Los británicos abandonan la UE
Mañana, 31 de enero de 2020, el Brexit comienza a hacerse realidad. El Reino Unido (R.U.) abandonará la UE, a las 24h. conforme al horario continental, y la mayoría de los ciudadanos británicos lo harán con la esperanza –fundada- de alcanzar un futuro mejor: el que han deseado e incluso ansiado durante años, frente a la nada democrática oposición y los trucos de los poderes fácticos, que nunca han aceptado el resultado del referendo de junio 2016.
¿No lo entiendo?, se escucha con frecuencia en España al hablar sobre este tema y, supongo, que en casi todos los otros países miembros de la UE. Pero los británicos –la mayoría de ellos-, sí que lo entienden y lo han buscado sin descanso, desde que el 23 de junio de 2016, el 52% de ellos se pronunciaron en referéndum por irse de la Unión Europea, frente al 48% que optaron por permanecer en la UE, empezando por la gran mayoría de los londinenses.
Desde mañana, 31 de enero, se abre un nuevo futuro para los británicos, pero también para la Unión Europea, aunque para la mayoría de los partidos políticos e, incluso, para la mayoría de los ciudadanos continentales mañana sea un día para el olvido.
De hecho, no habrá ceremonia alguna de la UE y la retirada de la bandera Union Jack, del Reino Unido, se hará con nocturnidad en los edificios de la UE, para que nadie lo vea.
¡No saben lo que les espera! Pero sí que lo saben y les gusta
Sí que tienen una idea suficientemente clara de cuál será su futuro. Pero lo que conocen mucho mejor es lo que no les va a suceder. Ciertamente, pasarán por dificultades y contrariedades, como en toda transición, pero lo que está fuera de toda posibilidad es que se vaya a materializar el futuro nacional sombrío, agobiante y sin esperanza, que las fuerzas pro Permanencia en la UE han querido imponerles, sin conseguirlo.
Durante tres y medio años –entre junio de 2016 y el día de hoy-, los británicos han vivido día a día la falsedad de semejante augurio, del que les ha intentado convencer –entre otras varias instituciones y organizaciones- el grupo público mediático BBC. Luego volveremos sobre la aguda crisis en que está sumido este santuario de la corrección política y de la ideología de las élites metropolitanas; élites que han sido derrotadas, por suerte.
Ya durante la campaña para el referéndum de junio 2016, se anunciaron a bombo y platillo las 10 plagas de Egipto que les aguardaba, ya a corto plazo, si vencía el Brexit en el referéndum.
Muchas y grandes empresas extranjeras abandonarían el Reino Unido, la incertidumbre provocaría un grave retraimiento de la inversión nacional y el aumento del tipo de interés real; el valor de la libra esterlina (frente al euro) se desplomaría, la tasa de desempleo se dispararía, podrían producirse motines populares, etc.
Pero … nada de eso ocurrió, con la intensidad que se había anunciado. Porque dichos augurios se trataban tan sólo de una campaña de propaganda, a las que nos vienen sometiendo una serie de poderes fácticos –pro establishment– en los pasados quince o vente años.
El desempleo en Reino Unido muy por debajo del de la UE
Para quien tenga dudas sobre lo sucedido en R.U.: la tasa de desempleo, al finalizar 2019, se encontraba en el 3,8% en el Reino Unido, mientras que la tasa media ponderada de la UE estaba en el 6,3%. En España, como saben, ronda el 14% … y algunos quieren dar lecciones a los británicos de cómo mejorar el futuro de los ciudadanos.
El Brexit como alternativa frente al proyecto de los poderes establecidos
El editorial del día 25 de enero del principal diario británico de derecha, The Telegraph, se titulaba: “El Brexit supone dar más poder a los ciudadanos”.
En ese editorial podía leerse que la salida del Reino Unido de la UE “representa una revolución. Durante décadas nos dijeron que la historia se está moviendo en una dirección y que no hay nada que pudiéramos hacer para evitarlo; poderosas e impersonales fuerzas –totalmente al margen del control de las personas y de los parlamentos- se habían hecho con el control, convirtiendo en irrelevantes las democracias locales” o nacionales.
“Según los poderes establecidos, lo mejor que puede hacer una nación es dejarse llevar por la corriente. La pertenencia a la UE, no sólo se mostraba como lo correcto, sino también como necesaria e inevitable”. “Parecía prácticamente imposible imaginar una alternativa [a aquella situación], ya no digamos escapar de ella”.
A continuación, los editorialistas del The Telegraph enumeraban sucesos históricos en los que la decisión tomada por algunos pueblos de la UE –mediante referendos-, fue ignorada y violada por los poderes fácticos, por las élites y la burocracia de la UE.
Élites y burocracia de la Comisión Europea que han demostrado sentirse por encima y al margen de la voluntad de las sociedades, a las que pretenden representar.
Los holandeses fueron ignorados
Por ejemplo, en abril de 2016 el referendo celebrado en Holanda rechazó el Acuerdo de Asociación (y libre comercio) entre Ucrania y la Unión Europea, con el 61% en contra. Pero, como explica el editorial del Telegraph, “no obstante, el parlamento holandés aprobó el acuerdo y, de paso, la cámara baja decidió eliminar los referendos”.
Dichos referendos tenían en Holanda un carácter no vinculante, pero antes de la votación los dirigentes holandeses declararon que se atendrían al resultado, como explicó el diario Express. Ya se vio qué valor tuvo la palabra dada por los dirigentes nacionales.
Recuperar más poder para los ciudadanos
Volviendo al editorial del Telegraph: “Esta victoria [del Brexit] no pertenece sólo al pueblo británico. Hemos mostrado a todo el mundo, de dentro y de fuera de la UE, que los votantes no tenemos que aceptar ciegamente un futuro moldeado por [grandes organizaciones] que concentran el poder en las manos de vastas burocracias. No; si los hombres y mujeres desean gobernarse a sí mismos, aún pueden hacerlo”.
“El futuro ha vuelto a donde pertenece. Está en las manos de los votantes británicos”.
No es cierto que la decisión del Brexit ha salido por los pelos
En junio de 2016 los partidarios de abandonar la UE fueron 4 puntos porcentuales más de los partidarios de Permanecer: 52%, frente al 48%. El asunto de si “debería ser necesaria” una mayoría más holgada para una decisión tan trascendental, no invalida el referendo de 2016. La mayoría simple era la norma vigente. Quien discrepara de esto, tenía que haberlo planteado antes de la consulta –lo que no hicieron-, no a posteriori, cuando la perdieron, como una rabieta de malos perdedores.
Además, en las elecciones al Parlamento Europeo, en mayo de 2019, quien obtuvo más votos en Reino Unido fue el Partido Brexit, de Nigel Farage: el 30,5%. El Partido Conservador seguía dirigido entonces por Theresa May. Esta Primera Ministra había alcanzado un mal acuerdo con la UE, que dejaba a su país sometido sine die a buena parte de la legislación de la UE –y por tanto, a los imprevisibles tribunales europeos-, lo que decepcionó mucho a su electorado, obteniendo tan sólo el 8,8%, el peor resultado de toda su historia.
Ese rechazo ciudadano en las urnas, provocó la caída de Theresa May y de su vacilante abrazo al Brexit. El Partido Laborista (que obtuvo en las europeas el 13,6%) había presentado a los electores una posición confusa –casi incomprensible- acerca del Brexit.
Las elecciones generales de diciembre 2019 constituyeron un plebiscito
Por último, cuando el 12 de diciembre de 2019 el electorado dispuso de una opción clarísimamente favorable a abandonar la UE, en el Partido Conservador liderado por Boris Johnson, le dio la mayor victoria desde la época de Margaret Thatcher, en 1987: una mayoría (365) en la Cámara de los Comunes de 39 escaños, sobre los 326 que proporcionan el control de la cámara, sin necesidad de otros apoyos.
Por cierto, el Partido Brexit prácticamente no se presentó a estas elecciones generales (no obtuvo ningún escaño), para no dividir el voto en favor de abandonar la UE, lo que fue un acierto para su causa. Y, prácticamente, ha dejado de existir.
Como dije, el día siguiente a las elecciones generales del 12 de diciembre, “Desde hoy, los conservadores son con toda claridad, sin lugar a ninguna duda, el partido del Brexit y, por ello, el partido de los ciudadanos que no toleran que se les robe su decisión de junio de 2016, ya fuese una decisión correcta o incorrecta: era la decisión ciudadana y eso debe ser suficiente para cualquier demócrata”, aunque sean londinenses.
Qué es lo que les gusta del Brexit
Además de conseguir una mayor capacidad nacional de decisión, los británicos –y el gobierno de Boris Johnson- están ya repensando las principales políticas del país y tienen la intención de abandonar aquello que no les gustaba del funcionamiento de la Unión Europea. Aunque la prensa convencional está obviando este replanteamiento general, tan apasionante para la mayoría de los británicos que secundaron el Brexit, la realidad está ahí.
Se equivocan todos aquellos políticos y ciudadanos del Continente que piensan que los británicos deben estar apesadumbrados y arrepentidos por su decisión. La mayoría favorable al Brexit, está convencida de que van a vivir una etapa ilusionante de su historia y, probablemente, tendrán razón.
La Gran Bretaña Global
El Reino Unido sigue siendo una superpotencia, pero ya no de alcance mundial. Posee el arma nuclear y unas experimentadas y aguerridas fuerzas armadas; gasta más del 2% de su PIB en defensa, como debe ser. R.U. es miembro permanente del Consejo de Seguridad, de Naciones Unidas.
La mayoría del país sabe que deberán reeditar y potenciar su “relación especial” con Estados Unidos. Por su parte, el Presidente Trump ya se ha comprometido a iniciar cuanto antes las negociaciones para un acuerdo de libre comercio con los británicos. En términos generales, Trump ha respaldado el Brexit y apoyará al nuevo Reino Unido “independiente”.
La presencia histórica y participación activa del Reino Unido en la OTAN, le garantiza una posición destacada en las cuestiones militares y de seguridad internacionales.
En el futuro, será más probable que la UE vaya a necesitar la colaboración militar y de inteligencia británica en ciertos conflictos, que lo contrario. Por desgracia, la potencia y determinación militares de la UE va a quedar limitada a Francia y poco más. Al tiempo que los ciudadanos europeos y sus dirigentes parecen incapaces de comprender que sin fuerza y gasto militares, sin arriesgar víctimas propias, nadie toma en serio a ninguna nación o grupo de ellas, aunque lo compongan 27 países europeos.
Por otro lado, la alianza de inteligencia “los cinco ojos” (entre EE.UU. R.U., Canadá, Australia y Nueva Zelanda, formalizada en 1946, pero que se mantuvo secreta hasta los años 90) facilitará la influencia británica en estas importantes materias, y se beneficiará de sus recursos.
A esta imagen de un Reino Unido con un mayor protagonismo internacional y una mejor defensa de sus intereses, se le viene llamando por parte de los partidarios del Brexit, la Gran Bretaña Global (Global Britain).
Singapur en el Támesis
En el plano comercial –parece que esto no se le ha contado a los europeos- el Reino Unido depende de los mercados UE bastante menos de lo que los países continentales necesitan del mercado británico. El R.U. siempre ha cosechado un elevado déficit comercial con el resto de la UE. En 2018, la UE-27 vendió al Reino Unido un 22% más de lo que importó de dicho país. Si no me mantiene la plena libertad comercial, algunas de las empresas exportadoras al R.U. habrán de buscar mercados alternativos.
Naturalmente, incluso si no se mantuviera una completa zona de libre comercio con la UE-27 en todos los tipos de productos, las relaciones comerciales del R.U. con este gran mercado UE seguirán siendo muy intensas.
La cuestión importante, casi decisiva, va a ser si el Reino Unido mantendrá o no su actual alineamiento reglamentario –en asuntos comerciales, laborales, económicos y medioambientales- con el ámbito UE.
Aunque nadie en la UE quiera decirlo abiertamente –sí, de manera velada-, el peligro con el que podemos encontrarnos en unos pocos años es el de un “Singapur en el Támesis”, tras el Brexit. Una especie de descomunal zona franca, a tan sólo 35 km. de la costa de Francia, al otro lado del Canal.
Dicho de otro modo, una potente y competitiva economía, liberada de la asfixiante normativa energética, medioambiental, laboral, etc. que ha creado la Unión Europea, y de la elevada imposición que esto conlleva, haciendo una firme competencia a las empresas del Continente.
El gran centro financiero que seguirá constituyendo la City londinense, contribuiría a este proyecto, que podría atraer un continuo flujo de inversiones extranjeras de procedencia no principalmente europea.
Angela Merkel trata de buscar el lado positivo
Ahora bien, hace pocos días la Canciller Angela Merkel observaba esta cuestión desde otra perspectiva: “El Brexit es una llamada a la reacción de la UE”. El diario The Telegraph, añadía: “La canciller alemana ha hecho un llamamiento a los demás dirigentes de la UE para hacer una Europa más competitiva que haga frente al reto del Brexit, así como a las grandes economías tales como EE.UU. y China”.
Unión Aduanera o Acuerdo de Libre Cambio
La anterior y fracasada Primera Ministra, Theresa May, optó por mantener al Reino Unido dentro de la unión aduanera (UA – Customs Union) de la UE, de modo permanente. Grave error, que fue completamente rechazado por la mayoría de los británicos.
Boris Johnson, por el contrario, está resuelto a salir de la unión aduanera y –en su lugar- mantener con la UE un simple acuerdo de libre comercio (ALC – Free Trade Agreement), -que deberá negociarse durante 2020-. Esto ha complacido a sus votantes y a parte del electorado laborista, que cambió de bando en las elecciones del pasado 12 de diciembre.
La unión aduanera garantiza una gran apertura en los intercambios comerciales bilaterales; desaparecen los aranceles a la importación y las restricciones cuantitativas. El R.U. conservaría unos mismos aranceles que la UE hacia terceros países (por ejemplo, hacia China o Japón), pero no podría negociar acuerdos propios con terceros países como, por ejemplo, con EE.UU.
Pero, todo esto, al precio de que el Reino Unido mantuviera una firme alineación reglamentaria, en casi todo tipo de cuestiones, con la UE y quedara sometido a los tribunales europeos. Y esto, no sólo respecto a las normas existentes en el momento inicial, sino también en relación a la evolución futura de dicha normativa.
Esto es, el R.U. seguiría –en realidad- estrechamente unido a la UE, indefinidamente. Dicho de otro modo, la unión aduanera (UA) supondría un No Brexit.
Ventajas de un acuerdo de libre comercio
Este gravísimo inconveniente no se presenta en relación a un acuerdo de libre cambio entre el R.U. y la UE. La mayoría de los aranceles (a la importación) y de las restricciones cuantitativas (los contingentes arancelarios para productos agrícolas y otros) se suprimirían, pero algunas de ellas permanecerían.
Pero cada una de las partes podría negociar acuerdos comerciales por su cuenta, con terceros países, por ejemplo, con EE.UU. o con Canadá. Además, el R.U. no tendría que armonizar tanto sus reglamentaciones nacionales con las de la UE. Así, los británicos, tendrían las manos mucho más libres en los asuntos comerciales y en otros, con respecto al camino que siga la UE en el futuro.
Mejor la situación de México a la de Turquía
Como ejemplo de la situación en que se encontraría el Reino Unido, basta con mirar a Turquía, que aceptó integrarse en una unión aduanera con la UE, en 1995, pensando que a los pocos años ingresaría en la UE.
Afortunadamente, han pasado 25 años y ni Turquía fue admitida en la UE, ni se sale del bloqueo existente en las negociaciones de adhesión. No sin razón, el estado turco no cesa de quejarse de cómo se encuentra. Ese sería el poco halagüeño futuro del Reino Unido.
Por el contrario, México suscribió un acuerdo de libre comercio (ALC) en 1997, manteniendo libertad de actuar en otros mercados, obteniendo muchos beneficios del mismo y pocos motivos de queja.
Como es lógico, la UE limitará a lo largo de este año 2020 la futura liberalización comercial con el Reino Unido (que deberá aplicarse a partir de 2021), cuando los británicos insistan en salir de la Unión Aduanera y formar en su lugar un mero acuerdo de libre comercio.
Ya veremos si la Comisión Europea (y el Consejo Europeo, de los primeros ministros) se atreven a romper la cuerda por este motivo a fines de 2020. Por su lado, Boris Johnson ya ha adelantado que si no cierran un acuerdo de libre comercio a finales de 2020, sacará al Reino Unido de la unión aduanera por las bravas, sin acuerdo. Sus empresas saldrían dañadas, pero también las europeas.
Otras reformas en preparación
Existen muchos otros sectores y asuntos para los que se están pensando transformaciones.
— Grupo mediático público BBC.- Frente a su sistemático alineamiento con la izquierda y su inquebrantable rechazo al Brexit, faltando a toda neutralidad informativa, posiblemente pierda una parte de su financiación. Podría autorizarse a que los ciudadanos dejen de estar obligados a pagar una cuota anual. Este sería el primer paso.
— Reestructuración de la Administración nacional.- Durante el siglo XX y comienzos del XXI, ha permanecido en Whitehall –el centro del poder en Londres- una situación de excesivo poder de funcionarios profesionales (casi siempre inclinados hacia el laborismo y el buenismo), en detrimento de los secretarios (y ministros), que son quienes gozan de representatividad ciudadana. Los puestos de Permanent Secretaries –uno por cada departamento-, de los que apenas pueden ser destituidos, podrían desaparecer o ver muy limitadas sus prerrogativas. En la Comisión Europea, en Bruselas, el desorbitado peso de los altos funcionarios de carrera, frente a los comisarios (que tienen cierta representatividad), supone un problema de algún modo parecido al del Reino Unido.
— Sistema constitucional.- Ya que Escocia, Gales e Irlanda del Norte cuentan ya con parlamentos y gobiernos propios, resultado de lo que se llamó “devolución” de poderes (a fines de los años 90), podría completarse el sistema, creándose un parlamento y gobierno para Inglaterra. La Cámara de los Lores podría experimentar importantes cambios, incorporando el principio de elegibilidad.
— Descentralización territorial.- Habiéndose recuperado competencias, que hasta el día 31 de enero han estado en Bruselas, probablemente vaya a revisarse el reparto del poder, acercándose algunas de las facultades públicas hacia las administraciones más próximas a los ciudadanos: condados, ayuntamientos …
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