Ayer, día 27 de junio, al finalizar la última sesión pública del Tribunal Supremo de EEUU antes de las vacaciones judiciales, el magistrado (Justice) Anthony Kennedy anunció a sus colegas su decisión de retirarse voluntariamente de la corte, con efectos de finales del mes de julio. A continuación, Kennedy fue a la Casa Blanca a entregarle a Trump su carta de renuncia. Saludables ceremonias administrativas. Este magistrado, que lleva unos treinta años en el cargo, ha actuado de voto de desempate en numerosos de los principales asuntos durante los pasados ocho años; frente al frecuente empate 4 a 4 de los magistrados con una orientación más definida, el voto del magistrado Kennedy hizo inclinarse la balanza hacia uno u otro lado.
La salida de Kennedy, permitirá muy probablemente al Presidente Trump nombrar un magistrado de inspiración claramente conservadora, estableciendo una estable mayoría (5 a 4) de esta corriente, lo que -como saben muy bien los estadounidenses- ejercería una profunda y duradera influencia en la sociedad. No es extraño que los progresistas estén alarmados. Y aquella influencia benéfica, acabaría llegando a Europa y a España.
Como es sabido, los magistrados del Supremo son propuestos por el Presidente, debiendo ser confirmados por el Senado (lo que nunca es un simple trámite), disponiendo de un mandato vitalicio, para dotarles de mayor independencia. No obstante, desde el s. XX casi todos los magistrados decidieron retirarse, de forma voluntaria, cuando consideraron conveniente hacerlo. Casi ninguno de ellos ha muerto en ejercicio de su cargo.
El magistrado Anthony Kennedy
El magistrado Anthony Kennedy tiene 81 años. Pero la magistrada progresista Ruth Bader Ginsburg, le supera, siendo su edad de 85 años; sus colegas le sugirieron que dejase el cargo bajo el mandato de Barack Obama, para que éste pudiese nombrar a su sucesor, pero ella rehusó hacerlo. Por ello, no sería difícil que su salida se vaya a efectuar también bajo la presidencia de Trump, aunque nada es seguro.
Anthony Kennedy fue nombrado por el presidente republicano Ronald Reagan en 1988 aunque, como dijimos, su actuación ha estado presidida desde hace un par de décadas por un cierto centrismo, oscilando en sus pronunciamientos entre una y otra ala del Tribunal.
El principal asunto que define el legado del magistrado Kennedy ha sido el derecho de los colectivos homosexuales, culminando en la desdichada legalización del denominado matrimonio homosexual, en lugar de dejarlo en una simple unión cívica, como existía en Francia, por ejemplo. También tuvo una participación decisiva en la no restricción del aborto y en el equivocado mantenimiento de la discriminación racial en pro de los ciudadanos negros.
Por otro lado, debe mencionarse -en su activo- la ampliación de la libertad religiosa, el reforzamiento del federalismo (evitando la suplantación de los estados por el creciente poder federal –al revés de lo que debe ser en España-, que impulsaba Obama) y la facilitación de la financiación de las campañas electorales.
Composición del Tribunal Supremo de EEUU
Composición del Tribunal Supremo de EE.UU. (27 de junio de 2018) | |||||||
Nombre | Edad actual | Fecha nacimiento | Propuesto por: | Toma de posesión | Confirmación en el Senado | ||
Orientación conservadora | |||||||
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John Roberts (Presidente) (Chief Justice) | 63 | 27 enero 1955 | George W. Bush | 2005 | 78 – 22 | |
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Clarence Thomas | 70 | 23 junio 1948 | George H. W. Bush | 1991 | 52 – 48 | |
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Samuel Alito | 68 | 1 abril 1950 | George W. Bush | 2006 | 58 – 42 | |
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Neil Gorsuch | 50 | 29 agosto 1967 | Donald Trump | 2017 | 54 – 45 | |
Orientación centrista | |||||||
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Anthony Kennedy | 81 | 23 julio 1936 | Ronald Reagan | 1988 | 97 – 0 | |
Orientación progresista | |||||||
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Ruth Bader Ginsburg | 85 | 15 marzo 1933 | Bill Clinton | 1993 | 96 – 3 | |
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Stephen Breyer | 79 | 15 agosto 1938 | Bill Clinton | 1994 | 87 – 9 | |
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Sonia Sotomayor | 64 | 25 junio 1954 | Barack Obama | 2009 | 68 -31 | |
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Elena Kagan | 58 | 28 abril 1960 | Barack Obama | 2010 | 63 – 37 | |
Fuente: Wikipedia | |||||||
https://en.wikipedia.org/wiki/Supreme_Court_of_the_United_States#Tenure |
El nombramiento del nuevo magistrado
Durante las pasadas décadas, el nombramiento de un nuevo magistrado ha durado una media de 10 semanas, desde la propuesta del presidente. Por tanto, en principio, no debería haber problema en que el nuevo magistrado tomara posesión antes de las elecciones parlamentarias de comienzos de noviembre. Pero desde ayer mismo se prevé una aguda lucha entre ambos bandos del espectro político.
El principal motivo es que el nuevo magistrado, a diferencia a otras ocasiones (en que un magistrado es reemplazado por otro de su misma orientación), si puede cambiar el equilibrio interno del Tribunal Supremo, a una distribución de 5 a 4. Como, además, el magistrado conservador de mayor edad tiene 70 años, dicha mayoría conservadora duraría en torno a una década.
Por otro lado, es posible que el Senado cambie de manos en favor del Partido Demócrata en las elecciones de noviembre; ahora, el GOP tiene 51 senadores, frente a 49 de izquierda, aunque el Vicepresidente Mikel Pence puede ejercer su voto de desempate. Por consiguiente, a partir de enero de 2019 los demócratas podrían estar en condiciones de bloquear permanentemente en el Senado el nombramiento de un magistrado de convicciones conservadoras propuesto por el presidente. Trump se vería obligado a proponer a un candidato centrista o, en otro caso, el Supremo permanecería dos años (hasta las presidenciales de 2020) con sólo ocho miembros, que repetirían las situaciones de empate 4 a 4 en los casos más decisivos, esto es, se viviría un bloqueo duradero lo que sería muy perjudicial.
El batallón mediático de la izquierda ya está bombardeando con la idea de que “lo razonable” es esperar a que los ciudadanos se pronuncien en noviembre, y que el nuevo Senado tramite la confirmación del propuesto por el presidente. Ahora bien, no es así como actuó Barack Obama y los congresistas demócratas en 2010; el presidente propuso para el Supremo a la puertorriqueña Sonia Sotomayor, siendo confirmada por el Senado y tomando posesión un par de meses antes de las elecciones de noviembre de ese año.
Ahora, no solo el Presidente Trump, sino también el jefe del Senado, el republicano Mitch McConnell, anunciaron ayer mismo su propósito de finalizar en la Cámara Alta el proceso de confirmación en otoño, por tanto antes de las elecciones.
Trump, por su parte, no ha dejado dudas de que se está dispuesto a anunciar a la persona propuesta en poco tiempo. No habrá, sin embargo, improvisación en ello. Desde la recta final de su campaña electoral, en 2016, Trump hizo una oferta a sus electores de que nombraría a magistrados de inequívocas convicciones conservadoras; sabía bien que a la derecha social le preocupaba mucho el rumbo que estaba tomando la sociedad estadounidense, en lo que el Supremo juega un importante papel.
Durante meses Trump y su equipo discutió sobre los posibles candidatos con los dirigentes de la asociación judicial conservadora The Federalist Society (www.fed-soc.org). Apenas quince días después de tomar posesión , en febrero de 2017, Trump propuso al excelente candidato Neil Gorsuch que, un par de meses después, se incorporó al Supremo.
De aquella prolongada y detenida discusión salió, también, una lista de otros 25 posibles candidatos al Alto Tribunal. Y Trump hizo lo que viene haciendo, publicarla en la web de la Casa Blanca, lo que no fue nada usual con anteriores presidentes
En el siguiente artículo del Wall Street Journal se hacen hoy varias consideraciones sobre los candidatos, pero el pleno acceso solo es posible por suscripción.
La derecha se encuentra con la dificultad de que el senador John McCain no puede asistir a ninguna votación porque se encuentra en pleno tratamiento de un peligroso cáncer, en su estado natal, Arizona. Por tanto, los republicanos no pueden perder ningún otro voto; para asegurarse el respaldo de la senadora republicana centrista por Maine, Susan Collins, Trump seguramente propondrá a alguna de las mujeres que figuran en aquella lista, aunque ésta no es la única consideración importante a tener en cuenta a la hora de decidir al candidato.
Con mucha probabilidad, el propuesto será una persona de unos 50 años, con suficiente experiencia, pero con varias décadas por delante de estancia en el Alto Tribunal, alargando su influencia.
En el Washington Post, un columnista ha abierto el concurso del alarmismo, titulando su artículo “El Tribunal Supremo ahora caerá en el caos”. Ya se sabe que para la izquierda, el que pongan coto a su deconstrucción de la sociedad es algo verdaderamente imperdonable y “caótico”. Sr. Joshua Matz, ¿qué dirá Vd. dentro de unos años cuando no se cumpla su augurio?
Posible influencia del nuevo magistrado en los principales litigios pendientes
1) El llamado derecho a abortar. En EE.UU. la derecha no da fácilmente por perdida ninguna batalla, ni aunque pasen 55 años desde su comienzo. Desde la sentencia de 1973 del caso Roe v. Wade, legalizando el aborto, los conservadores no ha dado por finalizado este asunto. El temor del progresismo es que el nuevo Tribunal Supremo revoque aquella sentencia, para el ámbito federal. Si no se diera dicho paso, al menos habría una decisión que facilitara mucho la restricción a la práctica del aborto por parte de los estados.
2) El denominado matrimonio gay. La sentencia de 2015, con el voto a favor de Anthony Kennedy, creando esta confusa figura jurídica parece que es demasiado reciente para que sea revocada, pero seguramente será restringida de algún modo.
3) La discriminación racial positiva (en inglés, affirmative action). Tras más de 50 años de aplicación en favor de los negros, particularmente en la educación, viene siendo cuestionada por estarse prolongando en exceso esta discriminación, en detrimento de los blancos y de los ciudadanos de origen asiático. En junio de 2016 Anthony Kennedy evitó que la Universidad de Tejas normalizara los criterios de admisión (en favor de pruebas de puro mérito), como deseaba.
4) Reglamentaciones contra el cambio climático y medioambientales. El exceso en el que se ha caído en este campo, especialmente durante los ocho años de Barack Obama, quedaría en gran medida neutralizada, manteniéndose únicamente las normas verdaderamente necesarias.
5) Medidas contraceptivas y libertad religiosa. Son muchos los litigios que las organizaciones religiosas y conservadores mantienen abiertos en este campo.
6) Los sindicatos de empleados públicos. Justamente anteayer, el día 26, el Tribunal Supremo, esta vez con el 5º voto favorable por parte de Anthony Kennedy, anuló una de las principales fuentes de financiación de este tipo de sindicatos, por suponer un abuso para los empleados no sindicados. El sistema educativo de las enseñanzas primaria y secundaria, saldrá beneficiado por aflojarse el corsé corporativo e ideológico que suponen actualmente esos sindicatos.
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