Aprobación-desaprobación de la labor de gobierno y la popularidad de Biden.
Media de las últimas diez encuestas nacionales, en cada momento.
27 enero al 15 de septiembre 2021 (Periodo de Joe Biden).
Fuente: RealClear Politics (Acceso completo, sólo mediante suscripción)
https://www.realclearpolitics.com/epolls/other/president-biden-job-approval-7320.html
A finales de enero 2021, cuando Biden tomó posesión de la presidencia, un notable 55,5% de los votantes veían con buenos ojos su naciente mandato. Anteayer, 15 de septiembre, apenas el 45,4% seguía pensando de aquel modo. En apenas ocho meses, Joe Biden se ha dejado por el camino cerca de la quinta parte de sus apoyos: 10,1 puntos porcentuales.
Actualmente (el 15 de septiembre) son bastantes más quienes desaprueban la gestión de Biden (el 49,5%) que quienes la siguen avalando (el 45,4%): una diferencia neta negativa de más de 4 puntos.
De este modo, el Presidente Biden ya se ha aproximado mucho al bajo nivel de aceptación (44,4%) que tuvo Donald Trump a lo largo de 2020, el año electoral y el de la aparición de la pandemia del Covid-19.
Por su parte, el Presidente Jimmy Carter sólo logró una aprobación media del 45,5% del electorado, a lo largo de su mandato, incluido el fiasco de intento de rescate de los rehenes estadounidenses retenidos en Teherán, tras la revolución islamista de 1979.
La visión distorsionada en España sobre la supuesta moderación de Joe Biden
En España, los anteriores datos sobre la rápida pérdida de confianza ciudadana en Joe Biden, seguro que serán recibidos con bastante sorpresa y no poco escepticismo; tal es el desconocimiento y la visión sesgada sobre EE.UU. que predomina entre la opinión pública de mi país.
“¿Cómo es esto posible, con un presidente tan moderado?”, se preguntarán muchos, incluso personas de derecha (por ejemplo, lectores de ABC). “¿Pero, si Biden se propuso unir al país?”, tras los años tumultuosos de Trump, pensarán otros. Y todo ellos coincidirán en que se trata de un gobernante de “formas impecables”.
Esto último, sus buenos modales, en realidad es lo único en que tendrán razón aquellas personas.
Pero Biden ha abrazado la mayoría de los programas políticos del ala radical de su partido y es eso lo que –principalmente- está esforzándose en llevar a la práctica, día tras día.
El Presidente Biden está gobernando casi exclusivamente para los ciudadanos demócratas y para los extremistas de izquierda
Sus bonitas palabras sobre “unir al país” –tras la presidencia de Trump- son lo contrario a lo que está practicando desde que llegó a la Casa Blanca afines del pasado mes de enero.
Los hechos son incontestables: Biden sólo cuenta con un voto de diferencia en el Senado y con únicamente 8 escaños de ventaja, en una Cámara Baja de 435.
Ahora bien, en vez de buscar acuerdos con, al menos, algunos de los congresistas republicanos (cediendo algo en el contenido de los proyectos de ley) –como hicieron muchos de sus predecesores-, Biden siempre se está apoyando en los extremistas de izquierda.
Entre estos radicales destaca el senador socialista Bernie Sanders (admirador de los regímenes castrista y chavista) y las cuatro jóvenes congresistas radicales, conocidas como el quad (la banda de las cuatro, podríamos traducir) a las que el New York Times, la CNN, etc. han encumbrado como la cabeza visible del proyecto de revolucionar totalmente el sistema político, económico y social de EE.UU.
Casi toda la nueva legislación promovida por Joe Biden, se está adoptando sin un solo voto republicano, lo que en aquel país ha sido algo muy, muy inusual a lo largo de décadas.
Dicho de otro modo, Joe Biden está gobernando de un modo extremadamente partidista (como ya advirtieron en su día The Telegraph y Le Figaro)… lo que supone lo contrario a “unir el país”.
Las encuestas consideradas para la media del día 15 de septiembre
Aquí abajo aparecen las diez encuestas que RealClear Politics empleó para calcular el resultado medio de aprobación y desaprobación ciudadana de Joe Biden para el día 15 de septiembre.
Aprobación-desaprobación de la labor de gobierno de Joe Biden.
Últimas diez encuestas nacionales para calcular la media del 15 sept 2021.
Fuente: Real Clear Politics (acceso completo, sólo mediante susbripción)
https://news.gallup.com/poll/116677/presidential-approval-ratings-gallup-historical-statistics-trends.aspx
La popularidad de la Vicepresidente Kamala Harris también está cayendo
Al tomar posesión el nuevo presidente Biden, a finales de este pasado mes de enero, la Vicepresidente Harris partió con un nivel de popularidad (aprobación) positivo, 48,8%, aunque sensiblemente inferior al de Joe Biden: 55,7%.
A principios de septiembre, la aprobación de la vicepresidente ha caído ya a 42%: 6,8 puntos menos que en enero. A pesar de que el comienzo de una presidencia suele ser un periodo relativamente tranquilo, hasta que el mundo exterior hace surgir crisis y situaciones enrevesadas a las que enfrentarse.
No fue casualidad que la Sra. Harris se viera obligada a retirarse de la precampaña electoral (en diciembre de 2019) once meses antes de las elecciones presidenciales de noviembre 2020, por el escasísimo apoyo que había concitado entre los votantes registrados como demócratas (de cara a las primarias), mostrándose como una candidata débil y de no muchas luces, por decirlo de un modo caballeroso.
En resumen, la Sra. Harris fracasó estrepitosamente en 2019 en su intento de ser elegida como candidato de su partido para las presidenciales.
Vicepresidente Kamala Harris
Pero como los demócratas querían cubrir –fuera como fuera- la cuota femenina, con independencia de la capacidad intelectual y ejecutiva, Kamala Harris acabó siendo designada por Biden para la vicepresidencia … y ahora, el Partido Demócrata, está sufriendo las consecuencias de semejante demencia ideológica del feminismo radical.
Lo previsible era que la vicepresidente estuviera asumiendo asuntos de gobierno importantes
Como comenta el diario digital de centro-izquierda, de la capital, The Hill: “Se suponía que [Kamala Harris] iba a desempeñar un papel destacado en la Administración Biden tras haber sido ensalzada como una figura histórica … en tanto que primera mujer vicepresidente de EE.UU.”
A esto, podemos añadir que en el ¨circo de la diversidad¨ que ahora practican asiduamente los progresistas, Kamala Harris ostenta otras varias papeletas: ser considerada de raza negra y descendiente de padres de minorías étnicos: ambos padres eran jamaicanos, pero la madre procedía de la India.
El 30 de agosto de 2021, el diario digital de centro-izquierda The Hill, especializado en información seria sobre los entresijos del poder en Washington, titulaba:
“Kamala Harris: la vicepresidente intencionadamente ausente”
En estos ocho meses en el cargo, esta política de la extrema-izquierda del Partido Demócrata, no ha ofrecido ni una sola conferencia de prensa. Su predecesor, el cabal y honesto conservador Mike Pence, daba decenas de conferencias de prensa sobre las tareas que le encomendaba Donald Trump. Lo mismo sucedió con la mayoría de los demás predecesores.
Se mantiene a Kamala Harris en la sombra para intentar preservarle para su papel de reemplazo, habida cuenta de su debilidad
A partir del 15 de agosto, cuando se desmoronó el régimen democrático en Afganistán, por la anunciada retirada que Joe Bide había decidido, la Vicepresidente Harris fue enviada a Vietnam y Singapur a … no se sabe qué. A su regreso, hizo una larga escala en Hawái.
Aprobación (azul)-desaprobación (beige) de la labor de Kamala Harris.
Del 27 enero al 6 septiembre de 2021.
Media de encuestas nacionales entre los votantes registrados
Fuente: RealClear Politics, citado en Los Angeles Times
https://www.latimes.com/projects/kamala-harris-approval-rating-polls-vs-biden-other-vps/
A finales de enero 2021, en torno al 49% de los ciudadanos aprobaban a Kamala Harris, y casi el 41% la censuraba (lo que resultaba en 6,5 puntos netos positivos). Pero este pasado día 6 de septiembre de 2021, eran tan sólo 42% quienes la apoyaban, habiendo ascendido al 50% quienes la desautorizaban, dando lugar a unos 8 puntos netos negativos.
En relación a este deterioro, el diario The Hill cometa: “Con semejantes cifras, resulta muy difícil que Kamala Harris se convierta [en 2024] en la candidata” del Partido Demócrata, lo que supondría un serio traspiés electoral para la actual estrategia los demócratas.
Por eso, quieren mantener a la Sra. Harris en la penumbra, al resguardo del desgaste electoral que puede comportar la acción de gobierno para alguien no muy capaz ni sagaz.
Pero entonces, es legítimo preguntarse, ¿qué papel podría llegar a desempeñar ante el mundo una presidente tan corta?
Estratagema para que Kamala Harris consiga ser la primer mujer presidente de EE.UU.
Casi nadie de la dirección demócrata debe confiar en que Kamala Harris pueda algún día ganar las presidenciales, como cualquier otro candidato, en 2024. Ni siquiera si hiciera la campaña desde su actual posición de vicepresidente.
Por ello, la estratagema ideada para lograr que una mujer –demócrata- sea la primera en alcanzar la Casa Blanca mediante elecciones, debe comprender la dimisión anticipada de Joe Biden antes de las elecciones de 2024, probablemente aduciendo problemas de salud. Kamala Harris accedería –de hecho- a la Casa Blanca, año y pico antes de las elecciones –aunque fuera por la puerta de atrás– y, de este modo, quizá tuviera algunas posibilidades de resultar realmente elegida en las presidenciales.
Ahora bien, la corrupta candidata Hillary Clinton no lo consiguió en 2016, siendo derrotada ¡por Donald Trump! –razón por la que se pasó borracha toda la noche electoral- y no va resultar nada fácil que aquel amaño resulte exitoso de cara a 2024 de la mano de la inepta y extremista Kamala Harris. Pero la ideología de género y el feminismo radical les obliga a los demócratas a asumir este alto riesgo para los comicios de 2024.
Cuando, un día, alguna mujer se alce con el puesto más poderoso del mundo, espero que lo haga por su valía, entereza y dedicación (como, en su día, la israelí Golda Meir, la británica Margaret Thatcher, Indira Gandhi, etc.) … no por las malas artes de los progresistas estadounidenses quienes, en la actualidad, se comportan como hienas … como tuve ocasión de comprobar, cuando viví allí.
La valoración ciudadana de la marcha general de EE.UU. (Direction of country), asimismo ha empeorado intensamente
En EE.UU., toda una serie de encuestas (todas ellas privadas, claro) indagan regularmente sobre el estado de ánimo de la población adulta, acerca de si ven que su país esté progresando o, por el contrario, deteriorándose, en conjunto. Se las denomina “direction of country polls”.
El interesante portal digital de centro-derecha RealClear Politics (RCP), desde hace décadas, calcula las medias de las diferentes encuestas sobre un mismo tema (por ejemplo, el Direction of country), siempre que cubran el ámbito territorial que sea pertinente, ofrezcan una mínima fiabilidad y cumplan otros requisitos técnicos. Estas medias de encuestas de RCP gozan de gran prestigio en EE.UU. En ellas vamos a basarnos.
Media de encuestas: marcha general del país. En negro, opinión positiva.
17 septiembre 2020 a 16 de septiembre 2021.
Asalto al Capitolio: 6 de enero de 2021.
Toma posesión de Joe Biden: 20 enero 2021.
Caída de Kabul: 15 agosto 2021.
Fuente: RealClear Politics (Acceso completo mediante suscripción)
https://www.realclearpolitics.com/epolls/other/direction_of_country-902.html
Como se aprecia en el gráfico de arriba, a las pocas semanas de su llegada a la Casa Blanca -el 20 de enero-, Joe Biden levantó altas expectativas (expresadas en la línea negra), dejando atrás el sombrío ambiente que provocó el gravísimo asalto al Capitolio, con el respaldo de Trump, el 6 de enero de 2021 (recogido por el profundo pico hacia abajo).
A mediados de febrero, el nuevo Presidente Biden consiguió una valoración general positiva en un nivel que nunca se había conocido bajo Trump, por encima del 40%. En mayo, se alcanzó el pico (en torno al 43%). Pero, desde entonces, el optimismo ciudadano fue disminuyendo y, a partir de mediados de julio, se aceleró el descontento.
Descalabro tras la deshonrosa retirada de Kabul
Tras la caótica y vergonzosa salida estadounidense de Kabul y el hundimiento del régimen el 15 de agosto, el descenso se convirtió en gran caída, colocándose en el entorno del 30%, frente a un 60% de valoración negativa: esto es, entre los ciudadanos estadounidenses el pesimismo supone, actualmente, el doble que la visión optimista.
Este reducido 30% de optimismo actual con Biden, equivale a los valores de los últimos meses de 2020, todavía bajo Donald Trump. ¿Dónde ha quedado aquella propaganda de que Joe Biden viene para restaurar el optimismo entre los americanos?
Repercusión en las elecciones midterm de noviembre de 2022
La extrema urgencia que están teniendo estos meses los dirigentes parlamentarios demócratas en intentar sacar adelante en tiempos record –cortísimos, insuficientes- sus propuestas legislativas, evidencian su convencimiento de que, muy probablemente, a finales de 2022 van a perder el control de Congreso y, con ello, su iniciativa legislativa quedará muy frenada durante la segunda mitad de la presidencia Biden.
Deseo recordar que los resultados electorales históricos muestran que, por lo general, en las elecciones a mitad de mandato (midterm) el partido de quien alcanzó la Casa Blanca dos años antes, suele perder posiciones en el Congreso.
El actual predominio demócrata en el Congreso es mínimo: en el Senado es 50-50, empate que pueden salvar con el voto de la Vicepresidente Kamala Harris, según las normas largamente vigentes. Los demócratas únicamente cuentan con una mayoría de 8 escaños en la Cámara Baja,.
En semejantes circunstancias, los presidentes sensatos han atemperado la aplicación de sus medidas más discutidas, buscando un consenso con parte de la otra bancada.
Actualmente, a pesar de esta exigua mayoría, Biden y el Partido Demócrata están intentando introducir la mayor transformación de la sociedad y del sistema político de EE.UU. en medio siglo, sin negociar realmente con los otros congresistas.
No se ha conocido nada semejante desde la Administración de Lyndon Johnson y su programa general para crear una “Gran Sociedad” (Great Society), con una desmedida expansión del sector público de la economía y del intervencionismo estatal en muchos ámbitos. Pero eso, Lyndon Johnson lo hizo a lo largo de 6 años (1963 a 1969), no en dos años, como están intentando hacer ahora.
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