Movimiento para potenciar la energía nuclear en Europa
Francia y otros 9 estados de la Unión Europea (UE) reclaman ahora que la energía nuclear sea considerada una fuente verde de energía
Ya en mi artículo del 22 de noviembre, expuse lo siguiente:
“Abundando en la reevaluación de la energía nuclear … la cadena televisiva especializada en noticias de la UE, Euronews, informó a comienzo de octubre de este año 2021, lo siguiente (en su titular):
“Dirigidos por Francia, 10 países [de la UE] piden a Bruselas [esto es, a la Comisión Europea] que clasifique la energía nuclear como una fuente verde [de energía]”
“Empleando la jerga comunitaria, esto significa que incluya la energía nuclear en la denominada ¨taxonomía para la financiación verde¨, lo que “reconocería que la energía nuclear es una fuente de muy bajas emisiones de carbono”, lo que es un hecho indudable … por lo que contribuye a la descarbonización de la economía”.
“La lista de aquellos 10 países, es la siguiente: Bulgaria, Croacia, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Finlandia, Francia, Hungría, Polonia y Rumanía”.
“Esto significa, todos los países de Europa central y oriental de la UE (salvo los 3 bálticos), junto a Francia y Finlandia, teniendo ya ambos de estos dos países una elevada aportación de la energía nuclear a su generación de electricidad: casi 70% y 35% del total, respectivamente”.
Además, tanto Holanda como Suecia apoyan también esta propuesta, aunque no firmaron aquella declaración.
Desde comienzos de los años 80, no se veía nada semejante. Se vislumbra el renacer de la energía nuclear en Europa.
Tras el accidente nuclear de Chernóbil en 1986 en Ucrania (que entonces formaba parte de la Unión Soviética) Greenpeace y todo el movimiento ecologista occidental lograron –en gran medida- paralizar la construcción de nuevas centrales nucleares en Occidente … y así ha seguido hasta este año 2021.
El parón –casi indefinido- a la energía nuclear tras 1986 fue precipitado e infundado
Como expliqué en mi artículo sobre Chernóbil, no fueron fallos de la tecnología de la central nuclear lo que provocó el accidente, sino la irresponsable gestión de dicha central por parte del régimen totalitario soviético, lo que supone una causa muy distinta a la explicación del ecologismo.
En el momento de ese accidente, 1986, apenas habían pasado 13 años desde que se empezaron a construir centrales nucleares en Occidente y en la URSS.
En la actualidad, estamos acercándonos en los países europeos, democráticos, a los 50 años de funcionamiento de las centrales nucleares sin que se haya producido ni un solo accidente de consideración en Europa, con más de 100 centrales en funcionamiento, como veremos.
El ecologismo consiguió esta “victoria histórica” –el casi total bloqueo del desarrollo de la energía nuclear- únicamente en base a llevar al paroxismo el miedo entre las sociedades occidentales, bombardeando a la población con sus mensajes catastrofistas, en lugar de emprender un debate serio y racional de los pros y contras de la energía nuclear, como hay que hacer ante una nueva tecnología.
¿Quién puede seguir creyendo todavía a Greenpeace en eso de que todas las centrales nucleares son intrínsecamente inseguras y un peligro inaceptable para la población?
Lo prudente y sensato es que tras el accidente en Chernóbil se hubiera producido un parón en la construcción de nuevas centrales nucleares de 4 o 5 años.
En ese tiempo, los técnicos hubieran investigado a fondo nuevas medidas para incrementar la seguridad en las centrales, etc. Por su parte, los representantes de los ciudadanos, en los parlamentos, hubieran discutido cómo poner en práctica las conclusiones extraídas por los expertos, al tiempo que hubieran seguido beneficiándose de las grandes ventajas de la energía nuclear.
La Comisión Europea lleva varios meses reconsiderando su histórico rechazo a este tipo de energía. No tardará mucho en tomar una decisión definitiva
Esto es, no sólo un número considerable de los países de la UE pide la potenciación de la energía nuclear, sino que el brazo ejecutivo de la Unión Europea ha puesto en marcha su –lenta- maquinaria para estudiar a fondo (tras estos casi 50 años de experiencia nuclear) las verdaderas posibilidades de esta fuente para sacarnos de la crisis energética que se veía venir y que ya tenemos encima de nosotros en Europa, desde este mes de septiembre.
La gran mayoría de los medios de comunicación convencionales europeos (de izquierda y de derecha) apenas han dado cuenta a la opinión pública de un gran paso que ya se ha producido en dicho proceso de reevaluación de la energía nuclear por parte de la Comisión Europea.
Pregúntese Vd. si ha escuchado o leído lo que expongo a continuación.
Las actuales técnicas y procedimientos para el almacenaje definitivo de los residuos radiactivos de las centrales son adecuados y suficientes, ha concluido el grupo técnico de estudio de la Unión Europea
En junio de 2021, el Grupo de Expertos (GE) del tratado europeo Euratom (de 1957), que reunió a expertos sobre protección frente a la radiación y la gestión de los residuos radiactivos, hizo público el informe que le había sido solicitado por la Comisión Europea. Según el informe del GE:
“los almacenamientos geológicos profundos [AGP] se consideran, conforme al actual nivel de conocimiento, un medio apropiado y seguro de aislar el combustible [nuclear] gastado y otros residuos radiactivos de alta actividad [RAA] para aislarlos de la biosfera durante un periodo de tiempo muy prolongado [esto es, muchos cientos de años], y que las tecnologías necesarias [para lograrlo] están hoy en día disponibles”.
Dicha decisión de este Grupo de Trabajo se alcanzó con una mayoría aplastante: 28 votos a favor, uno en contra y tres abstenciones.
El ciclo del almacenamiento de los residuos nucleares
Se puede sintetizar en 3 pasos:
A) En las piscinas de las propias centrales, durante años o décadas, donde los residuos pierden actividad y se enfrían. De allí, pasan a:
B) Un depósito especial intermedio o provisional, en cada país, que suelen estar en superficie o, a veces, bajo tierra. Existen en la mayoría de países que cuentan con un cierto número de centrales nucleares. En España, por ejemplo, desde 1993 viene funcionando el almacén El Cabril (en Córdoba), que está en superficie. Estos depósitos intermedios son el emplazamiento final para el 90% de los residuos, esto es, los de actividad radiactiva baja y media.
C) El restante 10% de los residuos –que son de alta actividad (RAA)- deberán acabar en un depósito geológico profundo (a unos 500 metros bajo la superficie), donde permanecerán cientos o miles de años.
Sobre este último eslabón, que es el más crítico y cuestionado, es sobre el que se ha pronunciado el Grupo de Expertos, afirmando que los diseños actualers son seguros.
En EE.UU. ya está operativo uno de estos depósitos –con el nombre de WIPP- en Nuevo México, a unos 700 metros de profundidad, en una antigua mina de sal, en una formación geológicamente estable donde es muy improbable que se produzca ningún movimiento sísmico.
Francia está construyendo su almacenamiento geológico profundo Cigéo, en el departamento de Mosa, al nordeste del país.
Finlandia, también ha iniciado la construcción del suyo.
¿Es necesario recordar que en Europa hace más de 40 años que se vienen almacenando residuos de alta actividad (que suponen el 10% del total), sin que se haya documentado la muerte o enfermedad de uno sólo de los empleados que han trabajado en los diferentes tipos de almacenamiento de los residuos radioactivos?
La Comisión Europea da pasos para reclasificar la energía nuclear
Este pasado mes de septiembre, el diario digital especializado en las políticas de la UE (con sede en Bruselas) Euroactiv, titulaba del siguiente modo una de sus crónicas:
“Bruselas [esto es, la Comisión Europea] está allanando el camino para la recuperación de la energía nuclear verde” [esto es, para reclasificar a la energía nuclear como una fuente verde]
El diario Euroactiv también recoge que “La propuesta de la Comisión Europea se espera para el final de este año [2021], según ha declarado el Comisario UE de la Energía, Kadri Simson”, quien es el primer responsable de estos asuntos dentro de la Comisión Europea.
Dicho diario de Bruselas recoge también que “la Comisión Europea ha solicitado [también] otros dos estudios [sobre la energía nuclear y que] todos ellos han concluido que el problema de los residuos nucleares es manejable”.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA) ahora apoya la energía nuclear
Este mes de noviembre, el Director Ejecutivo de la IEA (de las siglas en inglés), el turco Fatih Birol, ha declarado que “Para poder alcanzar los objetivos climáticos y de la energía [para el Cero Neto] es preciso que se doble la generación de electricidad en comparación al nivel actual”.
No hay que olvidar que dicha organización internacional y, también, su director general, son convencidos de la teoría del cambio climático.
Por su parte, el Director General de la Agencia Internacional de la Energía Atómica (IAEA), Rafael Mariano Grossi, ha afirmado recientemente que “la escalada en los precios del gas natural [que se está produciendo ahora] ha aumentado el interés político en la energía nuclear”, en orden a rebajas esa presión alcista sobre la electricidad. El Sr. Grossi ha añadido que “existe un creciente reconocimiento de que [la energía nuclear] es parte de la solución” de la actual crisis energética internacional.
Dicho sea de paso, otro grupo de países miembro de la UE presionan para que el gas natural se incluya también como “energía verde”
“Este [otro] grupo está compuesto de países de Europa central y oriental –Polonia, Hungría, Chequia, Rumanía, Bulgaria y Eslovaquia– que aducen que necesitan el gas [para generar electricidad] para poder desplazar el carbón [que hasta ahora están empleando]”.
Al mismo tiempo, dos países de la UE, que son islas, Malta y Chipre, también respaldan reclasificar el gas natural, para poder continuar usándolo para obtener su electricidad.
Además de centrales nucleares convencionales, ahora se podrán instalar también pequeñas centrales modulares (SMR)
Aunque aquí no hay espacio para extenderme sobre esto, no quiero dejar de mencionar un esperanzador avance tecnológico que se está produciendo ya en este terreno. A pesar del ambiente tan adverso creado por el ecologismo radical contra las centrales nucleares, las empresas de este sector y centros de investigación tienen ya muy desarrollado el diseño de las llamadas pequeñas centrales modulares (SMR, de sus siglas en inglés, small modular reactors).
Recreación artística de una pequeña central nuclear modular
Como explica el Departamento (ministerio) de Energía de EE.UU.:
“Las pequeñas centrales nucleares modulares [SMR] ofrecen muchas ventajas, tales como suponer una huella física [esto es, tamaño] relativamente reducida, una inversión en capital limitada, la posibilidad de poder implantarse en lugares inapropiadas para una central nuclear más grande [o sea, las convencionales] y su disponibilidad para ver ampliada su capacidad de modo progresivo”.
Añadamos a lo anterior, que podrán ser construidas en periodos de tiempo mucho más cortos que las centrales nucleares convencionales; servirán tanto para producir electricidad como para generar calor para el agua caliente y la calefacción de amplias zonas de viviendas.
También serán aptas para alimentar –de manera autónoma, sin líneas de transporte de electricidad- plantas de desalinizar el agua de mar y otras grandes instalaciones industriales en áreas remotas.
Según aquel departamento estadounidense, “las SMR también ofrecen [ventajas] de seguridad y de cara a [prevenir] la proliferación nuclear internacional”.
En EE.UU. ya se ha solicitado el permiso a la Comisión de Regulación Nuclear, que se espera que esté disponible para finales de la actual década.
Sigue existiendo en Europa el mayor parque de centrales nucleares del mundo, lo que facilitaría su expansión en estos próximos años
El cuadro de aquí abajo muestra que en la actualidad aún existen 123 centrales nucleares en los países europeos democráticos, sin contar Rusia. Esto supone, con gran diferencia, el mayor parque de centrales del mundo, muy por delante del segundo –que es EE.UU.- que tiene 93 centrales.
https://www.world-nuclear.org/information-library/country-profiles.aspx
Por tanto, en Europa (especialmente, en Francia) disponemos ya de una gran parte de las empresas, suministros y centros de investigación en materia de energía nuclear, lo que facilitaría su rápida expansión, con medios –en gran medida- de origen europeo, lo que incrementaría nuestra independencia energética frente al exterior.
Greenpeace va a quedar muy desacreditada
Si las centrales nucleares, prácticamente, no emiten gases de efecto invernadero y proporcionan una electricidad muy barata, entonces, ¿por qué Greenpeace y todo el conglomerado de lobbies ecologistas (WWF, Amigos de la Tierra, etc.) se han opuesto al empleo de la energía nuclear, si lo que dicen preocuparles más es el aumento de las emisiones de CO2 y el supuesto calentamiento del planeta?
La respuesta no tiene nada que ver con las emisiones, ni con ninguna verdad científica, en absoluto. La única razón –aunque hay que reconocer que es muy de peso- consiste en la influencia política y la legitimidad de estas retrógradas organizaciones. O sea, con sus propios intereses como grupos de presión que, además, multiplicaron sus ingresos tras la “victoria” frente a las nucleares.
No hay que olvidar que uno de los mayores y más tempranos éxitos mundiales de Greenpeace consistió, precisamente, en lograr manipular a una mayoría de la opinión pública de los países occidentales y, prácticamente, a la totalidad de las élites gobernantes de Occidente haciéndoles aceptar el disparate de que había que prescindir, totalmente, de la energía nuclear.
Si, finalmente, se reconociera que la energía nuclear es muy beneficiosa –casi imprescindible- para poder superar la presente crisis energética internacional y para disponer de una energía barata y estable, ¿cómo quedarían Greenpeace y compañía, tras haber impedido su uso y beneficiarse de ella durante muchas décadas?
Greenpeace y el resto del ecologismo radical se verían expuestos a la luz pública como lo que son: un serio obstáculo para el progreso y el bienestar de las sociedades y, en concreto, para poder disponer de una fuente barata, segura y nacional de electricidad que, además, apenas genera emisiones de CO2.
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