Fotografía de los multimillonarios verdes, simplemente decorativa
Por las razones que sean -entre ellas, mucha ingenuidad-, en países como España se sigue viendo a las organizaciones como Greenpeace, WWF-Adena y Friends of the Earth (Amigos de la Tierra) como grupos de esforzados jóvenes idealistas lo que, quizá, se correspondiera con sus orígenes en los años 60 y 70. Pero, desde los años 90 su naturaleza cambió radicalmente y ya no hay vuelta atrás. Durante estas últimas décadas, forman parte de un entramado de alcance mundial, que funciona por cauces semiocultos, cuyo principal modo de actuar es la manipulación política y mediática, a gran escala. Los agentes que financian la mayor parte de este opaco entramado, permaneciendo casi siempre en la sombra, moviendo muchos hilos a distancia, son los denominados multimillonarios verdes (green billionaires).
El complejo entramado financiero montado por los multimillonarios
Este selecto y discreto Club, está formado por unas cuantas docenas de personas muy adineradas, sobre todo estadounidenses. Por medio de sus fundaciones -supuestamente “filantrópicas”- canalizan cada año varios miles de millones de dólares (libres de impuestos), a través de una, dos o tres entidades interpuestas, cuyo destino final son unos 1.900 grupos activistas del radicalismo ecológico en EE.UU.
La gran mayoría de aquellos cientos de organizaciones ecologistas son locales o regionales, dentro de EE.UU. Pero las más poderosas actúan a escala global y sus tentáculos en cada país, son eso, tentáculos; la cabeza es la que dirige.
Hay centros de estudio que han estimado que aquellas transferencias anuales de los multimillonarios verdes con dichos fines alcanzaron los 4.200 millones US$ en 2017. No es fácil el cálculo, por la intencionada opacidad de las transacciones. ¿Dónde se quedó eso de los animosos activistas que tenían que poner dinero de su bolsillo? Ahora, el dinero les entra a raudales en sus organizaciones y en sus bolsillos particulares, como retribución. Claro, este no es el caso de quienes se encuentren al final de un tentáculo nacional, en una pequeña localidad de España, por ejemplo.
Algunos de estos grupos ecologistas (como los tres mencionados arriba) intervienen -principalmente- como grandes lobbies para promover y forzar la imposición de sus programas políticos nacionales, desacreditando y atacando –por casi todos los medios (incluso los ilegítimos)- a quienes se opongan a sus propuestas e intereses.
Su finalidad prioritaria es influir día a día en el juego del poder político en cada país occidental y sobre las instituciones internacionales: Naciones Unidas y sus numerosos programas (IPCC, UNDP-PNUD, FAO, OMS, UNFPA …), los bancos regionales de desarrollo (como el Banco Mundial), la Comisión Europea, las organizaciones internacionales sobre la energía, etc.
Penetración en las Agencias federales
Las principales agencias federales estadounidenses que operan en estos campos, también han sido penetradas e influidas por aquellas fundaciones. Principalmente, la poderosísima Agencia de Protección Medioambiental (EPA, de las siglas del nombre inglés). Los activistas pasan de tiempo en tiempo de sus organizaciones de origen a la dirección de la EPA y de vuelta a aquellas organizaciones, a lo que allí se refieren como revolving doors, a pesar de que los directivos de aquellas agencias federales debían ser profesionales y neutrales.
El propósito de aquellas retorcidas transacciones intermedias que montan los multimillonarios verdes, es evitar que se sepa que mantienen a muchos miles de activistas profesionales, agrupados en cientos de organizaciones de base extremistas (grass-root radical networks) de EE.UU. (cifradas por algunos en 1.900), que operan también en otros muchos países: son los liberados ecologistas, tan nefandos o más que sus congéneres sindicales, quienes en España pasan años y décadas sin trabajar apenas en su puesto laboral.
No hay que simplificar. Varios de los multimillonarios de izquierda de EE.UU. no se ajustan a aquel cuestionable comportamiento. Un caso que viene a cuento -entre otros- es el del segundo hombre más rico del mundo: Bill Gates, el fundador y antiguo consejero delegado (CEO) de Microsoft.
Aunque una pequeña parte de los donativos de la Fundación Gates se dirige a apoyar las políticas climáticas, el grueso es empleado de manera totalmente sensata y útil: su principal actuación tiene que ver con ayuda sanitaria en los países más pobres, ayudando a fortalecer las infraestructuras sanitarias en aquellos países. O sea, su fundación si que tiene un carácter eminentemente caritativo, filantrópico, no de lobby.
Los naturlistas sensatos
Aquella visión positiva de los ecologistas -de hace muchas décadas-, hoy en día únicamente abarca al pequeño número de científicos y activistas que tratan de basar sus planteamientos y peticiones en una honesta investigación científica. A estas individualidades y reducidos grupos se les puede denominar naturalistas o ecologistas sensatos y, según sus propias afirmaciones, están plenamente marginados por los grandes lobbies ecologistas que son adictos a la manipulación informativa.
Las desgravaciones fiscales, gran ayuda para el activismo climático
Lo que resulta más que dudoso es que los multimillonarios verdes (o quien sea) puedan conseguir una total desgravación fiscal por los donativos que efectúen con el fin de sacar adelante el programa consistente en acabar con el uso de los combustibles fósiles, que es la esencia de la transición energética. Esto no constituye ninguna finalidad de “carácter social” o “filantrópica”. Es una actividad de lobby, sobre un asunto estrictamente político. Pero la administración federal (el IRS y la Secretaría del Tesoro) viene permitiendo esta desvirtuación que tanto interesa a los más ricos y a los ecologistas radicales.
Sobre esta decisiva acción de lobby, que parece ser casi desconocida en España, reproduciré los siguientes párrafos ilustrativos del diario de izquierda extrema The New York Times:
“Durante aquellos años [la 1ª década de este siglo], la estrategia de los grupos ecologistas [de EE.UU.] se basó en [las actividades de] lobby en Washington, D.C. …” Pero, la “legislación [nacional] contra el cambio climático -que constituyó su primerísimo objetivo … fracasó definitivamente en el Senado en 2010 [bajo Obama] …”.
Y prosiguen: “Gran parte del renovado activismo [actual] procede de las decisiones estratégicas tomadas tras el fracaso electoral de 2010”, cuando los republicanos tomaron el control de la Cámara Baja (242 a 193), con presencia del llamado Tea Party (que era una simple corriente política, no un partido). ¿Encuentran algo filantrópico en el anterior relato?
La gran financiación verde y los recursos naturales para la humanidad
Una de las plagas de Egipto utilizadas por el ecologismo radical para atemorizar a la población desde hace muchas décadas (para que se acepten sus contraproducentes propuestas), viene siendo el anuncio del agotamiento “inevitable” y “a corto plazo” de los recursos naturales necesarios para el bienestar de la humanidad.
Ese era ya el tema central del nefasto y (una y otra vez) rebatido informe del Club de Roma, de 1972, titulado “Los límites del crecimiento” (económico), elaborado por unos supuestos sabios del Massachusetts Institute of Technology (MIT), de Boston. Quien pueda señalar una sola de sus alarmistas previsiones que se haya cumplido a tiempo, que levante la mano. En su día yo me las creí (estando en la universidad), pero el paso del tiempo -casi medio siglo- me ha hecho ligeramente escéptico.
El asunto de la gran cuenca carbonífera Galilee, en Australia, del que tratamos en los anteriores artículos, ofrece una respuesta a la impostura de aquellas preocupaciones. La irracional obstinación de los ecologistas australianos (con ayuda desde EE.UU.), y la connivencia de la izquierda laborista australiana, en impedir la explotación de tamaña riqueza, nos proporciona la necesaria explicación.
Los multimillonarios verdes dificultan el acceso a los recursos naturales
Una de las pocas razones de peso para que en la época actual la humanidad pudiera quedarse -algún día- sin suministro de algún recurso necesario (en este caso, el carbón) es la labor retrógrada, de obstrucción, perjudicial para el progreso, llevada a cabo por el movimiento ecologista radical, procedente de los países desarrollados y, muy especialmente, de EE.UU.
Prácticamente nunca se ha presentado una dificultad insuperable relativa al acceso a dichos recursos naturales (por muy profundo o lejos que se encuentren), a las técnicas precisas para alcanzarlos (que el sistema capitalista desarrolla cuando se hace imperioso, como es el caso de la fracturación hidráulica o fracking), ni a su explotación comercial sin necesidad de subvenciones -a diferencia de las ruinosas energías renovables-, a un coste aceptable para las empresas que los necesitan. Cuando realmente ha escaseado algún recurso, las empresas e investigadores han buscado en la naturaleza un sustitutivo, o bien lo han desarrollado artificialmente.
En relación al carbón en Australia, disponen de yacimientos bien conocidos para no menos de 200 años, a su actual nivel de extracción. Si continúa la prospección geológica y minera, cada década se descubrirán nuevos yacimientos. Las “reservas conocidas” no son una cifra fija en el tiempo, como pretenden los alarmistas.
Los problemas más graves para que las naciones podamos disponer de los abundantísimos recursos existentes en el planeta, los problemas que hacen que el proceso administrativo de la autorización de nuevas explotaciones se prolongue innecesariamente durante años y años, se llaman Greenpeace, WWF-Adena, la californiana Sierra Club, la poderosísima y millonaria Natural Resources Defense Council (NRDC), etc. y los multimillonarios que les financian.
Los multimillonarios verdes también presionan en pro de otras causas izquierdistas
Aunque es una realidad que muchos de los multimillonarios verdes estadounidenses suelen dedicar buena parte de sus fortunas a las causas climáticas, no ha de ser olvidado que otros asuntos políticos e ideológicos reciben también su lluvia de millones; eso sí, siempre son causas del paquete ideológico de la izquierda radical actual.
Algunos de ellos, como George Soros, financian a los grupos activistas empecinados en convertir las fronteras de EE.UU. en meras líneas en los mapas, intentando que se les retire su cometido esencial como control de los movimientos de personas y defensa del territorio nacional.
Otros muchos, financian movimientos feministas -casi siempre, los radicales- y, por tanto, a las empresas abortistas (como Planned Parenthood) y a las autodenominadas organizaciones partidarias del “derecho a decidir” (esto es, a decidir abortar). En estos momentos, por ejemplo, están amenazando al estado de Georgia para que dé marcha atrás en su decisión, legal y democráticamente adoptada, de limitar el aborto. Esto es, un comportamiento de tintes más o menos mafioso, típico de los multimillonarios progresistas estadounidenses.
Otro destino de los fondos de esos multimillonarios son las organizaciones de la ideología de género, promotoras de eso que llaman matrimonio homosexual (en lugar de llamarlo simplemente, unión cívica de personas, 1+1, o como quieran, pero no matrimonio); también impulsan la lista interminable de supuestos derechos de los transexuales, etc.
Varios de los principales multimillonarios verdes
Se va a obtener información de un estudio realizado en 2014 por la minoría republicana de un comité del Senado de EE.UU. (Ver, particularmente, páginas 5, 7, 13, 15, 22, 42 y 48)
También se utilizará un estudio de 2019 preparado por el Institute for Energy Research (IER). No se puede acceder mediante un hipervínculo; hay que escribir lo siguiente en la barra de dirección del navegador (Google): www.instituteforenergyresearch.org/wp-content/uploads/2019/04/BigGreenInc.pdf . Y luego pinchar en “No soy un robot”. Para consultar la web de este centro de estudios, escribir en la barra de dirección: www.instituteforenergyresearch.org/
Michael Bloomberg. Fue propietario de una sociedad de bolsa, exalcalde de N.Y. (a principios de este siglo) y dueño de la agencia de noticias de su mismo nombre: Bloomberg News. Figura entre los diez hombres más ricos de EE.UU. Bloomberg Philanthropies, se dedica sobre todo a promover las políticas del cambio climático (en el ámbito urbano y otros) y para acabar con el uso del carbón. En 2017 concedió donativos por 702 MUS$.
Tom Steyer. Banquero californiano y manager de un hedge fund. Opera a través de su organización NextGen Climate, consagrada casi exclusivamente a cuestiones de cambio climático. Es de los pocos que no ocultan su actividad, o no toda ella.
James Walton y sus familiares. Hijo del cofundador de la cadena de grandes almacenes, a bajos precios, Walmart. Propietario y director de un banco mediano. Walton Family Foundation, patrimonio 2012: 1.999 millones US$.
Gordon Moore. Cofundador de Intel Corp, uno de los mayores fabricantes mundiales de circuitos integrados. Gordon and Betty Moore Foundation, patrimonio 2012: 5.697 MUS$.
Eric Schmidt. Consejero delegado de Google, de 2001 a 2015. Schmidt Family Foundation.
Y otros más
William Hewlett. Cofundador de Hewlett-Packard (electrónica). William and Flora Hewlett Foundation, patrimonio 2012: 7.735 MUS$.
David Packard. Cofundador de Hewlett-Packard (electrónica). David and Lucile Packard Foundation, patrimonio 2012: 6.300 MUS$.
John & Catherine MacArthur Foundation. Fue constituida por John MacArthur (ya fallecido), quien logró su fortuna en el sector de seguros y en el inmobiliario en Florida. En 2018 la Fundación concedió donativos por 328 MUS$, mayoritariamente para el cambio climático. Patrimonio de la fundación en 2015: 6.196 MUS$.
La familia Rockefeller. (a través de sus fundaciones) y un largo etcétera. Rockefeller Brothers Foundation, patrimonio 2015: 4.161 MUS$.
George Soros. Inversor estadounidense (hedge fund), de origen húngaro. Open Society Foundations. El presupuesto anual de estas entidades ronda los 1.000 MUS$. Hace un par de años fue calificada como el centro de estudios o fundación más opaca de EE.UU, sobre el origen de su patrimonio. Por otro lado, se le ha criticado por interferir en la política exterior de EE.UU., incluso dificultando el uso de drones en la lucha antiterrorista y favoreciendo fuerzas antiisraelíes. Su financiación de iniciativas en contra del cambio climático no constituye una gran parte del total.
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