La Administración Trump se dispone a seguir colocando las cosas en su sitio con respecto a los supuestos derechos de los transexuales. Esta vez dará marcha atrás a la regulación específica que Obama introdujo en su programa sanitario Obamacare. Las medidas que adoptó ese mismo presidente en el ámbito laboral y en asuntos de educación, también podrán ser revisadas dentro de poco tiempo. La llamada ”identidad de género” está siendo retirada progresivamente del ordenamiento jurídico. De este modo, Trump continúa deshaciendo los excesos radicales de Barack Obama en materia de ideología de género. Ya podían tomar ejemplo los dirigentes de muchas naciones europeas que -ya sean de izquierda o de derecha- asumen como programa propio la degradación de las estructuras básicas de la sociedad. Una vez más, lo que Trump hace como dirigente de la primera potencia mundial y de las sociedades libres, eclipsa sus expresiones disonantes o incluso equivocadas. Sigo prefiriendo que acierte con sus hechos. Y la casi totalidad de la base electoral que llevó a Trump a la Casa Blanca, está sumamente satisfecha, sin hacer caso a las tergiversaciones de los poderosos medios de la progresía: New York Times, Washington Post, CNN, etc.
Posiblemente el principal de los asuntos en cuestión en estas reglamentaciones es la noción introducida por la Administración Obama -tomada de la ideología del colectivo LGBT- de “identidad de género”. Pretenden que el deseo subjetivo (o el estado mental, en cada periodo) de una persona de pertenecer al sexo contrario al suyo, esto es al correspondiente a los genitales en el nacimiento, adquiera validez jurídica decisiva. Concepto frontalmente cuestionado por las fuerzas conservadoras estadounidenses.
Las disposiciones del Obamacare que ahora van a ser suprimidas por la Administración, recogidas en la Sección 1557 de aquella ley, ya fueron paralizadas (mediante una injunction, o mandamiento judicial) por un tribunal federal de Tejas, en diciembre de 2016, en todo lo que se basara en el concepto de identidad de género.
El tribunal consideró que por “sexo” sólo puede entenderse el sexo biológico y que si el Congreso quiere hacer una diferente interpretación, debe adoptarlo así en una ley. Obama, como de costumbre, puenteó al Congreso mediante actos administrativos del ejecutivo.
Por otro lado, los gobernantes de los estados más sumidos en el envilecimiento de lo políticamente correcto, como California y Nueva York, han aprobado normas propias por las que las personas que no quieran usar los pronombres correspondientes al estado de ánimo (o género) de un transexual en cada momento, pueden incluso ser condenados a penas de cárcel, en California; en el caso de Nueva York, se aplica una multa que puede llegar a los 250.000 $. Esto es autoritarismo puro y duro; todo lo contrario a la tolerancia que dicen practicar.
Libertad religiosa e identidad de género
Por otro lado, aquella desvariada intención de imponer la identidad de género, choca con el principio de la libertad religiosa, recogida por la Primera Enmienda a la Constitución. Concretamente, las disposiciones de la normativa sanitaria de Obama imponen la obligación a los centros sanitarios de organizaciones religiosas de proporcionar todo tipo de atención médica a las personas transexuales y, concretamente, los servicios para el cambio de sexo, lo que contraviene sus creencias religiosas.
Las Hermanitas de los Pobres ya le ganaron a Barack Obama en 2016 una batalla judicial en el Tribunal Supremo cuando intentó obligar a que en los centros de asistencia social de la congregación católica todos sus empleados recibiesen anticonceptivos si lo deseaban, lo que vulneraba las creencias de las monjas. Las amenazaba con multas millonarias. La libertad religiosa de la Primera Enmienda fue el fundamento de la sentencia. Este asunto se explicó en un anterior artículo.
En la Casa Blanca y entre los varios departamentos ministeriales implicados, se está discutiendo la posibilidad de adoptar en un mismo acto -en los próximos meses- las reformas en materia sanitaria, educativa y laboral, aunque coordinar todo esto está resultando difícil. Pero, de hacerse en momentos muy distanciados en el tiempo, cada reforma por su lado, los tribunales favorables a las tesis progresistas podrían paralizar algunas medidas aduciendo que la actual Administración carece de una visión uniforme acerca de la identidad de género y de otros conceptos relacionados. Ya veremos cómo se acaban llevando a cabo estas reformas.
Al tratar sobre la orientación ideológica del Gabinete de Donald Trump, debe tenerse muy presente que de sus 26 más altos cargos, 11 de ellos son públicamente provida, esto es, el 42%. Esto se refiere a la composición del Gabinete formado en enero-febrero de 2017, pero ha variado poco con los posteriores cambios de personas. En el gabinete de Obama no había ni uno, como tampoco lo habría habido de haber sido elegida Hillary Clinton. Nunca antes se había dado esta circunstancia presente en el gabinete Trump. El giro ideológico introducido por el nuevo presidente es indudable; a la izquierda esto no le ha gustado nada.
Anteriores medidas de la Administración Trump sobre los llamados derechos de los transexuales y la identidad de género
Un mes después de la toma de posesión del Presidente Trump, el 22 de febrero de 2017, la nueva Administración dio un primer paso, devolviendo a la situación anterior a Obama el uso de los baños por parte de los estudiantes transexuales en las enseñanzas primaria y secundaria. Obama había obligado a que se aceptara siempre el deseo de los estudiantes transexuales, en cada momento, en lugar de atenerse al sexo de cada estudiante.
Hasta que el Tribunal Supremo no se pronuncie, creando jurisprudencia definitiva, la Secretaria de Educación, Betsy DeVos, restituyó a los estados y a los distritos escolares la prerrogativa de decidir la fórmula que estimen más apropiada para las características de sus comunidades.
Como se ve, se optó por la solución descentralizadora en favor de las entidades locales; algo nada autoritario. Además, la dudosa legalidad de las “instrucciones” de la Administración Obama (de mayo de 2016), ya había provocado que el 22 de agosto de 2016 un juez federal de Tejas suspendiera (mediante una injunction, o mandamiento judicial) su aplicación en todo el territorio nacional. Un anterior artículo trató de este asunto del uso de los baños.
A finales de aquel primer año, el 4 de octubre de 2017, el Secretario del Departamento de Justicia, Jeff Sessions, instruyó al equivalente a la Abogacía del Estado a que en los juicios relativos a las condiciones de trabajo en las empresas se dejara de considerar como discriminación por motivos de sexo los casos basados en la identidad de género. Esto equivale a derogar la interpretación de la Administración Obama de 2014, de que la Ley de Derechos Civiles (Civil Rights Act) de 1964 prohibía la discriminación en función de la identidad de género, concepto que no aparece en aquella ley, sino el de “sexo”, raza, color, origen nacional, etc.
Finalmente, el 23 de marzo de 2018 Trump firmó un memorándum -propuesto por las autoridades militares- que cambiaba las normas aplicables para la admisión y permanencia de las personas transexuales en las Fuerzas Armadas de EE.UU. No entraba en consideraciones ideológicas, sino que simplemente establecía que todo soldado que durante doce meses no pudiera ser destinado al frente de batalla, por cualquier motivo, debería dejar las fuerzas armadas. La única excepción eran las heridas en combate.
Como el proceso para el cambio de sexo dura más de un año, el Ejército ha dejado de financiar dichas intervenciones, ni las podrán realizar los soldados con su propio dinero por el prolongado periodo requerido. La disponibilidad para el combate ha pasado a ser el criterio determinante, frente a las numerosas facilidades que Obama concedió a los transexuales.
La nueva normativa, además, reforzaba las exigencias de estabilidad emocional de los transexuales para su acceso a las fuerzas armadas: 3 años consecutivos de “estabilidad de género” previa, en lugar de los 18 meses que se pedía bajo Obama y que no sabemos con qué grado de exigencia se aplicó realmente.
Con estos pasos y los ya anunciados para el futuro, la Administración Trump está desmantelando gran parte del nefasto legado que dejó Barack Obama en este terreno. Una vez más, ¡enhorabuena!
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