¡Adelante el fracking en Inglaterra! (Foto del GWPF).
Nada más formarse el nuevo Gobierno británico -encabezado por Boris Johnson-, el 24 de julio de 2019 se apresuró a dar su autorización para que la compañía Cuadrilla emprendiera la extracción de gas de esquisto (shale gas). Autorización referida al proyecto situado en Preston New Road, (condado/provincia de Lancashire), al noroeste de Inglaterra -al norte de la ciudad de Manchester.
Desde 2011 dicha compañía venía realizando tareas de prospección y otras preliminares en dicho emplazamiento, pero la extracción de gas propiamente dicha había sido repetidamente impedida, incluso por la invasión de sus instalaciones por activistas que se creen por encima de la ley.
Una análoga situación de bloqueo es la que ha imperado en todas las demás zonas del país en las que se concedieron licencias de explotación preliminares hace muchos años, al comienzo de la presente década.
Conforme al periódico digital Power Technology, un representante del Departamento de Empresas, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) ha declarado lo siguiente:
“El gas de esquisto puede ser una importante nueva fuente de energía nacional, que reduzca el nivel de importación de gas, aportando vastos beneficios económicos, incluida la creación de puestos de trabajo de calidad, bien retribuidos”.
La estimación aceptada es que la explotación del gas de esquisto en el Reino Unido (R.U.) crearía unos 64.000 empleos, bien pagados, durante varias décadas.
Aquel representante añadió que “Disponemos de una reglamentación de avanzada calidad que asegurará que la explotación de gas de esquisto tenga lugar en condiciones de seguridad y de un modo respetuoso con el medio ambiente”.
Boris Johnson enseguida se echó para atrás, por motivos electorales
[Nota de mayo 2021: Cuatro meses más tarde, durante la campaña para las elecciones generales de diciembre de 2019, el ya Primer Ministro Boris Johnson dio un giro de 180 grados en este asunto del fracking. Para ganarse a votantes convencidos de la amenaza del cambio climático, introdujo severas limitaciones para conceder las licencias de explotación de pozos que fueran a emplear la técnica del fracking, con la excusa de sus efectos sísmicos. El resultado práctico es que las explotaciones de fracking han seguido, de facto, prohibidas en Reino Unido hasta la actualidad, mayo de 2021. En julio de 2022 continúa el completo bloqueo al empleo del fracking en Reino Unido, aunque el nuevo primer ministro, que quedará elegido el 5 de septiembre, podría autorizarlo, finalmente]
Inicio de la extracción de gas por fracking en Inglaterra a comienzos de 2020
Aquel periódico sobre la energía -Power Technology- informaba también de que “la empresa Cuadrilla prevé [haber finalizado sus preparativos para un segundo pozo horizontal] para noviembre de 2019, iniciándose la extracción [comercial] de gas a principios de 2020”.
Cuando realmente arranque aquella actividad extractiva, el fracking habrá -por fín- llegado a Europa, donde el retrógrado obstruccionismo ecologista y la cobardía de la derecha nos está privando de esta riqueza.
También están consiguiendo evitar una mayor independencia energética de Europa frente a nuestro principal suministrador externo: el enemigo estratégico, que es la Federación Rusa.
El izquierdista líder de Partido Laborista, Jeremy Corbyn, ha repetido su rancia letanía anticapitalista: “En vez de doblar la rodilla ante una empresa que se beneficiará de extraer combustibles fósiles de la tierra, necesitamos cambiar de orientación ya mismo”.
Recursos disponibles del gas de esquisto en Reino Unido (R.U.)
En mi artículo de enero de 2017 ya expuse que “la gran formación geológica Bowland, … se extiende entre ambas costas del norte de Inglaterra. En Gran Bretaña hay otras cuatro grandes formaciones de esquistos explotables: dos en el sudeste de Inglaterra [al sur de Londres] (Wessex y Weald), una en el centro de Escocia y otra en el sur de Gales”. Esto es, cinco grandes yacimientos.
Como se aprecia en el mapa de abajo, existen ya licencias concedidas -desde hace años- en estas cinco regiones con potencial para producir gas de esquisto. Pero, también durante muchos años, el Estado británico -dando la razón a las exigencias ecologistas- ha impedido que se perforen pozos en esas zonas.
Formaciones de esquistos en el Reino Unido
Fuente: Investigación Geológica Británica. Bloques en azul: Licencias de explotación concedidas. Áreas en amarillo: Yacimientos de esquistos.
Continuando con mi artículo de 2017: “En 2013 el Instituto de Estudios Geológicos británico (BGS) estimó en 1.329 tcf (trillion cubic feet) la cantidad de gas contenido en la formación Bowland, lo que equivale a 800 años del consumo anual de gas del Reino Unido (que es de 41.700 KTOE)”. Como dije, Bowland es sólo una de las 5 grandes formaciones existentes.
“Empleando un conservador ratio de 5% [de gas extraíble, respecto del total existente], resultarían … 40 años del consumo total de gas del Reino Unido, referido tan sólo a la formación Bowland”.
Si se tuviesen en cuenta las otras 4 formaciones, la extracción conjunta podría cubrir más de 60 años del consumo británico de gas natural.
“Esta es la riqueza que los ecologistas se empeñan en dejar enterrada para siempre en el subsuelo” para Salvar el Planeta … al tiempo que hundirían a la Humanidad.
Dependencia exterior del Reino Unido en productos energéticos
Dependencia energética exterior del Reino Unido
Fuente: UK ENERGY IN BRIEF. 2017
Departamento de Empresas, Energía y Estrategia Industrial (BEIS) del R.U.
Como muestra este gráfico, el Reino Unido se vio obligado a importar (en 2016) el 36% de todas sus necesidades energéticas. La principal importación es el petróleo y la segunda, el gas natural. Las producciones de ambos hidrocarburos en el Mar del Norte han ido agotándose con rapidez desde comienzos del presente siglo.
El sector de la energía, que a finales de los años 80 representaba el 10% del Producto Interior Bruto británico, tras las políticas laboristas de abandono del carbón y otras, en la actualidad (2017) supone únicamente el 3% del PIB.
El gran retraso en poner en marcha el fracking en Inglaterra
“El 20 de diciembre 2016 el Alto Tribunal de Londres (equivalente al tribunal supremo) autorizó definitivamente el proyecto de fracturación hidráulica (fracking) para la extracción de gas de esquisto (shale gas) del promotor Third Energy”, en el nordeste de Inglaterra.
Así informé en enero de 2017 en uno de mis artículos en uno de mis artículos.
Y es que, efectivamente, aquella sentencia firme desarmó definitivamente la obstrucción judicial que venía practicando el ecologismo radical. A partir de ella, cualquiera nueva demanda de paralizar cualquier explotación de fracking caería de inmediato en saco roto.
El gobierno conservador de Theresa May, constituido justo después del referéndum del Brexit, en julio de 2016, aunque aparentaba favorecer la aplicación de la fracturación hidráulica -para congraciarse con sectores empresariales-, en realidad siguió entorpeciendo su autorización administrativa.
Ha hecho falta su caída, en junio de 2019, para que parezca abrirse definitivamente el horizonte para esta utilísima y segura técnica de extracción del gas natural.
Dos años y medio más (de enero de 2017 a junio 2019), retrasó la primera ministra conservadora Theresa May la autorización efectiva de la fracturación hidráulica en el Reino Unido.
Los únicos impedimentos para disponer de abundantes hidrocarburos son el obstruccionismo ecologista y la cobardía de la derecha política
En Reino Unido, como en Australia, Francia, Dinamarca, Canadá, etc. estas dos son las únicas conclusiones a las que se puede llegar. Bueno, en Canadá las fuerzas conservadoras son mayoritariamente favorables al fracking, pero la obstrucción de los lobbies ecologistas no es menor que en otros países occidentales.
Se da por supuesto que la izquierda -en prácticamente todo el mundo- ha abandonado por completo cualquier preocupación por la seguridad de suministro de los productos energéticos y por el buen precio de los mismos, subordinando todo al monotema: Salvar el Planeta.
Aún queda un último y trascendental impedimento para que pueda despegar la explotación comercial del gas de esquisto
El gobierno conservador de Theresa May, mantuvo una norma sismológica que imposibilita el nacimiento mismo de esta actividad minera.
Fijada en 2012, dicho umbral supone que toda actividad de perforación por fracking se suspenda en una zona (durante 18 horas) si se produce un microsismo de nivel 0,5 en la escala de Richter, que es totalmente imperceptible para los humanos.
Habitualmente se fija en el nivel 2,0 los temblores que son percibidos por los humanos.
Además, no hay que pasar por alto que esta escala no es proporcional, sino logarítmica; un temblor de escala 2 es realmente 10 veces más intenso que uno de escala 1.
Por otro lado, la vibración de magnitud 0,5 es análoga a la que se percibe al andar por una acera que esté encima de una línea de metro muy superficial, al pasar por debajo un tren del metro.
¿Por qué no reclaman los ecologistas que se suspenda el servicio de metro cada vez que alguien note una vibración en sus pies al andar por la ciudad?
Al fin y al cabo serían más peligrosos unos temblores en una zona urbana -con multitud de edificios y personas-, que no en pleno campo, ¡digo yo!
No soy yo quien ha establecido dicha comparación, sino la persona que hasta mayo de 2019 fue la jefe de la británica Comisión del Gas de Esquisto: la Sra. Natascha Engel. Esta directora (nombrada por la Primera Ministra), además, había sido diputada del Partido Laborista entre 2005 y 2017.
Umbrales sísmicos en otros países
Al mismo tiempo (según nos informa la web del Gobierno de Escocia, al final), en el estado de California aquel umbral de sismicidad -para detener una perforación- está fijado en el nivel 2,7 de la escala de Richter: esto es, casi 100 veces más intenso que el límite en vigor en Reino Unido.
De la misma fuente (escocesa), en los estados americanos de Illinois y Oklahoma, y en las provincias canadienses de Alberta y Columbia Británica, el umbral es de una magnitud 4,0 en la escala de Richter: cuya intensidad es de muchos cientos de veces superior al límite británico.
La directora de dicha Comisión británica, también argumenta que los límites sísmicos para las explosiones en las canteras, que desplazan muchas mayores masas de roca, son muy superiores al nivel 0,5 de la escala de Richter.
Además, el actual umbral del 0,5 “es miles de veces inferior a los [terremotos] de magnitud 4 y 5, que son los menores que los vulcanólogos estiman que pueden llegar a dañar edificios”, edificios que ni siquiera existen en las proximidades de los pozos de fracking.
La directora de la Comisión del Gas de Esquisto dimitió
No es de extrañar que la Sra. Engel dimitiera de su cargo (en mayo de 2019) ante la negativa del gobierno de Theresa May a atender su petición de elevar sustancialmente el umbral de sismicidad hasta valores próximos a los existentes en Canadá y EE.UU., en torno a los niveles 2,0 de la escala de Richter.
En la entrevista del enlace del párrafo anterior, la Sra. Engel afirmaba que “la política del gobierno está estrangulando en sus comienzos el sector británico del gas de esquisto, a pesar de la abrumadora evidencia científica de que el fracking, si se regula adecuadamente, es totalmente seguro”.
(Esa gran seguridad del fracking quedó establecida por un amplio estudio de la prestigiosa Academia de Tejas, de miles de pozos de fracking, a lo largo de varios años)
Y en su carta de dimisión, la Sra. Engel la explicaba como debida a que “un sector industrial perfectamente viable está siendo sacrificado por un Gobierno que se guía por la acción de lobby del ecologismo en lugar de por los conocimientos científicos, la verdad y el deseo de que la industria británica prospere”.
El nuevo gobierno de Boris Johnson podría suprimir este último obstáculo para la implantación del fracking
Diversos grupos empresariales británicos están solicitando la elevación del umbral sísmico hacia las magnitudes de la escala Richter vigentes en EE.UU. y Canadá, de niveles entre 2 y 4.
También lo hicieron un grupo de 49 científicos británicos sobre geología, quienes -en una carta dirigida al diario The Times- “han propuesto que el límite sísmico para el fracking debería ser elevado hasta permitir que este sector [minero] prospere”. Este grupo de científicos reclamaron “un marco regulatorio realista”.
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