Ayer, día 4 de marzo, se hizo público que a lo largo de unos 20 años la “mayor organización independiente de conservación de la naturaleza” (según su propia web), en España WWF-Adena, ha venido organizando y armando una serie de guardias forestales y de parques nacionales en, por lo menos, 6 países de África y Asia con el fin de proteger los animales, incluso mediante el empleo sistemático de la violencia.
(Nota: en el último apartado de este artículo, se trata sobre el animalismo y sus excesos en países occidenteles, como España)
La izquierda denigró las torturas de soldados en Abu Ghraib (Irak)
El tipo de torturas por las que la izquierda mediática occidental flageló al extremo a los militares de EE.UU. cuando las aplicaron en Irak (por ej., en el centro de internamiento de Abu Ghraib), en mitad de una terrible guerra, las han empleado los guardias financiados por esta organización del ecologismo radical a lo largo de unos 20 años, con total impunidad por parte de aquellos medios tan pacifistas y tan antimilitares, a pesar de las denuncias públicas existentes, como las que reproducimos más abajo.
Puede citarse, por ejemplo, la técnica de tortura del simulacro de ahogamiento por agua (waterboarding), también llamado submarino mojado. El cinismo del New York Times, del británico The Guardian, del francés Le Monde, etc. es colosal, pero nada sorprendente. Y esto se estaba haciendo sin las angustiosas urgencias de guerra alguna.
Las torturas ligadas a WWF se investigaron extensamente
Aquellas inquietantes revelaciones sobre las actividades de la internacional WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza) -con sede central en Vaud (Suiza)-, que en España se unió con Adena en torno a 2005, procede de una amplia investigación llevada a cabo durante un año por la web de noticias, investigaciones y entretenimiento, con sede en Nueva York, BuzzFeed News. La información hecha pública ayer, es la primera entrega de una serie que irá publicándose en las próximas semanas.
Como dice la BBC, esa investigación “se ha realizado en 6 países [de África y Asia], en base a más de 100 entrevistas y el estudio de miles de páginas de documentación, incluidos informes confidenciales, presupuestos internos y mensajes de email tratando sobre la compra de armas”. Entre los países en los que se ha investigado figuran Nepal, India, Camerún y la República Centro Africana.
Siguiendo con la noticia en BBC, “nativos y habitantes de pueblos [de aquellos países] han sido matados a tiros, apaleados hasta perder la conciencia, sometidos a abusos sexuales y han recibido latigazos de guardias de parques [nacionales], en lugares como Nepal y Camerún, según lo que alega BuzzFeed”.
BBC prosigue, diciendo que “WWF ha financiado y equipado a estas fuerzas de guardias, según el informe, acusando a empleados [de la ONG] de hacer la vista gorda sobre dichas agresiones”.
El diario The Washington Times, citando el informe, relata que “nativos recibieron latigazos con cinturones, les dañaron con machetes, les golpearon con tallos de bambú, fueron abusados sexualmente, se disparó sobre ellos y fueron asesinados”.
No fueron enfrentamientos armados sino torturas y asesinatos a sangre fría
Todo esto está relacionado con la prevención de la caza furtiva (ilegal, que en inglés se denomina poaching) en los espacios protegidos en aquella serie de países. Naturalmente, nadie aprobamos las actividades ilegales de los cazadores furtivos en aquellos territorios. Y aún menos el asesinato de guardias que -desgraciadamente- se producen todos los años en países en desarrollo (unos 50, en 2017), por parte de algunos de los cazadores furtivos.
Pero la violencia que se evidencia en el informe BuzzFeed no corresponde a enfrentamientos armados entre ambos bandos. Se refiere específicamente a actividades violentas emprendidas a iniciativa de los guardias financiados por WWF en busca de furtivos, en las que simples nativos también sufrieron violencia y hasta muerte.
Esta organización ecologista radical, WWF, como un largo número de ellas, es actualmente una máquina de producir dinero. Sus ingresos consolidados (de todas sus secciones en muchos países) en 2017 fueron nada menos que de 767 millones de dólares. Su principal función consiste en actuar de grupo de presión, esto es, de lobby frente a los poderes públicos.
Por su parte, el presupuesto consolidado (global) de Greenpeace en 2014 fue de unos 400 millones de dólares. El de una importante organización de EE.UU., desconocida en España, la NRDS (Consejo de Defensa de los Recursos Naturales) 151 millones $ (en 2015), operando únicamente en ese país. Para la californiana Sierra Club, que sólo existe en EE.UU., los ingresos en 2013 fueron de 98 M$.
La prensa española de hoy día 5 de marzo
Como era de esperar, a la hora de redactar este artículo a mediodía, la prensa de izquierda (El Mundo y El País) no recoge esta noticia, a pesar de haber informado repetidamente de las actividades y demandas de WWF durante años. ABC y La Razón, lo mismo.
[Nota posterior: El día 6 de marzo el diario ABC ha publicado esta noticia]
En honor a la verdad, hay que mencionar que el diario ABC publicó en septiembre de 2017 una amplia noticia totalmente relacionada con este asunto, bajo el titular: “Acusan a WWF de perseguir tribus indígenas en nombre del conservacionismo”.
Lo mismo hizo aquel año El País, con el titular: “Cuando la protección de las especies pone en peligro a los indígenas”. Como se ve, evitaba mencionar a WWF en su titular, aunque sí más adelante.
Esta noticia en los dos diarios se refería al acoso a ciertos indígenas en el sudeste de Camerún, a raíz de la denuncia formulada por la organización internacional de Londres en defensa de los indígenas “Survival Internacional” (Supervivencia Internacional).
En 2001 una ONG ya denunciaba la brutalidad de WWF en Camerún
La siguiente información procede de la ONG británica “Survival International”, cuya principal actividad es promover medidas para que las tribus de indígenas en países en desarrollo puedan sobrevivir.
Con independencia de lo que uno pueda opinar sobre la actuación de una organización como Survival International (S.I.), lo cierto es que tomar los hechos que parezcan probados resultaría de utilidad.
En septiembre de 2001 S.I. ya denuncio que WWF, en el sudeste de Camerún, estaba acosando a la tribu baka. Y en un seminario en Ruanda, al que asistía personal de WWF, representantes de “Survival International” expusieron el caso, sin resultado.
Una de sus reclamaciones es que diversas tribus estaban siendo desplazadas de sus tierras tradicionales, con la ayuda -entre otras fuerzas, de WWF- con el fin de crear reservas naturales o parques nacionales, sin apenas consultarles.
En febrero de 2016 “Survival International” volvió a condenar las acciones violentas de los guardias financiados por WWF, en Camerún.
En todos esos años, los contactos que S.I. mantuvo con WWF no dio ningún fruto y, por tanto, WWF no cambió su modo de operar.
Como contaba ABC en 2017, “por su parte, WWF ha enviado un comunicado en el que se defiende de las acusaciones. «Estamos tristes y conmocionados por las noticias que hablan de cualquier forma de violencia o abuso contra las comunidades y sus derechos. Hemos pedido repetidamente a Survival International que comparta información que nos ayude a empujar a las autoridades a actuar. Hasta ahora, se han negado a colaborar, incluso en el proceso de mediación iniciado por ellos»”.
Actualmente, un representante de WWF ha anunciado la apertura de una investigación interna, con la ayuda de un bufete de abogados. Veremos que sale de este ejercicio.
El animalismo no es principalmente preocuparse por los animales
Una de las confusiones ideológicas a las que remite los gravísimos sucesos de esta noticia es la del pensamiento animalista.
No pocas personas en España todavía no perciben la gravedad de esta nueva demencia progresista: el animalismo, que en nuestro país ha adquirido la forma política del Partido Animalista PACMA, que en las últimas elecciones generales (junio de 2016) obtuvo el 1,19% de los sufragios: casi 285.000. En su web se definen de manera ambigua y engañosa: “un partido político español que trabaja por los derechos de los animales, la defensa del medio ambiente y la justicia social”. Aunque, ¿desde cuando un animal puede ser sujeto de derecho?
Pero la realidad, es otra. Echemos mano de un artículo del blog de pensamiento Disidentia. Lo más claramente erróneo de este escrito es su “ingenuo” título: “El animalismo: una ingenua visión de la naturaleza”.
“En la historia del pensamiento humano abundan ejemplos de la visión que denigra la naturaleza humana”.
“Los animalistas, como en general todos los movimientos posmodernos, siguen la senda de Epimeto … que ve en el hombre un animal deficiente … y no se apiada del ser humano. Reducen la humanidad a pura biología. Siguen una filosofía de la sospecha que ve en toda manifestación cultural una forma de opresión encubierta”.
“Si para las feministas la cultura es violencia y opresión sobre la mujer, para el movimiento animalista, la cultura sólo diferencia al ser humano respecto de cualquier animal cuantitativamente pero no cualitativamente”.
Para los animalistas hombres y animales somos cualitativamente iguales
A fin de cuentas, para la mayoría de las actuales organizaciones animalistas el ser humano debe estar subordinado a los animales, sus necesidades y derechos (sic). No pocas de aquellas organizaciones desearían hacer desparecer a unos cuantos miles de millones de personas de este planeta, para que la vida animal pudiera desarrollarse plenamente.
Por ello, una de las estaciones de llegada de este viaje al disparate y la insensatez es, por ejemplo, la constitución en 1991 por unos ecologistas radicales estadounidenses del Movimiento por una Extinción Voluntaria de la Humanidad. En beneficio de la biodiversidad y para, ¿cómo no?, ¡Salvar al Planeta!
¿Qué quién puede creer en semejante dislate? Pues, sean o no conscientes, aquellos jóvenes de los países occidentales que en estas pasadas décadas han decidido, con ánimo militante, alejarse de la reproducción, haciendo descender el crecimiento demográfico en varios de esos países y provocando la contracción del % de sus poblaciones en edad laboral; esto es lo que está sucediendo en el conjunto de los países de la OCDE desde mediados de los 2000s. Dentro de unos cuantos años, por ejemplo, ¿quién va a mantener el costoso estado del bienestar para las nuevas generaciones?
En conclusión, el animalismo es una de las ideologías decadentes y destructivas a combatir y abatir.
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