Las altas temperaturas en Francia en 2003 provocaron muchas muertes por calor.
[Nota: este texto ha estado hasta ahora incluido en mi artículo de abril de 2018: “El frío mata a más personas que el calor. El caso de Inglaterra”]
En julio y, sobre todo, en agosto de 2003 se produjo una gran ola de calor en Europa occidental. El número total de muertes causada por este fenómeno ascendió en Europa a unas 30.000, según el UNEP (Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente).
La mortandad se centró en Francia, donde se produjeron unas 15.000 muertes (según el gobierno francés). Las cifras en otros países (según UNEP) fueron unos 7.000 en Alemania, 4.200 en España, 4.000 en Italia, 2.045 en Reino Unido, etc.
Algunas estimaciones globales hablaron de unas 50.000 y hasta 70.000 muertes. Pero la cifra de unos 15.000 en Francia (país donde las víctimas mortales fueron las más numerosas, según reconocimiento unánime) es sostenida por las autoridades francesas. Lo mismo ocurre en Reino Unido con los 2.000, etc. ¿De dónde sacan los alarmistas todas las demás decenas de miles de fallecimientos?
Como de costumbre, los ecologistas, a partir de un solo suceso -el verano de 2003- sacaban una conclusión para el medio plazo, viniendo a decir algo así como que:
“Oleadas de calor y las consiguientes muertes se van a repetir con frecuencia en el futuro, constituyendo la nueva situación normal en Francia y en Europa. ¡Es urgente detener el calentamiento global!”.
Sin embargo, como veremos a continuación, las autoridades sanitarias de Francia no han identificado posteriormente ningún fenómeno análogo al de 2003, con aquellos 15.000 fallecimientos de más (respecto a otros años).
El Plan Canicule acabó con la supuesta “nueva normalidad”
En Francia, tras el verano de 2003 el gobierno estableció una comisión de estudio y rápidamente concluyó que los servicios médicos y los centros de atención y residencia para las personas mayores se encontraban en un nivel muy bajo de disponibilidad en esos meses estivales, en que la mayoría de las familias francesas toman sus vacaciones, incluidas las familias de la gran mayoría de los médicos.
El gobierno francés definió el llamado Plan Canicule, que se renueva anualmente. Con un reducido coste, se refuerzan las dotaciones de personal en los meses de verano, así como se efectúa un seguimiento meteorológico más intenso, para reaccionar a tiempo ante los indicios de una nueva ola de calor. Las residencias de ancianos fueron dotadas de instalaciones de aire acondicionado, lo que no era usual anteriormente (como tampoco lo es en muchos de sus restaurantes).
Como dice en su introducción el Plan Canicule de 2017, desde 2003 (esto es, en 13 años) se han producido otros tres episodios de canícula: en julio de 2006 (para el que no ofrece cifras de víctimas), julio de 2015 (3.300 muertes) y durante julio y agosto de 2016 (700 muertes).
Según figura en el Plan de 2017, la intensidad de estos tres fenómenos fue bastante muy que el de 2003, en términos de temperaturas. Respecto a la mortalidad, también fue muy inferior.
En conclusión, no se está haciendo realidad el mal augurio de los ecologistas tras 2003 sobre la supuesta repetición anual de olas de calor mortíferas. Una previsión catastrofista más que no llega a cumplirse.
Lo acertado es adaptarse a los cambios del clima, como siempre se ha hecho
Las autoridades de Francia actuaron correctamente y, en lugar de aplazar la solución a la tragedia de 2003 a que el mundo abandone el uso de combustibles fósiles y con ello cambie el clima … dentro de varias décadas (si es que es posible conseguirlo), tomaron a corto plazo medidas sanitarias eficaces e infinitamente más baratas, para adaptarse a la posible repetición de semejantes olas de calor: más médicos y cuidadores en verano, mejores equipos de aire acondicionado, previsión meteorológica más fiable, etc.
Mueren muchas más personas por el frío que por el calor
A falta de conocer los datos para Francia sobre el exceso de muertes en invierno, hay que recordar que en Inglaterra (país que cuenta con estadísticas muy afinadas para estos conceptos) cada invierno muere una media de 24.000 personas por frio, por encima de la mortalidad del resto del año. Cifra muchísimo mayor que las indicadas para los escasos años con canícula en Francia y ya no digamos para un verano normal.
Las poblaciones de ambos países tienen un tamaño semejante: 66,7 millones en Francia (en 2016), frente a 65,6 millones Reino Unido.
Por tanto, puede decirse una vez más que el frio de cada invierno causa muchísimas más muertes que el calor del verano, pero los ecologistas únicamente pretenden que nos aterroricemos con las -menores- muertes del verano, derivadas del calentamiento global.
Otros artículos de mi blog sobre este tema:
La temperatura global aumenta de forma moderada. No hay ninguna emergencia. 23 de noviembre de 2019.
¿Pretender alterar el clima mundial o adaptarse al cambio climático? 11 de diciembre de 2021.
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