Aumento de homicidios en EEUU. Drive-by shootings (Tiroteos desde automóviles)
Conforme a las estadísticas preliminares de las policías locales de 59 ciudades (grandes y medianas) de EE.UU., en 2020 aumentó el número de homicidios casi el 36%.
“Al menos 2.000 [ciudadanos] estadounidenses más … habrían sido asesinados en 2020, en comparación con 2019”, en palabras de la analista de temas policiales Heather Mac Donald, del 24 de enero (aunque, sin estar suscrito al WSJ, únicamente se accede a los tres primeros párrafos de cada artículo). La cifra nacional definitiva de 2019 (recopilada por el FBI), 13.927 homicidios, pasaría a ser de casi 16.000 en 2020, la más alta desde –por lo menos- el año 2000.
Si el FBI confirmase aquel incremento de los homicidios cuando este próximo abril publique la cifra nacional integrada de los miles de fuerzas policiales del país, aquel 36% sería “el mayor aumento anual en toda la historia de EE.UU.”, como afirma la analista Heather Mac Donald.
Esta investigadora ha empleado los datos preliminares de las 59 fuerzas policiales municipales, que el criminalista Jeff Asher ha recopilado en enero. Se accede a las cifras de estos 59 cuerpos policiales, pinchando aquí. A continuación, muestro un cuadro estadístico con parte de esta información.
Las cifras nacionales de 2020 las publicará el FBI en abril-mayo.
Ciudades con más homicidios y las más peligrosas
Las primeras dieciséis ciudades enunciadas en este cuadro, son las que han tenido un mayor número de homicidios en el año 2020. Por cierto, el delito que estoy considerando es el de homicidio (homicide o extended homicide), que es un concepto algo más restrictivo que el de “murder”; sus estadísticas son distintas.
Desde hace mucho tiempo, es Chicago donde se producen más asesinatos cada año, en todo el país; en 2020 han ascendido a 748, desde los 481 de 2019. Esto supone un alarmante aumento del 55%.
La segunda ciudad con más asesinatos viene siendo Filadelfia (en la costa este), con 469 asesinatos en 2020 (aumento del 35%). A corta distancia se sitúa la ciudad de Nueva York, con 437 homicidios en 2020 y un aumento del 39%.
El más intenso aumento porcentual se ha dado en Milwuakee (en los Grandes Lagos, justo al norte de Chicago), donde casi se han doblado los homicidios, de 98 a 191. Seattle (en la costa noroccidental del Pacífico), ha tenido un empeoramiento del 74%.
Ahora bien, lo que mejor indica la peligrosidad de una ciudad es la tasa de homicidios por 100.000 habitantes. Como indiqué en mi artículo de 2017 (Cuadro 6, con datos de 2016), la ciudad con mayor criminalidad era St. Louis (Misuri), con una tasa de 60; le seguía Baltimore (Maryland, en la costa este), con 49, siendo Detroit la tercera, con 45. Por otro lado, Chicago ocupaba la octava posición, con 28.
Estas estadísticas son reconocidas por todos
Conviene aclarar que nadie cuestiona las estadísticas recopiladas por el investigador Jeff Asher, a las que me refiero, si bien –como es sabido- todavía son provisionales y se irán depurando en estos meses antes de pasarlas al FBI.
Se han hecho eco de estos datos, por ejemplo, la prestigiosa revista de negocios Forbes, el diario de centro-izquierda The Washington Post y la cadena radiofónica nacional de izquierda NPR (National Public Radio).
Causas de esta explosión homicida
Según nos explica la analista Heather Mac Donald, “los medios [de comunicación] convencionales y muchos políticos sostienen que es la pandemia [del Covid-19] la que ha provocado esta carnicería, pero la cronología [mensual de los homicidios en aquellas 59 ciudades] no encaja con dicha afirmación”, con dicha mera interesada suposición.
Así, por ejemplo, la alcaldesa –de raza negra- de Chicago, Lori Lightfoot, ha atribuido no hace mucho el empeoramiento de la criminalidad en 2020 a la “frustración, indignación … y a los traumas mentales” de la gente por la pandemia. Con ello, como decimos en España, la alcaldesa “echa balones fuera” … fuera de su responsabilidad y de su Partido Demócrata.
Siguiendo con el reciente artículo de la analista Heather Mac Donald (en el Wall Street Journal), la realidad es que “la criminalidad descendió durante los primeros meses [de 2020] con los confinamientos debidos a la pandemia, tanto en EE.UU. como en otros países [occidentales] …”
“Sólo a partir de finales del mes de mayo se invirtió la tendencia [haciéndose muy ascendente]”. La Sra. Mac Donald añade que esta violencia durante el verano no se produjo en los demás países occidentales.
La desbocada ola de violencia callejera en EE.UU. el verano de 2020
Hay que recordar que fue el día 25 de mayo cuando tuvo lugar la muerte del ciudadano negro Floyd George, a manos de la policía local de Minneapolis.
Tras un par de días de lógicas y comprensibles protestas, pacíficas, desde la noche del día 28, alguien (¿Black Lives Matter? ¿Apoyados por algunos demócratas izquierdistas?) desencadenó una oleada nacional de saqueos, incendios de tiendas y negocios familiares, disparos a policías, asaltos de edificios judiciales y comisarías, etc. en muchas decenas de ciudades de EE.UU., de una a la otra costa. Las elecciones presidenciales estaban previstas para el día 3 de noviembre y estos tumultos –y la acusación de racismo sistemático del sistema- podrían ser instrumentados por la izquierda.
Entre aquellas ciudades sometidas a la violencia, figuran casi todas las que aparecen en el cuadro estadístico de más arriba.
Esta explosión de violencia racial –en la que también tomaban parte destacada los izquierdistas blancos (grupos antifas, anticapitalistas, etc.)- duró unos cuatro meses: de finales de mayo a la segunda mitad de septiembre. Ola de violencia que ha sido calificada como la más destructiva para las ciudades estadounidenses en casi medio siglo.
Cómo evaden los gobernantes demócratas sus responsabilidades políticas en crímenes cometidos por sus policías
Recordemos que en EE.UU. son las fuerzas del orden locales (municipales, de condado, oficinas del sheriff, etc.) las que deben lidiar a diario con casi todos los homicidios. Cuando la gravedad de una situación aumenta, puede intervenir la correspondiente policía estatal.
Por tanto, ni el Presidente del país y ni tampoco el Congreso nacional en Washington, apenas regulan normativamente ni administran aquellos cuerpos policiales que, a diario, actúan directamente con la población. Ni el FBI ni otras agencias policiales federales (la DEA antidrogas …) patrullan regularmente las calles.
Los efectivos de las fuerzas locales vienen siendo unas 10 veces superiores a los de las policías estatales. En 2016 eran 91.097 agentes estatales (a tiempo completo), frente a 959.391 de las fuerzas locales (a tiempo completo); ver la Table 2.
Por lo tanto, cuando se habla de actos de brutalidad policial, incluso de posibles asesinatos cometidos por agentes policiales, en su inmensa mayoría –más del 90%- se trata de actuaciones de las policías locales, sometidas a los respectivos alcaldes u otros responsables locales (del condado, etc.).
Ahora bien, como recogí en mi cuadro estadístico de arriba, es un hecho que en EE.UU. la casi totalidad de las grandes ciudades –y la gran mayoría de las medianas-, desde hace ya años, cuentan con alcaldes del Partido Demócrata.
Por consiguiente, no cabe la menor duda de que son los regidores municipales demócratas a quienes les corresponde la responsabilidad política de los agresiones o asesinatos que sus fuerzas policiales puedan cometer. Sobre todo, cuando el Partido Demócrata haya controlado los gobiernos municipales a lo largo de varios mandatos. En Chicago, por ejemplo, no ha habido un alcalde republicano desde 1930. ¿Quién sería responsable político de la eventual brutalidad policial en Chicago, en la actualidad?
El pacto tácito
¿Cómo no se vuelve contra el Partido Demócrata la ira de los ciudadanos negros cada vez que se cometa algún acto de brutalidad policial en Chicago, St. Louis (con alcalde demócrata desde 1949), Baltimore (desde 1967), y en otras muchas ciudades con alta criminalidad? En Minneapolis, donde fue matado George Floyd el 25 de mayo de 2020, no ha habido un alcalde republicano desde 1961.
No tengo espacio aquí para abordar este asunto, pero no cuesta nada imaginar el tipo de acuerdo subyacente que debe existir entre dirigentes radicales de los ciudadanos negros de esas ciudades y las ramas locales del Partido Demócrata. “Tú me votas y yo …” Y así durante décadas, en lo que en España llamados “voto cautivo”.
Dos principales razones del desbordamiento de la violencia criminal
1) La primera es la actitud justificativa de los saqueos e incendios por parte de los medios de comunicación de izquierda y de la casi totalidad de los políticos progresistas, del Partido Demócrata.
Sería interminable enumerar las declaraciones de dirigentes demócratas (y de los medios afines) expresando su “comprensión” de la ira popular. Así como la continua tergiversación sobre el carácter de las protestas del pasado verano. Para los medios y políticos progresistas fueron “eminentemente pacíficas”, esto es, por tanto, aceptables.
Baste con recordar que el 17 de agosto 2020, ninguno de los oradores de la Convención Nacional Demócrata –para proclamar al candidato a la presidencia- condenó abiertamente la violencia desatada y, aún menos, citó a sus culpables del Black Lives Matter y otros.
En cuanto al ahora ya Presidente Joe Biden, durante la campaña electoral pronunció bonitas palabras sobre que “se debe evitar la violencia” y otras análogas, pero ni hizo un rechazo claro de esa violencia desenfrenada del pasado verano, ni aún menos citó a sus principales protagonistas. Éstos, entienden muy bien que apenas van a ser perseguidos por los gobernantes demócratas.
Los agentes de policía están teniendo que actuar a la defensiva
2) La segunda razón, es la asunción, por los gobernantes municipales demócratas y aquellos medios, de la grave y falsa acusación de racismo sistemático contra el conjunto de las fuerzas policiales.
En consecuencia, dichos alcaldes (como el de Nueva York, el nefasto Bill de Blasio) se han posicionado las más de las veces en contra de sus propios policías, para desviar hacia ellos las acusaciones –con o sin fundamento- de cualquier activista radical, negro o blanco, de las muchas decenas de miles de ellos que actúan a sus anchas por el país.
A partir de aquel posicionamiento oportunista de muchos alcaldes, los agentes de policía no quieren ser acusados –con ninguna o una mínima evidencia- de actuación violenta o racista, ser despedidos de sus empleos e, incluso, demandados por sus propios jefes policiales o alcaldes, jugándose años de condenas de cárcel.
Pero la verdad, es muy distinta a la que esgrimen muchos alcaldes. Como afirma la Sra. Mac Donald, “la policía no es el problema para las comunidades de [ciudadanos] negros, sino los criminales”.
En mi artículo de 2020 expuse, en base a las estadísticas oficiales agrupadas por el FBI de los 17.000 cuerpos de policías existentes, que el 89% de las personas negras asesinadas (en 2018, incluidos mujeres, niños y ancianos) fueron víctimas de criminales de raza negra. En 2018 totalizaron 2.600 víctimas negras, quienes cayeron a manos de criminales de su misma raza.
¿Cuándo han leído Vds. mencionar en los medios convencionales este trascendental aspecto sobre el elevado número de muertes de ciudadanos negros en EE.UU.? Siempre dan a entender que es la policía la responsable de casi todas las víctimas de raza negra. Esta manipulación, por ocultamiento, dura ya varias décadas y se ha convertido en una realidad virtual, paralela.
Los tiroteos desde automóviles y las políticas de identidad
Esa carnicería de ciudadanos negros toma principalmente la forma de tiroteos de jóvenes criminales negros en plena calle desde automóviles en marcha contra miembros de bandas enemigas; modalidad que en EE.UU. se conoce como “drive-by shootings”. Por eso mueren mujeres, ancianos y niños que se encuentran en las entradas y jardines anteriores de sus casas en el momento de los tiroteos. Por ejemplo, en 2020 murieron 55 niños (principalmente, negros) tiroteados en Chicago, 17 en St. Louis, etc.
Por esta decisiva razón, los ciudadanos negros pacíficos –que son la inmensa mayoría- quieren más vigilancia policial en sus barrios, no menos.
No hay que olvidar otra de las irresponsabilidades de aquellos alcaldes: aplicar las políticas de identidad a la actividad policial de vigilancia en las calles.
Esto es, si en una ciudad la población negra supone el 20%, los policías –según esos alcaldes- no deberían pararlos más que en el 20% de los casos totales, para comprobar su identidad, verificar si llevan armas adquiridas ilegalmente, etc. Pero, la tozuda realidad indica una y otra vez que, por ejemplo, son las bandas de jóvenes negros los que cometen alrededor del 50% de los homicidios totales en EE.UU., entre ellos una mayoría de víctimas de raza negra.
Como dije más arriba, los agentes de policía han tenido que adoptar un comportamiento pasivo y defensivo, para salvar el pellejo, ante el abandono por parte de los alcaldes de izquierda. En Minneapolis, por ejemplo, durante el verano se redujo a la mitad el número de comprobaciones en la calle efectuadas por los agentes. Por tanto, los miembros de bandas criminales han podido moverse con más tranquilidad y más armados.
Sintiéndose impunes los criminales han tomado la ofensiva
Por el contrario, las personas y bandas de criminales, pasaron a la ofensiva y multiplicaron sus delitos. Animados por la reducida actividad policial y al sentirse impunes y arropados por las versiones buenistas de los alcaldes y gobernadores demócratas sobre las “violentas” y “racistas” fuerzas policiales, redoblaron su actividad criminal.
Como dice la analista Heather Mac Donald, “los agentes hacen frente ahora a un ambiente envenenado” … “Un agente de policía que se disponga a practicar los primeros auxilios en la escena de un crimen, puede recibir una cascada de piedras y botellas”.
Los agentes, actualmente, creen que “se encuentran ante un ambiente político y judicial que está dispuesto a sacrificarlos a ellos en nombre de la ¨justicia racial¨”.
Aquella misma investigadora, relata lo dicho por un veterano policía de Chicago: “Cada día debes sopesar si te bajas de tu coche patrulla a hacer tu trabajo, o si te abstienes de hacerlo”.
Asesinato entre jóvenes negros en Brooklyn (N.Y.), en plena calle. Cámara de seguridad
Muy seguramente el Presidente Biden no va a hacer frente a esta crisis
La investigadora Heather Mac Donald se muestra muy segura: “la presidencia de Joe Biden no augura un cambio de rumbo” en la política tradicional de la izquierda estadounidense.
“Durante la campaña electoral, [Biden] sostuvo –sin justificación alguna- que los Afro-americanos estaban en lo correcto al temer que sus seres queridos fueran a ser matados por un policía cada vez que pusieran un pie en la calle”. Dicho de otro modo, el candidato Biden asumió plenamente la idea perversa de que existe un racismo sistemático y generalizado en las fuerzas policiales.
Para justificar esa falsedad, dan por buena otra mentira: que todos los grupos raciales y étnicos tienen unas tasas de criminalidad muy parecidas, unos respecto a otros (por ejemplo, los negros en comparación con los blancos). Con esto, llegan a lo que les interesa, afirmando que son los policías, fiscales y jueces los que producen un grave sesgo racista: por ejemplo, los policías denuncian –intencionadamente- a «demasiados» negros y los fiscales mantienen esa misma desviación racista, enviando a prisión a quienes “no se lo merecen” …
Recordemos que las estadísticas agrupadas por el FBI, año tras año desde hace mucho tiempo, muestran, por ejemplo, que personas de raza negra constituyeron el 56% de todos los homicidas en 2019 (de entre quienes se conoce su raza); ello, a pesar de que su peso demográfico gira en torno al 16% en la población estadounidense (incluidos los hispanos negros). Por su parte, también en 2019, los homicidas blancos supusieron el 41% del total; pero la raza blanca (incluidos los hispanos blancos) constituye en torno al 76% de la población nacional.
(Quien quiera comprobar las anteriores cifras de homicidios, puede acceder a la web del FBI: https://ucr.fbi.gov/crime-in-the-u.s/2019/crime-in-the-u.s.-2019/tables/expanded-homicide-data-table-3.xls Homicidas negros: 6.425. Homicidas blancos: 4.728. Total de homicidas, de raza conocida: 11.493.)
Le guste o no a Joe Biden la criminalidad de los negros es muy superior a la de los blancos, hispanos y los de origen asiático
Como consecuencia de los datos anteriores, la criminalidad de la población negra es casi 6,5 veces más elevada que la de la población blanca (en 2019).
Esta es la única verdad sobre la criminalidad por razas, que Joe Biden y casi todos los políticos demócratas se empeñan en negar -lisa y llanamente- para mantener su alianza política y electoral con las comunidades negras, a lo largo de décadas.
El plan pergueñado por el equipo del Presidente Joe Biden, aunque lo digan de manera menos clara, es muy parecido al que ya aplicó –sin éxito alguno- el Presidente Obama.
Quien quiera conocer la opinión sobre los planes de reforma policial y judicial del Presidente Biden, por parte del segundo diario de Nueva York, el New York Post, puede pinchar aquí.
La intención de la Administración Biden es presionar a las fuerzas policiales locales –recortando las ayudas federales y denunciando judicialmente a sus agentes- para que vigilen menos a los ciudadanos de raza negra y que detengan a menos de ellos –aunque cometan delitos, que se rebajarían de grado-. Ante la más mínima duda, investigadores enviados desde Washington, D.C. pedirán miles de datos a cada fuerza policial, prácticamente paralizándola. A este conjunto de actuaciones federales intervencionistas, se le conoce como consent decrees.
Como suelen argumentar los republicanos, mediante estas más que dudosas reformas de los demócratas, éstos colocan en segundo lugar la función policial de perseguir y reducir la criminalidad, por detrás de una labor de justicia social que evite el castigo de parte de los delincuentes de las minorías raciales, principalmente de los negros.
El principio del federalismo para las fuerzas policiales y los fiscales locales
Por otro lado, debe recordarse que en ese país, tanto por razones históricas como por la legislación vigente, son las autoridades locales y la estatal las que guían y controlan la actuación de sus fuerzas policiales, sin apenas intervención desde Washington, DC. Es parte de lo que se denomina en EE.UU. el sistema de federalismo.
Donald Trump y, en general, el Partido Republicano suelen respetar y afianzar ese sistema de reparto de competencias, mientras que Barack Obama lo forzó y vulneró mediante tretas, con una intención centralizadora, jacobina.
Ahora, Joe Biden, muy seguramente, va a hacer lo mismo que Obama.
El plan de Biden, además, se propone (más intensamente de lo que ya hizo Obama) interferir en la actuación de los fiscales locales (de condado, de distrito, estatales …), que son los que más intervienen en primera línea en relación a la gran mayoría de los homicidios y de otros crímenes violentos.
Si las cifras de presuntos delincuentes negros acusados por los fiscales locales no descienden –como desea el Presidente Biden, de cara a sus votantes de color-, el Departamento de Justicia les presionará desde Washington, D.C.
En España, llamamos puertas rotatorias a las políticas penales progresistas: los delincuentes entran en la comisaría por una puerta, y salen por otra … al poco tiempo.
Según relata el New York Post, el multimillonario de origen húngaro, George Soros, está financiando desde hace tiempo las campañas electorales de candidatos a fiscales locales (que son elegidos por sufragio popular directo) que se comprometan a llevar a cabo una actuación tipo «justicia racial», no de estricto cumplimiento de la ley.
Para finalizar, como afirma la Sra. Mac Donald, “es urgente que los gobernantes paren de demonizar a los policías”. Biden, no parece estar dispuesto a ello.
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