Piquetes están paralizando Canadá (Toronto, Ontario. 15 febr. 2020)
¡No Más Oleoductos¡ (Pipelines). ¡Que no se invadan las tierras indígenas!
Por tercera semana consecutiva, el Gobierno nacional del muy progresista Primer Ministro Justin Trudeau (dirigente del Partido Liberal) está permitiendo –con su inacción- que la economía de este inmenso país se vea perjudicada por los sabotajes a la circulación de los ferrocarriles por parte de los ecologistas radicales.
Los activistas-saboteadores pretenden que sus ilegales bloqueos a la circulación de trenes (de pasajeros y mercancías), son simplemente en apoyo a las protestas de algunas tribus de indígenas –que quieren preservar sus costumbres y terrenos de caza-, pero en realidad eso no es mas que un pretexto, azuzado y manipulado por los ecologistas.
El Primer Ministro Trudeau quien -si no ocupara ese cargo en estos momentos-, estaría poco menos que tomando parte personalmente en los bloqueos ilegales (este es el personaje), apenas está haciendo respetar el derecho a la libre circulación de mercancías y pasajeros, ni está defendiendo la economía nacional.
Lo primero para Trudeau es su alianza con los ecologistas radicales, que le apoyan en las campañas electorales.
Una vez más se comprueba que el ecologismo radical está –en gran parte- en el poder, en este caso en uno de los principales países occidentales.
Primer Ministro Justin Trudeau
Con independencia de que sea pro-LGBT, ¿no tiene un cierto aire de niñato?
Ni una huelga ferroviaria había parado nunca la red durante tanto tiempo
Veinte días después de su comienzo, buena parte del transporte de pasajeros y mercancías por ferrocarril sigue paralizado en Canadá.
Ayer, el diario National Post daba cuenta de que “la mañana del lunes [día 24 de febrero] varias personas que estaban protestando fueron arrestadas por la policía provincial [de Ontario], cuando ésta intentaba levantar el bloqueo del ferrocarril en … el centro de Ontario, lo que estaba impidiendo casi completamente el tráfico de mercancías y pasajeros”. Esta acción tuvo lugar al este de Toronto, cerca de Belleville (Ontario).
La crónica añadía que “otras varias docenas de policías formaron una línea delante de quienes seguían protestando en la acampada, que ha estado en pie unas tres semanas”.
Hay que tener presente que la red ferroviaria de Canadá tiene una disposición muy longitudinal, más o menos en paralelo a la frontera con EE.UU., por cuanto es muy fácil paralizarla, sobre todo si el gobierno nacional quiere dejar hacer.
Red ferroviaria de VIA Rail (La empresa pública, para pasajeros)
Por su parte, Yahoo News ha informado de que “ayer lunes [día 24], la policía de Ontario despejó la vía de personas que estaban protestando contra un gasoducto, lo que está causando considerables daños a la economía canadiense, al haber bloqueado la arteria ferroviaria este-oeste durante casi tres semanas”.
Se ha sabido que la iniciativa de esta acción, el lunes día 24, para despejar el tránsito, no ha procedido del gobierno sino de un tribunal, a instancia de una de las compañías ferroviarias.
Desde el 13 de febrero, la mayor compañía ferroviaria para mercancías, Canadian National (CN), que está privatizada, se vio obligada a suspender todas sus operaciones en el centro y el este del país, a lo largo de varios días. Por consiguiente, tuvo que dejar en suspenso durante varios días el contrato de 450 de sus empleados.
El corte del transporte ferroviario se fue agravando
Hacia el día 18 de febrero, la otra gran compañía de mercancías por ferrocarril –Canadian Pacific Railways, también privada– sufría ya el bloqueo de varias de sus líneas, en el oeste del país.
El día 19, los saboteadores tuvieron que recular y desmontar la barricada en una línea para mercancías de CN, en los alrededores de Edmonton. Como dijo un diario, esto sucedió “ante la presencia de unos cuantos contra manifestantes”.
Esta ciudad es la capital de la provincia canadiense que dispone de más reservas petrolíferas, Alberta, y muchas decenas de miles de puestos de trabajo dependen del crudo. Por ello, existe una intensa resistencia a las provocaciones ecologistas.
El consejero delegado del mayor grupo de transporte de mercancías por camión de Canadá, Mullen Group, declaró que lo que se está haciendo es “una forma de eco-terrorismo”.
Añadiendo que “mejor que [el Gobierno] haga algo [para poner fin a esta situación] o muchos canadienses van a verse dañados por las distorsiones en las cadenas de suministro”.
Un gran número de contenedores, llegados del exterior por barco, se están acumulando en los puertos de Canadá. Diversas empresas industriales empiezan a sentir escasez de bienes intermedios y materias primas para su actividad.
Oposición de algunos pueblos indígenas a un gasoducto en el oeste
Algunos pueblos indígenas –no así otros varios– se oponen a la construcción de varios oleoductos a través de parte de las tierras que el Estado les cedió como reservas en la Constitución nacional de Canadá. (Leer el apartado de “Opponents and proponents”, en el enlace de arriba)
Evidentemente, son Greenpeace y los demás lobbies ecologistas quienes les incitan a oponerse a todo, marcan el momento adecuado para desencadenar la protesta (tras la victoria electoral de Trudeau, el pasado otoño), pagan las minutas de 6 o 7 dígitos de los bufetes de abogados que tratan de hundir todos los proyectos energéticos convencionales con sus demandas judiciales … y pagarán todos los demás gastos, que uno puede imaginar sin mucho esfuerzo. Nunca le falta dinero a Greenpeace.
Las protestas indígenas-ecologistas comenzaron el 6 de febrero, en relación a la construcción del gasoducto Coastal GasLink, al norte de la provincia de Columbia Británica. Tendrá 670 km. de longitud. La tubería atravesará las Montañas Rocosas, alcanzando la costa del Pacífico. Estas obras comenzaron en enero de 2019. (Más abajo, incluyo un mapa)
En la costa, el gas se licuará en una planta que ya está siendo construida y, en forma de GNL (gas natural licuado), se exportaría a los grandes y rentables mercados de Asia oriental.
Desde el 6 de febrero, piquetes de activistas del ecologismo radical –acompañados por algunos indios, como adorno-, están impidiendo por la fuerza el movimiento en la red ferroviaria, particularmente de la responsable del movimiento de mercancías y materias primas.
Beneficios del gasoducto para las comunidades locales
Durante la construcción del gasoducto, se necesitarán más de 2.000 trabajadores, en su mayoría de la zona, durante los 4 años previstos. Soldadores y otros empleos recibirán altos sueldos. Además, se ha estimado que empresas de la provincia serán subcontratadas por un importe total de unos 620 millones de dólares.
El importe global del gasoducto –si los ecologistas no consiguen interrumpirlo y elevar los costes- será de unos 5.000 millones de dólares US.
Además, está la planta de GNL, para la exportación. En 2018, el primer ministro de la provincia de British Columbia, John Horgan –a pesar de ser de izquierda-, declaró que “la decisión de construir una planta para licuar gas natural, por un importe de 40.000 millones de dólares canadienses en [la pequeña localidad de] Kitimat, es algo así como que la luna aterrice en [nuestra] provincia”. En dicho acto, el primer ministro de la provincia proclamó su total apoyo a todo el proyecto: gasoducto y planta de GNL.
No es para menos, porque la planta GNL será la mayor inversión privada en toda la historia de Canadá, según declaró el Primer Ministro Trudeau en 2018.
Sólo quienes hayan dejado que sus neuronas se degraden en simple ideología, pueden empeñarse en evitar la creación de semejante riqueza.
El bloqueo del ferrocarril a escala nacional, obra de los ecologistas
Como por arte de magia, esa misma noche del jueves, día 6 de febrero de 2020, a 4.500 kilómetros de distancia, al este del país, en las provincias de Ontario y Quebec, se produjeron “los primeros bloqueos … provocando la paralización de todos los trenes de pasajeros entre Toronto, Montreal y Ottawa”.
Simultáneamente, “otro grupo [de saboteadores] estaba impidiendo el paso de trenes de mercancías y pasajeros en la [ciudad] de Smithers, en la Columbia Británica”, en el extremo occidental del país.
Todos sabemos cuánto ensucia y cuánto arrasa la vida animal, vegetal y marciana un “vertido” de gas natural
Porque, se habrán percatado de que el combustible que transportará el Coastal GasLink es gas natural, no petróleo.
Ni tan siquiera los activistas más radicales, como los del lobby californiano Sierra Club, han sido capaces de identificar ningún otro peligro de los gasoductos, mas que su posible explosión. Otra cosa, es la historia del CO2 y el cambio climático, tema más que cuestionable.
Como todos sabemos, las estaciones de servicio que hay dentro de las grandes ciudades, también pueden explotar; así como los depósitos de gas para la calefacción de muchos de los edificios de los alrededores de las ciudades …
Frente al temor a que pudiera formarse una nube de gran toxicidad, letal, en caso de una explosión en un gasoducto, aunque fuera a gran distancia de las ciudades, se puede responder como hacen los gallegos, con otra pregunta: si Vd. cocina quemando alguna de las variedades de gas natural, butano, etc. ¿se forma en su cocina, todos los días, una nube tóxica? Pues, eso es lo que hay que responder a los catastrofistas del ecologismo.
El gasoducto en cuestión, el Coastal GasLink, al norte de British Columbia, ni se acerca a ninguna ciudad (de mediano tamaño), porque no existe ninguna en toda esa región.
Transcurre siempre lejos de cualquier núcleo urbano, por zonas remotas de las Rocosas canadienses, apenas habitadas. El gasoducto nacerá a unos 50 km. al oeste de la pequeña ciudad de Dawson Creek, de 13.000 habitantes. No parece que quienes viven en Dawson Creek se sientan amenazados; parece que son siempre perdonas de otras regiones quienes van a manifestarse allí.
El gasoducto irá bajo tierra e incorporará todas las nuevas medidas de seguridad
Además, la tubería irá bajo tierra, evitando incluso el negativo impacto visual.
¡Qué pena que los espantosos aerogeneradores –que estropean infinidad de paisajes- no puedan enterrarse, también! Bueno, en realidad, se están enterrando los molinillos cuando concluye su vida útil, porque casi no pueden reciclarse.
Ciudad de Kitimat: 8.200 habitantes. Dawson Creek: 13.000 habit.
Fuente: National Post.
La pequeña localidad costera de Kitimat, fin del gasoducto, se encuentra a unos 1.200 km al norte de Vancouver.
La reducida ciudad de Prince Rupert, es la más habitada de toda la zona costera, con 12.000 habitantes. Está a unos 120 km de distancia de Kitimat, en línea recta, tras unas montañas. No parece que su población estará muy amenazada por el gasoducto, aunque llegara a explotar, lo que se ha mostrado (en otros muchos gasoductos) que es algo sumamente improbable que ocurra, en ausencia de un sabotaje.
El muy positivo precedente del oleoducto de Alaska, de 1977
“El oleoducto de Alaska no cuenta con las más modernas técnicas antisísmicas, ya que se construyó hace [más de] 40 años, en 1977. A pesar de ello, las precauciones incorporadas están siendo suficientes para resistir las sucesivas sacudidas sísmicas” que se están produciendo, la última de ellas el 30 de noviembre de 2018, de una magnitud 7.0 en la escala de Richter. Eso es lo que conté en mi artículo de diciembre de 2018.
El oleoducto no sufrió ningún daño, digno de reseñarse.
Tribunal Supremo, 2017. Los pueblos indígenas carecen de veto sobre los proyectos energéticos
Durante décadas, los activistas canadienses y varias de las tribus de indígenas, tergiversado cuanto pudieron la legislación en vigor, pretendiendo que estos pueblos disponían de un derecho de veto sobre cualquiera gran infraestructura que se hiciera en sus amplias reservas.
Afortunadamente, en julio de 2017 el Tribunal Supremo zanjó, con toda claridad, este asunto.
Los editorialistas de uno de los principales diarios canadienses, The Globe and Mail (Toronto), de tendencia centrista, lo explicaron de este modo: “Cuando una [gran] obra –como un oleoducto …- puede ejercer un impacto sobre los derechos de alguna comunidad indígena … ésta deberá ser consultada adecuadamente”.
Y la sentencia del Supremo especifica los requisitos que deberá reunir dicha consulta: que sea “real” y “sustancial”, que la comunidad afectada “reciba toda la información” precisa y se le informe de “las consecuencias” del proyecto, que tenga “oportunidad de responder” de un modo sistemático, etc.
Los picapleitos de los ecologistas –siempre muy bien pagados- habían retorcido en el pasado anteriores disposiciones, dando a entender que “haber sido consultados” equivalía a que la comunidad indígena “hubiera dado su consentimiento”, pero esto no aparece en la sentencia de 2017 por ninguna parte.
Por ello los editorialistas del G&M concluían que los requisitos exigidos por el Tribunal Supremo, “no constituyen un veto de los indígenas”.
Naturalmente, en la propaganda de Greenpeace posterior a la sentencia del Supremo de 2017, como en su artículo del 17 de abril de 2018 sobre las arenas bituminosas de Canadá, continúa dando a entender –aunque no lo afirme explícitamente- que lo único justo es que un proyecto quede sometido al consentimiento previo de la comunidad implicada.
Greenpeace no acepta la sentencia del Supremo. Simplemente la soslaya
Se niegan a admitir que el Tribunal Supremo de Canadá no piensa como ellos: es justo que se les informe y se les escuche a las comunidades indígenas afectadas, pero su interés en estos proyectos no es el único a tener en cuenta, ni el único a ser protegido por la Ley.
La intención torticera de Greenpeace es evidente, para variar: inducir a engaño al lector, que no conoce la sentencia o apenas sabe cuál es su contenido.
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