Límites al crecimiento económico internacional
¡EL FINAL ESTÁ … 1980 1999 … CERCA!
Refrán español. No hay peor ciego, que el que no quiere ver.
Fuente: Robertson (GWPF)
Cuestionamiento del papel central del crecimiento económico
En los pasados años y décadas, múltiples y variadas políticas alternativas de la izquierda –a veces asumidas por gran parte de la derecha, en Europa- han tratado de obscurecer y objetar la importancia central, insustituible, que el crecimiento de la economía tiene para todas las sociedades.
Me refiero a los programas de izquierda en pro de “eliminar las desigualdades” sociales, “redistribuir la renta” a cualquier precio y hacer de la “sostenibilidad medioambiental” la prioridad sobre todo lo demás.
También, contraponer el “empleo de calidad” y el “empleo inclusivo” al empleo a secas (esto es, al crecimiento económico), presionar a las grandes empresas para que “no solo busquen optimizar sus beneficios” (esto es, experimentar con una mezcla creativa de capitalismo – socialismo), “controlar los mercados” (con un creciente intervencionismo público, de la mano de las políticas climáticas) ya que los mercados sólo benefician a los ricos …
Todo esto, sus grandes aportaciones políticas, las anteponen y contraponen a una política que logre garantizar el aumento sostenido de la actividad económica, como si esto fuese a ocurrir por sí solo, caído del cielo, sin buscar el acierto en la gobernación económica.
Los límites al crecimiento económico. Club de Roma. 1972
Este fracasado informe de 1972 (Los límites al crecimiento económico – Limits of Growth), encargado por el Club de Roma, fue realizado por un equipo de científicos del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), de Boston: Donella Meadows, su marido Dennis Meadows y otros quince más. En un par de años se cumplirá medio siglo de su publicación.
Este trabajo del prestigioso equipo del MIT constituye uno de los fundamentos ideológicos (y pretendían que también aportara los fundamentos científicos) de lo que luego fueron varias de aquellas equivocadas políticas progresistas, mencionadas más arriba.
El Club de Roma estaba integrado por unos 75 líderes políticos nacionales, grandes empresarios, dirigentes de Naciones Unidas, científicos … de varios países. Fundado en 1968, durante la siguiente década vino a constituir uno de los grandes centros de estudio (think tanks) del cosmopolitismo del momento, hasta que fue quedando en evidencia el rotundo fracaso de sus previsiones … y de sus métodos.
Dicho informe –teñido de pesimismo reaccionario– supuso, también, el primer gran intento de atemorizar –injustificadamente- a la población occidental, y así poder manipularla más fácilmente.
De este modo, sentaron las bases para las sucesivas campañas alarmistas mundiales, de las que la histeria internacional en 2019 sobre el cambio climático ha sido su última expresión … por el momento.
El núcleo de las previsiones catastrofistas
La idea central sobre la que giraba el análisis de aquel informe era que “el mundo es finito”, lo que es una evidencia, pero también una perogrullada.
De ello no se derivan las tenebrosas conclusiones del equipo del MIT. Principalmente, que al ritmo de entonces (1972, esto es, según el escenario business-as-usual, BAU) “la insuficiencia de las materias primas impedirá que el sector industrial y la agricultura puedan seguir el ritmo [de las necesidades] de una población [mundial] en aumento”.
Transcurridos 48 años, no hay ni rastro de sus lóbregos pronósticos, salvo en los modelos matemáticos de algún científico ecologista. El maltusianismo ha quedado refutado –una vez más- y, con él, el planteamiento del informe del Club de Roma.
De 1970 a 2015 la población mundial se ha doblado, creciendo en 3.666 millones de personas: de 3.682 a 7.349 millones. Pero no han aparecido las hambrunas generalizadas -por doquier- que debían ocasionar muchas decenas de millones de muertes anticipadas cada año. Es más, nunca antes estuvo mejor alimentada la población del mundo y las cosechas mundiales de los principales alimentos no dejan de crecer. Las perspectivas, son igualmente optimistas (consultar las cifras de la FAO, recien citado).
Como se sintió en la obligación de informarnos, un periodista del diario de centro izquierda The Washington Post, en enero de 2019, ante tanto catastrofismo: “desde 1990, más de 1.000 millones de personas han escapado de la pobreza extrema”. “El porcentaje de la población global que sufre esta lamentable condición, ha pasado del 36% al 10%, la tasa más baja jamás registrada”. “La mortalidad infantil se ha reducido un 58% desde 1990”. Etc.
Por todo ello, el autodenominado ecologista escéptico, el profesor danés Bjorn Lomborg, ha afirmado que aquel informe “ha resultado ser tremendamente erróneo” (phenomenally wrong-headed).
Los genios del MIT no atinaron prácticamente ni en una sola de sus previsiones
Además, Lomborg quiere destacar que los redactores del informe “querían formular una serie de claras predicciones, como que el mundo se quedaría sin recursos no renovables al poco tiempo” (tras 1972), lo que no ha sucedido ni en 48 años.
Finalmente, el profesor danés precisa que “la conclusión [del equipo del MIT] era que, antes del año 2012, el mundo se quedaría sin aluminio, cobre, oro, plomo, mercurio, molibdeno, gas natural, petróleo, plata, estaño, tungsteno y cinc, 12 de los 19 minerales que analizaron”.
Trate Vd. de encontrar en Google cuando se agotaron aquellos 12 minerales. Suerte y paciencia.
Razones del fracaso
El avance de la tecnología y de los conocimientos técnicos en general (agrícolas, energéticos, industriales, mineros …), es la causa de la asombrosa mejora que está experimentado la vida humana en nuestro planeta. Pero el pesimismo enfermizo del equipo del MIT les impedía admitir que fuera esto lo que probablemente fuera a ocurrir.
Por otro lado, a medida que se agravó las situaciones de polución, las sociedades y las autoridades de cientos de países demandaron e incorporaron políticas en favor de la buena calidad del agua y del aire. Por este motivo, en pocos lugares se alcanzaron, duraderamente, los niveles de polución previstos por los catastrofistas del MIT, evitándose otras decenas de millones de muertes anuales.
Petróleo y gas
En cuanto al petróleo y el gas natural, el consumo anual es total o parcialmente compensado (según los años y las regiones) por el descubrimiento de nuevos yacimientos y de nuevas bolsas de hidrocarburos en los campos ya en explotación.
Además, los avances técnicos para su extracción, como la fracturación hidráulica (o fracking) posibilitan extraer enormes cantidades de hidrocarburos que antes eran inalcanzables, al encontrarse atrapadas en formaciones geológicas de esquistos (shale formations).
Algo parecido sucede con yacimientos de crudo o gas natural en fondos marinos profundos; antes también considerados de imposible o carísima extracción.
Por otro lado, en el mundo existen enormes cantidades de petróleo en formaciones geológicas de breas, también denominadas alquitranes y arenas bituminosas. Así, Canadá y Venezuela disponen, en este tipo de yacimientos no convencionales, reservas de crudo equivalentes a las totales de Arabia Saudí. Por el momento, sólo Canadá está desarrollando con éxito técnicas específicas para su extracción.
Algo muy parecido, puede decirse sobre la disponibilidad real de casi todos los demás minerales (salvo los más abundantes). Las nuevas técnicas de prospección de las bolsas y de su extracción, no cesan de prosperar. Minerales que los sabios del MIT afirmaron en 1972, con rotundidad –y frivolidad- estar a punto de agotarse … para siempre.
No hay peor ciego que el que no quiere ver
Los parámetros que introdujeron en sus modelos matemáticos los autores del informe, suponían una falta de capacidad de adaptación de los países a incipientes situaciones de carencia de algunos minerales, así como un casi estancamiento en el progreso técnico. Supuestos, ambos, que no corresponden con la realidad del mundo actual.
Los autores del informe cerraron sus ojos –¿intencionadamente?– a uno de los principales factores para entender el futuro de la Humanidad, y su pasado también: la capacidad de innovación y de adaptación de los humanos a multitud de cambios en sus circunstancias ambientales.
Querían, aquellos demagogos maltusianos del MIT, que todos nos olvidáramos de que se hayan podido crear sociedades prósperas desde las gélidas ciudades de Estocolmo y Helsinki, a las que se encuentran en zonas tropicales, como Singapur y Kuala Lumpur o en tórridos desiertos, tal que Dubái y Doha.
El propósito del informe fue equivocado, pero lo siguen defendiendo los ecologistas
En lugar de haberse limitado –prudentemente-, el equipo del MIT, a abrir el debate sobre las interacciones entre los sistemas económicos humanos y los sistemas naturales, encauzando esa discusión con hipótesis propias, los autores del informe incurrieron en la grave arrogancia de pretender abrir y cerrar semejante debate en una misma obra, la suya de 1972.
La recepción de dicho informe en sus inicios fue todo un éxito editorial internacional, tras su glamurosa presentación en la sede del Smithsonian Institution, en el Mall de Washington, DC.
Empezaron a venderse millones de ejemplares (que ahora ascienden a cerca de 30 millones), aparecieron ediciones en decenas de lenguas, sus análisis y conclusiones pasaron a ser cita obligada de cualquier dirigente que quisiera pasar por bien informado …
Pero, entre no pocos profesores universitarios, el informe fue descalificado desde el primer momento, en EE.UU. y Reino Unido (Universidad de Sussex – Models of Doom: A Critique of the Limits to Growth).
Curiosamente, la primera crítica relevante (de un economista -Peter Passell-, un filósofo -Marks Roberts- y un cerebrito –Leonard Ross-) se publicó en el mismo año 1972, en el New York Times. Su conclusión era contundente: “en nuestra opinión, se trata de un estudio vacío y engañoso” (empty and misleading).
Para no dejar dudas sobre su valoración del informe del Club de Roma, aquellos tres autores añadieron lo siguiente: “esconde una especie de artilugio intelectual … consistente en adoptar supuestos arbitrarios [muy pesimistas], lo agitan bien, obteniendo conclusiones arbitrarias [igualmente pesimistas], con un aura de teoría científica”.
¡El Final está cerca! (Club de Roma – MIT)
Límites al crecimiento económico: el augurio y la realidad
Fuente: Blog de Bjorn Lomborg
Simulaciones matemáticas y nueva jerga
Sus elucubraciones estaban adornadas por el uso de unos de los primeros ordenadores que el MIT dedicó a estudios sociales, y por el modelo matemático World3, contemplando, por primera vez, diversos escenarios. Todo ello, salpimentado de una nueva jerga sobre el análisis de sistemas, para efectuar previsiones sobre las tendencias futuras en los sistemas económicos y naturales.
La simulación matemática ya había sido empleada con éxito en diversos campos específicos, como los simuladores de vuelo. En asuntos económicos, sin embargo, los éxitos eran más bien limitados.
Pero lo que pretendió el equipo del MIT suponía dar varios saltos en el vacío: “el objeto de su atención era el conjunto del mundo y [sus previsiones] se extendía en el tiempo a lo largo de siglos”. Así se expresaron los críticos que publicaron en el New York Times, en 1972.
Más que de ambición, los sabios del MIT pecaron de temeridad y engreimiento.
Diversos agoreros continúan reivindicando la validez de aquel fracasado estudio
Desde el comienzo del presente siglo, la izquierda viene esforzándose por rescatar el análisis del informe del Club de Roma. Está coincidiendo esto con la colocación del cambio climático en el centro de la estrategia política progresista internacional, compartiendo ambos la visión pesimista y retrógrada de la sociedad y de su futuro, reforzándose mutuamente.
Cada cierto tiempo, se publican noticias como la siguiente, del principal diario progresista británico, The Guardian (de septiembre de 2014), que llevaba por título:
“Los Límites al Crecimiento Económico estaba en lo cierto. Un nuevo estudio muestra que nos estamos acercando al colapso [global]”.
Y, redundando en esa ridícula afirmación, podía leerse en el artículo que “las primeras etapas de dicho declive pueden haber comenzado ya. La gran crisis financiera 2007-2008 y las presentes dificultades económicas pueden ser el preludio de los efectos de la limitación de los recursos” naturales.
Fantástico, el mundo ya se está derrumbando y yo, como se decía antes en España, “con estos pelos”, (despeinado).
El estudio que está en el origen de aquella noticia, es del físico australiano Graham Turner, de agosto de 2014, obcecado en redimir el acierto del informe de 1972. Para fortuna de todos, la validez de ese estudio puede ser constatado, prácticamente, por cualquiera y desde hoy mismo: febrero de 2020.
Delirantes previsiones del agorero físico australiano
El profesor Turner nos deleitó –entre otros muchas- con esta mesurada previsión, de agosto de 2014:
“Aunque el descenso de la población [esto es, la muerte anticipada de muchos millones de personas del mundo al año], según las estimaciones de mi modelo [matemático], tendrá lugar a partir de 2030 … las tasas de mortalidad [mundial] aumentarán desde 2020 -revirtiéndose las tendencias actuales-“.
¿Cómo es posible que semejante bodrio apocalíptico haya merecido ser mencionado –positivamente- por The Guardian?
Nace un nuevo catastrofismo mundial
Como ya expusieron en 1972, en The New York Times, los críticos del informe: “El mensaje [del informe del Club de Roma] es simple: bien la civilización o el crecimiento [económico mundial] van a acabarse, y será pronto”. La Humanidad debería elegir, ¡pronto, sin apenas pensarlo!, con cuál de esas dos opciones se quedaba.
Había nacido un nuevo catastrofismo mundial, en paralelo a la maquinaria catastrofista imperante: la comunista y sus proclamas sobre que el capitalismo está aplastando a cientos de millones de trabajadores y sus familias; el final del sistema de explotación “es una ley histórica”, imposible de detener … pero dieciocho años después (en 1989) era el Muro de Berlín, no el capitalismo, el que se vino abajo.
Ese nuevo catastrofismo era radicalmente reaccionario, llamando a la autoinmolación de la civilización occidental (adoptando el crecimiento cero), para preservar el medio ambiente … como siguen predicando los maltusianos del presente, empezando por el New York Times y The Guardian.
Lo que hubiera sucedido de haberse hecho caso al informe del Club de Roma
“Al recomendar [aquel informe] que el mundo pusiera coto a su crecimiento en aras de evitar un supuesto futuro colapso [que nunca ha llegado, en casi medio siglo], Los Límites al Crecimiento llevó a algunas personas a cuestionarse la validez de seguir buscando el crecimiento económico”.
Así se expresaba en un artículo de 2012 el joven profesor danés Bjorn Lomborg, con ocasión del 40 aniversario del informe. El artículo se titulaba “El alarmismo ecologista. Entonces y Ahora. El problema del Club de Roma … y los nuestros”, que apareció en la revista estadounidense de centro izquierda Foreign Affairs.
Bjorn Lomborg (2001)
Fue Lomborg quien, en 2001, había publicado una extensa y muy documentada obra mostrando, fuera de toda duda, la falsedad del “agotamiento temprano” de los recursos naturales para la economía mundial. Analizó mineral a mineral, cada uno de los principales alimentos, el petróleo, el carbón, el gas, los bosques, etc.
Este importante trabajo lo tituló El Ecologista escéptico y era evidente su intención de autodefinirse de ese modo, ya que había sido un activo militante del movimiento ecologista de finales del s. XX. Dicho libro, en su versión española, tiene una extensión de 632 págs. y contiene más de 1.600 referencias bibliográficas e informes de todo tipo; Espasa Calpe (2003).
A este personaje danés, podría calificársele de naturalista razonable, ya que su preocupación por la preservación del medio ambiente aparece en todos sus trabajos, pero totalmente desprovista del sesgo catastrofista y anticientífico del ecologismo radical actual.
La pobreza habría persistido y la salud general no habría mejorado tanto
Hacia el final de su artículo de 2012, Lomborg afirmaba lo siguiente:
“De haberse seguido las indicaciones [del informe del Club de Roma] a lo largo de las siguientes [cuatro] décadas, no habría tenido lugar … la salida de la pobreza extrema de unos 500 millones de chinos, indios y de otras naciones; ni se habría conocido la mejora generalizada de la salud, longevidad y calidad de vida de varios miles de millones de personas a lo ancho y largo del planeta …”.
Lomborg exponía del siguiente modo la receta que el equipo del MIT mostraba como la sola viable.
“La única esperanza residía en detener el crecimiento económico. El mundo necesitaba que se redujera el consumo de bienes materiales, insistiendo en el reciclaje … La única esperanza de evitar el colapso de nuestra civilización, aducían los autores, era adoptar políticas draconianas [¿cómo las de la República Popular de China en las pasadas décadas?] que forzaran a la gente a tener menos hijos … estabilizando la sociedad en un nivel que supusiera una pobreza significativamente mayor que la de la actualidad”.
¿Le suena a Vd. este programa político? No es extraño … nos lo han metido hasta en la sopa, salvo lo de los hijos.
El crecimiento económico mundial lleva décadas bajando paulatinamente, el los años 50-60 crecía de media cerca de un 6%, en los 70 cerca de un 5%, en los 80 cerca de un 4% y a partir de los 90 apenas crece un 3% de media… no es lo mismo un mundo que tiene casi todo por hacer que un mundo que está cada vez más saturado, ni las emergentes seran siempre emergentes… en los últimos 70-50 años hemos construido y producido mas que en toda la historia de la humanidad y cada vez tenemos mas medios para producir mas, en menos tiempo y con menos personas… por lo que tambien será cada vez más difícil crear empleo… además el crecimiento economico mundial ha ido a la par del crecimiento de población, con lo que si la población sigue aumentando todavía más habra un daño irreparable al ecosistema del que dependemos… Hay que tener en cuenta que la naturaleza tambien necesita recursos para autoregenerarse y mantener el equilibrio, no es sólo de uso exclusivo humano y ese uso masivo de recursos se empieza a notar; tenemos la mayor pérdida de biodiversidad desde la epoca de los dinosarios, mares con microplasticos, los polos y glaciares derritiendose a mayores pasos, incendios más grandes..
Las circunstancias están cambiando y las políticas del siglo XIX y XX no servirán para los problemas que surgen en el siglo XXI.. el bomb de la era digital e inteligencia artificial a retrasado ese colapso económico y ecológico, pero los indicadores siguen mostrando que el daño que hacemos al ecosistema es cada vez mayor…. a su vez pueden surgir otros factores en la mejora de los procesos y medios de producción que en las próximas décadas reduciria notablemente la necesidad de mano de obra en la mayoría de sectores, con una mayor presencia de la inteligencia artificial y la robotizacion en todos los ámbitos, con lo que haría falta un mejor reparto del trabajo y los beneficios para hacerlo sostenible, con una economía mas planificada…
No es que el club de roma este equivocado, sólo que a escala mundial las cosas pueden tardar más tiempo en suceder, pero sigue siendo evidente que hay un problema ecológico en crecimiento y las circunstancias económicas de una falta de crecimiento y empleo que podría contribuir al colapso final del sistema económico actual…
Estimado Imanol:
Como debes saber de sobra, este tema es lo suficientemente amplio y complejo para permitir una amplia discusión. Es indudable que cada década que ha pasado el ritmo de crecimiento de los países avanzados ha ido disminuyendo, pero creo que eso no debe ser cierto si miramos las cifras del crecimiento económico mundial.
En este gráfico del Banco Mundial sí se ve que en la década de los años 60 (hasta el pico de 1973 y el shock del petróleo) ttps://data.worldbank.org/indicator/NY.GDP.MKTP.KD.ZG , el crecimiento fue más intenso que en las décadas posteriores, en torno al 5% anual. Pero en las 5 décadas posteriores (hasta el gran parón de 2020 por la pandemia) la tasa anual osciló, pero permaneciendo en torno al 3% anual. Esto es, no se aprecia un decaimiento constante durante el ultimo medio siglo.
¿No le parece admirable que a pesar del grandísimo crecimiento de la población mundial durante aquel periodo, no sólo no se han producido las grandes y crecientes hambrunas que se pronosticaton, sino que la Hunmanidad nunca ha estado en mejor situación, ni de lejos, a como estamos hoy? No es una pregunta retórica, hablamos de la suerte de miles de millones de personas, no es ninguna broma.
Respecto a cómo se encuentra el medio ambiente, es indudable que puede y debe reducirse los impactos negativos que las actividades humanas, pero yo no veo por ninguna parte la hecatombe que los ecologistas anuncian un día sí y otro día también. En el fondo, creo, lo importante es que continúe el crecimiento económico, el binestar de las personas, su riqueza, de manera que dispongamos de fondos para adoptar medidas de protección de la naturaleza, lo que no es posible sin un cierto nivel de vida.
En cualquier caso, le agradezco su disposición a discutir estos apasionantes asuntos.
Reciba un cordial saludo,
Gustavo Jaso