Desde comienzos de 2016 Obama viene declarando que si triunfara Trump los ciudadanos de EE.UU. estarían expresando un rechazo global a sus ocho años en la Casa Blanca.
Donald Trump elegido presidente. Seguidores celebrando con entusiasmo su victoria.
Como se ha repetido numerosas veces desde la madrugada de anteayer, 8 de noviembre, la victoria de Donald Trump va a provocar un terremoto en el sistema político de este país, y sus ondas expansivas se sentirán en muchos otros lugares del mundo, especialmente en los países occidentales.
El propio Barack Obama viene diciéndonos desde hace meses el significado que para él tendría una hipotética victoria de Trump –lo que nunca consideró factible que sucediera-: los ciudadanos de su país estarían expresando un rechazo de conjunto a sus ocho años en la Casa Blanca. Cabría añadir, que los estadounidenses estarían dando a entender su profunda insatisfacción con el modo en que Obama –y el Partido Demócrata– ha ejercido el poder a lo largo de aquellos ocho años.
A la mañana siguiente a las elecciones, el diario pro-demócrata The Washington Post comenzaba su editorial del siguiente modo:
“Muchos (norte)americanos se habrán levantado este miércoles cavilando si serán bienvenidos en su propio país. Este sentimiento de alienación debe haber sido diferente al normal susto cuando no es elegido nuestro partido o candidato”.
A pesar de la orientación progresista del Washington Post, este diario y la mayoría de sus columnistas han mantenido siempre una postura centrista, un progresismo moderado y crítico con el Partido Demócrata; nada que ver con el sectarismo izquierdista del New York Times en los pasados años bajo Obama.
La mitad conservadora del país se sintió marginada y despreciada
Resulta muy llamativo que los editorialistas de este sensato medio –el Washington Post- descubran ahora el sentimiento de alienación que deben estar viviendo multitud de ciudadanos de izquierdas, pero pretendan seguir ignorando que es precisamente un sentimiento de alienación análogo el que llevan sufriendo la mitad conservadora de los ciudadanos de EE.UU. durante los pasados 8 años y lo que supone la principal explicación del vuelco político que acaba de tener lugar en este país.
Durante los dos mandatos del primer presidente de raza negra, la mitad de estadounidenses se han sentido arrinconados por las políticas izquierdistas de esta Administración y por la actitud despreciativa y sectaria de Obama hacia los políticos republicanos y los votantes conservadores.
Obama ha tenido razón en cuanto al verdadero significado de esta elección: la mitad de la sociedad de EE.UU. ha decidido poner fin –como sea- a ocho años de marginación y extrañamiento en su país y cortar el paso a la Casa Blanca a quien se ofrecía como fiel continuista de la Administración Obama: Hillary Clinton. ¿Cómo puede explicarse, si no, que Hillary Clinton haya sido derrotada por «el peor adversario» que imaginarse podía?
Elección presidencial, 2016. Victoria por Estados.
Rojo, el Partido Republicano. Azul, el Partido Demócrata.
Donald Trump elegido Presidente y los demócratas quedan muy debilitados
Como se aprecia claramente en el gráfico de arriba, el Partido Demócrata está quedando casi reducido a ser un partido regional, de las dos costas oceánicas, optando casi todo el inmenso centro y sur del país por los republicanos.
Por otro lado, en anteriores elecciones generales en EE.UU. el mensaje transmitido por los electores ofrecía significados contradictorios. Ahora, no ha sido ese el caso. No solo ha ganado el candidato presidencial del Partido Republicano, sino que los republicanos retienen la mayoría en el Senado (52 frente a 48, frustrando el anhelo de los progresistas) y en la Cámara Baja (239 a 193, con un ligero retroceso de 6 para los republicanos).
Hubo elecciones para algunos Gobernadores de los Estados, ampliando la mayoría de conjunto a 34 republicanos frente a 15 los demócratas, lo que supone la mayor diferencia en varias décadas. Además, tras las elecciones a las Cámaras legislativas de varios Estados, donde se dirimen importantes asuntos al tratarse de un régimen confederal, los republicanos han ampliado su control a 33 Estados, frente a 13 los demócratas (y en 4, las dos cámaras están controladas por diferentes partidos), lo que no sucedía desde 1928.
Para mejor comprender el gran alcance del resultado electoral del 8 de noviembre, basta decir que entre 1932 y 1989 el Partido Republicano únicamente tuvo el control de ambas cámaras del Congreso cuatro años. Reagan (1981 – 1989) no disfrutó de esa favorable situación ni un solo año, lo que limitó severamente sus posibilidades de transformar la sociedad; siempre tuvo que negociar a fondo con el Capitolio y así lo hizo [1].
El voto conservador se ha rebelado frente a la ola de legislación progresista
En resumen, lo que se produjo el 8 de noviembre ha sido una auténtica oleada de voto conservador –en los tres ámbitos de la elección-, voto que se ha rebelado frente al progresismo desmedido de Barack Obama. La concentración de poder que ha tenido lugar en favor del Partido Republicano no se conocía desde hacía muchas décadas.
Concentración en un mismo partido del Gobernador y las dos Cámaras parlamentarias de cada Estado, tras las elecciones del 8 noviembre 2016 (Estados en gris: el poder está distribuido entre los dos partidos)
[1] Como ejemplo, sirven las siguientes leyes: “Omnibus Tariff and Trade Act of 1984, which provided bilateral trade negotiating authority. Federal Employees’ Retirement System Act of 1986. In 1986, Ronald Reagan signed a sweeping immigration reform bill into law. Insider Trading and Securities Fraud Enforcement Act of 1988”. En política exterior: “In December 1987 U.S. and USSR signed the Intermediate-Range and Shorter-Range Missiles Nuclear Forces Treaty, which eliminated an entire class of missiles, which the U.S. Senate approved on May 27, 1988”.
Conviene señalar que Obama ha provocado la mayor derrota electoral y el más agudo recorte del peso político del Partido Demócrata en las instituciones políticas del país que se conoce de todo el siglo XX y comienzos del XXI. Tras el 8 de noviembre la capacidad de maniobra de este partido es reducidísima, encontrándose en una aguda crisis interna de la que no le será fácil recuperarse. No es previsible que en esta primera etapa disponga de suficiente capacidad de autocrítica y de renovación de su estructura nacional.
Barack Obama el presidente más a la izquierda de todos los tiempos
No cabe duda que el proceso electoral en Estados Unidos que ha concluido ha sido el más atípico e imprevisible en muchas décadas. La dirección de Partido Republicano y los numerosos precandidatos que se presentaron a las primarias (dieciséis, además de Trump) no se percataron del profundo cambio de actitud que se estaba produciendo en sus bases electorales.
Pero algo bastante semejante le ha ocurrido al establisment demócrata y a los medios de comunicación que le apoyan –empezando por el New York Times-. Siempre han estado convencidos que una mayoría de los votantes del país les estaba siguiendo en el viaje de radicalización izquierdista que puso en marcha la llegada de Obama a la Casa Blanca en enero de 2009. No ha sido así.
Puede decirse que todos los dirigentes políticos y comentaristas, tanto de EE.UU. como en el extranjero, se han equivocado, nos hemos equivocado. Pero para los ciudadanos españoles de derecha la sorpresa y el desconcierto deben haber sido especialmente intensos ya que ni sus dirigentes políticos ni sus medios de comunicación se han atrevido a informarles de lo que realmente estaba sucediendo en EE.UU. bajo Obama.
Prácticamente ninguno de los medios les ha ido mostrando a los españoles que la Administración Obama estaba actuando como la más a la izquierda de toda la historia de EE.UU. y que este presidente se estaba convirtiendo en uno de los que más ha desprestigiado en el exterior a su país y se retiraba en gran medida del escenario internacional y de sus obligaciones de dirección en el mismo. Al crear vacíos de poder en zonas críticas como Oriente Medio y el mar del Sur de China, han sido aprovechados por organizaciones terroristas como el Estado Islámico, islamistas radicales como los Hermanos Musulmanes o por el régimen totalitario chino.
Obama dividió y enfrentó a la sociedad
En el interior, Obama ha generado una mayor división y tal insatisfacción que los votantes se han volcado en un candidato como Trump que personifica la negación de casi todo lo que Obama ha hecho y propugnado.
Resulta de todo punto expresivo que el barco insignia de los medios más de izquierda –el New York Times– haya dejado en evidencia su total desconcierto con el resultado electoral, balbuceando una sola explicación a la debacle del Partido Demócrata en sus editoriales del día después de las elecciones: “la nación estaba impaciente por escapar del estatus quo” … Ni una palabra más, ni un atisbo de autocrítica por sus excesos.
De forma un tanto patética, el diario ha destacado el ejemplo que proporciona a los estadounidenses la “decencia” de Hillary Clinton, a pesar de sus probadas prácticas corruptas a través de su Fundación familiar. Los editorialistas del New York Times también han intentado mantener la moral de sus lectores resaltando el valor de las siguientes palabras de Obama, tras la derrota: “Lo que el país necesita es un sentido de unidad … y respeto a los demás”.
Pero, ¿no ha sido Obama quien ha practicado sistemáticamente el sectarismo hacia el otro partido, aplicando una táctica de rodillo siempre que ha podido y quien ha despreciado una y otra vez a los ciudadanos que discrepaban de sus políticas? ¿Acaso no fue Hillay Clinton quien no hace mucho llamó “deplorables” a los seguidores de Trump –tono que es muy inusual en EE.UU.-, que han acabado siendo prácticamente la mayoría del país?
Los editorialistas del Wall Street Journal han atinado en sus valoraciones
Como sucede a menudo, han sido los editorialistas del Wall Street Journal (WSJ) quienes más han acertado en la valoración del resultado electoral y quienes han reaccionado de un modo más coherente, dentro de lo que cabe. No han variado su posición crítica hacia Donald Trump, que ha sido una constante del año y medio de campaña, recordando que el actual “es un momento de intensa inestabilidad” tras la victoria de Trump y cuestionándose si dispone de un verdadero programa de gobierno.
Además, llaman la atención a que el radical cuestionamiento del orden establecido, puede ser para bien o para mal. Pero el WSJ pone en valor que estas elecciones han sido una expresión del poder democrático de los votantes insatisfechos, que han sido la mayoría, a través del mecanismo de los delegados electorales (que es el sistema electoral vigente desde hace siglos, no el recuento directo de votos) en número de 279, frente a 228 delegados para Hillary Clinton.
¿A qué vienen las pequeñas concentraciones callejeras que se están produciendo dos días después de la votación, expresando que Trump no es su Presidente? Obama tampoco lo fue para casi la mitad de los votantes, pero eso no sacó a la calle a quienes no le habían respaldado. A los españoles eso nos trae ciertos recuerdos de cómo se toma la izquierda las derrotas electorales o incluso su simple perspectiva, como en marzo de 2004.
Son dos los principales motivos del descontento ciudadano
De entrada, conviene señalar que Trump ha arrebatado a los demócratas varios de los Estados más industriales que históricamente han sido un bastión del Partido Demócrata, como Pennsylvania, Ohio y Michigan (el denominado rust-belt, en torno a los Grandes Lagos).
A) Estancamiento de los ingresos de los trabajadores manuales y otras clases medias
En primer motivo de la insatisfacción es el estancamiento de los ingresos medios de los trabajadores manuales y de otras clases medias a lo largo de los ocho años del Presidente Obama, aunque este fenómeno había comenzado ya unos años antes. Este factor también puede aludirse como la más lenta recuperación de una crisis económica en EE.UU. desde la segunda guerra mundial; por ello, al periodo económico que ahora está acabando se le denomina en este país como la Gran Recesión.
A pesar de que la tasa de desempleo es muy baja (en torno al 4,8%), muchos trabajadores no encuentran ocupaciones a tiempo completo y, muy especialmente, están acostumbrados a disfrutar de niveles de vida en alza poco tiempo después de cada crisis (desde los años 50), lo que ahora no ha sucedido en más de seis años (en junio de 2009 oficialmente se salió de la recesión).
B) Indignación de los conservadores por las políticas de izquierda, como la ideología de género y el aborto
Por otro lado, el enfado de muchos ciudadanos conservadores ha procedido de la introducción o intensificación de una serie de políticas de izquierdas, entre las que destaca el plan de Obama para extender la asistencia sanitaria semipública (el denominado Obamacare), que empezó a aplicarse en 2014 y que ya en este año 2016 está viniéndose abajo y encareciéndose sus primas de seguro entre el 15% y el 50% para los aproximadamente 20 millones de personas que se han apuntado al programa. Esta política, que en Europa se percibe muy positivamente, ha obtenido una valoración muy distinta por parte de muy amplios sectores de la sociedad estadounidense, que la han considerado una imposición de las autoridades federales y, además, una política ineficaz que debería ser reformada.
También forman parte de las causas de insatisfacción las numerosas medidas de la ideología de género en favor de los homosexuales y transexuales, la restricción de la libertad religiosa (libertad consagrada por la primera enmienda de la Constitución) derivada de las anteriores políticas, la ampliación del apoyo público a las organizaciones abortistas; millones de ciudadanos han visto atacada la institución familiar como nunca antes, la familia tradicional que es la única que reconocen como tal. A todo lo anterior se le conoce es este país como causas o guerras culturales.
Por otro lado, a ello se ha sumado el convencimiento de muchos trabajadores blancos de poca formación de haber sido desplazados por parte de millones de inmigrantes ilegales latinos y de otras razas al aceptar salarios y condiciones laborales poco exigentes.
En anteriores entradas de este blog referentes a la evolución de las primarias, se analizaron con cierta atención estas cuestiones.
Las políticas de Obama hicieron peligrar el sueño americano
La sociedad estadounidense acaba de expresar claramente que no se siente identificada con las políticas sociales y culturales de izquierdas del actual presidente, que es una sociedad más conservadora de lo que calcularon algunos, y que reclama un mejoramiento de sus condiciones de vida, como había venido sucediendo durante más de medio siglo.
Esta expectativa de progreso económico para todas las generaciones forma parte de un cierto contrato social entre los ciudadanos y los dirigentes políticos de Estados Unidos, de un modo diferente a como es percibido en Europa. Es el denominado “sueño americano” lo que gran parte de los votantes de Trump han visto amenazado en los pasados diez años, y no han permanecido resignados, ya que esta actitud encaja muy mal con el dinamismo y el ansia de autonomía personal que derrochan los ciudadanos estadounidenses, a diferencia de lo que suele suceder en Europa, bajo el gran paraguas protector de los poderes públicos.
Somos dos mundos distintos y el estadounidense acaba de elegir un nuevo rumbo para su país, que le alejará aún más de las tradiciones políticas europeas. Ojala hayan acertado.
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