El P.C.Ch. exige una versión de la Biblia que responda a los “valores socialistas”
El actual máximo dirigente del Partido Comunista de China y presidente de la República Popular, Xi Jinping –en el poder desde marzo de 2013-, está abriendo toda una nueva época en la historia de su país, al tiempo que consolida aspectos históricos de su régimen político totalitario.
El secretario general del P.C.Ch. Xi ha concentrado en su persona todas las principales palancas del poder y, ni siquiera, ha dado a entender públicamente quien debería sucederle en caso de que él desapareciera.
Por tanto, Xi Jinping ha cerrado el periodo de unos 40 años –desde la muerte del genocida Mao, en 1976- de un cierto reparto del poder en China (y una dirección más o menos colegiada), al más alto nivel. Esta nueva situación quedó establecida en el 19º Congreso Nacional del Partido Comunista, de octubre de 2017.
Por otro lado, el poder que ha adquirido China como nación en la escena internacional es enorme y, hace unas pocas décadas ni tan sólo hubiera podido imaginarse. Y no deja de reforzarse.
Pero, para evitar confusiones y temores, es obligado recordar que el poderío militar de China (salvo en el número de sus soldados) sigue siendo una fracción del de Estados Unidos, gracias a Dios y gracias a Donald Trump, quien no deja de incrementar el presupuesto militar de su país, como expliqué en mi anterior artículo.
En la actualidad, Rusia sigue controlando un arsenal nuclear muy superior al de China, pero -en casi todo lo demás- el gigante asiático ha superado ya al país de Vladimir Putin o está a punto de hacerlo.
Nueva posición de China en el mundo
Consecuentemente, desde hace unos pocos años, aparte de a Estados Unidos, tan sólo puede calificarse de superpotencia (mundial) a China. Rusia es una gran potencia regional (en Europa, Asia y Medio Oriente), pero carece de los medios y de la ambición de estar presente e intervenir en todos los escenarios regionales del mundo, disputándole la hegemonía a EE.UU.
Es China, como única superpotencia ascendente, la que ha emprendido un fuerte y extenso despliegue de su poder duro. Hace ya tiempo comenzó por el Mar del Sur de China (tratando de apoderarse de estas extensas aguas, que no le pertenecen) y, también, por el estrecho de Taiwán.
Algo más tarde, inició un despliegue de bases militares navales o de puertos para su logística (administrados por empresa chinas privadas, que no pueden negarse a las solicitudes de su estado). Desde la costa sur de China, hasta el Cuerno de África (Djibouti), pasando por puertos en Pakistán (Gwadar), Sri Lanka (la isla al sur de la India) y, probablemente, lo hará en Tanzania. Esto, es únicamente el comienzo.
Xi Jinping ya había anunciado sus planes para controlar la conciencia de los chinos
Lo que ahora está sucediendo en torno a la Biblia –que luego veremos con algún detalle-, como sucede a menudo en los regímenes totalitarios, se cocinó en el último Congreso Nacional del P.C.Ch., de octubre de 2017. Veamos cómo se encuadraba en el proyecto de conjunto.
El diario conservador The Washington Times (fundado en 1982 y que tiene una edición en español) lo relató –brevemente- de este modo:
Dirigiéndose al Congreso Nacional, junto a la plaza Tiananmén, “Xi [Jinping] expuso su concepción sobre un partido gobernante que actúe de vanguardia en todos los campos, desde la protección de la seguridad nacional a la orientación moral de los ciudadanos” de a pie.
Para todo el mundo quedó claro que el mantenimiento del “régimen de un solo partido” estaba en el centro de sus planes a medio y largo plazo.
Ciertas ensoñaciones sobre un poco menos que automático paso del régimen comunista chino, a una gran expansión de la clase media, la cual exigiría –y conseguiría- una pacífica y pronta liberalización política, hacia un régimen democrático (aunque fuese imperfecto), van a permanecer en el museo de los absurdos históricos.
En realidad, el profesor estadounidense de ciencia política Francis Fukuyama no redactó nunca algo tan equivocado como lo de mi anterior párrafo –en su libro de 1992 (tras la caída de la URSS), “El fin de la historia”-. Pero dicho título dio pie a que numerosos políticos y académicos elaborasen visiones estratégicas muy equivocadas, hoy felizmente desprestigiadas.
Regresemos al Congreso Nacional del P.C.Ch., en 2007: “A lo largo de todo su discurso [Xi Jinping] empleó un tono nacionalista, llamando a que el Partido no se limite a asegurar la soberanía [nacional] de China, sino que también actúe para revitalizar la cultura [del país], oponiéndose a las ideologías “erróneas” y fomentado una religión que sea ¨de orientación china¨”.
Esta vez, nadie puede realmente sentirse sorprendido u engañado con respecto al grave paso que en estos meses está dando el Partido Comunista de China.
Una Biblia y un Corán adaptados a las “circunstancias chinas”
“Las autoridades chinas han exhortado a los representantes de las principales religiones a modificar las ¨traducciones¨ de sus libros sagrados para colocarlas en conformidad con las ¨exigencias de la nueva época¨”.
Así lo explicaba hace unos días el principal diario de derecha en Francia, Le Figaro. Quien prefiera una crónica en inglés, del británico Daily Mail, pinche aquí.
“En adelante”, continúa Le Figaro, “los Evangelios deberán acomodarse a la doctrina marxista-leninista aderezada de ¨las características chinas¨, y las parábolas de Jesucristo habrán de adecuarse a la línea del Partido Comunista, bajo amenaza de ver prohibida la difusión de aquellas biblias en el país más poblado del planeta”.
Estos y otros asuntos relacionados, fueron abordados en una reunión en Pekín el pasado día 6 de noviembre, entre los representantes de varias religiones y el miembro del Politburó del Comité Central del Partido Comunista, Wang Yang; tan sólo son 7 los integrantes del Comité Permanente del Politburó. Además de los representantes de la Iglesia Católica y de las comunidades musulmanas, estuvieron presentes los de los creyentes budistas, cuyas sutras (textos sagrados) también habrán de someterse a una nueva “traducción”.
Según el corresponsal en Pekín de Le Figaro, “el reforzamiento del dominio ideológico [del Partido Comunista] sobre la sociedad, tiene la ambición de construir un modelo alternativo a la democracia occidental”. Nada más, ni nada menos.
Ahora bien, el historiador chino independiente Zhang Lifan, que vive en China, es de la opinión de que “los planes [del P.C.Ch.] de un mayor control sobre las religiones, en realidad pone de manifiesto el temor a que la sociedad se les escape de las manos”, y su intento actual podría provocar un “efecto boomerang”.
Cuantos son los católicos en China
La anterior valoración del historiador, no parece carecer de fundamento.
Además, el columnista del Wall Street Journal, Walter Russell Mead, ha informado recientemente de que el número de católicos entre la población china ha experimentado un gran crecimiento a lo largo de la segunda mitad del siglo XX, hasta el momento presente. Según sus fuentes, los 3 millones existentes al fundarse la República Popular en 1949, han pasado a unos 80 millones en la actualidad, si bien no hay disponibles estadísticas que sean muy fiables ni precisas. Aquella cifra equivaldría a más del 5,5% de la población total.
Aquel columnista, comentaba que “el gran crecimiento [histórico] de la cristiandad en China … debe estar alarmando a Pekín”. Y añade un toque de actualidad, aunque referido a los cristianos en general: “Algunos de los más conocidos activistas de la revuelta [actual] en Hong Kong, son cristianos”.
Por su lado, los chinos musulmanes han sido estimados en alrededor de 20 millones, según algunos cálculos a partir del censo de población del año 2000.
¿Cederá el Papa Francisco ante el régimen comunista chino?
La postura que -finalmente- vaya a adoptar el Vaticano ante la exigencia del Partido Comunista de China de que haga una “nueva traducción” de la Biblia, es esperada con especial atención. Esto llevará un tiempo, no hay que esperar ninguna respuesta definitiva de hoy para mañana.
El antecedente a este nuevo y grave contencioso es el acuerdo que suscribieron el Vaticano y la República Popular China el 22 de septiembre de 2018, que constituyó el primer acuerdo bilateral desde la fundación del régimen comunista en 1949.
El Vaticano denominó aquel acuerdo de “provisional”, ya que siguen sin haber relaciones diplomáticas entre ambas partes y que podrá ser revisado más adelante. Denominación aparte, el acuerdo encierra una gran trascendencia. De hecho, el acuerdo dará lugar a la reunificación de las dos “iglesias católicas” que venían coexistiendo en China desde hace más de medio siglo.
A) Por un lado, la Iglesia fiel a Roma, que ha estado en todo momento perseguida por el régimen comunista, permaneciendo incluso varios periodos en la clandestinidad. Sus obispos, en particular –que han sido dos-, han sufrido duras y constantes presiones para que se doblegaran a los planes y maquinaciones de Pekín.
B) Por el otro lado, una marioneta del régimen, a la que se la denomina informalmente «Iglesia Patriótica«. Constituida en torno a 1958, se trata de un montaje, creado y sometido a la República Popular, bajo el nombre oficial de “Asociación Patriótica Católica”. En los pasados años, 7 individuos católicos (sin lugar a dudas, funcionarios del estado) habían sido nombrados por el régimen como obispos y, por tanto, fueron excomulgados por el Vaticano.
Ejemplo de la libertad religiosa en China en la actualidad
La foto de abajo muestra un ejemplo de la forma de actuar del régimen comunista, no en un lejano pasado, sino en septiembre de 2019, hace tres meses.
En una iglesia construida recientemente con donativos de los fieles, las autoridades locales les obligaron a retirar una imagen de la Virgen María que presidía el interior del templo y reemplazarla por la imagen del nuevo dictador, el Secretario General del P.C.Ch, Xi Jinping.
A ambos lados de la foto, los sacerdotes tuvieron que colocar simpáticos eslóganes de este corte: “Sigue al Partido”, “Obedece al Partido”, “Se agradecido con el Partido”.
El régimen sustituye la imagen de la Virgen por la del Secretario General Xi en una iglesia. A ambos lados, propaganda comunista
Esta información procede de la revista digital Bitter Winter, que se publica en ocho idiomas incluido el inglés y el español, ocupándose de temas religiosos (no sólo católicos) y de derechos humanos en China.
Esta revista, de reciente creación y cuya administración se encuentra en Turín (Italia), ha sido promovida por el Centro Studi sulle Nuove Religioni (CESNUR). Dispone de corresponsales locales en China.
Resulta muy llamativo que la rápida modernización de China y la existencia de empresas punteras como Hauwei, Alibaba y otras muchas, haya dado la impresión entre los jóvenes de las grandes ciudades occidentales de que China ya es un país «normal«.
Un acuerdo secreto y muy favorable para el régimen comunista
Casi no se tiene conocimiento de las disposiciones establecidas en 2018, ya que el texto del acuerdo permanece en secreto. ¿Qué motivos podría haber para algo tan inusual y sospechoso? La respuesta parece clara.
Se ha dicho que el procedimiento para nombrar los obispos de la “iglesia unificada” –entre la de verdad y la marioneta- es lo más importante de lo acordado. Se desconocen los detalles, pero es casi seguro que la República Popular elaborará –sucesivamente- una lista de candidatos, de entre los cuales el Vaticano optará por uno de ellos.
No hay precedente de un acuerdo tan sumamente adverso para el Vaticano. Sí los hubo para entendimientos mucho menos relevantes. Bajo algún régimen totalitario, el Vaticano tuvo que aceptar que el dictador de turno vetara alguno de sus nombramientos.
Por el contrario, el procedimiento acordado con China va a ser permanente y humillante: es la dictadura la que tiene la primera palabra, esto es, designar a los candidatos. Si al Vaticano no le gustara ninguno de los candidatos propuestos por Pekín, el puesto quedaría vacante … hasta que se alcanzase un compromiso. Pekín siempre gana.
Además, en la práctica, se ha hecho tabla rasa, en favor de Pekín.
1) Personalmente, el Papa Francisco levantó la excomunión de los 7 “obispos” que había nombrado el régimen comunista hace unos años.
2) Además, el Papa Francisco les ha nombrado sacerdotes a aquellas7 personas; primer paso para su futuro ascenso.
3) El Vaticano ha dejado aparcados –para siempre- a un par de los verdaderos obispos que, según parece, no serán nunca candidatos a la nueva iglesia unificada. Han pasado a la condición de eméritos. Obispos que llevaban más de medio siglo siendo la cabeza de la Iglesia para los creyentes chinos, en condiciones heroicas. Por eso el régimen comunista los rechaza de plano. Sin comentarios.
Reacciones internas sobre el acuerdo con China
El Cardenal Joseph Zen Ze-kiun, de 86 años, obispo ya emérito de Hong Kong, declaró en enero de 2018 que “el Vaticano está vendiendo la Iglesia Católica en China”.
Tras hacerse público el acuerdo, en septiembre de 2018, este mismo cardenal publicó un artículo en el New York Times, bajo el título: “El Papa no entiende a China”. El diario de Miami, El Nuevo Herald, ha publicado la traducción al español de varios extractos de aquel artículo.
¿Pero algo habrá ganado el Papa Francisco? Que se sepa –recuerden que el texto es aún secreto- la única cesión de importancia es que Pekín reconocerá oficialmente que el Papa es la cabeza en China de la nueva iglesia unificada. El régimen se ha estado negando a este reconocimiento durante décadas, pero la estructura que va a crearse en el país deja mucho que desear y su fidelidad a Roma …
El consejo editorial del principal diario de derecha en EE.UU:, el Wall Street Journal, no recibió bien este acuerdo.
“Imagínense que Donald Trump insistiera en que la Iglesia Católica le concediera el derecho a elegir la lista de candidatos de entre los cuales Roma designaría los obispos para Estados Unidos. Sería ridículo.” ¿Está claro a quien se dirige su crítica?
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