Urogallo (Sage grouse) en periodo de celo. La protección del urogallo no es apremiante
Tras 17 meses de elaboración y consultas con 10 estados, cientos de condados y municipios, representantes de los ganaderos, grupos de protección de las aves y con el público en general (recibiendo 80.031 escritos con propuestas), la Administración Trump hizo públicas el 6 de diciembre las modificaciones que se propone introducir en las limitaciones de uso en varios cientos de miles de km2. de tierras federales.
De todos modos, todavía hay un último periodo de consultas públicas, hasta que a comienzos de 2019 se adopte la decisión definitiva.
Alrededor de 350.000 urogallos habitan actualmente en un territorio (660.000 km2) un 30% más grande que el de toda España, del noroeste de EE.UU. (ver mapa más abajo). En esas amplísimas extensiones se permitirá más pastoreo y, en una fracción de ellas, la explotación de minerales duros y de hidrocarburos.
Buena parte de los excesos ecologistas que Barack Obama introdujo en 2015, serán derogados en 2019. Podía aprender de esto la derecha de España.
Ganan los ganaderos, las comunidades rurales de esas zonas, las compañías mineras y de petróleo y gas. Gana el país y su independencia energética. Pierden los ecologistas radicales y sus socios de la izquierda, incluidos los multimillonarios ultraprogresistas.
La herencia intervencionista de Barack Obama, también sigue desvaneciéndose, gracias a Trump.
El urogallo en Estados Unidos
A diferencia a lo que sucede en España, donde viven principalmente en zonas montañosas, con bosques claros de coníferas del Pirineo y de la Cordillera Cantábrica, el hábitat de los urogallos en EE.UU. son las grandes estepas con arbustos (como el que aparece en la foto de abajo, y en casi todas las películas clásicas del Far West). Arbustos que les sirven a los urogallos para ocultarse y protegerse de halcones y coyotes.
Este tipo de vegetación se conoce allí como sagebrush.
Habitat de los urogallos en EE.UU. (Sagebrush)
En varios lugares, la densidad de los arbustos es mayor que la mostrada en esta foto, lo que favorece la expansión de incendios, que constituyen el mayor peligro para los urogallos.
Las hierbas entre los arbustos (carrizo, gramíneas …) sirven para la alimentación del ganado vacuno. Con frecuencia, adquieren cierta altura (aunque no en esta foto). Su exceso de altura también facilita la propagación de los incendios. Por esta razón, un pastoreo no excesivo, al disminuir la altura de las hierbas, beneficia la conservación del urogallo.
El principal uso económico de estas extensísimas estepas es la ganadería, aparte de las reducidas áreas donde puede haber petróleo, gas o minerales duros.
Los urogallos (denominados sage grouse en EE.UU.) habitan desde hace muchísimo tiempo en 11 estados del noroeste y en las zonas relativamente llanas del interior, como en partes de Montana, Wyoming y Colorado. Las mayores concentraciones de ejemplares se dan en Wyoming (37% del total), Montana y Nevada.
Verde oscuro: Territorio actual de los urogallos
(660.000 km2: 30% mayor que España. 165 millones de acres)
Fuente: U.S. Fish and Wildlife Service. 2014
El hábitat actual del urogallo es superior a la superficie de España
El hábitat total de los urogallos en la actualidad ocupa la exorbitante cifra de 660.000 km2 (165 millones de acres), un 30% superior a la superficie total de España (que es de 505.000 km2).
Aquella superficie se distribuye, aproximadamente, a partes iguales entre las tierras federales (53%), por un lado, y las de propiedad privada y estatales (40% y 6%, respectivamente), por el otro.
Las tierras federales son gestionadas en su gran mayoría por la Oficina de Administración de Tierras (BLM, de sus siglas en inglés: Bureau of Land Management), del Departamento del Interior, que no se ocupa para nada de la seguridad interior.
De acuerdo a varios relevantes estudios, la población actual de urogallos en EE.UU. se cifra entre 200.000 y 500.000 ejemplares.
Se puede consultar la siguiente web federal, del U.S. Fish & Wildlife Service y luego pinchar en: “About the Sage-grouse: Range and Population”.
Exploradores de hace algo más de un siglo decían que existían millones de urogallos, pero resultan de imposible cuantificación aunque, indudablemente, su número ha caído fuertemente desde aquella lejana época.
En España el urogallo sí que está en peligro de extinción
Para mejor comprender la situación, en España -donde realmente sí que está en peligro de extinción- hay unas 1.400 aves maduras en la vertiente española de los Pirineos, y tan sólo unas 400 en toda la Cordillera Cantábrica. Un total nacional en el entorno de 1.800 aves maduras, en dos áreas incomunicadas; estas estimaciones son inseguras y no se han actualizado (que yo sepa).
Frecuentemente se dice en EE.UU. que el urogallo es una especie decisiva para el mantenimiento de todo el ecosistema en el que vive: plantas, insectos, otras aves, pequeños mamíferos, etc. No parece que esto sea realmente así.
Lo que no es cuestionable es que el urogallo es la especie más emblemática de dicho ecosistema, y que es usado para tratar de someter toda esta extensión a muy estrictas restricciones de uso del suelo, excluyendo casi toda actividad económica.
El principal motivo del declive del número de urogallos es la pérdida de su hábitat, por los incendios y por las especies invasoras.
La protección del urogallo antes de Obama
Desde hace tiempo, la mayoría de aquellos 11 estados habían aprobado planes propios de conservación, aplicables a sus tierras estatales y a las privadas. Aquellos planes estatales no se ven directamente alterados por las reformas federales, que sólo se aplican a las tierras federales.
Por ejemplo, los planes estatales regulaban la caza (que no es ya un factor de riesgo), así como la protección del hábitat de esta ave.
En 2010 el Departamento de Agricultura federal impulsó una fórmula de colaboración con los ganaderos privados y los municipios a la que denominó “Iniciativa en favor de los Urogallos” (Sage Grouse Initiative). Cubre -de un modo bastante ligero- unos 300.000 km2 (78 millones de acres) de tierras privadas. Dicho programa ofrece recomendaciones prácticas para un pastoreo no perjudicial y algunos estímulos, lo que parece una vía apropiada.
En todo este razonable esfuerzo la Administración federal colaboraba estrechamente con las Administraciones de los 11 estados donde habitan los urogallos. Autoridades estatales que conocen de cerca los problemas y los choques de intereses existentes, estaban en buena posición para atemperar los conflictos y favorecer el hábitat de estas aves.
En esto, como en casi todas las demás áreas de políticas públicas, la presidencia Obama practicó un exagerado jacobinismo centralizador, arrinconando a los estados, tanto más perjudicial al tratarse de un país de dimensiones continentales y que, además, tiene un origen confederal, aunque se empeñen en llamarlo “federal”. Hay que recordar una vez más, que esto es un rasgo pertinente para EE.UU., que en España se presenta de modo opuesto.
Gran expansión de medidas de protección bajo Obama
En septiembre de 2015 la Administración Obama (el BLM – Bureau of Land Management) multiplicó muchísimo las limitaciones al uso de la tierra, modificando 98 Planes de Uso del Suelo, de 10 de los estados más implicados. En Oregon no hay tierras federales en las que vivan urogallos.
Muy resumidamente, su reforma supuso lo siguiente.
A) 270.000 km2 (67 millones de acres) de tierras federales, equivalentes a más de media España, vieron muy recortadas las posibilidades de pastoreo y otras actividades agrarias.
B) En 40.000 km2 (10 millones de acres) de tierras federales -un territorio semejante a toda Extremadura- quedaron prohibidas todo tipo de nuevas explotaciones mineras, y de petróleo y gas. Las concesiones y licencias de perforación vigentes, se respetarían hasta su vencimiento, naturalmente.
Cinco de los diez estados recurrieron las medidas excesivas de Obama
La mitad de los estados implicados, cinco, recurrieron el tratamiento (o no tratamiento) de sus propuestas en el plan federal de la Administración Obama.
Los rancheros, mineros, empresas de hidrocarburos y otros actores económicos de los estados del Oeste, han venido criticando el plan de Obama como innecesariamente dañino para el desarrollo económico.
Seis de aquellos estados, cuentan con abundantes recursos mineros. En Wyoming, por ejemplo, la tributación sobre el sector minero aporta en torno al 50% de los ingresos totales del estado.
Simultáneamente a dicha reforma, la Administración Obama anunció que renunciaba a incluir el urogallo en la Ley de Especies en Peligro de Extinción, hacia la que presionaban desde hacía tiempo las organizaciones ecologistas, a pesar de los 375.000 ejemplares. Dicha calificación comporta muy intensas limitaciones en el uso del suelo del hábitat de la especie en cuestión.
El gobernador del pequeño estado de Utah (1% de la población nacional), Gary Herbert, calculó que durante veinte años la actividad económica del estado se reduciría en 2.000 millones de dólares al año, si el urogallo hubiera sido calificado bajo aquella ley.
No obstante, políticos conservadores denunciaron que Obama había conseguido en 2015 imponer limitaciones semejantes a las de dicha Ley, de una forma indirecta, con su reforma de la protección del urogallo. Ese tipo de subterfugios caracterizó a la Administración Obama en todos los órdenes. La interpretación de leyes y reglamentos se retorcían continuamente, mucho más de lo habitual.
La propuesta casi final de la Administración Trump para la protección del urogallo
El objetivo central de las modificaciones ahora propuestas es aligerar las limitaciones que la Administración Obama impuso en 2015 en el uso a hacer de cientos de miles de kilómetros cuadrados de tierras federales, facilitando la ampliación de la ganadería en esas zonas (sin llegar a perjudicar apenas a los urogallos), así como también la minería en ciertas áreas.
También se propone ampliar las competencias de las Administraciones de los estados en flexibilizar la gestión de los hábitats de los urogallos, la concesión de excepciones y de licencias mineras.
A este mayor protagonismo de los estados frente a la Unión, en EE.UU. lo llaman “federalismo” y la Administración Trump lo está fomentando en diversos campos, de manera acertada.
La nueva política medioambiental de la Administración Trump
Con todo esto, la Administración Trump demuestra que la reglamentación medioambiental no tiene por qué ser una carretera de una sola dirección: siempre más limitaciones. Hay que encontrar el equilibrio apropiado.
En octubre de 2017 la oficina BLM paralizó la entrada en vigor de la prohibición de Obama de todo tipo de actividades mineras en aquellos 10 millones de acres (40.000 km2) de tierras federales. Será en Wyoming, Colorado y Utah donde se emitirán más nuevas licencias para perforar, por disponer de más recursos mineros.
Se mantiene aquella prohibición para 7.200 km2 (1,8 millones de acres), que se consideran “áreas prioritarias” para la vida y preservación de los urogallos.
Y ahora la Administración se propone echar para atrás bastantes de las disposiciones restrictivas de Obama para las actividades agrarias, que están afectando a los 660.000 km2.
Estas medidas medioambientales encajan con la política energética general de Trump de obtener cuanta más independencia energética se pueda, reduciendo la compra de crudo de países inestables o enemigos como Venezuela, Irak, etc.
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