El paquete de estímulo económico es desmesurado
El 10 de marzo quedó aprobado por el Congreso, definitivamente, el denominado paquete de estímulo económico contra los efectos del Covid-19 propuesto por el Presidente Joe Biden. Su montante, 1,9 billones de dólares (billones continentales, con 12 ceros, millones de millones), no tiene precedente desde el esfuerzo bélico que se puso en marcha en 1941, tras el bombardeo de Pearl Harbor, hace 80 años.
La adopción por el Congreso de este plan supone –indudablemente- el primer gran logro legislativo del Presidente Joe Biden.
A partir de 1941 se trató de desarrollar –desde el estado, a toda prisa- la industria armamentística y los sectores de base, así como movilizar a muchos millones de soldados, durante varios años.
El actual paquete, naturalmente, no es el primero desde que comenzó la crisis económica por la pandemia, a mediados de marzo de 2020. La Administración Trump ya había puesto en marcha otros 2 planes generales –aprobados por el Congreso- durante aquel año. Sus montantes fueron de 2,0 billones US$ (con doce ceros), a finales de marzo 2020, y el otro se aprobó a finales de diciembre 2020, por un total de 0,9 billones US$ (900 miles de millones $).
El total de estos dos planes generales de 2020, bajo el Presidente Trump, ascendió a unos 3 billones de US$.
En realidad, la Administración federal puso en marcha otras varias medidas aisladas con las mismas finalidades (combatir la pandemia y estimular la economía), de varios miles de millones de dólares, cada una, que resultan difíciles de contabilizar. Este total general debe ser de más de 3,5 billones de dólares, en 2020; algunos medios, lo sitúan en 4 billones de US$.
Los planes generales contra el Covid y las medidas sociales añadidas van a costar más que la Segunda Guerra Mundial
El actual líder republicano en la Cámara Baja, Kevin McCarthy, ha calculado ahora que –tras tener en cuenta la inflación histórica- la Segunda Guerra Mundial le costó al presupuesto federal 4,8 billones (trillions) de dólares.
Un poco más arriba, vimos que la Administración Trump dedicó unos 3,6 millones de dólares en 2020 a combatir el Covid-19. Añadiendo a esto los 1,9 billones $ del plan Biden, resulta un total de 5,5 billones de dólares.
Cantidad ésta que supera al coste estimado para la Segunda Guerra Mundial: 4,8 billones de dólares, ajustado a la inflación.
Evidentemente, lo que interesa de todo esto son las órdenes de magnitud: la enormidad de este plan (cuando se suma a lo que ya se hizo en 2020, al explotar el problema).
Algo más adelante, figura un cuadro que esquematiza el plan de Joe Biden y los importes de sus principales componentes.
El Presidente Biden no ha logrado atraer a ningún republicano
El presente plan ha salido adelante en ambas cámaras del Congreso únicamente con los votos de los demócratas, sin el apoyo de uno sólo de los republicanos.
Uno de los propósitos de los demócratas, forzando a toda prisa la tramitación de su plan, era dividir a los congresistas republicanos, en la actual situación de confusión en que se encuentran desde el asalto al Capitolio el 6 de enero, pero no lo han conseguido.
Los congresistas republicanos reclamaban un volumen total del paquete en torno a la mitad del aprobado, para no elevar aún más el nivel de endeudamiento federal.
Ello, teniendo en cuenta las elevadas ayudas ya proporcionadas en los dos anteriores paquetes generales durante 2020 (cuyas medidas han estado en vigor hasta marzo de 2021); también tenían en cuenta, aquellos congresistas, la reactivación económica que se viene produciendo desde el tercer trimestre 2020, que ha ido reduciendo considerablemente las necesidades más perentorias de personas y empresas.
La rápida recuperación económica iniciada bajo Trump mantiene un buen ritmo en 2021, antes del Plan Biden
Reactivación económica que es previsible que esté continuando en estos primeros meses de 2021 –incluso antes del plan de Biden-, gracias a la rápida vacunación contra el Covid-19 que se inició –bajo Donald Trump- a mediados de diciembre. Programa que ya alcanza 109 millones de dosis inyectadas y que supone que el 21,4% de la población total ha recibido ya ambas dosis: unos 70 millones de personas.
De hecho, por ejemplo, el Banco de la Reserva Federal de Filadelfia, antes de tener en cuenta el plan Biden, preveía un crecimiento del 3,2% de la economía estadounidense este primer trimestre de 2021 (en tasa anual), lo que es muy positivo.
La menor incidencia de la pandemia en EE.UU. desde enero está permitiendo el levantamiento parcial de las medidas de confinamiento y de cierre de actividades económicas en muchas partes del país. Éste va a ser el principal factor de la rápida reactivación económica que ya estaba prevista, desde hace meses, para la segunda mitad de 2021.
¿Para qué hace falta un plan tan voluminoso, cuando ya había buenas perspectivas económicas, antes de su adopción? Dos respuestas simplificadas: para ampliar fuertemente el sector púbico (ya que esto responde a su ideología intervencionista) y para comprar votos con tantas entregas de dinero y mejoras de servicios sociales. Evidentemente, no sólo los demócratas compran votos de esta manera, pero su afición a este truco es realmente enfermiza.
Tampoco Obama apenas se ganó a algún republicano para su plan de rescate de 2009
Como puede leerse en Wikipedia, sobre el plan de febrero de 2009, nada más acceder Obama a la Casa Blanca:
“Las reacciones en torno al [plan de] estímulo [económico de Obama, ante la crisis financiera internacional de aquella época] fueron muy polémicas. Los republicanos criticaron el tamaño del plan. Y, más a la derecha, se constituyó, [como reacción], el movimiento Tea Party, lo que pudo haber contribuido a que los republicanos ganaran el control de la Cámara Baja [en las siguientes elecciones, de mitad de mandado, alcanzando una holgada mayoría] en noviembre de 2010. Ningún congresista conservador votó en favor del plan de estímulo [de los 178 de los que disponían, frente a 254 los demócratas, una amplia mayoría]”. [Sólo votaron a favor de aquel plan] … tres de los senadores republicanos” [del total de 41].
Como se ve, Obama arrancó con mayoría en ambas cámaras del Congreso -como Biden ahora-, pero entonces con amplias diferencias, que son estrechísimas en la actualidad.
En EE.UU. gran parte de la población se opone a los grandes planes de gasto público
En el campo de la derecha del sistema político de EE.UU., las reacciones a estos grandes planes (públicos) de reactivación económica es siempre muy distinta a la que, por ejemplo, se produce en España.
Allí no hay ninguna “unión europea”, ni “países ricos del norte” (muy buenistas, ellos, y un poco necios), ni lo que sea, que regalen a fondo perdido o presten a largo plazo y a muy bajos tipos de interés elevadísimas sumas de dinero a EE.UU., para este tipo de planes globales, tan del gusto europeo.
Por otro lado, los políticos y ciudadanos conservadores estadounidenses no quieren incrementar el endeudamiento de las futuras generaciones (acumulando ahora más deuda pública), ni intensificar a corto plazo la presión fiscal, que son las dos únicas maneras de financiar dichos grandes planes.
Muy al contrario, actualmente, el Presidente Biden va a echar mano, intensamente, de aquellas dos vías para financiar sus enormes planes de gasto público (impulsados por el ala izquierdista de su partido): ante la pandemia (OK), para estimular la economía (medio OK), para hacer dependientes de los subsidios públicos a millones más de personas, para “salvar el Planeta” –eliminando la extracción y uso de los insustituibles combustibles fósiles-, etc.
Principales componentes del Plan de Rescate Económico
El siguiente cuadro recoge los principales conceptos de este plan de rescate económico que, en total, suma 1,9 billones de dólares (en inglés, se les llama trillions).
He agrupado el conjunto de las medidas en tres categorías:
A) aquellas encaminadas directamente a combatir la pandemia;
B) las de estímulo de la actividad económica que se ha visto muy perjudicada por las restricciones introducidas para limitar la extensión del Covid-19;
por último, C) las medidas que no corresponden estrictamente a ninguna de las dos
anteriores categorías. Consisten, por tanto, en reformas propugnadas por los demócratas mucho antes de la pandemia, que reflejan sus tradicionales propuestas políticas, que –aprovechando que el río Pisuerga pasa por Valladolid (como se dice en España), las han introducido “sin venir a cuento”.
El principal diario de izquierda, The New York Times, estima que estos programas sociales –independientes de la pandemia- suponen el mayor incremento de las redes federales de protección desde hace unos 90 años.
En cualquier caso, algunas pocas partidas de estos programas sí que pueden tener cierta relación con la crisis de la pandemia.
Datos: Wall Street Journal. What Is in the Third Covid-19 Stimulus Package? 11 marzo 2021.
A.- Destinados directamente a combatir la pandemia
Programas de vacunación y tests. Su importe total es de 123 miles de millones de dólares. Por lo tanto, supone sólo el 6,5% del plan Biden.
Comprende, principalmente, ayudas para los programas de vacunación (su distribución, etc.), la realización de tests y el trabajo de buscar los contactos próximos de los enfermos (contact tracing). También proporciona ayudas para los gastos funerarios de ciertas personas, y otros varios conceptos.
Incluye ayudas a estados, municipios y tribus, para este fin.
B.- Medidas de estímulo económico
Para el Plan de marzo de 2020 he empleado como fuente la web de la red radiofónica pública, de izquierda, NPR.
B1) Subsidios a rentas medias y bajas (Stimulus checks)
Es el mayor componente del paquete, destinándose al mismo 410 billones US$. Fueron creados en marzo 2020.
Comprende la entrega a la mayoría de las personas adultas del país de un solo cheque de la Administración federal por un importe de 1.400 US$. Las familias con dos cónyuges activos recibirán dos de estos cheques. En total, se emitirán más de cien millones de cheques federales. El requisito es que una sola persona gane menos de 75.000 $ al año, y que una familia tenga unos ingresos inferiores a 150.000 $ anuales.
B2) Extensión de los subsidios especiales de desempleo (Unemployment benefits)
Ascenderán a unos 246 billones de US$. Fueron creados en marzo 2020.
Fueron creados por la Administración Trump y el Congreso en marzo de 2020 y consistieron en pagos de 600 $ semanales para quienes hubiesen perdido su empleo por los efectos de la pandemia y, además, hubiesen agotado los subsidios tradicionales por desempleo.
Aquellas ayudas acababan a mediados de este mes de marzo y, ahora, han sido extendidas hasta el 6 de septiembre, pero su cuantía es de 300 $ semanales. Los republicanos pedían que acabaran a mediados de este mes julio, teniendo en cuenta la reactivación general que viene experimentando la economía nacional. Además, aducían que este subsidio puede retraer la entrada al mercado laboral.
Estas ayudas son compatibles con las que tienen establecidas casi todos los estados.
También es compatible con el subsidio directo a las personas, que vimos aquí arriba.
B3) Subvenciones a restaurantes y bares (Grants to restaurants, bars)
Totalizan 56 miles de millones de US$.
En marzo 2020 se crearon lo que se denominaron “Emergency grants for small businesess”, que comprendía a restaurantes y bares.
Además, bajo la denominación de préstamos blandos y parcialmente condonables (forgivable loans), a Pymes de todo tipo, se abrieron en marzo 2020 líneas de crédito por 350 miles de millones $.
B4) Ayudas a las empresas del sector del transporte
Recibirán un total de 56 miles de millones de US$. Ya recibieron ayudas semejantes durante 2020.
De ellas, Ahora, la mayoría (30 miles de millones $) van destinadas a las empresas de transporte urbano (transit agencies), cuyos balances se han visto muy afectados con la fuerte caída del número de sus usuarios.
B5) Financiación blanda con respaldo público para ciertas medianas y pequeñas empresas y autónomos (self-employed) para gastos corrientes
Se destinarán 50 miles de millones de US$, a través de la U.S. Small Business Administration, esto es, el organismo federal dedicado a los asuntos de las Pymes.
Este instrumento fue creado en marzo de 2020, con un importe de 953 miles de millones $. Se le conoce como Paycheck Protection Program (PPP). Se puede emplear para abonar sueldos, alquileres, recibos de electricidad, etc.
C.- Otras políticas propias del Partido Demócrata
Como se ha podido vislumbrar en el anterior apartado, la Administración Trump dedicó cifras muchísimo más elevadas a intentar sostener a las Pymes y autónomos en aguda crisis por los efectos de la pandemia, de lo que aparece ahora en el plan del presidente progresista Joe Biden.
Es cierto que hace doce meses (marzo – abril) el impacto era brutal. Pero también explica lo anterior la sistemática demagogia izquierdista sobre que ellos “ayudan a las personas”, mientras que los republicanos prefieren “ayudar a las empresas” … esto es, a las empresas y Pymes que pueden mantener muchas decenas de millones de empleos.
C1) Ayudas económicas a los estados y municipios (State and local aid)
El plan de Biden destina ¡nada menos! que 360 miles de millones de US$ a esta finalidad. Es el segundo elemento más cuantioso de todo el plan.
Nadie discute que ambos tipos de instituciones han padecido serios desequilibrios financieros por la crisis de la pandemia, como en otros países. Por ello, ya en marzo 2020 la Administración Trump les aportó 340 miles de millones $; pero el grueso –275 miles de millones $– iban destinados específicamente para cubrir las actividades dirigidas a combatir la pandemia, esto es, para este gran problema coyuntural.
Pero, en la actualidad, “los congresistas republicanos dicen que … [las ayudas previstas por el plan Biden para los estados e instituciones locales] vendrían a recompensar los errores fiscales [de un excesivo gasto] de algunos estados”, habitualmente dirigidos por demócratas. Dicho de otro modo, las presentes ayudas previstas por el plan de Biden vendrían a cubrir los déficits estructurales de dichas instituciones, cuyos gobernantes de izquierda no suelen “aprestarse el cinturón” durante años.
C2) Facilitar la reanudación de las clases presenciales en colegios e institutos
El plan demócrata destina a este fin 130 miles de millones de dólares.
En EE.UU. se llaman centros K-12 al conjunto de la enseñanza pública de primaria y secundaria, incluyéndose a menudo los jardines de infancia. Esto es, comprende los alumnos de enseñanza pública de entre 5 y 17 años.
En marzo de 2020, el plan de la Administración Trump le dedicó la décima parte: 13 m. mill. $.
Ciertamente, entonces –hace doce meses- el problema acababa de aparecer, pero hay otro motivo mucho mayor para esta multiplicación ahora de “los peces y los panes”, de dimensiones bíblicas: la dependencia de la Administración demócrata actual (y de las anteriores) de los potentes sindicatos de profesores de la educación primaria y secundaria. Su número total parece haber llegado ya a los 3,7 millones de enseñantes.
Desde hace meses, aquellos sindicatos de enseñantes tienen –prácticamente- “secuestrados” los colegios públicos por buena parte del país, al negarse radicalmente a que se remprendan las clases presenciales. En Chicago, por ejemplo, los colegios públicos K-12 (entre 5 y 17 años) llevan unos 10 meses sin poder pisar las aulas unos 340.000 alumnos.
Por el contrario, muchos de los colegios privados han logrado crear las condiciones para poder restablecer las clases presenciales desde hace algunos meses.
Por aquella razón, los medios conservadores suelen referirse a aquel voluminoso capítulo del plan de Biden, como el pago de un rescate a los poderosos sindicatos para que éstos consientan reabrir, finalmente, la actividad educativa.
La finalidad declarada oficialmente de este tipo de ayudas es reducir el tamaño de las clases, mejorar la ventilación, efectuar nuevas contrataciones, etc. Pero los republicanos critican que no se ha ligado dichos gastos con la obligación de los sindicados de impartir clases en persona.
C3) Medidas fiscales de carácter social (tax credits)
Son 143 miles de millones de dólares los destinados a esta finalidad por el Plan Biden.
Consisten en aumentos en las deducciones fiscales (tax credits) por hijos, y por cuidado de hijos y ancianos y, en tercer lugar, se incrementa la deducción general para rentas bajas.
Éste, junto con el siguiente elemento del Plan Biden, son donde se encuentran los mayores refuerzos de la red de protección social en el plan de rescate que se aprobó por el Congreso el pasado día 10 de marzo.
C4) Ampliar los servicios sanitarios subvencionados (Expand healthcare)
El plan destina 68 miles de millones de dólares a este fin.
En particular, el plan Biden incrementará en 34 miles de millones de dólares los subsidios a ciertas personas (de rentas medias y bajas) acogidas al programa de asistencia sanitaria pública, conocido como Obamacare, lo que se traducirá en primas muy inferiores a las actuales. Estas ampliaciones suponen el mayor cambio desde que el programa fue creado por Barack Obama en 2010.
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