¿Quién consigue ser más alarmista con los incendios en Australia?
(ABC News U.S. 6 de enero 2020)
(Casi toda la mitad oeste y el centro, son desiertos. ABC U.S. tuvo que retirar este engaño)
Los incendios que se están produciendo actualmente, sobre todo en el sudeste de Australia, son especialmente intensos, los mayores en muchos años, pero es falso que no tengan “precedentes”. Desde hace miles de años se producen, de vez en cuando, incendios análogos y en aquellas épocas la incidencia de los humanos en el clima global era inexistente.
Como de costumbre, lo que estamos contemplando es la manipulación de un fenómeno ambiental normal, aunque sea trágico. Lo que los medios de comunicación convencionales están ofreciendo es una burda simplificación sobre las causas de un tipo de sucesos que, como todos sabemos, responden a numerosos factores.
En España, todos sabemos que el principal motivo de los numerosos fuegos que se producen aquí, son los pirómanos, no el cambio climático. Pero, claro, con respecto a un lejano y desconocido país como es Australia, los medios convencionales se atreven a atribuir al manoseado “cambio climático” la causa fundamental de los incendios, contra toda evidencia. ¿Quién va a saber en España que en Australia los grandes incendios se han producido desde hace miles de años y que seguirán habiéndolos?, aunque hay que controlar su tamaño e intensidad.
¿Qué espacio se les dedicaba a estos incendios en la prensa occidental hace 30 o 40 años? Y, ¿hace 75 años, tras la Segunda Guerra Mundial?
Abajo pueden observar el mapa –que cambia día a día- publicado por una organización profesional que tiene gran necesidad de conocer cuáles son los incendios activos en cada momento: la industria minera, que en Australia está presente por gran parte del país. Se publica en la web de la Australasian Mine Safety Journal. Corresponde al día 9 de enero. Los puntos rojos (con numeración) no reflejan simples incendios, sino las áreas de concentración de los mismos.
En su confección se emplea la información de los servicios contraincendios de los diversos estados, así como los mapas de puntos calientes obtenidos por satélite: Satellite thermal imaging from daily passes by MODIS.
Incendios de Australia el 8 enero 2020. Australasian Mine Safety Journal.
(Sólo los puntos con número son concentraciones de incendios.
Las zonas amarillas claras, son desiertos, sin vegetación)
[Nota informativa sobre el medio ambiente en Australia. En octubre de 2019 publiqué un artículo sobre la Gran Barrera de Coral: sus episodios de blanqueamiento y la capacidad de recuperación que está demostrando ]
Primeras características sobre los incendios en Australia
1) Igual que sucede en España, absolutamente todos los veranos (australes, de diciembre a febrero) se produce un elevado número de incendios (bushfires) en Australia.
La CSIRO (Organización de Investigación Científica e Industrial de la Commonwealth), es una agencia independiente del estado federal australiano, responsable de la investigación científica. En su informe al Senado nacional, de julio de 2009, pág. v, decía lo siguiente:
“Alrededor de 50 millones de hectáreas de terreno se queman cada año en Australia, de media”. El 80% corresponden a fuegos en zonas de altas hierbas, tipo sabana, al norte del país.
El resto (no de sabana), que son los que trataremos, suponen unos 10 millones de hectáreas consumidas por el fuego, cada año.
Esta temporada, por el momento, son 7 millones de hectáreas las quemadas en Australia; pero los fuegos no cesarán hasta marzo o abril, como cada año.
Aquel informe se descarga en pdf, pinchando aquí (y esperando):
https://www.aph.gov.au/DocumentStore.ashx?id=3d4e5dd5-9374-48e9-b3f4-4e6e96da27f5
2) En Australia, un elevado porcentaje de los incendios no son de bosques sino de zonas de matorrales.
Los bosques de eucaliptus del sudeste, son los que se queman más frecuentemente y con gran intensidad, por la abundancia de su resina.
En el norte del continente australiano, en plena zona tropical, son muy frecuentes y amplios los incendios en zonas de altas hierbas, esto es, sabanas, pero no suelen dañar muchas construcciones, ni causar víctimas mortales.
3) Como en España, en Australia un elevadísimo porcentaje de los incendios se deben a negligencia o maldad humana: concretamente, el 87% del total, conforme a estadísticas citadas por el principal diario nacional, The Australian (al que sólo se accede por suscripción).
Testimonios históricos de sucesivos grandes incendios
4) Existen testimonios escritos o fotográficos de distintos grandes incendios forestales en Australia desde el siglo XIX, por parte de los colonos británicos, quienes empezaron a formar poblaciones a comienzos del s. XIX.
Pero, como tituló uno de sus artículos la web de la cadena de TV pública de Australia, ABC News (análoga a la británica BBC), este 8 de enero, “Las prácticas aborígenes con el fuego [quemas controladas] han sido empleadas para domeñar el riesgo de incendios durante miles de años, en opinión de unos expertos”.
Aquel artículo de ABC News informa que quien fuera comisario de protección civil (emergencies) del estado de Victoria, Craig Lapsley, quien dimitió en 2018, ha afirmado que el tipo de quemas de los aborígenes “proporciona muchos beneficios”.
Hay que recordar que tanto la australiana ABC News, como la británica BBC, están bajo el dominio real de administradores y periodistas de izquierda.
Estas quemas controladas no matan los árboles, solo arbustos y hierba (ABC News)
El Environment and Society Portal relata lo siguiente: “El estado australiano de Victoria [donde se instalaron muchos de los primeros colonos] cuenta con una prolongada historia de desastres relacionados con el fuego. Los incendios destruyeron los campos mucho antes de la colonización europea, pero el primero de los grandes incendios que se registró fue el del 6 de febrero de 1851, al que se le llamó ¨Black Thursday¨”. El año anterior, 1850, había sido especialmente seco y caluroso en su conjunto.
“Durante cuatro días … los fuegos cubrieron una cuarta parte de lo que hoy en día es [el estado de] Victoria. Esto equivale a unos 5 millones de hectáreas … Se produjeron unas 12 víctimas [mortales], murieron alrededor de un millón de ovejas y miles de vacas y toros perecieron”.
Al gran incendio de febrero de 1898 se le llamó “Red Tuesday”, quemando 260.000 hectáreas en South Gippsland, al sudeste de Melboune. Hubo doce muertos y 2.000 construcciones quedaron destruidas.
Está descartado que los grandes incendios del s. XIX pudieran deberse al llamado calentamiento global, ya que entonces los aumentos de la concentración del CO2 en la atmósfera eran mínimos.
Grandes incendios en el siglo XX
También hubo incendios de consideración en 1914 y febrero de 1926.
En torno al 13 de enero de 1939 (hace 80 años) se produjo en el estado de Victoria el Black Friday, tras varios años de sequía. En Melbourne la temperatura había alcanzado los 44,7ºC. El 75% del estado estuvo cubierto de humo. Murieron 36 personas, sólo en ese estado.
En enero de 1944 se quemaron 440.000 hectáreas, en el estado de Victoria. En febrero de 1965, 300.000 hectáreas quedaron arrasadas y en 1983, 210.000 hectáreas.
Pinchando aquí, se accede a una cronología de los grandes incendios del estado de Victoria, desde 1851 a nuestros días. Es la web de la Forest Fire Management Victoria.
El año 2009, considerando tan sólo los incendios en el estado de Victoria, se perdieron 173 vidas humanas, en lo que fue el suceso más grave conocido.
5) Este año –como otros muchos-, los incendios se concentran en el sudeste, que es el área más poblada: en los estados de Victoria (Melbourne) y Nueva Gales del Sur (Sydney); secundariamente, a lo largo de la costa oriental, sobre el Pacífico.
6) Desde los últimos meses de 2019 (esto es, desde finales de la primavera austral) Australia está sufriendo una intensa y prolongada sequía , como sucede siempre cada cierto número de décadas.
Dimensión de los incendios en la temporada 2019-2020
En esta temporada los incendios están siendo especialmente amplios e intensos. Según el editorial del 8 de enero del principal diario, The Australian, (al que se accede mediante suscripción):
“Han quedado quemadas alrededor de 7 millones de hectáreas de bosques, pastos y zonas urbanas, una superficie casi equivalente a la del Inglaterra. A día de hoy, se han perdido 24 vidas [varias de ellas de bomberos]. Más de 2.500 construcciones, incluidas 1.300 viviendas, han quedado destruidas. Millones de animales [de todo tipo de tamaños y especies] han muerto“. El editorial del día anterior, aclaraba que había 200 incendios activos en ese momento.
Estas cifras cubren muchas regiones de Australia, pero más adelante manejaremos cifras referidas sólo al estado de Victoria.
Extrema simplificación de la interpretación del ecologismo
Las explicaciones sobre los incendios que se escuchan de los partidos de izquierda, y de no pocos partidos de derecha en Occidente que no cesan de hacerle el juego al ecologismo radical, son de una excepcional unilateralidad. Los mismo sucede con las administraciones nacionales en casi todos estos países del primer mundo.
El relato, elaborado por los lobbies ecologistas, es tan sencillo como falso: a medida que el CO2 en la atmósfera aumenta el mundo se está calentando, el calentamiento ocasiona sequedad, menores lluvias [falso] y ello desemboca en un incremento en el número y en la gravedad de los incendios forestales.
Y pretenden que la solución a los grandes incendios es usar menos combustibles fósiles y aumentar las energías renovables en el país … Según expliqué en mi artículo de mayo de 2019, esas políticas climáticas quedaron derrotadas en las elecciones generales de aquel mes de mayo.
La explicación tradicional es mucho más válida
Un informe de 2017 del Parlamento del estado Victoria (al SE del país) –donde cada año se producen gran parte de los fuegos-, repasa “la inevitabilidad de los incendios”, (pág. 2): los incendios “forman parte del paisaje de Australia y Victoria es una de las zonas más propensas a incendios del país y, de hecho, del mundo”.
Luego, aborda las causas (pág. 4):
“Los tres factores que conducen a los incendios son la disponibilidad de combustible [seco, en forma de ramas y matorrales muertos], la ignición [esto es, las chispas y otras formas en que se prenden los fuegos] y las condiciones meteorológicas, particularmente los rayos”.
La acumulación de grandes cantidades de ramas, árboles y matorrales muertos sucede siempre, antes o después, tras varias décadas, si antes no son retirados o quemados controladamente. Esto es independiente del cambio climático.
Dicha acumulación es más intensa cuando, entre medias, se presentan largos periodos húmedos que posibilitan un fuerte crecimiento de la vegetación y de los árboles. En zonas siempre secas y cálidas –cercanas a desiertos-, apenas crece la vegetación, habrá pocos incendios y serán débiles.
En palabras de Myron Ebell, director del Centro para la Energía y del Medio Ambiente, del Competitive Enterprise Institute: “Cuando se dan altas precipitaciones, como ocurrió en Asutralia estos pasados años, la vegetación se hace más densa, proporcionando más combustible para los incendios”, cuando dicha vegetación se seque.
Ya se ha dicho que, en realidad, casi todos los incendios (en torno al 87%) proceden de la negligencia o la intencionalidad humana. Y esto, que yo sepa, no está correlacionado con el cambio climático.
Los factores meteorológicos
Si que existe una relación de los incendios con las condiciones meteorológicas (a corto plazo) en cuanto al grado de extensión que puedan adquirir los pequeños fuegos que escapen al control de quien los originó, inadvertida o intencionadamente.
El principal factor meteorológico para que se produzcan grandes incendios es la insuficiente precipitación durante un periodo prologado –una sequía-, que reseca la vegetación, el propio suelo y la biomasa acumulada sobre el mismo. El segundo elemento meteorológico en importancia es la existencia prolongada de altas temperaturas, en el verano austral (entre diciembre y marzo).
Acumulación de excesivo material sobrante (ramas, matorrales …)
Exactamente igual a lo que sucede cada varios años en California y en otras zonas del mundo, con el paso de los años van acumulándose en zonas de Australia grandes cantidades de ramas y árboles muertos, matorrales muertos, etc. que constituirán el combustible del siguiente gran incendio.
Este proceso es totalmente inevitable y se repite en el tiempo, durante milenios, en cualquier terreno en el que se acumule biomasa sobrante.
En un lejano pasado, tanto en Australia, como en California, cada dos décadas –aproximadamente- se producía un incendio natural, causado por rayos (en una estación seca), que eliminaba la biomasa sobrante, creando una situación propicia para los siguientes años. Y el ciclo se repitió durante muchos miles de años.
Este es el principal mecanismo de autorregulación de los bosques y de otros ecosistemas. El fuego, no es sólo destructor, sino que crea las condiciones para una nueva fase expansiva de la vegetación.
Sin embargo, cuando los medios de comunicación convencionales informan de los actuales incendios forestales, dan a entender que son un fenómeno inédito, creado por el hombre. “Si no hubiera humanos, no habría incendios”. Nada más lejos de la verdad.
Ya en marzo de 2015 un científico australiano sobre incendios forestales, David Packham, advirtió del riesgo que se estaba creando. “Los niveles de acumulación de combustibles han empeorado durante los pasados 30 años, debido a ¨la errónea ideología verde¨, a intereses creados, a fallos políticos y a la deficiente gestión [del terreno], dando lugar a un gran peligro de [futuros] incendios forestales”.
Gestión minimalista de los bosques y zonas de matorral. Fuegos controlados
Lo que sucedió al llegar los europeos a las grandes extensiones naturales de Australia, California, etc. es que –cuando dispusieron de suficientes fondos públicos, s. XX- empezaron a crear estructuras para impedir o limitar drásticamente los incendios naturales, antes periódicos. Y esto, tanto en las superficies que delimitaron como parques nacionales, parques naturales, etc. como en el resto de bosques y zonas de matorrales, especialmente en los de propiedad pública.
Se crearon muchas decenas de miles de kilómetros de cortafuegos (que hay que mantener limpios), se organizaron brigadas profesionales para combatir los incendios y, más recientemente, se organizaron unidades aéreas y vehículos terrestres para contenerlos, etc.
Todo esto que he mencionado es necesario hacerlo, pero deja sin resolver el problema de la acumulación de grandes cantidades de combustibles, prestos a prenderse en un periodo de sequía y de altas temperaturas o en temporada de tormentas eléctricas.
Equivocadas políticas ecologistas sobre los bosques
El ecologismo radical actual ha ido imponiendo sus desacertados criterios a muchas de las administraciones nacionales en Occidente y a casi todas las organizaciones de parques nacionales en esos países, entre ellos, en Australia.
En lo referente a los incendios forestales ha convertido en dominantes dos de sus creencias:
A) que hay que evitar cualquier tipo de fuego en los bosques; y
B) que es preceptivo permitir que los bosques crezcan por su cuenta, sin casi ninguna intervención humana.
Lo anterior conduce a dos políticas forestales equivocadas y peligrosas:
I) Reducir al máximo –o mejor, eliminar por completo- las prácticas tradicionales de efectuar año a año entresacas de árboles, de aquí y de allá, y de obtención de leña de las ramas muertas por los vecinos y propietarios locales. Los guardias forestales y rurales han impuesto esta política, que conduce a la acumulación inexorable de material inflamable.
II) Cortar de raíz cualquier incendio natural, aun en los casos en que no haya peligro de una gran propagación y, también, prohibir casi todas las quemas de rastrojos y pastizales. Pero los fuegos controlados se practican desde hace milenios y, bien hechos, resultan sumamente necesarios. Que se lo pregunten a los aborígenes de Australia que, ellos sí, han tenido que ser autorizados a practicarlos, como hacían sus tatarabuelos, anteriores a la colonización británica.
Habitantes locales y alcaldes se unen a los ecologistas
En no pocas zonas de Australia, los habitantes locales (y sus representantes municipales) se unen a los ecologistas en su oposición frontal a que se realicen quemas controladas cerca de viviendas, por la incomodidad de los humos generados y porque exigen parajes intactos cerca de sus casas. Las consecuencias de estos caprichitos posmodernos, están a la vista. No se puede tener todo, al mismo tiempo.
Acudiendo nuevamente a Myron Ebell, del centro de la Energía y del Medio Ambiente:
“Los guardias forestales, así como los aborígenes, saben desde hace mucho tiempo que a menos que se queme a propósito los excesos [de biomasa] acumulados, esos materiales acabarán quemándonos a nosotros, nuestras casas y, aún peor, nuestras poblaciones”.
El editorial de este pasado día 9 de enero, del principal diario del país, The Australian, comenzaba así:
“En un continente en el que abundan las [épocas de] sequedad, propenso a incendios a lo largo de siglos, resulta vital reducir los combustibles [en los bosques] mediante quemas controladas”.
Urbanización desatinada y peligrosa
Paralelamente a lo ya dicho, hay que mencionar que los habitantes en zonas rurales –y las segundas residencias- se han acercado cada vez más –incluso algunas pequeñas localidades en su conjunto- a la belleza de los bosques y de otros ecosistemas. Construcciones y núcleos urbanos que se colocan en emplazamientos literalmente indefendibles frente a un incendio.
Esto produce que un mismo tipo de fuego ocasione más víctimas humanas que en el pasado. Este aumento –relativo- de víctimas no tiene nada que ver con el cambio climático, sino con los insensatos hábitos actuales.
Los planes urbanísticos en este tipo de zonas, deben tener mucho más en cuenta los factores de peligrosidad derivados de posibles incendios, en vez de esperar que –llegado el caso- los bomberos hagan milagros ante un frente de fuego en rápido avance.
Pirómanos
Según el columnista de The Australian, Maurice Newman, “los pirómanos [arsonists] … probablemente deben haber iniciado alrededor de la mitad de los fuegos. A día de hoy, han sido arrestados 183 personas sospechosas”.
Alrededor del 40% de los incendios en Australia vienen de la mano de pirómanos.
Negligencia humana
Muy a menudo son jóvenes e incluso niños, en acampadas y en otras circunstancias quienes originan incendios, involuntariamente, según las autoridades asutralianas.
También proceden estas calamidades de la utilización al aire libre de maquinaria que produce abundantes chispas, tal como las sierras radiales. Otras veces, son líneas de distribución de la electricidad deficientes, las causantes de fuegos. ¿Tiene esto relación con el cambio climático?
También en torno al 40% de los incendios proceden de negligencias.
Incendios por causas naturales
Casi todos los fuegos derivados de causas naturales, proceden de rayos. Hay zonas donde la presencia de tormentas eléctricas es más frecuente e intensa, en particular en primavera y comienzos del verano.
Alrededor del 6% de los incendios en Australia, se debe a rayos.
Previstas precipitaciones constantes o en ligero descenso a lo largo del siglo
Como todo el mundo sabe, si aumenta la temperatura del aire sobre los continentes y los océanos, crece considerablemente la humedad en la atmósfera. Así tuvo que reconocerlo el Resumen para Decisores de Políticas del IPCC, de 2007:
“El contenido en vapor de la atmósfera ha crecido desde por lo menos los años 80 [cuando ha habido más calentamiento] tanto sobre la tierra como sobre los océanos … Este incremento es en conjunto compatible con la cantidad adicional de vapor que un aire más caliente puede sostener”: es una ley física. (Ver la pág. 5, del Summary for Policymakers, Working Group I, del AR4)
Gran parte de esa humedad adicional acabará cayendo en forma de lluvia. A nivel mundial, está habiendo un aumento de las precipitaciones, pero su distribución regional presenta muchas desigualdades.
Lo que el IPCC dice sobre las precipitaciones en Australia
Según la biblia del cambio climático, esto es, el 5º Informe de Evaluación del organismo IPPC (de NNUU), de 2013, se prevén pequeñas reducciones de la precipitación media –en el conjunto- de Australia a lo largo del presente siglo XXI, en la temporada (extendida) de invierno, de junio a septiembre, cuando hay pocos incendios. (Ver la Figure 14.27, en la pág. 1.274, del Working Group II)
Sin embargo, en el verano (extendido), de diciembre a marzo, que es el periodo más crítico para los incendios, el IPCC prevé un ligero aumento de las precipitaciones, en la mitad este del país, a lo largo del s. XXI.
Por otra parte, en el Table 2.13 (de la pág. 211) de aquel informe, se afirma que hay una confianza pequeña a mediana de que en términos anuales aumente la sequedad en el sur y el este de Australia. Un descenso medio previsto del 10% en las precipitaciones anuales, en el año 2100 (Table 14.1, pág. 1.284).
En consecuencia, lo previsto es que el cambio climático incida poco en este decisivo factor, que puede contribuir a agrandar los incendios de todos los veranos. Y eso, si se cumplen sus previsiones.
Por tanto, los periodos de sequía previstos –como el actual- que se presentan cada varias décadas, son fenómenos principalmente meteorológicos, no de cambio del clima.
Sólo se habla de clima cuando se trata con medias de 30 años: medias de las precipitaciones, temperaturas, etc. Por el contrario, un verano muy caluroso, es sólo eso, un fenómeno meteorológico, pasajero, no un cambio del clima.
Subidas de temperaturas y olas de calor
Según el 5º Informe de Evaluación del organismo IPPC (de NNUU), de 2013, en el Table 14.1 (pág. 1.284), en el año 2100 la temperatura en los críticos meses del verano austral, en el sur de Australia, habrá subido alrededor de 1,8ºC respecto al inicio del presente siglo.
Se trataría de una cifra apreciable –si se alcanza realmente-, pero muy lejos de los 3ºC a 5ºC que Greenpeace y los demás lobbies ecologistas no se cansan en repetir. Durante el s. XX el calentamiento medio en Australia ha sido de 0,9ºC (según el IPCC. Table 25-1. Pág. 1.380) y el país no ha dejado de prosperar intensamente.
Como es lógico, el calentamiento será superior en el interior del continente, frente a las zonas costeras, en las que se están produciendo el mayor número de incendios.
El Table 2.13 (de la pág. 211), recoge una alta confianza en que vayan a aumentar las olas de calor, en el conjunto del país. Olas de calor que, como ya dijimos, vienen produciéndose desde hace siglos.
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