La recusación (impeachment) se hace menos probable
La progresía mediática estadounidense no cesa de revolverse y rebuscar en el texto completo del informe Mueller, inútilmente. Algunos representantes de izquierda en la Cámara Baja, tampoco aceptan la realidad y parlotean sobre una inminente recusación (impeachment).
Algún diario de derecha español hace algo parecido, aunque esta vez el diario de izquierda El Mundo ha sabido comprender mejor lo que realmente está pasando: Trump es inocente (aunque siga siendo un mal educado). El complot sobre la supuesta complicidad de Trump y de su equipo de campaña con las autoridades rusas, ha quedado en evidencia: Trump gana un (gran) punto, los insidiosos (del FBI, CIA, etc.) CERO patatero.
Hace un par de días, al ser preguntado el Presidente Trump si le preocupaba la amenaza de su recusación (impeachment), contestó confiadamente: “No, ni siquiera un poquito” (en inglés, «No, Not Even a Little Bit«).
(Nota: Al final de este artículo se expone qué es y que atribuciones tiene un Gran Jurado)
Quienes son los principales dirigentes del Partido Demócrata
En el sistema político estadounidense, la primera autoridad de hecho del campo demócrata -cuando están en la oposición- no es el líder del partido: Thomas Perez, del ala izquierdista, próximo a Barack Obama, hijo de inmigrantes dominicanos. No importa gran cosa lo que diga y, en este caso, no sé si se ha pronunciado.
Hay siempre dos dirigentes demócratas por encima del jefe del partido: a) el jefe demócrata de la bancada de izquierda en el Senado; en este caso, el senador por Nueva York (quien fuera moderado), Chuck Schumer. b) La figura equivalente en la Cámara Baja: la experimentada (de 79 años) y ahora casi no cuestionada Nancy Pelosi.
Actualmente, al haber obtenido el Partido Demócrata mayoría en la Cámara de Representantes en las alecciones del pasado mes de noviembre, la Sra. Pelosi es la máxima dirigente demócrata.
Nancy Pelosi no quiere la recusación (impeachment)
Pues, Nancy Pelosi si que se está pronunciando con claridad y repetidamente sobre la posible recusación: “Ya lo veremos. Ahora, no es el momento, etc.“ Cuando una joven activista de la izquierda (que debía creer dominar el partido y el mundo) le conminó hace unas semanas a iniciar ya el impeachment, la Sra. Pelosi le cortó en seco espetándole que ella, no la jovencita, es quien sabe lo que hay que hacer y que ahora no es lo adecuado.
En segundo lugar, de los casi 20 precandidatos demócratas a la elección presidencial de noviembre de 2020, de momento únicamente uno -la Sra. Elizabeth Warren- insiste en emprender cuanto antes la senda de la recusación en la Cámara Baja. Y ello porque los sondeos preliminares están dándole un bajísimo índice nacional de “name recognition”, esto es, un bajo porcentaje (en torno al 4%) de reconocimiento de su nombre por parte de los electores inscritos del Partido Demócrata, que serán quienes participarán en las primarias desde comienzos del año 2020.
Por este motivo, la izquierdista Sra. Warren quiere promocionarse y diferenciarse, apartándose de la postura casi unánime de los otros precandidatos.
Es muy significativo que el sectario joven senador por Nueva Jersey, Cory Booker, -que es también precandidato presidencial-, se haya expresado con mucha cautela. ¿Se acuerdan Vds. de su lamentable intervención en las audiencias en el Senado contra el ahora magistrado del Supremo Brett Kavanaugh, el pasado otoño?
Senador Cory Booker (Dem. – N.J.). Audiencias sobre el juez Kavanaugh
El senador Cory Booker y los demás aspirantes demócratas a la Casa Blanca, saben que el éxito de su intento no sólo depende de los activistas de su campo, que votarán en las primarias, sino en ir consiguiendo el respaldo de parte del sector centrista de los electores nacionales.
Y los ciudadanos moderados, aunque sean de izquierda, no están en general por la labor de prolongar el enfrentamiento radical con el presidente de su país -aunque se llame Donald Trump-, cuando un fiscal especial ha investigado, sin resultados, las acusaciones contra Trump a lo largo de dos años, empleando una legión de fiscales y agentes del FBI, gastando no menos de 25 millones de dólares en su cometido.
En las elecciones 2020 el primer premio es la Casa Blanca
En las elecciones de 2020 el premio gordo es la Casa Blanca; las dos cámaras del Congreso nacional son el segundo premio y los gobernadores estatales, etc. son la pedrea -aunque una pedrea con implicaciones reales-.
Los congresistas y senadores que planeen volver a presentarse en 2020, y cuyo éxito será sobre todo consecuencia de obtener el sufragio de los votantes y activistas de su cuerda, seguirán haciendo ruido este año y pico y reclamando mil documentos al Presidente Trump y a muchos de sus colaboradores.
Pero los candidatos presidenciales y el establishment demócrata no les dejarán hundir las posibilidades de ganar la presidencia, salvo que el Partido Demócrata se resquebrajara, lo que no parece probable.
Casi todo hace pensar que el proceso de recusación (impeachment) no llegará a levantar el vuelo en la Cámara Baja. Además, a este resultado coadyuva que el Senado (donde la derecha tiene 53 de los 100 escaños) detendría la recusación -a menos que apareciera una grave evidencia inculpatoria contra Trump, que Mueller no ha localizado-. Además, en el Senado se requieren dos tercios, esto es 66 votos, para aprobar una recusación. No way, boy.
Hace unos días, el congresista demócrata (por Virginia) Gerry Connolly, quien es miembro del Comité de Supervisión (Oversight) de la Cámara Baja, dijo: “Mejor no mencionar por ahora la palabra de la I [impeachment]”.
¿Hay novedades par el impeachment? ¿Han aparecido sorpresas substanciales en el texto completo del informe Mueller?
No, ninguna.
El resumen de 4 páginas, que el Fiscal General William Barr redactó a finales de marzo -en base al texto completo del informe Mueller, que ya le había sido entregado- era correcto, aunque la izquierda siguió acusando de parcialidad y hasta de ocultamiento, sobre lo que se hablará más adelante.
Lo que se ha conocido ahora son detalles, muchos detalles. Bastantes son detalles significativos, pero en absoluto varían las principales conclusiones del pasado 22 de marzo, recogidas en el resumen de las 4 páginas del Secretario de Justicia Barr.
Aunque algunos medios han pretendido encontrar novedades de peso y las han aireado como si hubiesen descubierto la prueba definitiva para hundir la presidencia Trump y hacer ganar a su bando en 2020. Creen ver a un burro volando, cuando el elefante (que es el símbolo del Partido Republicano) está seguro y muy tranquilo en la Casa Blanca.
Actúan como los malos perdedores, que no quieren reconocer que han fallado el tiro.
Como ya adelantó -correctamente- el Fiscal General (Secretario de Justicia) William Barr el pasado día 22 de marzo, en su resumen de 4 páginas, el fiscal especial Mueller:
Trump exonerado de toda colaboración con Rusia
A) ha exonerado definitivamente al Presidente Trump y a su equipo de campaña electoral, de complicidad con Rusia para interferir en la campaña de 2016, provocando una profunda depresión en todo el campo de izquierda, que se habían creído sus propias mentiras;
Mueller ni acusa ni exonera a Trump de obstruir a la Justicia
B) no ha presentado ninguna acusación formal contra Trump por haber obstruido la acción de la Justicia. Tampoco le ha exonerado de este posible delito, pero si Mueller no ha logrado pruebas de esto, ¿por qué podrían conseguirlas los congresistas demócratas? Lo único que van a hacer éstos es desahogarse armando alboroto, hasta comienzos de 2020, cuando les mandarán dejar de incordiar, desde sus propias filas, como luego veremos.
El relato que hace Mueller sobre las diez ocasiones en que Trump pudo haber obstruido la Justicia, no tiene mayor importancia que el morbo de conocer algunos detalles sobre lo que está ocurriendo entre bambalinas en la Casa Blanca de Trump. Eso es todo. Quien lo dude, ya lo veremos …
El texto del informe con tachaduras
La semana pasada, el 18 de abril, el Fiscal General (Secretario de Justicia) William Barr hizo pública la versión completa del informe Mueller. Todos los medios de izquierda se apresuraron a afear que lo desvelado contuviera un considerable número de líneas tachadas: exactamente, el 12% del total de líneas, de las 448 páginas. Los políticos demócratas, repitieron el intento de jugada: ¿qué es lo que tienen que ocultar?
No es extraño que algunos periodistas españoles, por -injustificado- desconocimiento, se hagan los escandalizados.
Pero en el caso de los políticos y periodistas estadounidenses, su rasgado de vestiduras es aún más insostenible, por hipócrita. Todos ellos saben que el Secretario de Justicia no tiene ni siquiera obligación de publicar una versión amplia, de acuerdo con las normas federales que rigen la actuación de los fiscales especiales, como Robert Mueller.
También es de conocimiento público en EE.UU. que está tajantemente prohibido que el Fiscal General, y cualquier otro alto funcionario y dirigente federal, haga pública la información de tres tipos que aparezca en el informe de una investigación especial:
1) Toda la información relativa al gran jurado que organizó el fiscal Mueller.
(Ver, a continuación, el apartado sobre las características de un Gran Jurado en EE.UU.)
2) Toda información que revele las fuentes y los modos de operar de las fuerzas policiales.
3) La información correspondiente a investigaciones policiales y judiciales en curso, que podrían devenir en declaración de inocencia, cuya publicidad podría perjudicar a los acusados.
Que repitan ahora la pregunta: ¿qué es lo que tiene que ocultar la Administración Trump?
Respuesta: todo aquello que prohíbe la ley de EE.UU.
¿Qué es y qué hace un gran jurado?
Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, si no les importa, expondré brevemente en qué consiste esta figura judicial, desconocida en prácticamente todo el mundo, incluso en el europeo.
Un gran jurado se constituye sólo en los casos de delitos graves (felonies, en inglés), en los tribunales federales ordinarios. No para delitos menores: misdemenours, en inglés.
También se puede formar para asistir en la labor investigadora de un fiscal especial, como Robert Mueller, que únicamente se nombra (por el Secretario de Justicia) cuando hay sospechas de la comisión de delitos mayores, como la posible connivencia (collusion) de Trump con Rusia.
Los miembros de un gran jurado siempre son meros ciudadanos, seleccionados al efecto.
En este segundo supuesto (en una investigación especial, como la de Mueller), los miembros del gran jurado seguirán actuando durante la totalidad de la investigación, aunque dure uno, dos o más años.
Un gran jurado no tiene la competencia primordial de los jurados ordinarios: determinar la culpabilidad o inocencia de los acusados, tras la vista oral.
La función de un gran jurado
Su función se realiza previamente a la apertura del juicio oral y consiste, básicamente, en decidir sobre la labor investigadora del fiscal, para intentar evitar acusaciones maliciosas por parte de éste.
Principalmente, un gran jurado decide sobre tres tipos de cuestiones: a) sobre la investigación previa, como la emisión de órdenes de registro (warrant search), citación judicial de posibles acusados o testigos (subpoenas), etc.; b) si parece existir un delito, en cuyo caso pediría al juez ordinario competente la apertura de la vista oral, y c) concretamente, a qué persona o personas se acusa formalmente de haber cometido dicho delito.
Como puede apreciarse, son las principales intervenciones de un fiscal en la fase de investigación. El fiscal expone al gran jurado sus propuestas de actuación, a lo largo de meses, y los miembros de éste deciden si aprobarlas.
Un gran jurado dispone de mucha autoridad para efectuar la investigación, haciendo casi imposible, por ejemplo, que los citados se opongan a presentarse, salvo que sea el presidente u otro muy alto cargo federal cuando si podrían surgir serias discrepancias entre las partes.
Dicha labor de asistencia y control del fiscal, supone que ningún juez asiste a las reuniones del gran jurado. Un gran jurado nunca toma parte en una vista oral.
En una investigación especial, como la de Mueller, su oficina nunca intervendrá en las vistas orales que puedan celebrarse con posterioridad. La oficina del fiscal especial, tras cada investigación, decide (con el gran jurado) si acusar formalmente a alguien, en cuyo caso el expediente pasará al tribunal ordinario competente, donde intervendrá el fiscal que corresponda, no el de la oficina especial. Distintos delitos de los diversos acusados pueden verse en tribunales ordinarios diferentes, de distintas localidades.
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