poder económico y militar global», añade el analista Mitcha.
China es la culpable de esta pandemia y de la crisis económica subsiguiente
Andrew Mitcha concluye que va a ser necesario reevaluar la relación [de EE.UU.] con China «de manera fundamental, cuestionando su estatus de fábrica del mundo. Debemos responder a la cuestión decisiva: ¿Quién nos ha hecho esto [la crisis del coronavirus]? » [Y Mitcha reponde que] «China es la responsable».
Esta posición [de Mitcha] es compartida por analistas tan diferentes como el intelectual cristiano conservador Rod Dreher y el musulmán progresista Shadi Hamid, investigador del [centro de estudios progresista] Brookings Institution.
Por su parte, el profesor de derecho James Kraska, de la Escuela Naval de Guerra de EE.UU., [en Newport, Rhode Island], ha declarado que «China es legalmente responsable de los daños causados [a EE.UU.] por el Covid 19 y las demandas judiciales para [obtener] reparaciones podrían ascender a billones [continentales, con doce ceros] de dólares».
Estados Unidos ya está reaccionando ante lo que se avecina
Ante las gigantes transformaciones que se avecinan, la cuestión de si el coronavirus va a arruinar [la carrera política de] Donald Trump o si, por el contrario, se beneficiará de la “desglobalización” que los pueblos [empezando por el estadounidense] van a exigir, resulta de imposible resolución en plena penumbra de la guerra sanitaria. No obstante, el destino personal del [actual] inquilino de la Casa Blanca se contempla ya como un asunto secundario.
[Esta llamativa opinión de la Sra. Mandeville parece hacer referencia a que, hasta hace unos días, el rumbo general que fuera a tomar Estados Unidos a partir del próximo año dependía enteramente del resultado de las elecciones de este mes de noviembre. Sin embargo, en las cambiadas circunstancias actuales, incluso si ganase el candidato del Partido Demócrata –que será Joe Biden- los nuevos gobernantes tendrían que plegarse, en buena medida, a las nuevas exigencias de la presente crisis nacional, aunque no les gustase hacerlo]
Lo que nos espera [prosigue la Sra. Mandeville] es el desencadenamiento de una guerra entre modelos [políticos y sociales], entre regímenes autoritarios y sistemas liberales, sobre el fondo de la ascensión de tecnologías susceptibles de hacer peligrar nuestras libertades individuales, en opinión del pensador israelí Yuval Harari (Financial Times).
Desde luego, Estados Unidos ha mostrado muchas veces la enorme capacidad de reacción de su sociedad, que actúa de un modo descentralizado y con un enorme impulso de movilización [sin esperarlo todo de papá-Estado, a diferencia de en Europa], y ya da muestras de su despertar a la realidad del desafío. Pero [el resto de] Occidente [esto es, principalmente Europa] se muestra sin embargo increíblemente débil, cuando va a ser preciso inventar un nuevo mundo, sobre todo en el plano económico, y nuevas normas de colaboración, como se hizo tras 1945.
Y … ¿Europa?
En cuanto a Europa, como señala con realismo Dominique Reynié, en Le Figaro, brilla por su impotencia y podría desaparecer si no logra reponerse. Aparte de las medidas de apoyo adoptadas por el Banco Central Europeo y del tweet pueril colgado por la Sra. Van der Layen [nueva Presidente de la Comisión Europea] en el que se muestra lavándose las manos, al tiempo que canturrea la Oda a la Alegría [bonita música, pero absurdo himno oficial de la UE], ¿qué ha hecho Europa?
[Europa, nos lo dicen todos los días sus dirigentes desde hace más de 15 años, tiene como primerísima prioridad “salvar al Planeta”, o sea, una meta ridícula e imaginaria, que la incapacita para afrontar los verdaderos problemas y hacerse respetar en la escena internacional. Y la nueva Presidente de la Comisión Europea reincide plenamente en el mismo despropósito inhabilitador. GJ]
Para evitar su arrumbamiento, [Europa] tendrá que superar el debate sobre “los malvados nacionalistas y los amables globalistas” y viceversa. [Habrá que] Conjugar el necesario fortalecimiento de nuestras naciones con nuevas formas de cooperación intraeuropea, occidentales y globales.
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