No hay racismo sistémico en Reino Unido. Limpiando vandalismo “antirracista” contra estatua de Winston Churchill. Junio 2020.
Tras más de medio siglo de un sinnúmero de reformas impulsadas por el Estado nacional y autoridades locales en diversos ámbitos de la vida social (educativo, relaciones laborales, actuación policial, etc.), ahora puede afirmarse –en base al estudio de los datos- que ya no hay lo que podría llamarse un racismo sistemático e institucionalizado en Reino Unido.
Esto es, el racismo ya no es un condicionante generalizado y predominante en ese país, como afirma el informe oficial de una comisión especial que el Gobierno conservador de Boris Johnson creó en julio de 2020, informe que se ha hecho público el 31 de marzo. Para acceder al texto completo, pinche aquí.
La cadena de televisión Sky UK, tituló: “Reino Unido ya no es un país ¨donde el sistema discrimine deliberadamente en contra de las minorías étnicas¨”.
La cadena pública televisiva, BBC –dominada por la izquierda-, también destacaba un titular semejante al anterior: “El Reino Unido no discrimina deliberadamente en contra de las minorías étnicas¨”.
La que podría llamarse brecha salarial por razones raciales, asciende en el conjunto de la población laboral a tan sólo un 2,3%, en contra de las minorías étnicas con respecto a los empleados blancos. Para los empleados de minorías, de 30 años de edad o menos, prácticamente no hay diferencia salarial alguna.
Respecto a los hijos de las minorías asiáticas (sobre todo, indios y pakistaníes) y de las personas negras de origen africano, han alcanzado un nivel de rendimiento educativo igual o superior al conjunto de los alumnos blancos. Tan sólo los hijos de los ciudadanos negros de origen caribeño (como los jamaicanos) obtienen calificaciones por debajo de las correspondientes a sus compañeros blancos.
Intolerancia y fanatismo de quienes medran mediante la “lucha antirracista”
Aquellas y otras realidades constatadas en los estudios integrados en dicho reciente informe oficial, han soliviantado a los integrantes del negocio de la protesta contra el –supuesto- racismo sistémico.
Al desvelar esta comisión lo infundado de las denuncias de aquellos, su grave exageración, la red organizativa de los autodenominados activistas antirracistas ve peligrar sus sueldos en las respectivas ONGs, su influencia sobre el sistema político, su pretendida representación de los intereses de las minorías étnicas, su calurosa acogida en los medios de comunicación y así un largo etcétera de prebendas.
Por su parte, la izquierda política -el laborismo- ve amenazado el voto cautivo de dichas minorías, del que –en buena medida- han venido disfrutando: “si eres descendiente de indios, de países anglófonos de África, de jamaicanos, pakistaníes, … tienes que votar a los candidatos laboristas”.
En el mundo académico británico, los propagadores del pensamiento políticamente correcto, (y más concretamente de la denominada Cancel culture o «cultura de la cancelación histórica) no han cesado de buscar justificaciones para todo lo anterior y para denigrar a nuestros sistemas políticos democráticos, a los que consideran intrínsecamente perversos, contra toda lógica.
Por ello, este entramado de intereses políticos y retributivos ha reaccionado de un modo intransigente e incluso violento ante este informe, con inaceptables descalificaciones personales contra los integrantes de la comisión: “traidores”, “vendidos”, “deberían ingresar en el Ku Klux Klan” y semejantes lindezas progres.
Digamos, de paso, que, de los diez miembros de esta comisión, sólo uno de ellos es de raza blanca. Su presidente, Tony Sewell, es de raza negra, segunda generación de inmigrantes de Jamaica, es profesor universitario y dirige una organización caritativa que facilita el aprendizaje de matemáticas y materias científicas a los hijos de las minorías étnicas.
Conclusiones del informe
Tony Sewell, el presidente de la Comisión, ha declarado lo siguiente: “El informe resalta que la importancia de la educación como el factor más poderoso para reducir las disparidades étnicas”. “El efecto transformador de la educación no sólo opera sobre las personas, sino también sobre las familias y las comunidades. A veces, [esta mejora] tiene lugar durante [la duración] de una sola generación”.
El informe contiene otras reflexiones de interés, aplicables a otros campos del análisis social. Así, por ejemplo, afirma que “la Comisión ha observado que hay una tendencia [en la actualidad] a confundir disparidad con discriminación. Si bien a veces coexisten, otras veces, no.” Esto es, que existan situaciones dispares en la población, no implica que, generalmente, se deban a una discriminación racista por parte de los blancos.
Asimismo, es criticada la forma “equívoca” en que se emplea actualmente el concepto de “racismo institucional”. El informe aduce que dicho término únicamente ha de ser empleado cuando se haya comprobado la existencia de un racismo institucional asentado y sistemático, no siendo válido cuando únicamente se hayan producido lo que se denomina –confusamente- como microagresiones. En resumen, defectos de menor importancia o que se produzcan de vez en cuando, no permiten su generalización como racismo institucional.
Observando otra faceta de este asunto, el redactor de asuntos sociales del diario The Telegraph afirma que “la Comisión … alienta [a las personas de minorías étnicas] a que no se limiten a esperar que los poderes públicos intervengan en su favor”, tomando la iniciativa para mejorar por sí mismos.
El reduccionismo del antirracismo al uso
El informe, también concluye que existe actualmente “una forma estridente de pensamiento antirracista que pretende explicar todas las desventajas [que padecen las personas de minorías étnicas] a través del prisma de la discriminación [practicada] por las personas blancas”.
Frente a este reduccionismo, extremadamente simplificador, el informe recuerda que “existen otros motivos para que [las personas de minorías étnicas] tengan éxito o fracasen” en sus vidas o en determinadas actividades en particular.
Concretamente, los autores del informe señalan que “la evidencia muestra que también tienen un impacto significativo en las vidas [de aquellas personas] la localización geográfica [de su residencia], las influencias familiares, su trasfondo económico, su religión …”.
En el pasado, las ideologías de corte comunista pretendieron atribuir todas las injusticias sociales al sistema capitalista. Ahora, sus sucesores o admiradores “antirracistas” repiten la estratagema para desprestigiar a nuestras democracias y crear un movimiento destructivo en base a su solución unidimensional. Como repiten no pocos de los fanáticos estadounidenses del Black Lives Matter (BLM), sólo “superando” el capitalismo conseguiremos la verdadera justicia racial.
Recomendaciones para continuar reduciendo las disparidades raciales
Naturalmente, la Comisión reconoce que “en el Reino Unido persiste un racismo abierto”, particularmente en el ámbito de internet. Es la amplitud y gravedad del fenómeno lo que cuestiona.
El informe declara que esta negativa “fuerza real” debe ser “tomada en serio”.
La Comisión formula 24 recomendaciones para que sean aplicadas, principalmente, por las administraciones públicas. Pinchando aquí, accederá a un resumen de dichas recomendaciones.
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