Gas y energía nuclear aceptada por la Comisión Europea
El día 2 de febrero, la Comisión Europea ha aceptado -de manera definitiva- que la energía nuclear y la utilización del gas natural para generar electricidad sean considerados en la UE combustibles utilizables –y financiables- para el actual periodo de crisis energética (y de inseguridad en el suministro eléctrico), periodo que para algunos supone una transición hacia una economía baja en carbono.
A lo largo de casi todo el año 2021, la Comisión Europea ha estado tramitando esta importante decisión que, ahora, es ya definitiva –por su parte- y será debatida en los estados miembros de la UE (Unión Europea) y, finalmente, en el Consejo Europeo, constituido por los jefes de Estado y de gobierno de los 27 países de la UE.
Hay que resaltar que es casi seguro que esta propuesta de la Comisión acabe por recibir la aprobación final del Consejo Europeo (esto es, de los países miembro) y comience a aplicarse.
Y ello porque las normas de procedimiento de la UE exigen que por lo menos 20 estados deben oponerse a una propuesta semejante de la Comisión para quedar rechazada (esto es, por una mayoría cualificada del 72% de los países miembro), número éste que es muy superior al del reducido puñado de países que actualmente está oponiéndose a esta acertada propuesta de la Comisión Europea, como luego detallaremos (al final).
Ni el Consejo, formado por los gobernantes de los estados miembro, ni el Parlamento Europeo pueden enmendar una propuesta de este tipo de la Comisión Europea: o la aprueban –en su totalidad- o quedaría rechazada en su conjunto.
Una vez que finalice el proceso de consideración de la propuesta en los diversos órganos de la UE, entraría en vigor en enero de 2023.
Histórica derrota del ecologismo radical y gran victoria del escepticismo (o realismo) climático
Los medios de comunicación, casi a diario, abusan del calificativo de histórico, sobre cualquier asunto. Pero, en este caso, no cabe duda de que el extremismo ecologista está viviendo una de las mayores derrotas internacionales de toda su historia. Quizá suponga un punto de inflexión en toda esta materia de las políticas climáticas.
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También puede leer: Europa debe volver a fomentar la energía nuclear y la extracción y uso del gas natural para evitar un mayor encarecimiento de la electricidad. 22 noviembre 2021.
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Nada más conocerse la decisión de la Comisión Europea, Greenpeace publicó un comunicado, cuyo título es:
“La inclusión de la energía nuclear y el gas [en la llamada taxonomía de la UE] es una ¨tentativa de atraco¨”
A continuación, añadía que “alguien está tratando de retirar miles de millones de euros [de fondos privados y públicos] de las energías renovables y enterrarlos en tecnologías que bien no aportan nada al combate contra la crisis climática -como la nuclear-, o que activamente empeora el problema –como el combustible fósil que es el gas [natural]-”.
¿Hay algo de verdad en esta grandilocuente declaración a las que nos tiene acostumbrados la organización ecologista líder? Si, rotundamente si.
Las políticas de asfixiar financiera y políticamente a todas las energías, salvo a las renovables
Esta decisión de la Comisión Europea, en torno a la denominada “taxonomía de las energías sostenibles”, facilitará que miles de millones de euros (procedentes de entidades privadas y públicas) no se destinen –forzosamente- a financiar las ruinosas energías eólica y solar y, efectivamente, puedan financiar el mantenimiento y la construcción de nuevas centrales nucleares y térmicas de gas, si así lo deciden sus gestores.
Porque, a pesar de que en España haya pasado muy desapercibido, uno de los principales métodos que están empleando las políticas climáticas para ampliar la presencia de las renovables, es dirigir hacia ellas todos los fondos disponibles, al tiempo que –literalmente- asfixian financieramente el futuro de las centrales nucleares, de gas y carbón y a las compañías petrolíferas, en general.
Esto es, a modo de una suerte de dirigismo estatal de las economías nacionales, por medio de dichas “taxonomías” –o procedimientos análogos- clasifican administrativamente ciertas energías como “no sostenibles”, privándolas de la mayor parte de la financiación –privada y pública- que necesitan para sobrevivir y ofrecer electricidad a precios inferiores que las renovables, como han venido haciendo desde hace muchas décadas.
Por ello, tiene razón aquel dirigente ecologista de que son “miles de millones de euros” los que están en juego con la decisión europea, pero miente en casi todo lo demás.
Sobre todo, no es ningún “atraco”, porque esos fondos no pertenecen a las renovables, ni a los ecologistas, sino en sus calenturientas y muy interesadas mentes.
Los fondos públicos deben destinarse adonde los gobernantes juzguen más conveniente para el interés nacional. Los fondos privados han de poder invertirse donde los inversores consideren más beneficiosos para sus intereses privados, y no para los intereses de los ecologistas ni de los multimillonarios que les apoyan y que invierten en renovables.
WWF advierte sobre el alcance mundial de la actual decisión europea
Manuel Pulgar-Vidal, Climate & Energy Global Lead de la organización internacional WWF (Fondo Mundial para la Naturaleza, que en España absorbió a Adena), ha declarado que esta propuesta de la Comisión Europea “supone un riesgo para la transición económica [y energética mundiales] que necesitamos de forma tan desesperada para eludir los peores efectos del cambio climático”. Sobre el verdadero alcance de esta propuesta europea advierte que “no ha de subestimarse el impacto global [esto es, mundial] de esta decisión”.
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También puede leer: Para proteger animales WWF ha financiado guardias que han torturado a indígenas locales. 5 marzo 2019
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Los escépticos del cambio climático han venido proponiendo desde hace décadas mantener el uso del gas natural y potenciar las nucleares, para generar electricidad barata
Desde hace un cuarto de siglo –durante la década de 1990- los países de Europa occidental y la Comisión Europea fueron embarcándose en la insensata aventura de intentar desplazar totalmente los combustibles fósiles (carbón, gas y petróleo) de sus economías, y arrinconar las centrales nucleares, confiando todo el suministro eléctrico a esas energías intermitentes (y muy caras) que son las renovables: la eólica y la solar.
Ello ha motivado que un creciente número de investigadores, periodistas, antiguos políticos y otras personas fueran cuestionando aquellas políticas climáticas, creando diversas organizaciones en muchos países occidentales, sobre todo anglosajones (Reino Unido, EE.UU., Australia …), pero no en España.
La propuesta de la Comisión Europea de este día 2 de febrero representa el reconocimiento –aunque sea implícito- del acierto de aquellas críticas y de la necesidad de prolongar –mucho tiempo más- el uso del gas natural y la energía nuclear en nuestros sistemas de generación de electricidad, para evitar fallos en su suministro (apagones) e impedir un mayor encarecimiento de las facturas eléctricas de los hogares y empresas de Europa.
Países de la UE en favor y en contra de la propuesta de la Comisión Europea
Este proceso de reorientación de la política energética de la UE en una dirección sensata –por primera vez en un par de décadas- no ha surgido específicamente de la propia Comisión Europea, sino de una serie de países miembro (varios de ellos de Europa oriental) que –desde hacía tiempo- deseaban recuperar la energía nuclear para su oferta de electricidad.
La crisis energética internacional iniciada en 2021 –con la escalada del precio de la electricidad y el riesgo de extensos apagones eléctricos- ha acelerado y precipitado el actual cambio.
Francia y Polonia han sido los principales impulsores de este movimiento, al que se han incorporado otras muchas naciones partidarias de las centrales nucleares: Suecia, Finlandia, Holanda, Bélgica, Hungría, Rumanía, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia y Estonia. En total, 12 estados miembro, de los 27 de la UE.
Por otro lado, algunos de los anteriores países, junto con otros diferentes, se han decantado claramente por permitir la prolongación en el uso de gas natural en la generación de electricidad, ante la inestabilidad y encarecimiento que comportan las energías renovables.
Italia, Grecia, Croacia, Bulgaria, Chipre y Malta reclaman poder seguir empleando el gas –a pesar de ser un combustible fósil- durante bastante tiempo. También demandan seguir poder usando el gas Polonia, Hungría, Chequia, Rumanía y Eslovaquia. En total, los partidarios del gas son 11 de los países de la UE, de los que estos últimos cinco citados quieren también la energía nuclear.
Por su parte, Alemania, que está firmemente opuesta a la energía nuclear (y que en diciembre cerrará sus 3 últimas centrales en operación), no sólo favorece el uso del gas –para evitar un empeoramiento de su crisis energética-, sino que reclama a la Comisión condiciones técnicas menos exigentes para mantener estas centrales térmicas y asegurar la oferta de electricidad.
Los países opuestos son pocos y en general de escaso peso
Frente a este amplio grupo de países favorables a alguna de las dos energías contempladas en la propuesta de la Comisión –nuclear y gas-, los países decididos a hacer fracasar el conjunto de la iniciativa son tan solo Austria, España, Luxemburgo, Dinamarca y Portugal. Únicamente, 5 países.
Ya he dicho que Alemania favorece el gas, aunque se opone con fuerza a las nucleares, por lo que ya veremos cuál es su voto final en el Consejo, ya que la presente propuesta de la Comisión no puede ser ya enmendada: o se toma o se deja.
Otros artículos de mi blog sobre estos temas
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¿Hay relación entre el uso de renovables y un alto precio de la electricidad en un país? 20 de abril de 2019.
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