Ante la ofensiva de los talibanes, Afganistán se desmorona
Como ha sucedido algunas veces con anteriores presidentes demócratas de EE.UU., la actual Administración Joe Biden asiste, con total impotencia y desconcierto, a un gran fiasco en materia de política exterior.
En este y otros campos, la presente Administración está muy condicionada por sus prejuicios ideológicos (negando, por ejemplo, la gravedad de la amenaza que suponen hoy en día China y Rusia) y por sus compromisos con el ala izquierdista del Partido Demócrata, ala que incluye a su propia Vicepresidente, la señora Kamala Harry, a quien se pretende dejar en la sombra para que no comparta el desgaste electoral de las presentes decisiones.
Kamala Harris. Vicepresidente de EE.UU.
Esa corriente es favorable a un cierto pacifismo y al debilitamiento del poder militar de EE.UU., como ya practicó Barack Obama, quien -además- ante la inminente caída del régimen de Muamar al Gaddafi en Libia, en 2011, pretendió «dirigir desde atrás» (leading from behind), esto es, escurrir el bulto, hasta que los asesores de Obama cayeron en la cuenta de que semejante justificación le daba una muy mala imagen, pero ya era tarde.
Según escribo esta crónica el domingo, día 15 de agosto, tropas de las fuerzas talibanes han iniciado –en una fecha inesperada- su asalto final sobre la capital afgana, Kabul, varios meses antes de lo que la Administración Biden había previsto, siendo de temer que puedan lograr su objetivo en muy escasos días.
Ahora, se acaba de anunciar que el presidente afgano Ashraf Ghani, ha abandonado el país y, con él, buena parte de los dirigentes del gobierno que se formó tras las últimas elecciones democráticas, lo que augura el desmoronamiento inmediato de todo el sistema de poder que ha venido gobernando Afganistán desde hace casi 20 años.
Inminente hundimiento del régimen de libertades
Todo indica que Afganistán ha caído o está a punto de caer bajo el poder de los talibanes (que constituirán un Califato Islámico), tras poco más de una semana de ofensiva insurgente, sin que las numerosas fuerzas militares del país –cifradas en unos 185.000 efectivos- hayan ejercido una resistencia digna de tal nombre.
Hace poco tiempo, la inteligencia estadounidense (con los nuevos jefes nombrados por Joe Biden) preveía dos o tres meses hasta que pudiera producirse lo que hoy está aconteciendo, realmente, sobre el terreno. Hace apenas dos días –ante el rápido avance de los talibanes en las anteriores fechas- el Departamento de Estado acortó a dos o tres semanas el tiempo que podría mantenerse en el poder el régimen político que ayudaron a constituir EE.UU. y la coalición internacional formada al efecto.
El día 11 de septiembre era el plazo que el Presidente Joe Biden había anunciado –a mediados de abril- para la total retirada de las tropas estadounidenses del país, adonde primero pusieron las botas sobre el terreno en octubre de 2001, apenas un mes después de los atentados terroristas que Bin Laden y su organización Al Qaeda organizaron contra las Torres Gemelas de Nueva York y el Pentágono, en Washington, D.C., el 11 de septiembre de 2001.
Intento a la desesperada de evitar una segunda evacuación a lo Saigón
En el último momento, completamente superado por los acontecimientos, el Presidente Biden ha anunciado ayer el envío urgente a Kabul de unos 5.000 nuevos efectivos militares (apenas dos semanas después de haber retirado 1.500 soldados), para intentar evitar la repetición de la vergonzosa evacuación, en total caos, mediante helicópteros, desde las terrazas de la Embajada de EE.UU. y de otros edificios en la capital de Vietnam del Sur, entonces denominada Saigón (hoy, Ho Chi Min), en 1975.
Abril 1975. Saigon: Evacuación de estadounidenses y vietnamitas
que habían colaborado contra el avance comunista. Fuente: Wikipedia.
Abril 1975: Evacuación de civiles vietnamitas junto a la Embajada de EE.UU. en Saigón
Aquellas lamentables y tristes imágenes dieron la vuelta al mundo, poniendo en evidencia la bochornosa derrota que estaba sufriendo la primera potencia mundial y líder del mundo libre. Ojalá no suceda ahora algo equivalente en Kabul, pero apenas hay margen para este optimismo.
El aeropuerto de Kabul, último y provisional bastión
A toda prisa, en mitad del caos, las fuerzas estadounidenses en Kabul están replegándose para retener durante varios días o semanas el aeropuerto de Kabul y sus inmediaciones. Allí se están desplazando –a toda prisa- los funcionarios y militares occidentales, así como varias decenas de miles de civiles afganos (y sus familiares) que han sido contratados en estos años por las fuerzas de la coalición.
En estos momentos, el puñado de embajadas occidentales que permanecían activas en la capital afgana (incluida la española), en la llamada Zona Verde, han sido ya clausuradas y todo su personal diplomático y civil trasladado al aeropuerto de Kabul.
Cualquiera puede imaginar la suerte que espera, bajo el poder talibán, a los afganos que hayan colaborado con los militares occidentales, a pesar de la acción de propaganda que están desplegando las autoridades talibanas sobre una supuesta “amnistía” a sus conciudadanos.
Además, el escape a otras zonas del país ha dejado de ser una opción para los afganos que se encuentren atrapados en Kabul, porque –a una velocidad insólita- están cayendo casi todas las provincias de Afganistán: Kandahar y Helmand (al sur), Jalalabad (al este de Kabul, sobre la frontera pakistaní), Herat (al oeste), Ghazni (al sur de Kabul) …, incluso las provincias del Norte (como la de Mazar-e-Sharif), que en el pasado se opusieron a los talibanes y volverán a hacerlo en unos pocos meses.
El embrollo afgano viene de lejos y ha incumbido a los dos partidos políticos. Pero Biden ha capitulado
En Estados Unidos, nadie desconoce que el “embrollo” de Afganistán –la guerra más prolongada librada por EE.UU.- ha ido desplegándose a lo largo de 20 años, siendo Joe Biden el cuarto presidente en hacerse cargo de este asunto. Antes que él, intervinieron George Bush hijo, Barack Obama y Donald Trump.
Joe Biden lleva tan sólo poco más de medio año en el cargo, pero su anuncio de retirada completa, el pasado mes de abril, sin lugar a dudas ha desencadenado el presente desastre en Afganistán. Tampoco excusa a Biden que se afirme que a su antecesor, Donald Trump, le hubiera gustado haber hecho semejante anuncio, porque –en definitiva- Trump no se atrevió a hacerlo, ante la oposición de los generales y de influyentes senadores de su propio partido y son los hechos los que realmente cuentan, no las intenciones o las inclinaciones de los gobernantes.
La triste realidad es que las decisiones que ha venido adoptando el Presidente Biden equivalen a una capitulación, incitando a los talibanes a proseguir su ofensiva, ya que –públicamente, desde hace meses- Biden ha descartado cualquier acción efectiva de defensa del régimen –corrupto, pero democrático- que gobernaba el país.
La alternativa era mantener indefinidamente un pequeño contingente militar
Lo que los militares estadounidenses, las agencias de inteligencia y la oposición republicana han venido proponiendo -sin descanso- al derrotista Presidente Biden, era mantener durante años una pequeña fuerza militar, de unos pocos miles de soldados (digamos 7.000), como expresión del apoyo diplomático de EE.UU. al régimen existente y como elemento de disuasión frente a las ofensivas de los talibanes.
El coste económico de aquella opción es totalmente asumible para EE.UU. que, desde hace años, no está presente en ninguna otra guerra. Además, dichas tropas apenas habrían combatido en primera línea, lo que hubiera mantenido muy bajo el número de víctimas mortales de estadounidenses. Su labor se habría centrado en el entrenamiento del amplio ejército afgano -lo que hubiera mantenido la moral de estas tropas-, la colección de inteligencia (que ahora va a ser totalmente imposible) y el combate directo en casos juzgados de máxima prioridad.
Como encuadra este final el Wall Street Journal
El WSJ, hoy domingo, expone lo siguiente:
“A lo largo de la campaña electoral de 2020, el Presidente Biden se presentaba como un dirigente cosmopolita que había dirigido el Comité de Relaciones Exteriores del Senado … que tenía la determinación de aportar un pulso decidido a [las cuestiones de] seguridad nacional”.
“No obstante, la convulsión en la que está sumido [ahora] Afganistán … podrá tener consecuencias humanitarias y de seguridad nacional duraderas”.
“¨Todavía no hemos alcanzado el punto de mayor gravedad¨, ha afirmado [hace unos pocos días] Carter Malkasian, quien fuera consejero del anterior Jefe de Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, el General Joe Dunford. ¨Es muy probable que los talibanes conquisten Kabul, depongan el régimen democrático que hemos venido respaldando desde hace 20 años y persigan, si es que no ejecutan, a los afganos que hayan trabajado para nosotros”.
Prosigue el WSJ: “Joe Biden ha defendido [estos días] su decisión [de abril] de retirar todas las tropas [de Afganistán], diciendo que Washington ha alcanzado sus objetivos en esta región, al haber matado a Osama Bin Laden y desprovisto a Al Qaeda de sus santuarios en Afganistán, y que [EE.UU.] no ganaría nada perpetuando su presencia militar en ese país”.
Las decisiones sobre la futura participación estadounidense en una guerra como la de Afganistán, no eran fáciles, ni exentas de riesgos. Pero lo que parece casi una certeza es que con la llegada al poder de los talibanes en Kabul, existen muchas posibilidades de que los nuevos gobernantes abran –nuevamente- las puertas de su país a grupos terroristas como Al Qaeda, el Estado Islámico (ISIS) y otros.
El periodo bastante largo que hemos disfrutado de casi ausencia de atentados terroristas en EE.UU. y Europa, puede estar tocando a su fin.
Los aliados desconfiarán e Irán saldrá fortalecido
Por otro lado, como titula su crónica de hoy una corresponsal del diario de centro-izquierda The Washington Post:
“El derrumbe de Afganistán hará preguntarse a los aliados de EE.UU. sobre su determinación en otros frentes”.
Irán, por su cuenta, aprovechará el vacío de poder y la confusión que se están creando, para reforzar su influencia sobre las tres provincias occidentales de Afganistán, limítrofes con Irán, cuya principal ciudad es Herat.
Únicas opciones: luchar en su patio o en el nuestro
Ya a mediados de abril, cuando Biden anunció la retirada total, un senador republicano, Lindsey Graham, y un general retirado, Jack Keane, se expresaban del siguiente modo, a todas luces profético, aunque se quedaron cortos en sus conclusiones:
“En los próximos meses y años, el gobierno afgano irá perdiendo influencia sobre el país, pausadamente, pero con toda seguridad”.
Los “años” se han convertido en apenas los cuatro meses desde el anuncio de Biden en abril hasta la caída, hoy, de Kabul y de todo el país, en manos de los talibanes.
“Deberíamos haber aprendido que permitir santuarios [de entrenamiento y adoctrinamiento] a islamistas radicales, para que conspiren contra EE.UU. y sus aliados, no constituye una buena idea”.
“La decisión del Presidente Biden de retirar todas las tropas estadounidenses de Afganistán, en contra de la experta opinión castrense, retornará [como un fantasma] para perseguir a EE.UU. y al mundo, como sucedió en Irak en 2011”, cuando la total retirada de Irak de las tropas decidida por Barack Obama, provocó un vacío que favoreció la aparición y la rápida expansión del Estado Islámico (ISIS), asolando gran parte de Oriente Medio con una barbarie generalizada y extrema crueldad.
Las reflexiones finales del senador republicano y del general retirado son precisas y preocupantes:
“Muchos estadounidenses se han cansado de combatir contra el islamismo radical, pero los islamistas radicales no se han cansado de combatirnos. Lo más seguro es que algún día los estadounidenses deberán regresar a Afganistán para proteger nuestros intereses. Porque tenemos solo dos opciones: o luchar en su terreno o en el nuestro [dentro de EE.UU.]”.
Los costes serán infinitamente mayores cuando EE.UU. deba regresar a Afganistán dentro de unos años
Cuando esto suceda, dentro de unos años, el coste económico y en vidas humanas estadounidenses y de sus aliados de la nueva intervención en Afganistán serán muchísimo más elevados que si se hubiera conservado, ahora, un reducido contingente. ¿Acaso EE.UU. no mantiene todavía un contingente (de 28.000 tropas) en Corea del Sur, casi 70 años después del armisticio alcanzado en julio de 1953?
A este tipo de disparates históricos es adonde conduce el pacifismo, ideología que –por ejemplo- goza de un desproporcionado número de seguidores en España, incluso entre las personas que se definen como conservadoras …
Por puro oportunismo político (intentar ganar algunos votos) y derrotismo, lo que el Presidente Biden (y su Vivepresidente, Kamala Harris) ha hecho es meter la cabeza debajo de la tierra, como los avestruces.
La sociedad estadounidense, aunque «harta de largas guerras en lejanos países» está viendo desde sus salones, en directo, a diario, la humillación de los hechos actuales en Afganistán. «¿Para qué murieron tantos de nuestros hijos, si al final se permite que los talibanes recuperen el poder?«, se estarán preguntando.
Esta capitulación del Presidente Biden y del Partido Demócrata va a constituir un clavo más en la tapa del ataúd político del Partido Demócrata en las elecciones a mitad de mandado (midterm) de noviembre de 2022. Cada mes que pasa, resulta más plausible la perdida en 2022 de la exigua mayoría demócrata actual en la Cámara Baja del Congreso. Cuando esto ocurra, Biden y sus aliados izquierdistas del Partido Demócrata, van a tener muy difícil sacar adelante las políticas radicales que ahora están empujando por el Congreso, generalmente sin uno sólo de los votos republicanos, esto es, medidas totalmente partidistas.
Se dijo que Joe Biden venía para «unir el país«, pero en realidad está haciendo justo lo contrario: ignorar y despreciar a la mitad de los ciudadanos. Incluso los estadounidenses que se autodefinen de «independientes» están retirando ya su apoyo al tandem Biden-Kamala Harris.
Otros artículos de mi blog sobre la presente crisis en Afganistán y sobre los grupos yihadistas
El intento buenista de convertir Afganistán en Suiza (la construcción de nación) siempre fue una pésima idea. 27 de agosto de 2021
Perspectivas de reconstitución de los grupos terroristas en Afganistán. 24 de agosto de 2021
El Presidente Trump a punto de liquidar el Califato Islámico. 25 de octubre de 2017
También puede acceder a los contenidos de la etiqueta “Afganistán» (que siempre están actualizados), pinchando aquí.
Me ha gustado mucho
Me alegro, José María.
Hasta pronto. Os esperamos en Madrid.
Un abrazo,
Gustavo
Excelente artículo, la actitud del actual gobierno de USA, es permisivo. En el corto y mediano plazo se infiltrará en el mundo occidental, la amenaza desbocada del poder terrorista islámico. Volverán los 11 de Septiembre, el recrudecimiento del terrorismo en la Triple Frontera (bastión del avance narco terrorista en América del Sur), entre otros muchos lugares estratégicos.
Estimado Sr. Méndez:
Agradezco su amable comentario. Disculpe el retrado, pero he estado fuera un par de días. Ojala se equivocará, pero parece imposible que eso vaya a suceder. No es cuestión de ser más o menos optimistas, sino que dicho gran peligro es lo único que puede venir de los actuales hechos. Mientras tanto, conviene poner a los progresistas ante la vergonzosa actuación de Biden y la irresponsabilidad de las posturas políticas que preconizan, como si fuera agua bendita.
Reciba un cordial saludo,
Gustavo Jaso