El proceso para la confirmación de cada miembro del Gabinete de Trump pone en evidencia la idoneidad de los propuestos, la disposición o no al entendimiento con la oposición y delimita las posibilidades de alcanzar acuerdos en los diferentes campos de la acción de gobierno. Las confirmaciones en el Senado se encuentran en sus inicios y se prolongarán casi un año.
Nikki Haley. Embajadora ante NN.UU. (A la derecha, su padre)
El proceso de confirmaciones para la nueva Administración
Nada más constituirse el nuevo Senado en la segunda semana de enero 2017, se pusieron en marcha las audiencias públicas (y retransmitidas por la televisión C-SPAN, www.c-span.org) con cada uno de los 21 altos responsables federales, con rango de miembros del gabinete, propuestos por el Presidente electo para tratar de obtener la confirmación de esta Cámara.
Antes de echar a andar las audiencias los interesados deben cumplimentar largos y muy detallados formularios referidos a innumerables aspectos de su persona, vida y contactos. Errores en dicha documentación, fuesen o no voluntarios, comportarían serias consecuencias para los interesados.
En proceso de confirmaciones en el Senado pasa primero por el comité sectorial correspondiente (por ejemplo, el de asuntos exteriores para el Secretario de Estado), a veces por un segundo e incluso tercer comité, sometiéndose luego al pleno. Cada uno de estos comités sectoriales puede poner fin al proceso, de manera denegatoria. Los comités deciden por mayoría simple. En el pleno del Senado –de 100 escaños- el Partido Republicano en principio hará valer su mayoría actual (52 a 48), a menos que la persona propuesta suscite la oposición de varios senadores de la derecha. Solo se requiere una mayoría simple de 51 votos.
Hasta noviembre de 2013 las votaciones en el Senado para estas confirmaciones requerían una mayoría de 60 votos y estaban sometidos a la parafernalia del filibuster, operativa que estaba pensada para defender los derechos de las minorías en estas y en otros varios tipos de votaciones del Senado. Este arcaico mecanismo (los 60 votos) se venía aplicando para estas confirmaciones de altos cargos desde 1975. En noviembre 2013, cuando Obama no conseguía sacar adelante el nombramiento de varios jueces para el –decisivo- tribunal de apelaciones de Washington DC el líder de la mayoría demócrata en el Senado, Harry Reid (personaje de rancio sectarismo, recién retirado de la política) cambió las normas de votación por la mayoría simple, pensando que ellos iban a controlar el Senado por mucho tiempo … pero en 2014 pasó a los republicanos, que ahora se benefician de aquel cambio. No obstante, ahora los demócratas les echan en cara a los conservadores que no tengan en cuenta a la minoría (a ellos), como si Trump hubiese cambiado el reglamento; lo de siempre …
La reforma demócrata de noviembre 2013 no se aplica a las confirmaciones de los jueces propuestos para el Tribunal Supremo (si para los tribunales inferiores), que siguen necesitando 60 votos. De todos modos, se rumorea que si los demócratas tratan de bloquear la confirmación del excelente juez Neil Gorsuch, propuesto hace unos días por Trump, los republicanos extenderán la reforma reglamentaria de los 51 votos a la confirmación de este tipo de cargos.
Simultáneamente a la tramitación en el Senado, la propia Casa Blanca, el FBI y otras agencias de seguridad efectúan una investigación a fondo de cada uno de los propuestos: posibles actividades financieras dudosas, antecedentes penales, relaciones con estados extranjeros, etc.
Una vez en marcha el proceso de confirmaciones en el Senado, si alguno de los propuestos no concita el respaldo de varios de los senadores del partido del presidente, o si la oposición en bloque crea un estado de opinión pública muy adverso en torno a algunos asuntos, normalmente el propuesto se retira antes de recibir un voto contrario en el pleno.
Las confirmaciones en el Senado para la Administración Obama en 2009
En el primer gabinete de Obama, en 2009, se retiraron tres de quienes había propuesto, por diversos problemas: dos estuvieron propuestos para Comercio y uno para Sanidad. Sin embargo, al iniciar su segundo mandato en 2013, ninguno de los propuestos tuvo que retirarse, si bien es cierto que varios de ellos repitieron en el mismo cargo.
En 2009 el proceso de confirmación de los 21 propuestos por Obama no concluyó hasta abril, aunque el día de la toma de posesión (20 de enero) ya habían sido confirmados –con el visto bueno republicano- casi la cuarta parte de los propuestos, 5: los Secretarios de Defensa, Interior, Energía, Veteranos y Educación. Durante la siguiente semana, otros seis quedaron confirmados: Estado, Seguridad Interior, Tesoro, Transportes, Agricultura y Vivienda. A los siete días de la toma de posesión el Senado había confirmado a 11 de los 21 propuestos, lo que permitió arrancar con normalidad el trabajo de la nueva Administración.
Se ha tratado hasta aquí de los 21 altos cargos con rango de miembro del gabinete para los que el Senado está abordando el proceso de confirmación de forma prioritaria, para que la nueva Administración pueda ponerse en marcha. No obstante, el Senado deberá acometer –con posterioridad- este mismo proceso para otros 1.212 altos cargos (de los 4.000 a los que nos referimos), sin rango de miembro del gabinete. Se les investigará también sus anteriores actuaciones u opiniones en el ámbito de las responsabilidades que ocuparían, así como sus relaciones con negocios del sector en cuestión y otros aspectos relevantes de su vida personal y profesional. Se trata de los segundos escalones de los ministerios y de los directores y directores adjuntos de cientos de agencias federales. Es difícil que este trabajo del Senado concluya antes del otoño; y sería sorprendente que varios de ellos no tuvieran que retirarse por falta de apoyos, incluso entre los republicanos.
Arranque de las confirmaciones en el Senado para la Administración Trump, con zancadillas
A diferencia del fácil despegue de la primera Administración Obama en 2009, la de Trump está siendo obstaculizada por la oposición demócrata mediante cuestiones de procedimientos a cada paso. Esta actitud forma parte del movimiento de “resistencia total” a Trump en que está embarcada la izquierda estadounidense, casi en bloque.
El día de la toma de posesión de Trump (el 20 de enero) solo estaban confirmados dos de los propuestos, en comparación de cinco con Obama. En los diez siguientes días a Trump se le confirmaron 3 más, frente a 7 de Obama.
Durante estos periodos transitorios, los jefes en función de cada departamento y agencia siguen siendo dirigentes, de segundo nivel, de la anterior Administración. En esos decisivos momentos iniciales de una nueva presidencia, la posibilidad de cometer errores –y recibir zancadillas- es considerable, sobre todo si el entrante se precipita a tomar medidas sin aguardar a disponer de buena parte de su gabinete en sus puestos.
Dicho esto, es también cierto que la bisoñez del equipo de transición de Trump tardó en pedir a los propuestos que rellenasen los numerosos formularios imprescindibles para arrancar el proceso de confirmaciones en el Senado.
La información oficial del Senado sobre las confirmaciones en el Senado de los altos cargos (miembros o no del gabinete) se encuentra aquí.
El Washington Post está ofreciendo una información más amplia aquí, aunque no se sabe cuánto tiempo la mantendrá activa.
El equipo de seguridad nacional –los Secretarios de Defensa y de Seguridad Interior- obtuvieron un gran respaldo bipartidista en el Senado, que en el caso de Mattis fue prácticamente unanimidad (98, frente a 2). Kelly recibió 88 votos positivos, frente a 11 negativos. Ambos pudieron asumir sus cargos el mismo día que el Presidente Trump (el 20 de enero). Unas votaciones como las que mencionamos evidencian el sentido de estado de ambos partidos políticos en EEUU, así como la gran idoneidad de los propuestos.
Por razones evidentes, los secretarios y directores de esta área suelen ser los primeros en ser anunciados por el nuevo presidente, abordándose en primer luego su consideración en el Senado. Muy frecuentemente, su confirmación es efectiva el mismo día de la toma de posesión del nuevo inquilino de la Casa Blanca, en torno al 20 de enero, o en la siguiente semana, para evitar vacíos de poder en carteras tan decisivas.
En los 10 días siguientes a la toma de posesión (hasta el 30 enero), solo se produjeron 3 confirmaciones en el Senado, en comparación con 7 para la primera Administración Obama.
La Sra. Nikki Haley obtuvo una aprobación casi unánime del Senado como nueva Embajadora ante Naciones Unidas: 96 a favor y 4 en contra, a pesar de su inexperiencia en este campo. Prosigue, así, su estrella ascendente.
La Sra. Elaine L. Chao, también recibió una votación muy favorable, 93 a 6, aunque en su caso cuenta con gran experiencia en la Secretaría de Transporte.
Mick Pompeo fue confirmado como Director de la CIA, con 66 votos positivos y 32 en contra, lo que supone que le apoyaron 14 demócratas, lo que representa un apoyo bipartidista aunque cauteloso.
Durante febrero se produjeron 10 confirmaciones más.
Otra de las carteras clave, la Secretaría de Estado, obtuvo su jefe el primero de febrero, siendo un poco más tarde de lo habitual. Rex Tillerson únicamente consiguió el respaldo de 4 demócratas, totalizando 56 votos favorables, a consecuencia del riesgo que supone sus anteriores relaciones de negocios con el presidente ruso.
Cinco de los propuestos fueron confirmados prácticamente con el solo respaldo de los 52 senadores republicanos.
Jeff Sessions, como Fiscal General: 52 a 47.
Thomas Price, la cartera de Sanidad y por tanto, la reforma del Obamacare: 52 a 47.
Steven T. Mnuchin, Tesoro: 53 a 47. La falta de un cierto apoyo de senadores de la oposición al propuesto para este cargo es inusual en EE.UU., lo que debilita la posición de Mnuchin. Su pasado como banquero en Wall Street durante la crisis, con desahucios de por medio, fue el principal motivo del rechazo de los demócratas.
Scott Pruitt, Director de la Agencia de Protección Medioambiental (EPA), de quien se espera un excelente trabajo, restaurando las funciones específicas de la agencia para la limpieza del agua y el aire, al tiempo que se abandonan las políticas de cambio climático que han extralimitado sus funciones estatutarias e irritado a medio país, obtuvo 52 a 46.
Mick Mulvaney, como Director de la Oficina de Administración y Presupuestos (MBO) de la Casa Blanca: 51 a 49.
El caso del multimillonario Wilbur Ross, para la Secretaría de Comercio, fue especial, al obtener 72 votos positivos (y solo 27 en contra). Se trata de un neófito de la política, pero participará en la renegociación de varios acuerdos internacionales de libre comercio y bastantes demócratas comparten su intención de forzar todo lo posible la balanza del lado de Estados Unidos.
David J. Shulkin ha sido el único propuesto en conseguir los 100 votos del Senado para hacerse cargo de la Secretaría de Asuntos de los Veteranos, en la que Trump se ha comprometido a una mejora considerable del servicio prestado. Shulkin lleva años siendo el número dos de este departamento y carece de un fuerte perfil político. Una buena elección de Trump.
La Sra. Linda E. McMahon es otra de los outsiders del gabinete de Trump. Nunca ha ocupado un cargo público, pero cuenta con experiencia empresarial. Obtuvo nada menos que 81 votos favorables para dirigir la Administración de la Pequeña y Mediana Empresa, ¿quizá por ser mujer o por la escasa entidad del puesto?
Una suerte muy distinta corrió otra mujer, también multimillonaria y outsider: Betsy DeVos, propuesta Secretaria de Educación. Carece también de experiencia política, pero lleva media vida dedicada a promover programas de corte conservador en la enseñanza primaria y secundaria y a ayudar a niños pobres. El Partido Demócrata hizo todo lo posible para evitar su nombramiento, atrayéndose a dos senadores republicanos. Trump, acertadamente, no quería sustituirla y el Vicepresidente Mike Pence, en su calidad de Presidente del Senado tuvo que emitir su voto, cosa que no suelen hacer los Vicepresidentes. La Sra. DeVos fue confirmada por 51 votos contra 50.Sus políticas reformadoras pueden reverberar en unos años en buena parte del mundo occidental, con las adaptaciones nacionales de rigor.
A comienzos de marzo se produjeron otras 3 confirmaciones.
Ryan Zinke accedió a la Secretaría del Interior por 68 a 31. A 16 demócratas les gustó su postura conservacionista para los parques y otras tierras federales.
A Rick Perry le votaron 10 demócratas (62 a 37) para la Secretaría de Energía. Aunque Perry es un firme partidario de los hidrocarburos, como gobernador de Tejas apoyó también la expansión de la energía eólica, para la que dicho Estado reúne las mejores condiciones de viento. Esto le debe haber ganado el voto de los demócratas.
Ben Carson, quien participço en las primarias presidenciales del GOP, fue confirmado como Secretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, por 58 a 41.
La situación en el presente
Actualmente, 5 de marzo, tan sólo quedan cuatro miembros del gabinete para quienes no ha concluido sus confirmaciones por el Senado.
Tonny Perdue, el propuesto como Secretario de Agricultura no parece que vaya a tener ninguna dificultad, pero Trump le seleccionó tardíamente (el 18 de enero) y las investigaciones externas sobre su pasado están retrasando las audiencias públicas.
Robert Lighthizer, es el propuesto para el puesto de Representante para las Negociaciones Comerciales (internacionales), el USTR. La coincidencia de la mayoría de los senadores demócratas con parte de los republicanos acerca de posiciones más proteccionistas y más exigentes con los competidores extranjeros, garantiza la aprobación de Lighthizer.
Nota posterior.- El 15 de marzo se celebró su audiencia.
El propuesto en enero para Trabajo, Andrew Puzder, (multimillonario y outsider) renunció al puesto a mediados de febrero, cuando en el Senado surgieron problemas de maltrato a su ex-mujer hace un par de décadas. Trump propuso en su lugar a Alexander Acosta, que sería el único latino en el gabinete Trump. Acosta dispone de mucha experiencia política y ya ha sido confirmado anteriormente por el Senado para tres puestos: viceministro de Justicia, miembro de la Oficina Nacional de Relaciones Laborales y fiscal federal del sur de Florida. En la actualidad es decano de la Facultad de Derecho de la Universidad Internacional de Florida. Acosta todavía se está sometiendo a comités sectoriales y obtendrá con facilidad la confirmación.
Dan Coats, antiguo gobernador de Indiana, está propuesto para un puesto creado hace una década pero que ha recibido en febrero la consideración de miembro del gabinete, debiendo someterse al Senado. Se trata de Director de Inteligencia Nacional. Este director y su oficina preside la denominada Comunidad de Inteligencia (Intelligence Community) de Estados Unidos, creada por Reagan con fines de cierta coordinación, en la que se integran 16 departamentos ministeriales y agencias (tales como la CIA, la Agencia Nacional de Seguridad, cinco agencias militares de inteligencia y una para el espacio). Nota posterior.- El 15 de marzo Dan Coats consiguió la confirmación con facilidad: 85 a favor, 12 en contra.
Cuando el proceso de confirmaciones en el Senado concluya hacia mediados de abril para los 21 cargos con rango de miembros del gabinete, seguramente habrá habido solo una baja política, Andrew Puzder (Trabajo).
[Nota posterior: A los tres meses de la toma de posesión de Trump, el 20 de abril 2017, quedan tres altos cargos con rango de miembros del Gabinete, sin confirmar: Sonny Perdue, propuesto Secretario de Agricultura; Alexander Acosta, propuesto Secretario de Trabajo y Robert Lighthizer, propuesto Representante (federal) para las Negociaciones Comerciales (internacionales), USTR. En el primer Gabinete de Obama, 2009, a los tres meses de su toma de posesión sólo quedaba uno por confirmar –Sanidad-, que lo fue una semana después. El obstruccionismo demócrata, continúa para el Gabinete Trump]
Perspectivas de colaboración política bipartisana
En las carteras ministeriales y agencias en las que su jefe haya sido aprobado por el Senado con un cierto espectro bipartisana serán en las que podrán salir adelante algunas leyes y reglamentos consensuados entre ambos partidos, o por lo menos con parte de los congresistas demócratas. De todos modos, en ocasiones el apoyo ha sido más a la persona propuesta que a la política que se propone aplicar.
Las mejores expectativas para el bipartidismo se presentan en las áreas de defensa y seguridad interior, aunque en materia de inteligencia los desencuentros están siendo frecuentes y podrían continuar. Además, las cuestiones relativas al control en fronteras de personas de países predominantemente musulmanes, que están dando lugar a agrios debates en estos primeros meses, no tienen entidad para enturbiar las demás políticas de seguridad nacional.
En las relaciones exteriores las fricciones serán serias, considerando que el programa de los republicanos para las elecciones suponía un amplio cuestionamiento de la política exterior de Obama y que el nuevo inquilino de la Casa Blanca ha incorporado graves incertidumbres, como en las relaciones con la enemiga Rusia. No obstante, en un país serio como EE.UU. actúa con mucha frecuencia en ambos partidos el sentido de estado, acomodando hasta cierto punto las diferencias para presentar una posición más o menos común hacia el exterior.
En tres sectores la cooperación será bastante estrecha: comercio exterior, transportes e infraestructuras y asuntos de los veteranos.
En otros cuatro sectores sucederá justo lo contrario: sanidad, educación, cambio climático (que se sitúa en medioambiente) y en asuntos de justicia. En energía, a pesar del apoyo personal recibido por Rick Perry, habrá una confrontación intensa y duradera. Algo parecido es previsible en el Departamento de Interior; varios demócratas han reconocido los propósitos positivos en materia de conservación de los parques nacionales, pero la inevitable apertura de los millones de km2 de tierras y aguas federales a la explotación de hidrocarburos y de minerales, el enfrentamiento será intenso y de largo alcance.
En la gestión de la economía (Secretaría del Tesoro) la absoluta prioridad de la actual Administración es la reforma de la fiscalidad de las sociedades, de la que se espera que estimule un mayor ritmo de crecimiento económico sostenido, del 3% o superior, desde mediados de 2018, de lo que dependen muchos otros objetivos. De la reforma fiscal se viene debatiendo en el Capitolio desde hace muchos años y, especialmente, desde las elecciones de 2014, pero antes se ha de solventar en el Congreso la reforma del Obamacare. La modificación fiscal podría salir adelante en la segunda mitad de este año, porque la financiación del plan de infraestructuras está en juego, pero es difícil prever las posibilidades.
Deja una respuesta