James Comey (exdirector FBI) William Barr (Fiscal General)
James Comey fue el último director del FBI nombrado por Barack Obama, en 2013, permaneciendo en el puesto durante todas las primarias y la campaña electoral presidencial de 2016. En torno a este turbio personaje se entrelazan casi todos los componentes del complot del progresismo para hundir -en sus albores- la nueva presidencia en base a una acusación totalmente falsa: que Donald Trump y sus colaboradores de campaña fueron cómplices de las autoridades rusas para alterar ilegalmente el resultado electoral: la famosa collusion (confabulación). Ahora, el nuevo Fiscal General (Secretario de Justicia) William Barr, está poniendo en marcha varias investigaciones sobre aquel intento ilegal de destituir a un presidente legítimamente elegido y no son pocos los indicios de que se haya producido tan grave delito.
La izquierda estadounidense exige estos días impunidad para sus conspiradores de 2016 y 2017 (utilizando otras palabras, claro): que no se investigue, ni que por tanto -llegado el caso- se proceda judicialmente contra nadie de los suyos.
Hasta ahora proclamaban -desde diciembre de 2016- algo así como “¡Queremos saber!” Les ha salido muy mal la jugada -no hay nada tapado- y ahora toca “Hay que ocultar (lo nuestro)”. En esas estamos.
Estas conspiraciones son deliberadamente muy complejas, engañosas, sutiles y muchos lectores acaban cansados de ellas; es comprensible. Intentaré ser claro.
Lo que está en juego
Pero el desenlace de esta confrontación política es trascendental para restablecer el imperio de la ley en EE.UU., trasgredido nada más y nada menos que por las mismas instituciones federales (FBI, Departamento de Justicia …) responsables de su estricta defensa. En el caso Watergate (1972, contra el Presidente Nixon) no se produjo nada tan grave, ni por asomo.
El FBI, el Departamento de Justicia, la CIA, el tribunal federal para casos de contraespionaje (FISA), etc. han sido manipulados y su muy necesaria autoridad ha quedado por los suelos; es imprescindible que recuperen la confianza de los ciudadanos, limpiando la casa, porque suciedad hayla.
¿Quiénes están realmente adulterando y debilitando las instituciones del Estado federal, en beneficio propio, partidista? No es Donald Trump, por muchas salidas de tono que tenga.
El progresismo no acepta la total exoneración que el informe Mueller (entregado al Secretario de Justicia a finales de este mes marzo) concede a Trump sobre la acusación de complicidad (collusion). Otra cosa es la eventual obstrucción a la Justicia, de la que Mueller tampoco halló pruebas claras, absteniéndose de emitir un juicio -aunque esa era su obligación-.
Durante dos años los políticos y medios de comunicación progresistas han invertido casi todo su capital político en la maniobra de acoso y derribo (ilegal) contra el Presidente Trump … y el fiscal especial a quien ensalzaron sin descanso (Robert Mueller) no ha encontrado ninguna base legal para acusar a Trump de confabulación con Rusia. Dos años perdidos y, ante todo, han quedado con el tras… al aire. Un espectacular fracaso e irresponsabilidad ante los ciudadanos.
Ahora aspiran a detener la legítima acción esclarecedora del Fiscal General William Barr, al tiempo que ellos emprenden nuevas investigaciones sobre Trump y sus colaboradores desde la Cámara de Representantes, cuyo control consiguieron los demócratas en las elecciones de noviembre de 2018. Hay 6 o 7 comités parlamentarios manteniendo viva la supuesta ilegitimidad de la presidencia Trump, demandando miles de documentos de todo tipo y la comparecencia de muchos altos funcionarios de la Casa Blanca.
Aunque apenas conseguirán nada sustancial, aparentarán que la investigación Mueller ha sido el aperitivo de gravísimas irregularidades que necesitan ser descubiertas … y así hasta las elecciones de noviembre de 2020.
Actuaciones dudosas del exdirector del FBI James Comey
El nuevo Presidente Trump mantuvo a James Comey en el cargo a comienzos de 2017, en aras de una deseable continuidad en la principal fuerza policial de Estados Unidos.
En mayo de 2017, cansado de las serias deslealtades de James Comey, Trump le destituyó.
Lo que se enuncia a continuación, -por su trascendencia- sólo pudo ser decidido por el director del FBI en aquel momento: James Comey.
A) Investigación de un equipo electoral, en plena campaña presidencial.-
A1) La suma trascendencia de una actuación de este tipo, en un asunto intrínsecamente partidista, hace que el FBI trate de evitarla siempre que pueda. Naturalmente, puede haber situaciones excepcionales: en este caso, había dos posibles. Respecto a la candidata demócrata Hillary Clinton, se había dilatado en el tiempo la investigación del uso de un servidor propio, privado, para sus comunicaciones oficiales mientras fue Secretaria de Estado (Asuntos Exteriores), bajo Obama. Multitud de secretos de estado pudieron quedar comprometidos. Llegado a ese punto, el FBI tenía que finalizar sus pesquisas antes de la fecha de los comicios: el 8 de noviembre de 2016. Se debería haber acabado mucho antes, al haberse emprendido en junio de 2015.
A2) Con respecto a la posible confabulación de Trump con Rusia, James Comey puso en marcha la investigación a finales de julio de 2016. Por muy errático y nada convencional que fuese el candidato Trump, luego veremos que se carecía de todo indicio serio para dar ese comprometido paso.
B) Métodos de investigación muy diferentes para una y otra encuesta.-
Con el equipo de Hillary Clinton se procedió con guante de seda, mediante una constante colaboración del FBI con el equipo electoral. Al equipo Trump se le trató con total desconfianza, como si ya se hubiera demostrado su alta traición, infiltrando agentes para pillarles, lo que ha dado pie a William Barr para hablar abiertamente (en el Congreso) de que el FBI “espió” al equipo Trump. Esto está siendo ya investigado, al resultar plenamente inaceptable.
C) La Administración Obama se protegió tras el director del FBI Comey, para pretender neutralidad.-
A comienzos de julio de 2016 James Comey anunció públicamente que no encontraba motivo para procesar a la candidata Hillary Clinton. En realidad, un director del FBI carece de competencias para adoptar semejante decisión, ni para anunciarla. Es el Fiscal General (Secretario de Justicia) el único que puede hacerlo; en este caso, la Sra. Loretta Lynch, nombrada por Obama un año antes. Ni esta Secretaria ni el Presidente Obama desautorizaron a James Comey, como era su obligación, por cuanto todo estaba apalabrado, aunque esto desvirtuara el funcionamiento establecido. ¿Son los directores generales de un ministerio quienes anuncian decisiones de gran calado, aparentemente ignorando a su ministro?
Además, se destapó que James Comey había redactado su exoneración de Hillary Clinton, antes de que hubiese concluido la investigación de sus agentes. (Consultar el enlace del párrafo superior)
D) El FBI careció de cualquier base de prueba para abrir la investigación (esto es, el espionaje) sobre el equipo Trump.-
Durante la segunda mitad de 2016, el FBI adujo varios breves informes para abrir su investigación y dar otros pasos, como si fueran convincentes y que hubieran sido adecuadamente verificados. Al cabo de unos meses, se comprobó que todos aquellos informes procedían de la misma fuente y constituían el denominado dossier Steele (17 breves informes). El autor del dossier -Christopher Steele- era un exagente del británico MI6 (el equivalente a la CIA), por tanto, un extranjero. Además, contra la práctica establecida, el FBI no realizó una comprobación a fondo de su fiabilidad, sólo parcial: de sobra sabían, que daría negativo. Todo esto, resultaba completamente anómalo, partidista, ajeno a toda profesionalidad.
E) En realidad, el FBI estaba colaborando -deliberadamente- con el equipo de campaña de una candidata (Hillary Clinton), en contra del equipo del otro candidato: Trump.-
Como escribí en su momento: “El 24 de octubre de 2017 el diario The Washington Post efectuó una revelación impactante: quienes financiaron la elaboración del dossier por parte de Steele, fueron”:
“i) el equipo de campaña de la candidata demócrata Hillary Clinton, y”
“ii) el Comité Nacional Demócrata (DNC), la cúpula del partido”.
¿Puede alguien creer que James Comey, en el verano de 2016, desconocía realmente quien había financiado el dossier, que él estaba empleando una y otra vez?
F) El FBI manipuló al tribunal federal especial sobre asuntos de contraespionaje (FISA o FISC).-
Para que el tribunal FISA autorizara al final del verano de 2016 al FBI a intervenir las comunicaciones de Carter Page, un miembro del equipo de campaña de Trump, la Agencia aludió a las informaciones del dossier Steele, sin mencionar su autor, ni que fue financiado por el Partido Demócrata, ni que sólo había sido verificado parcialmente. Se insinuó (con ayuda del dossier) que Carter Page actuaba en favor de intereses del estado ruso (de ahí la intervención del tribunal FISA), pero no se encontró absolutamente nada contra él, quien está libre y sin cargos.
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