Centro de Santiago de Chile. Revuelta en Chile
El diario de centro-izquierda The Washington Post tituló uno de sus artículos sobre las protestas en dicho país, del siguiente modo: “La violencia en Chile supone un mensaje preocupante para todo el mundo”. Y, comenzaba diciendo: “Si eso puede suceder en Santiago [de Chile], puede ocurrir en cualquier otro lugar”.
Se refería el Washington Post a casi tres semanas de protestas y disturbios generalizados a lo largo de octubre que, con frecuencia, degeneraron en graves actos violentos a partir del día 18.
Los sucesos de la revuelta en Chile
Saqueos generalizados de tiendas y supermercados y su posterior destrucción e incendio (casi 700 locales), incendio y desperfectos de estaciones del Metro (casi la mitad) y de 6 de sus trenes, así como la destrucción de varios autobuses municipales, etc. Santiago, la capital, se llevó la peor parte, pero otras varias ciudades sufrieron también este vandalismo callejero.
Los daños materiales en el sector privado -en la capital- se han estimado en 1.400 millones de dólares, por la Cámara de Comercio de Santiago. Los daños en infraestructuras públicas han tenido que ser también muy cuantiosos.
20 personas han muerto en los enfrentamientos con la policía y en otras situaciones violentas, como el saqueo de supermercados en los que algún delincuente se electrocutó: ¿por qué llaman víctima a este individuo? Otras varias personas murieron dentro de los locales incendiados: ¿víctimas de la brutalidad policial? y ¿cuántas de ellas estaban saqueando los locales comerciales en los que se vieron atrapados?
Las protestas comenzaron -de modo pacífico- el 7 de octubre, al anunciarse una subida de las tarifas del Metro de la capital, pero se fueron extendiendo por varias otras zonas del país: Concepción, Valparaiso … Esta circunstancia denotaba una insatisfacción ciudadana a escala nacional.
El 19 de octubre el Presidente Piñera -de centro-derecha- se vio obligado a declarar el estado de emergencia en dos provincias y varias ciudades, que se mantuvo durante una semana, hasta el día 26.
El sábado, 26 de octubre, alrededor de un millón de personas se manifestaron en la capital, en el mayor acto de protesta desde 1990, cuando Pinochet dejó la presidencia tras perder un referéndum.
Desencadenante de la revuelta en Chile
Siguiendo con las explicaciones del Washington Post, aparte de circunstancias generales que han condicionado el ambiente nacional, “el catalizador [de las protestas] fue la propuesta de subida de las tarifas del transporte público y de las facturas de la energía [electricidad]”.
“Hay amplia evidencia a lo ancho del mundo de que [semejantes subidas en los precios de la energía] incitarán revueltas más que ninguna otra cosa”, añadiendo que “aquellos que aspiren a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero por medio de un impuesto sobre el carbono deberán tener esto muy en cuenta”.
Y para que quede aún más claro, recuerdan que “las protestas violentas de los [llamados] chalecos amarillos en Francia respondieron a mayores impuestos sobre la gasolina, que se percibieron como [especialmente] perjudiciales para las personas de las provincias -que dependen mucho de sus automóviles-, respecto a las élites urbanas“.
James Taylor, del estadounidense centro de estudios conservador The Heartland Institute, ha establecido la misma analogía en el título de su artículo: “Políticas climáticas caras dispararon las protestas en Chile, del mismo modo que los chalecos amarillos en Francia”.
Además del caso francés, en Ecuador -durante este septiembre- también hubo una rebelión popular por el previsto aumento de las tarifas del transporte público. En México, en 2017, se produjeron disturbios por el aumento del 20% del precio de los combustibles, a los que se conoció como “gasolinazo”. Brasil también presenció protestas de camioneros en mayo de 2018 -bajo el anterior Presidente Temer- por el aumento de un 40% en el precio del gasóleo.
Cada uno de estos sucesos presentan circunstancias propias, pero comparten el impacto negativo del encarecimiento de los productos energéticos y su repulsa ciudadana.
Razones de la subida anunciada de tarifa del Metro y de las facturas de la energía
A) Desde el 3º trimestre de 2018, el 76% de la electricidad que consume el Metro de Santiago de Chile pasó a proceder de energías renovables (fotovoltaica y eólica), contratando con las respectivas sociedades suministradoras.
Esta desastrosa decisión fue tomada en el verano de 2017 bajo la anterior presidente socialista Michelle Bachelet, pero el actual mandatario Piñera no la anuló tras llegar al poder, como debió haber hecho.
Por mucho que repitan los ecologistas que el coste de las renovables ya está muy próximo al de la electricidad de las centrales térmicas de carbón y de gas natural, cada vez que se efectúa una sustitución por “energías limpias” los costes de la compañía en cuestión dan un salto hacia arriba.
James Taylor, del centro de estudios The Heartland Institute, afirma que “como resultado [de la introducción de las renovables], los chilenos deben soportar tarifas más elevadas del Metro, consecuencia de la innecesaria elevación de los costes de la energía” utilizada: las renovables.
B) Chile empezó a aplicar desde 2017 un impuesto sobre el carbono. Esto encarece la electricidad producida con carbón o gas natural (combustibles fósiles), que constituye el 60% del total, para intentar reducir las emisiones de CO2 … y salvar el Planeta.
En 2018 la electricidad en Chile se encareció un 18%, siendo una de las más caras de Suramérica. Antes de las protestas, el gobierno había anunciado una subida adicional del 9% a fines de 2019, que anuló.
A diferencia de las tarifas del Metro de la capital, el encarecimiento de gran parte de la electricidad si que ha sido sufrido en todo el país.
Chile es una de las naciones hispanoamericanas más desarrolladas
Resulta llamativo que disturbios tan contraproducentes y violentos se hayan producido en la economía más próspera de Hispanoamérica. Como se muestra en el cuadro de abajo, el PIB per capita en Chile (en 2018) fue con diferencia el más elevado del continente: 15.920 US$. Una cifra casi igual a la de Hungría, que es miembro de la Unión Europea con todos los apoyos (comerciales y financieros) que eso comporta.
Además, hace tres décadas -al finalizar la dictadura de Pinochet- casi todos esos países se encontraban aún por delante de Chile. El PIB per capita de Chile se ha multiplicado por cinco, en 30 años.
[Banco Mundial: https://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.PCAP.CD ]
Por otro lado, según recoge el diario digital chileno La Tercera, “Midiendo con la metodología actual, la tasa de pobreza en 1990 era de 68. En cambio, según la Casen 2017, la pobreza el año pasado [2018] llegó a 8,6%”.
Por eso no es extraño que la columnista del Wall Street Journal para Hispanoamérica, Mary Anastasia O’Grady, declare que a pesar de que “todavía hay mucho trabajo por hacer [para mejorar Chile] … las sociedades civilizadas resuelven sus cuestiones de gobernación en las urnas y por medio de instituciones independientes [no partidistas], no mediante artefactos incendiarios”, como está haciendo la izquierda en Chile -una vez más-.
El Presidente Piñera no debería seguir imitando al Presidente Emmanuel Macron
El Presidente Sebastíán Piñera, quien tomara posesión en marzo de 2018, está cometiendo el mismo error que la gran mayoría de los dirigentes occidentales de derecha: asumir como propio el programa ecologista de máximos, al completo. El mandatario francés Emmanuel Macron está haciendo lo propio.
Pero si pensaba Sebastián Piñera que con ello iba a ganarse una cierta tregua -o incluso, reconocimiento- desde la izquierda, ha comprobado ya su equivocación.
Este mes de diciembre va a celebrarse en Santiago de Chile una de las -inacabables- Cumbres del Clima, de Naciones Unidas. Para ganarse el futuro aplauso del izquierdismo ecologista global, el Presidente Piñera anunció en junio de este año una nueva vuelta de tuerca de las políticas climáticas: el cierre de 8 de las 28 centrales térmicas de carbón, durante los próximos cinco años.
Y, en 2040, debería estar “descarbonizada” toda la generación eléctrica de Chile, con la sustitución de las otras 20 centrales de carbón por renovables … lo que, en ningún caso, va a suceder.
La izquierda radical chilena desea derribar al gobierno legítimo de Piñera
La columnista regional del Wall Street Journal nos informa de lo siguiente, para poder entender semejante brote de violencia -a pesar de la gran mejora de las condiciones de vida en el país-. “La izquierda dura ha dedicado años a plantar [las semillas del] socialismo en la mentalidad chilena, por medio de la enseñanza secundaria, las universidades, los medios de comunicación y la política”.
Por el contrario, “la derecha chilena ha eludido su obligación de acometer la batalla de las ideas en la escena pública. El Sr. Piñera no es un liberal en lo económico y no hace esfuerzo alguno por defender la validez de [la economía de] mercado”.
En consecuencia, “aún a pesar de que Chile se ha enriquecido respecto a sus vecinos gracias a preservar la propiedad privada, la competencia y el imperio de la ley [desde la misma dictadura de Pinochet], los chilenos han sido marinados por una propaganda anticapitalista” durante los pasados 30 años.
La injerencia de Venezuela y Cuba promueve la violencia
Finalmente, según las fuentes de inteligencia de la Sra. Mª Anastasia O´Grady, el despliegue de violencia general y sostenida que se ha producido a lo largo del mes de octubre, no es comprensible sin una considerable inyección de fondos y la intervención de agitadores profesionales. ¿Agitadores de dónde? Principalmente, de Cuba y de la Venezuela bolivariana.
La estadounidense Radio y Televisión Martí ha confirmado la anterior denuncia en contra de Venezuela. Recoge declaraciones de Luis Pardo Sainz, que es diputado del partido Renovación Nacional y presidente de la Asociación de Radiodifusores de Chile. Renovación Nacional (RN) es un partido político chileno de centroderecha, de orientación conservadora-liberal. Es el partido al que pertenecía Piñera cuando fue elegido presidente por primera vez.
“El diputado Pardo refiere a ciudadanos venezolanos que han sido sorprendidos en actos de saqueos y disturbios callejeros [en Chile], en medio de las manifestaciones en contra de un aumento en los precios del tren subterráneo”.
Por su parte, el diputado venezolano Lawrence Castro “acusó abiertamente la intromisión del régimen venezolano, como parte de un plan pactado en la reciente reunión del Foro de Sao Paulo realizada en Caracas” a finales de julio de 2019. En dicho Foro se decidió “el envío de ciudadanos a vecinos del continente con el fin de desestabilizarlos”.
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