Joe Biden y Bernie Sanders, cabeza del ala izquierda del Partido Demócrata. Diciembre 2019, casi un año antes de las elecciones
Poco después de la llegada de Joe Biden a la Casa Blanca, a finales de enero de 2021, fue evidenciándose –a los ojos de todo el mundo- su estrecho alineamiento con el ala izquierdista del Partido Demócrata, por las políticas que comenzó a aplicar. Ahora, casi un año más tarde, dicha impresión no ha dejado de afianzarse.
Verdaderamente, ese intenso desplazamiento de Joe Biden hacia la izquierda comenzó mucho antes. Ya en julio de 2020, un mes antes de la Convención Nacional Demócrata que debía elegir al candidato oficial para las elecciones de noviembre, se hizo público un documento de “recomendaciones” políticas elaboradas, mano a mano, durante semanas, entre los colaboradores de Joe Biden y los del senador izquierdista Bernie Sanders.
“Recomendaciones” que se vieron muy reflejadas en la plataforma política que adoptó la Convención Demócrata para las elecciones que, por consiguiente, comprometían al futuro presidente.
Nunca antes Bernie Sanders (quien lleva décadas en el Senado) había recibido semejante deferencia por parte de quien iba a ser elegido como candidato demócrata: ni con Hillary Clinton (en 2016), ni con Barack Obama (en 2008), ni con (el perdedor) John Kerry en 2004, ni con (el otro perdedor) Al Gore en el año 2000, etc. Por el contrario, los diversos dirigentes demócratas se jactaban de que Bernie Sanders nunca había incidido, lo más mínimo, en el programa nacional demócrata.
Bernie Sanders siempre había sido tratado por los dirigentes demócratas como una figura extremista de quien aparecer muy distanciados. Esto refleja el drástico e histórico cambio de actitud ante Sanders que ha adoptado Joe Biden, al asumir gran parte de las propuestas del senador socialista (más bien, procomunista) de Vermont.
El giro izquierdista le permitió a Biden ganar las elecciones de 2020
El discurso de Biden a lo largo de la campaña siguió apoyándose en su histórica imagen de político moderado: “mi principal propósito es unir al país, a sus ciudadanos”; “trabajaré por alcanzar acuerdos con los congresistas del otro lado del pasillo”, etc. Por ello, Biden se ganó el voto de todo el centro político: los independientes, moderados …
Pero, las encuestas a pie de urna de 2020 confirmaron otro “suma y sigue”: el 98% de los votantes del ala izquierdista demócrata dieron su voto a Joe Biden, según recoge –entre otros- el análisis del prestigioso centro de estudios demoscópicos y políticos Pew Research Center: pinchar en el apartado “11. Progressive Left” y buscar el gráfico “Political affiliation, voting …”.
Según el primer gráfico de dicho “apartado 11”, el ala más izquierdista supuso el 8% de los votantes totales en 2020, lo que ciertamente supone una minoría numérica y daría la impresión de que no pudo ser decisiva. Pero Joe Biden sólo superó a Trump –a escala nacional- por el 4,4% de quienes votaron aquel día: 51,3%, frente al 46.9%. Y acuérdense Vds. de que son los llamados “votos del Colegio Electoral” –por estados-, los que dan la victoria, por pequeñas diferencias.
En los comicios de 2016, entre Trump y Hillary Clinton, esta última no hizo concesiones a Bernie Sanders y perdió a buena parte de sus votantes, quedando ella derrotada. La cadena británica BBC lo analizó así:
“Conforme a varios análisis poselectorales, el 12% de los seguidores de B. Sanders acabaron votando por Trump [por despecho hacia Hillary Clinton]. De haberle apoyado a ella estos votantes, hubiera sido más que suficiente para que [H. Clinton] hubiese logrado los votos del Colegio Electoral en Pensilvania, Michigan y Wisconsin, y con ellos la Casa Blanca”.
Los senadores Bernie Sanders y Elizabeth Warren, principales cabezas del ala izquierdista
Bernie Sanders, que siempre se encontró muy aislado en el Senado (casi marginado), alcanzó notoriedad nacional por primera vez en los comicios presidenciales de 2016, disputándole el puesto de candidato oficial a Hillary Clinton. Ésta, repitiendo el comportamiento de todos sus predecesores como candidato demócrata, no intentó entenderse con Bernie Sanders, criticándole duramente en la precampaña.
Pero ese año 2016, algo relevante había cambiado. El antes proscrito senador Sanders logró un importante y creciente apoyo dentro del Partido Demócrata: el ala izquierdista se estaba fortaleciendo, por meses, a diferencia del pasado.
El aparato electoral de los Demócratas –incumpliendo su deber de neutralidad entre los precandidatos- se volcó en favor de Hillary Clinton, enfureciendo a los seguidores de Bernie Sanders, muchos de los cuales no dieron su voto a Hillary Clinton. Eso le costó la presidencia a quien iba a ser la primera mujer –y progresista- de EE.UU.
Elizabeth Warren siempre ha formado parte del establishment demócrata y ha elaborado planes del progresismo extremo, sobre todo en lo económico
Senadora Elizabeth Warren
La senadora Elizabeth Warren (por el estado progresista de Massachusetts, en el NE del país), también reforzó su proyección nacional en 2016 al presentarse como precandidata a la presidencia.
Antes, había ocupado puestos federales relevantes, en el área de la regulación financiera, en la Administración de Barack Obama. Concretamente, fue la impulsora de la creación de la Oficina de Protección Financiera del Consumidor (CFPB, siglas en inglés), que ha jugado un poderoso papel sobre los bancos, a pesar de su nombre.
En 2020, por segunda vez, Warren aspiró a ser la candidata del Partido Demócrata, pero -antye sus escasos apoyos- se retiró bastante pronto, en marzo de 2020, muchos meses antes de la Convención Nacional de agosto.
Hoy en día, tiene 72 años de edad. Tras su buena fachada física, se esconde una progresista radical, inteligente, manipuladora y con mucho poder en la dirección de su partido, con una permanente influencia sobre la Administración Biden.
Elizabeth Warren siempre se ha encuadrado en el sector más izquierdista de aquel partido y se propone ampliar intensamente el papel del sector público sobre la economía.
Además, la senadora Warren ha desarrollado varios planes para “reformar” el sistema capitalista en EE.UU., esto es, ponerlo patas arriba y convertir las empresas –obligatoriamente- en unas activistas más de las causas del progresismo: el derecho al aborto, las reivindicaciones LGTB, el racismo antiblancos (esto es, la teoría crítica de la raza), la descalificación de la historia de EEUU -incluso de sus primeros presidentes (George Washington, Thomas Jefferson …)-, etc.
Resumiendo, Bernie Sanders (y su equipo de extremistas) y la senadora Elizabeth Warren (y todo un conjunto de colaboradores que ella está colocando en la actual Administración federal), están aportando buena parte del programa político y económico de la presidencia de Biden, quien es alguien muy carente de ideas propias.
Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) y sus tres compañeras congresistas, esto es, la Quad o Squad, han sido promovidas como el rostro activista y joven del ala izquierda
Si en las elecciones presidenciales de 2016 Bernie Sanders y Elizabeth Warren lograron notoriedad mediática nacional, de las elecciones a mitad de mandato (midterm) de 2018 (cuando se renueva toda la Cámara Baja del Congreso) surgieron cuatro rostros –antes totalmente desconocidos- del ala izquierdista, sector que se encontraba en plena expansión nacional.
Se trata de 4 nuevas jóvenes congresistas (unas más jóvenes que otras), que los medios progres como The New York Times y la cadena CNN agruparon, le dieron nombre (la Quad, las cuatro) y lanzaron al estrellato mediático nacional desde comienzos de 2019. Esta gran operación mediática, ha conseguido reforzar y expandir aún más el sector más progresista del Partido Demócrata.
Desde el activismo contra la guerra de Vietnam, a partir de 1968, no se conocía un importante sector del Partido Demócrata tan radicalizado como el de los años presentes. Entonces, la división interna en el Partido Demócrata les mantuvo en la oposición -la mayor parte del tiempo- durante los siguientes 25 años, hasta la victoria de Bill Clinton en 1992.
AOC, de barista a congresista, con el apoyo de los medios
Alexandria Ocasio-Cortez (AOC) es la más destacada de este detestable ramillete de cuatro radicales y jóvenes congresistas.
Alexandria Ocasio-Cortez, en campaña en favor de Bernie Sanders
AOC tiene ahora 32 años. Entró en el Congreso en enero de 2019 (con 29 años), por el distrito del Bronx (N.Y.). El único trabajo anterior que se le conoce es el de “barista”, esto es, empleada en un bar, cuando era militante de la organización Socialistas Demócratas de América (Democratic Socialists of America – DSA). Desea transformar EE.UU. en un país socialista y que el Estado proporcione ¨seguridad económica¨ (esto es, un subsidio mensual) a las personas que no quieran trabajar.
Como cité en un anterior artículo mío, la aguda analista del Wall Street Journal (WSJ), Kimberley Strassel, describió del siguiente modo el fulgurante ascenso de la joven AOC. (Al WSJ digital sólo se accede mediante suscripción)
“En unos pocos meses ella [Alexandria] ha pasado de ser una desconocida empleada de un bar en Nueva York a la socialista democrática preferida de la izquierda y de los medios que les apoyan … Los republicanos no saben si aplaudir o reír. La mayoría hacen las dos cosas”.
Las otras 3 integrantes de la Quad / Squad
Rashida Tlaib (de origen palestino) e Ilhan Omar (de origen somalí)
Rashida Tlaib es hija de inmigrantes palestinos, abogada, de 44 años y religión musulmana. Ha sido elegida en Detroit (Michigan). Sistemáticamente apoya las políticas de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y trata el Holocausto judío como si hubiera sido una guerra entre dos bandos. Insiste en que Israel practica el apartheid, aunque hay unos 14 congresistas árabes en su pequeño parlamento. Apoya la supresión de la agencia que controla la inmigración ilegal en EE.UU. (la ICE). Al Presidente Trump le trató en público de “hijo de puta” (motherfucker).
El día de su toma de posesión en el Capitolio, R. Tlaib invitó a un activista palestino (Abbas Hamideh) para quien Israel es una “entidad terrorista“.
El palestino Rasmea Odeh, quien aparece en una foto conjunta con Tlaib, es un terrorista que hace años asesinó a dos estudiantes israelíes en un mercado de Jerusalén mediante un atentado con bomba.
Además, la congresista Tlaid ha colocado en su web una foto aprobatoria de Mohammed Ali, quien acuchilló a tres soldados israelíes en Jerusalén, según recogió una grabación de vídeo. Y así un largo etc. mostrando relaciones de ese tipo, tan elocuentes.
Tal como dije en mi artículo de 2019: “La congresista de origen somalí Ilhan Omar es la más nociva -casi venenosa- de las cuatro, con posturas claramente antiamericanas, favorables a los terroristas islamistas [somalíes], equiparando a EE.UU. con Al Quaida y quitando importancia a los atentados del 11 de septiembre de 2001 [contra las Torres Gemelas]. Esta es la joyita del Partido Demócrata, que viene mordiendo la mano que le ha sacado de la miseria y del terror de su país de nacimiento”.
La congresista Ayanna Pressley
Congresista Ayanna Pressley
La cuarta miembro del Squad ha sido elegida por un distrito de la ciudad de Boston (Massachusetts). Ha sido criticada, repetidamente, por sus comentarios racistas; según esta congresista sólo son dignas de respeto las ideas de una mujer negra si coinciden con su interpretación progresista de la negritud, no si se expresa “como una blanca”.
Naturalmente, las cuatro han votado a favor de todos los proyectos de ley extremistas que se han presentado en la Cámara Baja, ya fueran sobre medidas climáticas y disparates energéticos (como obstaculizar la extracción de gas natural y petróleo), la casi supresión de todo control sobre la inmigración ilegal, la política de ir vaciando las cárceles sin que los condenados cumplan sus penas, etc.
La Corriente Congresista Progresista es el más fuerte baluarte de esta ala
Como habrán podido comprender, estas cuatro congresistas no destacan por su capacidad de elaboración legislativa, sino que aportan la cara activista y de “mucha diversidad”.
El poder político real de esta ala izquierdista –además de en el propio Comité Nacional del Partido Demócrata-, reside en el Congressional Progressive Caucus, de la Cámara Baja del Congreso.
Tras el ascenso en las elecciones de 2016, 2018 y 2020, este grupo cuenta actualmente con 95 de los 221 congresistas demócratas, esto es, el 43% de la bancada demócrata.
Con semejante peso, no es de extrañar que puedan hacer valer sus opiniones, a favor o en contra de las iniciativas del Grupo de congresistas demócratas. Si lo desean, pueden hacer que descarrile cualquier iniciativa del presidente o de la jefe del Grupo, la veterana congresista Nancy Pelosi (de 81 años) quien, en la práctica, representa la segunda autoridad del partido, tras el propio Presidente Biden.
La Sra. Pelosi formó parte, más bien, del sector centrista, pero en estos últimos años también se ha desplazado hacia la izquierda, para poder sacar adelante sus proyectos legislativos, aliándose con los extremistas de su partido.
Quien actúa de cabeza de la corriente progresista en la Cámara Baja (o Cámara de Representantes) es la congresista Pramila Jayapal, quien frecuentemente negocia en nombre de los 95 congresistas radicales.
Congresista Pramila Jayapal
La Sra. Jayapal representa a la ciudad progresista de Seattle (estado de Washington). Sus padres proceden de la India.
Sim embargo, en el Senado, únicamente Bernie Sanders forma parte de esta corriente progresista.
Otros gobernantes o dirigentes de la izquierda radical
El Comité Nacional del Partido Demócrata –al igual que sucede con su homólogo republicano-, ostenta mucho menos peso y poder que las direcciones nacionales de los partidos políticos en España.
De todos modos, entre sus seis principales dirigentes -entre los que no está Joe Biden- figura la Sra. Kamala Harris (la vicepresidente) y la senadora Elizabeth Warren. Ambas radicales.
Entre los dirigentes izquierdistas que están siendo realzados por el propio Partido Demócrata y los medios afines, destaca el exalcalde de South Bend (Indiana) y homosexual, Pete Buttigieg. A comienzos de 2021 fue nombrado Secretario (ministro) de Transportes, que es el primer cargo que ocupa en la Administración federal.
Pete Buttigieg
Otro alcalde, este si de peso, quien durante ocho años ha gobernado la mayor ciudad del país, Nueva York, y que pertenece al ala izquierdista, ha sido Bill de Blasio. Afortunadamente, este mes de enero ha sido sustituido por otro dirigente demócrata, Eric Adams.
Bill de Blasio
El alcalde Adams, de color, quien durante más de una década fue jefe de la Policía de N.Y., se encuadra en el sector centrista del partido. A diferencia de Bill de Blasio, quien permitió el resurgir del crimen en la ciudad, Adams ha hecho campaña en base al objetivo de recuperar la seguridad perdida en las calles de Nueva York.
Curiosamente, entre los gobernadores de los estados no abundan los demócratas izquierdistas. Pero cabe destacar, entre algunos otros, al del estado quizá más progresista, California, Gavin Newsom, y al de Nueva Jersey, Phil Murphy.
Gobernador de California, Gavin Newsom
La fracasada candidata al puesto de gobernador de Georgia, Stacey Abrams, también es una radical a quien su partido desea aupar en el plano nacional, a pesar de ser una embustera empedernida: no deja de afirmar que “me robaron el puesto”, tras varios recuentos de los votos.
Stacey Abrams
Los fiscales progresistas están soltando a delincuentes y criminales, incluso condenados
Finalmente, es aconsejable mencionar un colectivo que no está formado por políticos, pero que están jugando un destacado y nefasto papel en la puesta en práctica de las políticas izquierdistas de “vaciar las cárceles”, con la excusa de que están hacinadas, poniendo en la calle a miles de acusados y de reclusos con altas penas, incluso por homicidio.
Se trata del sector más progresista de los fiscales de distrito (District Attorneys, o DAs). Son los primeros que deciden sobre los delitos y, muy a menudo, practican la puerta giratoria: los acusados de delitos –incluso si han sido pillados in fraganti por la policía- no llegan a ingresar en prisión, porque estos fiscales no presentan cargos contra ellos, despreciando las pruebas policiales.
En otros muchos casos, fijan unas fianzas (bails) bajísimas (por ejemplo, 1.000 $) a quienes ya han sido condenados por un tribunal, para soltarles cuando apenas han cumplido su condena.
Hay que recordar una de las –muchas- peculiaridades del sistema penal estadounidense. Estos fiscales de distrito no son nombrados por las autoridades judiciales, como en España, sino que son elegidos directamente por los ciudadanos de su distrito.
Esta circunstancia, ha posibilitado que el depravado multimillonario George Soros (y su eufemísticamente denominada Fundación para una Sociedad Abierta) haya venido financiando con generosidad las campañas electorales de este grupo de fiscales izquierdistas, desde hace varios años.
De todos modos, es innegable que han sido los ciudadanos de no pocos distritos quienes han cometido la tremenda irresponsabilidad de hacer ganar a semejantes sujetos.
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