Ayer, sábado 6 de octubre, el juez Brett Kavanaugh obtuvo la confirmación del pleno del Senado para convertirse de inmediato en magistrado del Tribunal Supremo de EE.UU. La composición del Alto Tribunal ha adquirido una clara mayoría de orientación conservadora (5 a 4), que probablemente podrá mantenerse durante mucho tiempo. Eso es lo principal que estaba en juego y la izquierda estadounidense ha recurrido en tromba (con muy escasas excepciones) a las peores bajezas y a una sistemática deshonestidad que no se conocía en el Senado de EE.UU. desde hacía muchos años. En consecuencia, el conjunto del país se ha visto arrastrado a una peligrosa división.
A corto plazo, el efecto sobre las elecciones legislativas del 6 de noviembre no puede ser mas que positivo. Con la ida de Kavanaugh al Supremo la perspectiva a medio y largo plazo para EE.UU. ha mejorado seriamente, así como para todas las personas conservadoras, vivan en el país que vivan, dada la influencia que dicho tribunal ejerce en el ámbito internacional.
Sobre la posible influencia del nuevo magistrado en los principales litigios pendientes -y por venir- al Tribunal Supremo, puede leerse mi artículo del pasado 28 de junio.
Una de las últimas bazas de los demócratas, fue la Sra. Ford que -con ayuda de abogados pagados por los demócratas (lo oímos todos, en televisión)– afirma que fue sexualmente acosada por Kavanaugh hace 36 años (cuando tenían 16), pero que no mencionó a nadie el nombre de Kavanaugh hasta hace muy poco tiempo.
Su relato se ha ido resquebrajando con cada día que pasaba, hasta quedar convertido en un vil montaje o en la alucinación de una mente enferma.
En cualquiera de ambos casos, el relato de la Sra. Ford no ha sido corroborado por NADIE, ni por una amiga de entonces (Leland Keyser) ni por otras personas supuestamente presentes en aquella fiesta, que ella había citado como testigos. Y eso ni antes ni después de las entrevistas personales (bajo juramento) de aquellos posibles testigos con agentes del FBI.
Los demócratas, dentro y fuera del Senado, sólo han tenido un objetivo: destrozar a la persona del juez Kavanaugh, hacer añicos su reputación de 26 años de eficaz y serio trabajo en el sector público y judicial, hacer la experiencia insufrible a su familia (mujer y dos hijas pequeñas) para forzarle a renunciar al puesto. Para esto no han dudado en echar mano de todo el arsenal de procedimientos despreciables.
Se ha sabido que casi todas las organizaciones del izquierdismo en EE.UU. que han protagonizado estas semanas los disturbios dentro y fuera del Senado, reciben una intensa financiación del multimillonario George Soros. Afortunadamente, en su país de origen –Hungría– ya tienen caladas sus aviesas intenciones y la mayoría de las fuerzas políticas y sociales se oponen a que extienda allí la extrema izquierda.
El Presidente Trump, el Partido Republicano y su base social conservadora y moderada han logrado una histórica victoria sobre los montajes y mentiras de la izquierda y del feminismo radical. Nunca antes habían formado una coalición tan unida como ahora.
El jefe del Senado, el republicano Mitch McConnell, ha jugado un papel clave en sacar adelante esta importante victoria, con la incorporación de Kavanaugh al Supremo.
Un dislate feminista: “Creemos a TODAS las Supervivientes”
Un elemento central de la tarea de agitación y propaganda en lo que parece que ha sido este montaje de la izquierda, es la exigencia del feminismo radical de que todas las mujeres que dicen haber sufrido algún tipo de acoso sexual, por ejemplo, la Sra. Ford, deben ser siempre creídas.
En sus numerosas manifestaciones de los pasados días, el cartel que más se repetía era el que decía: “Creemos a TODAS las Supervivientes” (We Believe ALL Survivors). Llaman “superviviente” a cualquier mujer que declare haber pasado por el más leve de los acosos, como forma de agravar los incidentes.
La palabra de cualquier mujer no puede ser nunca cuestionada, cuando de una supuesta agresión sexual se trate. ¡Y con ello pretenden reconocerlo como el único trato justo!
En realidad, lo que ello puede generar y favorecer es la impunidad para las mujeres y es lo único que aceptan. ¿Hace falta explicar algo más?
Esto es escandaloso y de todo punto inaceptable, por mucho que aúllen en sus manifestaciones izquierdosas en Washington DC o en Nueva York.
¿Desde cuándo las personas no mienten? ¿O es que las mujeres pertenecen a otra categoría de sujetos, puros e inmaculados, que habría que incluir en el código penal?
Según ellas, habría que legislar por separado a los hombres y a las mujeres, con distintos derechos y obligaciones; ya no habría derechos del ser humano como individuo.
Una de las bases de todo sistema judicial es el desarrollo de una serie de técnicas y procedimientos para intentar dilucidar cuando mienten y cuando están diciendo la verdad los intervinientes.
Pero con la entrada de Kavanaugh al Supremo, todo esto tendrá muchas menos posibilidades de prosperar.
El extremismo de los senadores demócratas
La exigencia feminista radical que acabamos de citar constituye un ataque en toda regla a dos de los pilares del estado de derecho: la igualdad ante la ley y la presunción de inocencia.
A pesar de ello, fue esa misma aptitud la que adoptaron ocho de los diez senadores demócratas en la audiencia pública (con cámaras de televisión), en el Comité de Asuntos Judiciales del Senado, el jueves día 28 de septiembre. Lo hicieron todos ellos salvo la senadora Amy Klobuchar (posible candidata presidencial en 2020) y el senador Chris Coons.
Tras la intervención inicial de la Sra. Ford, no perdieron el tiempo con intentar encontrar elementos de hecho inculpatorios contra el juez Kavanaugh, ni apenas le plantearon a ella que hiciera aclaraciones. No, lo primero que hicieron y en lo que más se emplearon, fue en proclamar solemnemente que creían el relato de aquella señora, de comienzo a fin … y ya está.
En ningún momento hablaron de la “supuesta” agresión; para ellos todo estaba meridianamente claro. ¿Cómo no va a haber dudas en un caso como este?
Los senadores republicanos, por el contrario, en general se expresaron en otros términos, señalando aspectos más o menos creíbles, más o menos inculpatorios o exculpatorios, lo que es imprescindible y obligado para esclarecer la verdad de los hechos.
El jefe de la minoría demócrata en el Senado, Charles E. Schumer, tras la votación de confirmación de ayer declaró que había sido “uno de los sucesos más tristes y sórdidos de la larga historia judicial federal”. Y tiene toda la razón, pero fueron justamente ellos quienes han aportado la sordidez al proceso.
Estando a dos años de la próxima elección presidencial, conviene recordar a quien puede ser uno de los posibles candidatos de la izquierda y que en este triste proceso de confirmación de Kavanaugh ha jugado un papel detestable. Se trata del joven senador de color, del estado de Nueva Jersey, Cory Booker, que es uno de los representantes del ala más izquierdista del Partido Demócrata en la actualidad.
Senador Cory Booker (D. – N.J.)
Lagunas, incongruencias, mentiras y falta de corroboración de la acusación de abuso sexual de la Sra. Ford
Según la Sra. Ford una de sus mejores amigas de la época, Leland Keyser, estuvo en la fiesta en donde presuntamente intentaron violarla. Esta señora ha declarado al FBI bajo juramento que no recuerda dicha fiesta, que nunca supo nada de un intento de violación, ni ha coincidido nunca con el Sr. Kavanaugh.
Que, como consecuencia de aquello, por los traumas derivados del incidente, la Sra. Ford se empeñó en colocar una segunda puerta de entrada a su casa en San Francisco, para poder escapar más fácilmente. Pese a ello, luego se ha sabido que, en realidad, la segunda puerta se colocó para poder alquilar una parte de la vivienda. En la audiencia, tuvo que reconocer que lo alquilaba a estudiantes. En una segunda vivienda, en Santa Cruz (California), la Sra. Ford no ha instalzado una segunda puerta de entrada.
Fobia a volar en avión.- Con este argumento que la Sra. Ford relacionó con el incidente, consiguió lo que el Partido Demócrata quería: retrasar una semana la audiencia pública en el Senado. Los investigadores averiguaron que pese a ello, ha visitado en vacaciones la Polinesia francesa (unas 10 h. en vuelo directo), islas del Pacífico sur, Hawái, Costa Rica y, cada verano, se desplaza a la costa este (5 h.), siempre desde su residencia en San Francisco.
Fecha del incidente.- Desde el pasado julio, la Sra. Ford ha dado muy distintos testimonios sobre la fecha: mediados de los 80; principios de los 80; el verano de 1982. Ni año, ni mes determinados.
Lugar del incidente.- Sólo ha podido decir que en la zona urbana Chevy Chase/Bethesda, del estado de Maryland. Es una zona amplísima (donde yo viví), con miles de casas unifamiliares, en diversas subzonas, que ella dice no haber podido recordar.
Ida y regreso de la fiesta.- Tampoco recuerda quien le llevó a la fiesta y le devolvió a su casa, tras el supuesto incidente (los desplazamientos eran largos y ella no conducía). Nadie ha anunciado su participación en dichos desplazamientos, una vez la Sra. Ford ha montado el escándalo.
Participantes en la agresión.- En unas ocasiones afirmó que 4 estudiantes participaron en el incidente, en el dormitorio de arriba, cifra que quedó reducida a 2 en otros casos.
Oculta las notas de su psicoanalista.- Según la Sra. Ford fue en 2012 cuando, por primera vez, mencionó el nombre de Kavanaugh a otra persona: su terapeuta. Pero se ha negado a identificarle, ni ha querido pedir que el terapeuta entregara al comité sus notas de aquellas sesiones. En otro momento, declaró que fue al periodista del Washington Post, en julio de 2018, cuando por primera vez identificó a Brett Kavanaugh como su agresor.
Efectos del incidente.- Al hablar con el Washington Post sobre el impacto de la supuesta agresión, la Sra. Ford dijo que había “contribuido” a sus problemas psicológicos. Esto sugiere que hubieron otros factores o sucesos relevantes de sus trastornos que no ha querido desvelar.
Esta colección de elementos contradictorios no puede más que sembrar duda sobre la veracidad de la asombrosa acusación de la Sra. Ford, sobre la supuesta agresión sexual de Brett Kavanaugh cuando tenía 16 años. Se han extraído del informe preparado por la Sra. Rachel Mitchell (fiscal en Arizona durante 30 años, contratada por los republicanos para entrevistar a la Sra. Ford) y de un informe de la organización de centro-izquierda Real Clear Investigations. Un relato más amplio sobre el informe de Rachel Mitchell aparece en el Wall Street Journal (pero solo se accede por suscripción).
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