Otra falsa alarma
El archipiélago Tuvalu, situado en el Pacífico occidental, al NE de Australia, tiene su máxima elevación sobre el nivel del mar a 4,6 metros de altitud. Desde hace un cuarto de siglo el movimiento ecologista radical viene afirmando con rotundidad que su única suerte, a medio plazo, es quedar sumergido en el océano por la elevación de su nivel. Tuvalu en peligro. En realidad, estudiada su evolución de 40 años, ahora se sabe que su superficie total ha aumentado un 2,9%. Nadie tendrá que emigrar del archipiélago a otras lejanas tierras.
En estos 25 años desde que se dio la voz de alarma sobre esta muerte anunciada, ni Tuvalu ni el Estado insular de Kiribati –también en el Pacífico- se han vistos sumergidos por las aguas del mar. Sin embargo, no deja de propagarse que el fin de estos territorios es muy cercano, hasta el punto de que organizaciones internacionales que se han sumado a estos cuestionables planteamientos, como el Banco Mundial, en mayo de 2017 urgía a que se comenzara a efectuar ya el traslado de las poblaciones de aquellos dos archipiélagos a Australia y Nueva Zelanda …
[Nota de mayo 2020: En este mes he publicado un artículo más amplio sobre el supuesto hundimiento de las islas del Pacífico]
Un equipo de investigadores de la Universidad de Auckland, Nueva Zelanda, ha publicado un artículo a principios de febrero de 2018 en la revista científica Nature Communications. Usando fotografías aéreas e imágenes tomadas desde satélites se ha analizado la geografía de los 9 atolones y de las 101 islas de arrecife, entre 1971 y 2014: 43 años. (Ver algunas de las fotos, más abajo) La población de este mini-Estado es de unos 11.000 habitantes. La conclusión, como se verá, es que no es cierto que esté Tuvalu en peligro.
El resumen del estudio, accesible desde el vínculo de más arriba, afirma lo siguiente:
“Los resultados (del estudio) ponen en evidencia un incremento neto de la superficie de Tuvalu de 73,5 hectáreas (un aumento del 2,9%), a pesar de la subida (producida) en el nivel del mar, habiendo aumentado la superficie de 8 de los 9 atolones”.
Es importante lo que afirman a continuación los autores:
“Los cambios en las islas (de arrecife) carecen de uniformidad: 74% de ellas han crecido, disminuyendo de tamaño el otro 26%” (de las islas).
Su relevancia estriba en que es preciso tener en cuenta lo que sucede en el conjunto de las islas (el cambio global neto), no solo en algunas de ellas, como si eso correspondiera a todas ellas. El Banco Mundial afirma que “ya en algunas islas se están produciendo inundaciones” parciales y puede ser cierto; pero lo que calla es que en otras muchas la superficie seca se ha incrementado. A semejante comportamiento, le corresponde un calificativo.
Estos experimentos de ingeniería social que está emprendiendo el Banco Mundial, a diferencia de los vinos, no van a envejecer de buena forma. Acabarán volviéndose contra el Banco, por su irresponsabilidad alarmista. No es cierto que esté Tuvalu en peligro.
La última conclusión del estudio, es la siguiente:
“Los resultados ponen en cuestión la percepción de pérdida de superficie de las islas, mostrando que las islas tienen características dinámicas que perdurarán como lugares habitables hasta el próximo siglo”.
Respecto a los factores por los que puede haberse dado este resultado, los autores consideran, entre otros, los siguientes.
— La subida del nivel del mar ha fortalecido el efecto del oleaje, trasladando materiales sedimentarios de la parte exterior de los atolones a la interior. Pero, en este proceso ha acumulado más materiales de los que se encontraban en la superficie, de forma que ésta aumentó.
— Las tormentas suelen dispersar material en aquellas islas constituidas muy principalmente por arena. Sin embargo, las que cuentan con cantidades considerables de grava (procedente de los arrecifes), ésta puede ser acumulada en ciertos lugares, reteniendo más arena y otros sedimentos, ocasionando nuevas expansiones del terreno.
Los autores proponen una serie de criterios para adaptar la distribución de la población a los cambios geográficos observados en las islas. En vez de contemplar una migración generalizada de la población a otros países (como Australia y Nueva Zelanda) proponen pequeños traslados en el interior del archipiélago; desde aquellos atolones e islas en los que se ha observado mayor inestabilidad –habitualmente las de menor tamaño, y sólo de arena-, a los que se han comportado con más estabilidad al gozar de una mayor superficie y una más favorable composición de su suelo.
Naturalmente, este tipo de reducido movimiento interno de la población de unas a otras islas ha sucedido continuamente en el pasado. Ahora, la diferencia, es que se conoce mucho mejor la dinámica de los diferentes tipos de atolones e islas.
La consideración final de los autores, resulta muy expresiva. Tras constatar que planificar y llevar a cabo semejantes medidas de adaptación requerirán un esfuerzo considerable, añaden: “No obstante, como la información sobre el cambio en las islas muestra, se dispone de tiempo (décadas) para afrontar estos retos”. La afirmación alarmista de que esté Tuvalu en peligro, no es verdadera.
¿Por qué se precipita el Banco Mundial, si en 25 años no se ha vivido ninguna evolución catastrófica en Tuvalu, ni en Kiribati?
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