William Barr (Secretario de Justicia. 2019). John Durham (Investigador federal). El informe Durham.
¿Es peligroso que, en una democracia, los altos responsables policiales de un país conspiren con uno de los candidatos a la presidencia para perjudicar al otro candidato con falsas acusaciones, durante la campaña electoral y a lo largo de años posteriores?
Resulta uno de los más graves ataques contra la integridad de un proceso electoral y, por tanto, un peligroso atentado contra la democracia en dicho país.
Lo anterior, es lo que ha desvelado el informe final del investigador especial (special federal counsel) John Durham, de 306 páginas, tras cuatro años de investigación y 480 entrevistas. Este investigador especial fue nombrado por el Secretario (ministro) de Justicia de la administración Trump, William Barr, una vez que un anterior investigador federal especial, Robert Mueller, había concluido su investigación sobre la supuesta connivencia en 2016 del equipo de campaña de Trump con los dirigentes de Rusia para que le apoyaran en la campaña.
En la mayoría de los países y concretamente en España, la supuesta colusión de Trump con Rusia (del tipo, “Trump actuó como un agente en favor de Rusia” o bien “Trump era una marioneta en manos de Putin”) caló en la opinión pública y se sigue dando por verídica hoy en día, a pesar de su rotunda falsedad. Cuando lo consideran oportuno, la mayoría de los medios (incluso los de derecha convencional) siguen repitiendo dicha cantinela … que el informe de Robert Mueller ya descartó completamente.
El anterior informe del investigador Mueller, de 2019, ya exoneraba a Trump y su equipo de haber colaborado con Rusia en la campaña electoral
El informe de 2019 de Robert Mueller, tras 22 meses de intenso trabajo, de un equipo de 6 investigadores (fiscales, policías …), había llegado a la siguiente conclusión, literalmente:
“La investigación no ha establecido que miembros del equipo de campaña de Trump hayan conspirado o colaborado con el Estado ruso en sus actividades de interferencia en las elecciones”. Dicho de otro modo, las interferencias rusas en dicha campaña -que las hubo- fueron exclusivamente responsabilidad de los servicios de inteligencia de Rusia.
Caso muy diferente es que algunos colaboradores de Trump fuesen procesados por haber ocultado al fisco (IRS, la agencia tributaria) diversos ingresos, esto es, por cometer delitos fiscales no relacionados con Rusia.
“Durham prueba que Hillary [Clinton] y el FBI trataron de amañar las elecciones [presidenciales] de 2016”
Este es el titular con el que el diario conservador New York Post abre su crónica sobre este asunto.
Por su parte, el Wall Street Journal (WSJ) lo explica del siguiente modo: “Durham afirma [en el informe] que el FBI se dedicó a dar pábulo [durante tiempo] a un vago indicio sobre potenciales contactos entre el equipo de campaña de Trump y autoridades de Rusia en julio de 2016, a pesar de que el FBI carecía de cualquier otra información que corroborase semejantes contactos”.
El “vago indicio” al que se refiere Durham es el llamado dossier Steele que, como -finalmente- se demostró con toda seguridad, fue encargado y pagado por el equipo de campaña de la contrincante demócrata en dichas elecciones, Hillary Clinton, a un gabinete interpuesto (Fusion GPS), como tuvo que reconocer hace años -ante la evidencia- el diario de centro izquierda The Washington Post.
Esto es, el FBI aceptó el dossier que había encargado -encubiertamente- la candidata del Partido Demócrata (que ésta les hizo llegar al FBI por personas interpuestas, para ocultar su origen). Dossier en el que figuraban multitud de falsas acusaciones contra el candidato Trump. El FBI lo dio por válido, sin efectuar ninguna comprobación de las acusaciones y luego, el FBI hizo llegar aquel dossier a una serie de medios de comunicación … como si fuese verídico.
Estos medios, antes de las elecciones y en los primeros meses de la presidencia de Trump, montaron una inacabable campaña periodística de acoso y derribo en contra del candidato Trump … basada en una sarta de mentiras, ideadas por el Partido Demócrata.
La cúpula del FBI se apartó de los procedimientos habituales de verificación de acusaciones
Hoy en día es universalmente sabido que el susodicho dossier Steele carece de todo valor, constituyendo un conjunto de falsas acusaciones contra Trump y su supuesta relación de connivencia delictiva (colusión) con Rusia, que era inexistente.
Ni que decir tiene que el FBI tiene por costumbre verificar por vías propias las acusaciones que le suelen llegar contra destacados políticos, desde distintas fuentes.
Cuando nos estamos refiriendo genéricamente al FBI, en realidad aludo a los más altos dirigentes de esta fuerza policial: concretamente, a su entonces director James Comey y a varios de sus colaboradores.
En definitiva, ante los muy débiles indicios que se le entregaron a la cúpula del FBI en julio de 2016, lo que tenían que haber hecho era, o bien emprender una investigación a fondo para tratar de ratificar las acusaciones, o bien abandonar el caso, totalmente.
Otros artículos de mi blog sobre este asunto:
El fiscal John Durham nombrado investigador federal sobre posibles delitos del FBI para derrocar ilegítimamente a Trump. 10 de junio de 2019.
El informe final de Mueller exonera a Trump de complicidad con Rusia. 25 de marzo de 2019.
¿Hubo connivencia del FBI con el equipo de campaña del Partido Demócrata en las presidenciales de 2016 y posteriormente? El dossier Steele. 1 de marzo de 2018.
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