“¿Energía Nuclear? Sí, por favor”. El renacimiento de la energía nuclear.
Durante los pasados 35 años, a partir del accidente nuclear de Chernóbil (1986), los países occidentales cometieron el gravísimo error de asumir la propaganda ecologista de Greenpeace, renunciando progresivamente a hacer un mayor uso de la energía nuclear, lo que habría generado un mayor crecimiento y bienestar económico. También habría supuesto una fuente estable de electricidad que en la actualidad hubiera amortiguado mucho las tensiones energéticas derivadas de la invasión rusa de Ucrania o de cualquier otra gran crisis internacional que pudiera haber surgido.
Hoy, los precios energéticos no serían los que estamos conociendo, por las nubes. ¡Gracias, camaradas-millonarios de Greenpeace!
¿A cuántos cientos de miles de millones de euros ascenderán los daños ocasionados por Greenpeace -con la colaboración de la Comisión Europea– a las economías de la Europa democrática, a lo largo de estos 35 años? Sólo respecto a España, un cálculo -parcial- asciende a 5.700 millones de euros, como veremos más adelante.
Esta valiosa fuente energética, entonces demonizada pero que en la actualidad está siendo “rehabilitada” a todo correr, habría proporcionado a nuestros países, durante décadas, una electricidad estable (sin interrupciones de suministro), mucho más barata que las renovables (si realmente se suman todos los costes implicados), una energía que es básicamente de origen nacional y, además … que apenas genera gases de efecto invernadero, para quienes les preocupe eso.
Capacidad mundial de generación nuclear de electricidad (1970 – 2021).
En TWh (Teravatios-hora).
Accidente de Chernóbil: 1986. Accidente de Fukushima: 2011.
Fuente: World Nuclear Association.
Apenas se empezaron nuevos proyectos en los países occidentales tras el accidente de Chernóbil, durante el resto del pasado siglo y comienzos del actual
Tras Chernóbil (1986) se fueron completando la mayoría de las centrales que ya estaban en construcción en países occidentales (lo que solía requerir unos 10 años, como se aprecia en el gráfico), pero ya apenas se acometieron nuevas centrales y desde 2002 casi no ha aumentado la capacidad de generación nuclear mundial, quedando prácticamente estancada a lo largo del presente siglo (en torno a 2.500 TWh), en lugar de haber seguido creciendo.
Recordemos que la vida útil inicial de una central nuclear suele ser de 40 años que, normalmente, puede prorrogarse tras verificar el buen estado de la central en cuestión.
Por otro lado, recordemos que las centrales antiguas (de los años 1970, 80 y 90, que tuvieran cuatro rectores de media, como sucede en EE.UU.) disponen de capacidad para cubrir las necesidades de electricidad de unos 700.000 hogares, cada una.
Ahora bien, la gran central cuya construcción está a punto de comenzar en Suffolk (al este de Inglaterra), la Sizewell C (de 3.200 MWe), con una nueva tecnología de la compañía francesa EDF Energy, podrá dar servicio a 6 millones de hogares, esto es, al equivalente de la tercera parte de todos los hogares de España (que son 19 millones).
Recordemos que una central nuclear puede estar constituida por entre uno y cinco reactores (o unidades), que son las enormes ollas a presión (o vasijas) en las que se genera el calor, que produce vapor y que acaba moviendo un generador de electricidad.
La hazaña ecologista del PSOE en España en 1984: la “moratoria nuclear”
El gobierno del Partido Socialista (PSOE) dejó a medio construir las siguientes 3 centrales: Lemóniz (Vizcaya) -que estaba a punto de conectarse a la red eléctrica-, Valdecaballeros (Badajoz) y Trillo II (Guadalajara).
Esto lo hizo en 1984, ¡dos años ANTES del accidente de Chernóbil!, por puro activismo antinuclear progre … como un señorito, sin mirar la factura.
Aquellas 3 centrales, comprendían cinco reactores o unidades.
Esta primera gran “broma ecologista” costó a España nada menos que 5.717 millones de euros: 4.383 millones de € para compensar -lógicamente- a las empresas promotoras de aquellos proyectos, que ya habían llevado a cabo parte de la inversión, y 1.334 millones € por los costes de la financiación bancaria (intereses y comisiones) de aquellas compensaciones, ya que el gobierno no podía pagarlo e ideó una vía indirecta, que veremos más adelante.
Todo este dineral se gastó para DEJAR a medio construir -y por tanto hacer INUTILIZABLES- 3 centrales que hubieran colocado a España en una situación muy deseable, de gran autonomía energética nacional, seguridad del suministro eléctrico (sin interrupciones, 24h. al día) y bajos precios de la electricidad … durante un mínimo de 40 años, prorrogables.
En España siguen funcionando actualmente 5 centrales nucleares (con siete reactores, en total), que habían entrado en funcionamiento antes de la moratoria.: Almaraz, Ascó, Cofrentes, Valdellós y Trillo I.
La anterior cifra de coste (5.717 mill. €) no incluye las pérdidas derivadas de la electricidad más barata que las familias y empresas hubieran conseguido con aquellas centrales.
Fueron directamente las familias y las empresas las que soportaron el despilfarro de esta medida-estrella del PSOE
¿Quién sufrió todo aquel desaguisado? El sabio gobierno socialista “disparó con pólvora del Rey”, en este caso, con “pólvora” de los usuarios de la electricidad (hogares y empresas), quienes durante 20 años, hasta 2015, aportaron los fondos -sin apenas percatarse de ello- en sus facturas mensuales de la luz. ¿Es cara la electricidad en España …?
No pasen por alto el siguiente “detalle”: en aquellos años, el progresismo descerebrado acusó ácidamente ¡a las propias compañías eléctricas!, por haber reclamado una compensación por no haber podido concluir y rentabilizar su inversión, proyectos que habían sido previamente aprobados por el Estado, antes de 1984.
Además, con esta decisión política el PSOE impulsó otra de sus grandes aportaciones al progreso de España: la manipulación fraudulenta del lenguaje: a un brusco y radical parón nuclear -¡antes de que hubiera habido ningún accidente!- lo bautizaron como una modosa “moratoria nuclear” … que, únicamente, ha durado de 1984 hasta el día de hoy, 38 años.
Además de apenas promover nuevos proyectos, los países occidentales fueron cerrando anticipadamente muchas decenas de las centrales nucleares operativas
Alemania ha cerrado ya -anticipadamente- casi todas sus centrales, 30 (y sólo le quedan tres); EE.UU., 41 (Varias por superar su vida útil máxima); Reino Unido, 36 (Durante los pasados 27 años, ninguna de las centrales que envejecieron fueron reemplazadas por nuevas); Japón, 23 (Tras el accidente de Fukushima) … Solamente contando estos cuatro países, han cerrado 100 centrales, a día de hoy. Durante todo aquel periodo (1987 a 2021) los estados occidentales obstaculizaron, en lugar de respaldar y facilitar, la construcción de nuevas centrales nucleares.
No hay que perder de vista que normalmente transcurrían entre 12 y 15 años entre las fases iniciales de un proyecto de nueva central y su finalización y conexión a la red eléctrica, y esto cuando no surgieran serios problemas técnicos, judiciales (demandas de paralización, por parte de ecologistas) u otras serias dificultades.
Con las nuevas generaciones de centrales, el proceso normal de ejecución de un gran proyecto se ha hecho más corto: entre 8 y 12 años. Por su parte, los novedosos pequeños reactores modulares (SMR) -de los que todavía no hay ninguno instalado con fines comerciales-, van a tener un plazo de ejecución mucho menor, de 4 o 5 años.
Las centrales nucleares, como otras grandes infraestructuras (puentes, túneles, grandes aeropuertos, etc.) suponen soluciones a largo plazo, que apenas pueden ser reemplazadas por pequeñas actuaciones, en el corto plazo.
Ante la actual insuficiencia de suministro eléctrico viable, los gobiernos están teniendo que recurrir a las nucleares, de las que nunca debieron haberse alejado
A pesar del largo proceso para la puesta en funcionamiento de una nueva central (de 10 a 12 años), hay una manera para extraer –a corto plazo– un mayor rendimiento a muchas de las existentes: prolongar su vida útil, cuando técnicamente sean viables y seguras.
Ya mencioné que, en la mayoría de los casos, las centrales que se inauguraron en las anteriores décadas (en los 80s y 90s) tienen una vida de diseño (inicial) de unos 40 años, periodo en el que -por otro lado- el proyecto resulta económicamente rentable para sus promotores, privados o públicos.
Pero, según se ha comprobado en multitud de casos, tras ser examinadas detenidamente las centrales por las autoridades de seguridad nuclear (como, en España, el Consejo de Seguridad Nuclear – CSN), el funcionamiento de las centrales puede extenderse -en la mayoría de los casos- a 50, 60 y hasta 80 años.
Durante la década de los años 2010, el muy exigente regulador de EE.UU. (la Nuclear Regulatory Commission – NRC) ya fue concediendo una extensión de 20 años a las ¾ partes de las centrales que estaban operativas, que entonces eran unas 100.
Además, en mayo de 2021, la NRC autorizó -por primera vez- que los dos reactores de la central de Surry (en Virginia) -que habían sido construidos en los años 70- continúen operativos hasta sus 80 años de antigüedad, lo que ocurrirá en los años de 2050.
Por su parte, y cambiando de continente, en marzo de 2022 el regulador de Bélgica ha accedido a prolongar por 10 años adicionales la vida útil de dos de sus centrales nucleares, que iban a cerrarse en 2025.
Los organismos internacionales están teniendo que abandonar su tradicional postura de “¿Nucleares? No, gracias”
Desde hace décadas, la Comisión Europea fue obstruyendo muchas ayudas nacionales en favor de la construcción de nuevas centrales nucleares y, en particular, estranguló las fuentes para su financiación. Pero, desde que la crisis energética internacional del verano de 2021 puso en evidencia la insuficiente oferta de productos energéticos, se vio obligada a reconsiderar su postura, de alineamiento con el ecologismo radical.
Finalmente, en febrero de 2022, la Comisión Europea proclamó que la energía nuclear puede ser “considerada verde” y, por tanto, ser susceptible de recibir financiación … ¿No les suena esto a una decisión del Comité de Planificación Económica Central de la Unión Soviética? En cualquier caso, La burocracia de Bruselas se vio forzada a enmendarse a sí misma, aunque haya muchas personas que no quieren admitir la verdadera trascendencia de este giro.
La Agencia Internacional de la Energía (IEA, de su nombre en inglés), como la totalidad de los organismos internacionales, durante el s. XXI viene asumiendo plenamente el programa energético del ecologismo y su mesianismo sobre las renovables. Pero, desde la intensa escalada de los precios internacionales de la energía (gas natural, petróleo …) en 2021, ha comenzado a efectuar pronunciamientos como el siguiente:
“La energía nuclear puede jugar un papel destacado para asegurar las transiciones energéticas” (junio 2022).
Japón está a punto de decidir la reapertura de muchas de sus paralizadas centrales y de adoptar un protagonismo internacional en este sector
Ya que Japón es la 3ª mayor economía del mundo, es un país occidental desarrollado y que, además, ha sufrido uno de los dos únicos accidentes nucleares de importancia que han habido en el mundo, en 64 años (junto con el de Chernóbil), su nueva postura de recuperar y ampliar el sector nuclear, tiene una muy especial significación.
Como es sabido, Japón prácticamente carece de recursos energéticos propios, debiendo importar casi toda la materia prima (gas natural, carbón …) que necesita para generar su electricidad. Además, hoy en día, tan sólo obtiene el 10% de su electricidad de la energía solar y eólica. Por otro lado, por su lejana insularidad y razones diplomáticas, Japón no ha conectado su red eléctrica con ningún país vecino (del continente); se tiene que valer por sí solo.
Por aquel motivo, Japón tradicionalmente puso en pie un amplio parque de centrales nucleares que, en el momento del accidente en Kukushima, 2011, aportaba el 30% de su generación eléctrica. Parque de centrales que fue totalmente paralizado tras el accidente, para su revisión.
Desde entonces, con nuevas medidas de seguridad en vigor, se han reactivado 10 de los antiguos reactores. Otros 15 reactores se encuentran todavía parados, en un lento proceso de reevaluación por el regulador, mientras que otros dos reactores a medio construir -en 2011- han solicitado hace poco permiso para ser completados.
Acertado giro de política de Japón
A finales de este mes de agosto, el nuevo primer ministro, Fumio Kishida (del partido conservador, Liberal Democrático) ha anunciado que ante las dificultades energéticas previstas para este próximo invierno, va a acelerarse la reevaluación de seguridad (que estaba medio parada) para que 9 reactores (o unidades) puedan volverse a conectar a la red, antes del final de este año. Su propósito es que otros 7 reactores puedan estar operativos para el verano de 2023.
El primer ministro también hizo pública su preferencia de que se extienda la vida útil de varias de las centrales de su país, descontando los años que hayan estado paradas, desde 2011.
Por su parte, el poderoso Ministro de Economía, Comercio e Industria (METI) también ha revelado que se está estudiando la promoción de nuevos grandes centrales nucleares, de última generación, y de los nuevos pequeños reactores modulares (SMR).
También Corea del Sur está recuperando su programa de energía nuclear
Corea del Sur, desde hace décadas, ha confiado asimismo buena parte de su suministro eléctrico a las centrales nucleares (que comprenden 25 reactores, hoy en día), aportando una tercera parte del total.
El anterior presidente progresista se proponía seguir el desastroso camino de Angela Merkel, abandonando toda su energía nuclear. Tras las elecciones de mayo de 2022, el nuevo presidente conservador, Yoon Suk-yeol, está recuperando la cordura y, en seguida, ha proclamado su voluntad de mantener y expandir su parque nuclear y retomar la exportación de centrales y el reforzamiento de todo este sector.
La energía nuclear está en retroceso no por ecología, sino por precio. A día de hoy es la tecnología más cara y contamos con baratísimas renovables.
La moratoria nuclear en España finalizó en 1997, y desde entonces ninguna empresa ha presentado ningún proyecto para una nueva central.
A día de hoy sólo se instalan centrales nucleares en países que cumplen alguna de estas tres: sector fuertemente nacionalizado (para que pueda pagar mayor parte el Estado porque si no no salen rentables), tecnología propia (porque las altísimas sumas invertidas revierten en el país) y/o programa militar (para aprovechar sinergias y aligerar el presupuesto de defensa). Si no se da alguna de estas tres es inviable una central nuclear a día de hoy. Si se dan las tres se ponen muchas, como Francia y China.
Estimado Sr. Etxeberría:
Gracias por sus amables comentarios,pero me temo que no está muy bien informado sobre estos asuntos. Nadie, medianamente informado, puede creer que las renovables sean «baratísimas», ni siquiera «algo baratas». Este embuste lo consiguen defender a base de sólo emplear un método totalmente distorsionador de los precios de las diversas fuentes de energía, al que se llama los costes normalizados de la energía, LCOE. Esto implica, por ejemplo, que NO se suman como coste de la eólica o de la solar FV los altísimos importes de mantener disponibles, 24 h. al día, 367 días al año, durante décadas, unas centrales térmicas de gas, que son las que impiden que se produzcan apagaones todas las noches, cuando no hay luz solar, y también cuando baja la intensidad del viento en las zonas en las que están emplazados los aerogeneradores, lo que sucede con cierta frecuancia. Hay 2 fuentes disponibles en todo momento, pero únicamente suman el coste de una; bonito engaño. Tampoco tienen en cuenta el coste de las astronómicas subvenciones que reciben las renovables, sin las que -simplemente- cerrarían casi todas las empresas que gestinan las «granjas eólicas» y los «huertos solares». Además, cada «huerto solar», con una capacidad mínima, necesita una conexión subterránea para transmitir su -escasa- electrricidad a alguno de las grandes redes de transporte de electricidad, a varis kilómetros de distancia. Esto cuesta una pasta. Por el contrario, una central nuclear produce enormes cantidades de electricidad, y se conecta también a dicha red de transporte. Un coste similar (no igual) sirve para conectar una producción de, digamos, 10 (solar) y también para 5.000 (la central nuclear).
Esta enorme diferencia de costes, en contra de las renovables, es tal que únicamente ocultando los costes reales pueden engañar a personas cmo Vd. y otros millones de ellas.
Reciba un cordial saludo,
Gustavo Jaso
Estimado Sr. Jaso, encantado de leer sus opiniones, pero me temo que parte de premisas erróneas:
La verdad es que en este tema estoy muy buen informado con toda la información relevante que la ciencia, ingeniería y economía comparte en el dominio público.
Las grandes subvenciones a renovables en España acabaron en 2008, actualmente son las tecnologías más rentables sin subvención en todo el mundo. Sin embargo la tecnología nuclear cada vez necesita mayor inversión inicial del Estado, avales públicos, empresas públicas dedicadas a su funcionamiento, precios pactados a 40 o 60 años, seguridad del estado, pago de seguros por el Estado, ayudas al desmantelamiento… todo esto es mucho dinero público que no se refleja en el LCOE.
El coste de mantener ciclos combinados parados en España recae sobre todo en sus propietarios, y parece merecerles la pena. De todas formas, en Francia recae sobre el Estado, y también: España en 2021 generó un 47% del mix español, que tuvo la participación de ciclos combinados de un 17%. Francia suele tener un 70% de nuclear en el mix, pero sin embargo no se libra de un 7 – 10% de gas en el mix, porque también la nuclear siempre elige respaldo de hidroeléctrica y gas para seguimiento de carga y picos de consumo. La diferencia es que Francia ya decidió hace años cual era la parte de gas mínima irrenunciable con su màximo nuclear; nosotros aún no hemos llegado a reducir la cuota de gas al mínimo posible. Por otra parte, si lee el plan estratégico energético nacional, podrá comprobar que se prevén 20 GW de almacenamiento para 2030, lo cual reducirá la necesidad de respaldo.
Sobre su crítica a la infraestructura distribuida de la red, está considerando defectos y virtudes a medias. Para empezar, esas conexiones tan caras de plantas fotovoltaicas las asume el promotor (o como mucho a medias con la eléctrica), nunca es un gasto para el Estado; de hecho, cuando hace 20 años las plantas no solían pasar de 6 MW, fue un coste añadido disuasorio para instalar muchas que a día de hoy no lo es por sus tamaños mucho mayores. Se podrían contar muchas virtudes de la generación distribuida, pero le apuntaré solamente que no está considerando las enormes pérdidas eléctricas en transformación que causa la generación concentrada. La generación distribuida se genera más cerca del consumo, y con menos transformaciones.
Desde luego, no es afortunado hablar de costes en general y ocultos en particular para comparar la tecnología nuclear con cualquier otra, pero mucho menos con fotovoltaica y eólica terrestre.
Creame que he revisado muchas veces los costes cuando hay datos disponibles, claro, porque en energía nuclear no siempre es fácil obtenerlos y las evidencias me muestran no estar en absoluto engañado.
Un cordial saludo.
Javier Etxeberria.
Estimado Sr. Etxeberría:
Resulta interesante las informaciones que me refiere; es indudable que conoce bien la materia. Mañana me voy de Madrid, por lo que examinaré con mucha atención sus afirmaciones que -debo confesar- me resultan casi imposible de aceptar. Lo miraré despacio la próxima semana.
Un cordial saludo,
Gustavo Jaso