Un estudio muy amplio
La fracturación hidráulica y la perforación horizontal (conocidas conjuntamente como fracking) no ha contaminado apenas las aguas dulces subterráneas, ha supuesto escasos daños sísmicos para Tejas, al tiempo que ha constituido un enorme estímulo para la economía de este Estado, de acuerdo a un estudio publicado el 19 de junio de 2017 por una prestigiosa institución científica de Tejas.
Las conclusiones de este estudio comportan una amplia validez ya que la superficie de este estado es superior a la de España y en el territorio tejano se han producido alrededor de la mitad de las perforaciones para fracking de todo Estados Unidos, esto es, unas 70.000 desde que esta nueva técnica de extracción de hidrocarburos (tanto petróleo, como gas natural) se extendió comercialmente a partir de 2007-2008.
Este informe ha sido promovido y llevado a cabo por la Academia de Medicina, Ingeniería y Ciencias de Tejas (TAMEST, del nombre en inglés) que agrupa a los investigadores tejanos de las correspondientes Academias nacionales y a los 10 galardonados por el Nobel originarios de este Estado. La elaboración del informe ha requerido tres años de trabajo.
El presente informe sobre Tejas viene a ratificar el informe -de alcance nacional- que la Agencia federal de Protección del Medioambiente (EPA) de EE.UU. publicó en junio de 2015, en lo relativo al agua. Su principal conclusión era que el modo en que se está realizando en Estados Unidos la fracturación hidráulica (conocida también como fracking) “no está teniendo impactos [negativos] amplios ni sistemáticos sobre el agua potable” en torno a las zonas de explotación.
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También puede leer: El fracking no contamina el agua potable de los acuíferos, según el informe de la principal agencia medioambiental de EE.UU.
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La fracturacióm hidráulica y los beneficios del fracking
La fracturación hidráulica es el procedimiento de perforar las rocas sedimentarias de esquisto (como las pizarras) estructuradas en hojas planas muy compactas (que retienen el gas, el crudo o ambos), mediante la inyección de agua a altas presiones (para reventar la roca), arena (que mantendrá ligeramente separadas las lajas y abiertas las fisuras) y una ínfima cantidad de productos químicos: alrededor del 0,5% del total inyectado.
(Pueden leer el breve y didáctico libro Fracking, de los ingenieros Isabel Suárez y Roberto Martínez. 2014. Instituto Geológico y Minero de España)
El petróleo y el gas de esquistos o de pizarra (shale oil y shale gas, en inglés) son los mismos productos que los extraídos por los procedimientos convencionales (pozos exclusivamente verticales); lo que cambia es el tipo de roca donde se encuentran almacenados y las técnicas para extraerlos.
La franja en color azul que aparece a poca profundidad son los acuíferos de los que se dice que están siendo contaminados por la fracturación horizontal que se realiza a miles de metros de mayor profundidad
Principales conclusiones del informe de Tejas
Cantidad y calidad del agua
La fracturación hidráulica necesita gran cantidad de agua: millones de litros para cada pozo. Pero, incluso en una zona de tan elevada concentración de perforaciones por fracking como es Tejas, sólo supone el 0,7% del consumo total de agua del Estado. La agricultura, los suministros municipales y la industria, por ejemplo, demandan porcentajes muchísimos más elevados, sumando más del 92% del total.
Suele ocultarse que la mayoría de las necesidades de agua de un pozo se presentan en la fase de perforación inicial, que raramente supera los 6-7 meses aunque el pozo permanezca activo varios años. A veces se realizan ulteriores perforaciones para alcanzar nuevas zonas del yacimiento desde un mismo pozo vertical, pudiendo totalizar 5 o 6 brazos horizontales. Esto último supone una gran reducción de costes y un impacto ambiental en superficie mucho menor que las perforaciones convencionales (sólo verticales) que alcanzan un único punto de extracción (ver los gráficos).
Sobre los riesgos de contaminación del agua dulce del subsuelo, que los ecologistas radicales consideran elevadísimos y omnipresentes, el informe alcanza conclusiones de otra índole y muy matizadas:
“Hay muy pocas posibilidades de que los hidrocarburos o las aguas altamente salinas migren desde las capas perforadas [al fondo de los pozos] hasta los acuíferos de aguas potables”, añadiendo con rotundidad que casos de contaminación de este tipo “no se han observado en Tejas”.
La principal razón de aquello es que los acuíferos de agua potable se sitúan entre los 100 m y los 300 m de profundidad, mientras que los yacimientos de esquistos en Tejas se encuentran a no menos de 1.700 metros de profundidad y, a menudo, entre 2.500 m y 4.000 m.
Escasísima contaminación por fallos en la cimentación vertical del pozo
Por consiguiente, los “vertidos en superficie y escapes por mala cimentación (de los tubos de acero verticales de perforación, entre 1 y 3, concéntricos) en su tramo superior constituyen la vía más probable para que las actividades del petróleo y el gas pudiesen llegar a contaminar los acuíferos de agua potable”. Pero “este riesgo no se limita a las explotaciones mediante fracking sino a todos los pozos (verticales) convencionales para la extracción de petróleo y gas natural”.
Por otro lado, el informe actual se refiere a un estudio previo, de 2011, (dirigido por Kell) según el cual únicamente el 5% de los casos de contaminación en Tejas se debieron a fallos en la cimentación vertical del pozo, que es la que atraviesa los acuíferos. Por tanto, la gran mayoría de los incidentes de contaminación se producen por vertidos en superficie, al aire libre que, por definición, resultan de mucha más fácil detección y arreglo que si se produjeran en el sub-suelo; pero esos vertidos en superficie, al estar a la vista, son llamativos y fáciles de ser manipulados ante la opinión pública.
Pozos muy profundos (a varios miles de metros) son empleados como depósitos de los fluidos «sucios» del fracking
La capa azulada inferior, por debajo de los yacimientos de esquistos (de color marrón obscuro), son las formaciones porosas que se emplean -a veces- como pozos profundos donde depositar los fluidos (con sales y productos químicos) utilizados en el fracking, mediante la conducción vertical, a la izquierda (de color naranja). Se encuentran a varios miles de metros por debajo de los acuíferos de agua dulce, muy superficiales (representados en color azul obscuro).
Impacto en la actividad sísmica
La investigación sistemática sobre la geología y la sismicidad de Tejas se remonta a 100 años atrás. El informe constata que “la geología de Tejas es muy compleja” y que “las fallas geológicas son omnipresentes a lo largo y ancho” del Estado. Asimismo, recoge que “ha habido un incremento en el ritmo de sismicidad registrado”, por ejemplo entre 1975 y 2016. Pero, tras afirmar que “no son completamente entendidos los mecanismos ni de los seísmos naturales ni de los inducidos” (por la actividad humana) define tan sólo una causalidad: “hasta la actualidad, los seísmos que pueden haber sido inducidos [por el hombre] en Tejas no están asociados a la fracturación hidráulica propiamente dicha, sino a cierta forma de evacuar los fluidos empleados” en formaciones porosas profundas (que actúan de pozos y se les denomina de Clase II).
En resumidas cuentas, los autores del informe, tras tener en cuenta la experiencia de unas 70.000 perforaciones por fracking en Tejas, apenas encuentran mecanismos por los que la inyección de agua a alta presión para realizar la fracturación hidráulica pueda causar terremotos. Tan sólo una de las maneras de evacuar el agua usada tiene el potencial de provocarlos, en ciertas condiciones. Los trastornos son muy inferiores a los beneficios del fracking.
Dicho de otro modo, los investigadores de la Academia no reconocen la directa e intensa relación de causa–efecto entre la fracturación hidráulica y la inducción de terremotos que los ecologistas atribuyen al fracking con rotundidad y sin atisbo de duda.
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Presentaciones de vídeo sobre cómo opera el fracking: en español y en inglés,
y del Instituto Argentino del Petróleo y del Gas.
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Impactos económicos y sociales
El informe no proporciona estimaciones integradas propias de los efectos económicos específicos del fracking (petróleo y gas) sobre el conjunto de Tejas, reproduciendo cálculos parciales de fuentes ajenas para diversas cuencas.
En la parte tejana de la formación Permian –una de las principales de todo el país-, al oeste del estado, se calculó (Ewing et al., 2014) que el empleo del conjunto del sector (el convencional y el de fracking) en 2013 fue de unas 440.000 personas, generó una actividad económica de 113.600 millones de dólares, pagando al Estado y a los ayuntamientos impuestos por valor de 6.000 M$, equivalentes al 5,3% de la producción.
(Nota adicional: En EE.UU. y en países que están comenzando a desarrollar el fracking, como el Reino Unido, casi todos los abundantes impuestos pagados por las compañías explotadoras se destinan a los ayuntamientos y a autoridades comarcales, como forma de que sean los habitantes del entorno quienes reciban los beneficios de esta actividad económica)
La formación de esquistos Eagle Ford (Tunstall et al., 2014), al sur de Tejas, es también de gran tamaño dando empleo a unos 150.000 trabajadores en 2013 y su producción fue de 88.000 millones $, de los que 2.200 M$ se pagaron en impuestos estatales y locales. Se estimó que en 2023 el empleo a tiempo completo en la extracción de petróleo y gas será de unas 220.000 personas al año.
Impactos económicos en la formación Barnett
Respecto a la formación Barnett –también conocida como Fort Worth-, al norte de Tejas, el The Perryman Group (2014) estimó que durante el periodo 2001-2013 la energía del esquisto proporcionó de media 76.000 empleos al año. Su producción bruta económica ascendió a 8.500 millones de dólares por año. Las arcas del Estado y de las administraciones locales recibieron anualmente 860 millones de dólares, esto es, más del 10% del valor de la producción del fracking. Para la década 2014-2023 el sector empleará por término medio a 126.800 personas por año.
En Tejas hay varios otros centenares de cuencas y campos de hidrocarburos, pero de un tamaño muy inferior a las tres mencionadas.
Por lo ya expuesto no es de extrañar que la primera conclusión del informe en este asunto es que “el desarrollo de los hidrocarburos de esquistos contribuye esencialmente de forma positiva a las economías locales, regionales y del Estado” de Tejas, aunque puntualiza que “no todos los efectos económicos son positivos”, lo que resulta normal en una actividad compleja, con múltiples incidencias. En conjunto, los beneficios del fracking resultan positivos.
Número de torres de perforación (rigs) en las principales cuencas de hidrocarburos (convencionales y de esquistos) de Tejas, en un año reciente
Impacto en infraestructuras de transporte
De los diversos aspectos considerados por la Academia de Tejas éste es el que ofrece resultados más negativos pero, al mismo tiempo, es el más fácil de afrontar y solucionar: el dinero resuelve casi todos los efectos perjudiciales.
El empleo de las técnicas de fracking comporta el movimiento de un elevado volumen y peso de equipos y maquinaria, lo que acelera el desgaste de los firmes de las carreteras locales. Se ha estimado que el coste de mantener en buen estado estas infraestructuras requiere en el conjunto de Tejas menos del 10% del total de impuestos pagados al año por las compañías extractivas. Nuevamente, predominan los beneficios del fracking. Todo esto se produce, únicamente, en los 6 o 7 meses de la fase de perforación, no durante los 20 a 40 años en que se prolonga la extracción del combustible fósil.
Por otro lado, el número total de accidentes de vehículos en las zonas de extracción ha aumentado, pero, sin embargo, ha disminuido el número de accidentes con resultados mortales.
Reflexiones finales sobre los beneficios del fracking
Para mejor comprender la elevada seguridad de las técnicas del fracking, tal como se expone en el mencionado informe, hay que recordar que esta actividad no solo se lleva a cabo en recónditos lugares, sin apenas población, sino que muy a menudo tiene lugar a muy escasa distancia de zonas habitadas. Según la agencia federal medioambiental estadounidense (la EPA, en su estudio de junio de 2015. Pág. ES-5) 9,4 millones de personas vivieron a menos de una milla (1,6 kilómetros) de un pozo de fracking, entre 2011 y 2013, en EE.UU.
Desde la campaña electoral de 2016 para la presidencia del país, Donald Trump apuntó abiertamente a la facilitación y expansión de la extracción de hidrocarburos –por fracking y por los procedimientos convencionales- como uno de los ejes de su política energética y, de forma más general, de su política económica para estimular un más rápido crecimiento económico y una más activa creación de puestos de trabajo para los ciudadanos estadounidenses.
La actuación de la Administración Trump en sus primeros meses hace pensar que el crecimiento del sector de hidrocarburos -impulsado principalmente por el fracking– está en marcha y se acelerará aún más a medida que pasen los años, lo que está volviendo a dar a EE.UU. el principal protagonismo mundial del sector energético. Este país está sabiendo aprovechar los grandes beneficios del fracking, a diferencia de los países europeos.
Otros artículos publicados en mi blog sobre este tema
EE.UU. se convierte en el mayor productor de energía del mundo. 2 de julio de 2019.
Las reservas de petróleo y gas de EE.UU. en máximos históricos. 17 de marzo de 2020.
El fracking en Europa del gas natural es primordial para superar la actual crisis energética y bajar el precio de la electricidad. 20 de diciembre de 2021.
El fracking no contamina el agua potable de los acuíferos, según el informe de la principal agencia medioambiental de EE.UU. 23 de abril de 2016.
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