Promesas electorales enfrentadas, antes de la derrota electoral del ecologismo
La rama australiana del lobby ecologista Greenpeace, entusiasmada por las encuestas de opinión favorables a la izquierda, proclamó antes de los comicios generales que iban a ser “unas elecciones sobre (las políticas) del clima”. “Las olas de calor, la muerte de peces, las inundaciones y los fuegos (de arbustos) sin precedentes demuestran más allá de cualquier duda que nuestro clima está en crisis”. Y, a pesar de la invocación a las 7 plagas de Egipto … el Partido Laborista (y con él, Greenpeace) sufrieron una derrota electoral, dándose un sonoro batacazo el sábado 18 de mayo.
El que ha venido siendo un buen primer ministro conservador, Scott Morrison, ha revalidado su puesto -con una mayoría absoluta, reforzada, de 78 escaños (frente a 67 los laboristas)-, y ha reafirmado que las medidas contra el cambio climático no figuran entre sus prioridades, como ha venido haciendo ya en el pasado y había dejado muy claro durante la campaña.
El partido conservador de Morrison se llama Partido Liberal y viene gobernando en coalición con el Partido Nacional, que representa principalmente a los ganaderos y agricultores de la zona oriental del interior del país.
El primer ministro conservador ha obtenido el mandato de los ciudadanos
Cuando Scott Morrison se dedique a recortar las subvenciones a las energías renovables, impulse la inmensa riqueza que Australia tiene en forma de yacimientos de carbón (suficientes para no menos de 200 años) y facilite las explotaciones de gas natural, incluida la utilización de la eficaz técnica de fracturación hidráulica (conocida como fracking), hará todo eso con el mandato expreso que le ha dado la mayoría de los votantes, que conocían sus planes … por mucho que pataleen las elites ecologistas, los multimillonarios de turno como George Soros y sigan mintiendo sus medios de comunicación, anunciando otras diecisiete plagas de Egipto.
Por otro lado, previsiblemente, las subvenciones a los coches eléctricos serán recortadas, dejando que los compradores elijan libremente lo que prefieran sin intromisiones ni mandatos de los poderes públicos.
Scott Morrison no tiene intención de adoptar medidas para cumplir los compromisos climáticos que en 2015 Australia anunció en el Acuerdo de Paris, al igual que está haciendo Donald Trump y el nuevo presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. El Acuerdo de Paris, sigue tambaleándose.
Scott Morrison. Primer Ministro, ganador
Derrota electoral del ecologismo
La mayoría de los ciudadanos australianos han rechazado las políticas climáticas e izquierdistas del Partido Laborista y de Greenpeace, desentendiéndose del enfermizo y desacreditado catastrofismo que practican dichas organizaciones. Los electores tampoco han demostrado sentirse atraído por grandes ni intervencionistas sectores públicos, como en Francia o Reino Unido, que se mantienen gracias a elevados impuestos sobre el conjunto de la población.
En las encuestas los encuestados dijeron que iban a votar a la izquierda -porque esa es la moda-, pero a la hora de la verdad han confirmado al dirigente conservador. De ahí el gran fracaso de las previsiones demoscópicas.
Algunos pretenden enturbiar este resultado, como si fueran las encuestas las que reflejaran el verdadero sentir ciudadano. Pero, más bien, la inesperada victoria de los conservadores se asemeja a la sorpresa por el triunfo de Donald Trump en 2016, poniendo de relieve la larvada insatisfacción de las clases trabajadoras y rurales.
Los australianos, particularmente los de menos recursos, están hartos de pagar una de las tarifas eléctricas más elevadas del mundo, por la excesiva expansión de las energías renovables. Concretamente, en el estado de Australia del Sur (con una gran penetración de las renovables) los hogares pagan tres veces más que los de EE.UU.
Además, debido a los graves problemas que causa en la red eléctrica el carácter inestable, e incluso la interrupción del suministro de las renovables (cambios del viento y de la insolación solar), Australia es uno de los países desarrollados donde son más frecuentes los apagones (blackouts) en amplias zonas urbanas del territorio.
El Partido Laborista de Australia recula a toda prisa
Tan rotunda y trascendental ha sido la derrota electoral de la izquierda ecologista australiana, que en sólo 5 días la primera ministra laborista del estado de Queensland -pensando en las elecciones estatales de 2020- ha tenido que dar marcha atrás, en un giro de 180º, anunciando su apoyo a que se apruebe cuanto antes la autorización a una nueva gran explotación de carbón, a la que se ha venido oponiendo y que ha constituido una de las cuestiones centrales de la campaña electoral nacional: el proyecto Carmichael, en el estado de Queensland.
Este proyecto del Grupo Adani, de India, que se situará al nordeste del país, en el interior, tiene la potencialidad de doblar las actuales exportaciones de Australia de carbón (antracita de alta calidad) para centrales térmicas, de las que el país es ya el principal exportador mundial. Se crearían alrededor de 10.000 nuevos puestos de trabajo directos y otros muchos miles inducidos. Podría permanecer en explotación por lo menos 60 años. La inversión rondaría los 1.500 millones de dólares USA.
En la misma cuenca minera, podrían abrirse otras varias explotaciones, que están paralizadas hasta que se resuelva el proyecto Adani – Carmichael.
La reticencia de las autoridades de izquierda y las protestas ecologistas están retrasando el proyecto desde 2010. Tras la actual derrota electoral laborista, el expediente quedará aprobado en tan sólo “unas semanas”. Luego, ¿qué es lo que ha paralizado el proyecto y la creación de empleos durante casi una década? Esta es una importante cara de la “economía verde”, nunca reconocida.
Repercusiones internacionales de esta derrota electoral
La significación de esta derrota ha alcanzado a todo el mundo occidental. Aunque los medios de izquierda (y los de derecha que les hacen el juego) estén intentando ocultarlo, el mensaje es que los partidos que arropen las medidas de empobrecimiento de las clases trabajadoras en beneficio de una supuesta mejora del clima, van a ver aumentada la probabilidad de perder las elecciones, un poco antes o un poco después.
La repercusión más importante se refiere a Estados Unidos, pero esto se examinará en el apartado final.
La siguiente influencia más directa puede ser otro país de Norteamérica: Canadá, donde este próximo mes de octubre se celebrarán elecciones generales.
Repercusiones en Canadá
En Ottawa, desde 2015, preside el gobierno nacional el melifluo político de izquierda Justin Trudeau (hijo del estadista de izquierda Pierre Trudeau, un hombre, no un niñato), del Partido Liberal, quien ha impulsado medidas contra el cambio climático con más intensidad que ninguno de sus antecesores, de uno u otro signo.
La reacción ciudadana no se dejó esperar, de manera que en la actualidad las siguientes siete provincias han elegido gobiernos de los partidos de la oposición: Ontario, Manitoba, Nuevo Brunswick, Isla del Príncipe Eduardo y Alberta (conservadores nacionales), Québec (CAQ, nacionalistas moderados de derecha) y Saskatchewan (conservadores locales).
De las principales provincias, únicamente Columbia Británica (sobre la costa del Pacífico) está gobernada por los progresistas del Partido Liberal.
Con las elecciones nacionales programadas para octubre, la oficial CBC News, de la Canadian Broadcasting Corporation (CBC) -principal cadena radiofónica y televisiva del país- el día antes de las elecciones australianas, advertía que “los políticos canadienses han de tener cuidado con el (posible) péndulo de la opinión pública en esta cuestión”, esto es el cambio climático, ante las elecciones del día siguiente en Australia.
Como este gran medio público -del estado nacional- está enteramente entregado a la religión del clima, es seguro que su advertencia pretendía lograr un mayor respaldo en Canadá a esas políticas, auspiciadas por el joven y absurdo primer ministro, Justin Trudeau: ¡si su padre levantara la cabeza! Pero a la CBC su aviso le ha salido por la culata, a la vista de la derrota electoral “allí abajo”, en Australia.
La perspectiva electoral nacional para octubre, no está aún clara pero no puede descartarse una derrota de Justin Trudeau y su relevo por al Partido Progresista conservador, la derecha.
El precedente australiano y las presidenciales de EE.UU.
En EE.UU., el Partido Demócrata debería tener muy presente lo sucedido ahora en Australia, a la hora de elegir a su candidato para enfrentarse a Donald Trump en las presidenciales de noviembre de 2020. La histeria climática está muy en boga entre su base militante radicalizada y buena parte de los actuales precandidatos están coqueteando con sumarse al carro de las políticas extremistas, tipo el Green New Deal de la podemita de Brooklyn (NY), Alexandria Ocasio-Cortez (AOC), que se propone descarbonizar completamente la economía -hundiendo el país- en sólo 10 años.
Alexandria Ocasio-Cortez. Triunfadora expresión de su rostro cuando ni un sólo senador apoyó su plan.
Está claro que estas disparatadas y ruinosas propuestas ecologistas provocan el entusiasmo de las bases de militantes extremistas de la izquierda (the Resistance), así como de los multimillonarios progresistas estadounidenses (de Sillicon Valley y de otros sectores) y, finalmente, de los ciudadanos adinerados de las dos costas del país y, en general, de los habitantes de las grandes ciudades, los urbanitas. Estos ciudadanos urbanos -que se creen superiores a los demás y a menudo los desprecian- demuestran así su extravagancia política, su nihilismo y su falta de contacto con los ciudadanos de a pie y de las grandes zonas rurales del Midwest (en el centro del país).
El Partido Demócrata ha abandonado claramente a quienes constituyeron su base social durante muchas décadas: las clases trabajadoras. Los han sustituido por la actual coalición arco-iris de extremistas académicos y de todo tipo, ecologistas, feministas radicales, colectivo LGTB, la industria del aborto y los proabortistas, ciudadanos negros, los sindicatos de la función pública (empezando por los profesores de primaria y secundaria) y buena parte de las mujeres.
El Partido Demócrata puede perder el favor de muchos votantes centristas
Pero el sector centrista de los ciudadanos moderados estadounidenses, no ven con buenos ojos los experimentos sociales y económicos que las lumbreras en alza dentro del Partido Demócrata están proponiendo.
Si el Partido demócrata elige un candidato presidencial de aquella ala extremista y elitista, Donald Trump tendrá prácticamente asegurada la reelección en noviembre de 2020.
Conviene aclarar, para evitar confusiones, que la nueva congresista Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) no se presentará a las primarias del Partido Demócrata, pero sí lo han hecho, por ejemplo, la senadora izquierdista Elizabeth Warren, la senadora de California del mismo ala Kamala Harris, el senador socialista por Vermont Bernie Sanders y otros.
Otros artículos de mi blog sobre estos temas:
La inmensa cuenca carbonífera Galilee en Australia que los ecologistas han querido dejar intacta. 29 de mayo de 2019.
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