El partido político Finlandeses (Perus S – PS) se ha colocado en segunda posición en las elecciones generales celebradas ayer en dicho país. Dicho partido casi ha superado al primero, el histórico Partido Socialdemócrata (el SDP), de centro izquierda, que ocupó la presidencia del país desde 1982 a 2012. El SDP ha obtenido el 17,8% y, a sólo 2 décimas (unos 7.000 votos), se ha situado el partido de derecha alternativa PS con el 17,6%. Hace apenas medio año el partido Perus S, creado en 2016, se encontraba en sexta posición en las encuestas. Como ha informado el diario de izquierda dura New York Times, “el más importante asunto en las elecciones generales [en Finlandia] … no ha sido la inmigración, [sino] el clima”, esto es, las políticas climáticas.
Según el portal de noticias sobre Europa EuroActiv, “el partido Finlandeses (PS) ha denunciado la ¨histeria climática¨ de los principales partidos, planteando que los ciudadanos no tengan que pagar por ninguna nueva medida para combatir el cambio climático”.
En Holanda, a finales de marzo, en las elecciones provinciales (que, en un segundo paso, conforman el Senado nacional), el partido más votado fue el nacionalista y euroescéptico Forum (FvD), que hizo campaña sobre su oposición a las políticas climáticas, además de su antagonismo a la Unión Europea y a una inmigración ilegal y desordenada.
En ninguno de estos dos países se ha reproducido un movimiento ciudadano análogo al de los chalecos amarillos, que es algo muy característico de la cultura política de Francia.
Pero el creciente descontento ciudadano con las políticas climáticas ya aplicadas y, sobre todo, con las anunciadas para los próximos años (y décadas) para llevar a cabo las desastrosas transiciones ecológicas (incluida la anunciada prohibición de automóviles con motores de combustión interna), subyace a ambos procesos electorales comentados y posiblemente se extienderá a otros países europeos, como Irlanda (con el tercer más alto precio de la electricidad en el continente, tras Dinamarca y Alemania).
Las elecciones generales de ayer en Finlandia
El diario digital Helsinki Times ha interpretado que “el Trumpismo ha llegado a Finlandia”.
Y cualquiera puede informarse de que conceder prioridad a una energía barata (y no al clima mundial dentro de 80 años) es uno de los elementos definitorios del trumpismo, favoreciendo una gran expansión del petróleo, el gas natural y la utilización preferente del fracking, la técnica de extracción de hidrocarburos mediante la inyección a elevada presión de agua y finas partículas de arena para abrir fracturas en las formaciones de esquistos que contienen hidrocarburos.
Resultado de semejante desarrollo en EE.UU. del sector de los combustibles fósiles (base de todas las economías desarrolladas del mundo) y, últimamente, de las políticas energéticas de Trump, la gasolina en EE.UU. tiene un precio la mitad o menos de los existentes en nuestro continente (teniendo en cuenta los impuestos que los graban).
En el gas natural y la electricidad para los hogares la diferencia es mayor: entre 2 y casi 3 veces más barato en EE.UU. en comparación a Europa occidental, como puede comprobarse en el siguiente cuadro, con los datos del primer trimestre de 2018.
Observando las series históricas -que no se reproducen aquí-, se apreciaría el fuerte crecimiento que están teniendo los precios de la energía en Europa en 2016, 2017 y 2018, consecuencia principalmente de las políticas climáticas aplicadas desde la UE.
Al final del todo, se reproduce el cuadro estadístico completo de la IEA.
Finlandia es uno de los cuatro países de la UE que disfruta de una menor generación eléctrica de energías renovables (aproximadamente 100 W de capacidad per capita, frente a 600 W en España, por ejemplo) y, por tanto, el precio de la electricidad para sus hogares es de los más bajos: en 2015, 15 céntimos de euro por kWh, en comparación con 24 céntimos en España (un 60% más cara que en Finlandia). Más del 40% de su generación eléctrica es de origen nuclear e hidroeléctrica.
Precios europeos de la electricidad versus
Capacidad instalada de eólica y solar. 2015
Fuente: Energy Matters (Euan Mearns)
Datos: Eurostat y BP Statistical Review of World Energy 2015
Los finlandeses son bien conscientes de que dos de los principales sectores de su economía son intensivos en energía: la fabricación y exportación de productos de papel y los siderúrgicos. Por esta razón, ya en el pasado Finlandia nunca destacó en lo que el partido PS llama la “histeria climática”, aunque ahora sus jóvenes se están sumando a la moda internacional.
Finlandia ha conseguido mantener estables las tarifas eléctricas. Pero en 2018 se produjo un salto del 7,5% y se anunciaban otros.
Pero en los pasados meses y durante la campaña electoral, los partidos convencionales han presentado todo tipo de propuestas para acelerar la descarbonización de la economía, y ya se sabe sus resultados. Como informa el New York Times, se ha planteado, por ejemplo, la creación de “un impuesto ecológico sobre la carne [roja] y los billetes aéreos y restricciones a la actividad forestal”. También, la futura prohibición de los coches con motores de gasolina y diesel.
Al PS no le ha costado presentar la anunciada avalancha de medidas como una política de las élites que perjudicará a las clases trabajadoras, lo que es cierto. En el primer debate televisado, el presidente del Partido Finlandeses (PS) se revolvió contra la transición energética defendida por todos los demás: “la histeria climática arruinará la economía y la industria de Finlandia y destruirá el fruto del trabajo de sus ciudadanos durante décadas”. “Tiene que ponerse un límite a esta histeria”. Y este mensaje caló en muchos votantes: el 17,5%, concretamente.
Un candidato de un partido convencional (Coalición Nacional), Daniel Sazonov, ha concluido que en Finlandia “el clima [o sea, las políticas climáticas] es [ya] un asunto tan polarizador entre los votantes como la inmigración”.
“Las elecciones han revelado una diferenciación de sexos en el país, al ser hombres el 80% de quienes apoyan al Partido Finlandeses (PS)”.
Las elecciones en Holanda
En este país hay una gran dispersión de la composición de las cámaras legislativas en bastantes partidos, de forma que los 13 escaños que ha obtenido para el Senado (de los 75 puestos) el partido euroescéptico FvD (Foro para la Democracia) le sitúa en cabeza. Al haber sido fundado este partido en 2016, carecía de representación en el anterior periodo, pasando de 0 a 13 escaños.
El Partido Socialista, como está sucediendo en casi toda Europa, se ha hundido bajando de 9 escaños a sólo 4.
El partidode derecha alternativa FvD no concede validez a las políticas climáticas, oponiéndose a ellas.
A finales de diciembre de 2018, la cámara baja del parlamento holandés aprobó una disparatada ley según la cual en 2050 deberá haberse reducido el 95% de las emisiones de CO2 del año 1990. En 2030 -dentro de poco más de 10 años- la reducción deberá ser del 49%. A Greenpeace, naturalmente, esto le parece muy poca cosa, por lo que se había retirado de las negociaciones. Los ecologistas radicales son como los nacionalistas españoles: nunca estarán satisfechos, hasta que hayan logrado hundir al país, en aplicación de su programa de máximos.
Esta transición energética requiere, entre otras cosas, la práctica supresión del uso de los combustibles fósiles para mitad del siglo, dentro de sólo 30 años. Y eso, con total seguridad, provocará a corto y medio plazo un gran encarecimiento de la electricidad y del gas para la calefacción de las viviendas.
A corto plazo, para 2020, el gobierno de coalición se está planteando el cierre de 2 de las 5 centrales térmicas de carbón, con el consiguiente coste (cientos de millones de euros) y su sustitución por las caras energías renovables (que requieren subvenciones). Tras el movimiento de protesta de los chalecos amarillos en Francia, el ejecutivo holandés sabe que juega con fuego. El primer ministro ha declarado que esto “es complicado … iremos dando paso a paso, para estar seguros de que nuestras medidas reciban un buen respaldo”.
Según expertos, otras medidas para recortar a corto plazo las emisiones de CO2 supondrían, entre otras, “la reducción del límite de velocidad en las carreteras, la mejora del aislamiento térmico de las viviendas [para lo que se necesitará la concesión de subvenciones] y la elevación de los precios de la energía”.
Con estas discusiones en los medios, no es extraño que esté aumentando la preocupación de muchos ciudadanos, que el partido FvD de un salto hacia arriba y que haya habido protagonismo de las políticas climáticas en la campaña electoral del pasado mes de marzo.
Energy Prices in Selected OECD countries in US$/Unit. 1st quarter 2018
Fuente: Página 25, del Key World Energy Statistics 2018. International Energy Agency
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